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Opción

El daño que hemos sufrido, además de medirse en cifras multimillonarias de quetzales y dólares, es peor en términos de tiempo perdido al no avanzar, mientras otros lo han hecho.

.
Juan Francisco Callejas Vargas |
05 de marzo, 2024

Contexto: el precio de su Libertad

Libertad o facultad de elegir. Este es el concepto de Opción que el DRAE –Diccionario de la Real Academia Española– nos señala. Toca a los ciudadanos de una nación –nótese que digo ciudadanos– disfrutarla, honrarla, mantenerla y luchar por ella, puesto que es claro que «el precio de la libertad es su vigilancia eterna», frase atribuida a Thomas Jefferson.

Destalles no tan insignificantes

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En estos tiempos del post modernismo, saber que vivimos acciones cavernícolas en pleno siglo XXI, como las recientes ejecuciones extrajudiciales ocurridas en Asunción Mita, Jutiapa, donde población de la comunidad ejecutó, quemando vivas,  a dos personas en un acto de búsqueda de justicia con sus propias manos, debería llamarnos a reflexionar y accionar como individuos, familia y Estado organizado con sus tres poderes, según la Constitución de la República lo norma.

La aceptación de nuestra mediocridad

Como ciudadanos guatemaltecos hemos aceptado en los últimos 38 años de buscar nuestra democracia republicana y constitucional, un proceso de deslizamiento paulatino y mediocre en nuestra manera de convivir. Somos un pueblo sin ley y sin justicia. Tenemos un irresponsable actuar ciudadano, puesto que en una buena masa crítica de la población existe un mínimo de entendimiento y hasta quisiera pensar, un mínimo de eso que llaman conciencia moral que procesa las barbaridades que nos permitimos tolerar de un liderazgo que esta siendo más conducido por el crimen organizado, que por letrados en los diferentes ámbitos de nuestra vida.

El verdadero problema está en nosotros, los ciudadanos:

Situar el drama de zozobra, inestabilidad y desgobierno de hoy como un problema de estos años, brinda premisas equivocadas para trabajar en el cáncer de la corrupción y la ineptitud e incompetencia y consecuencia de esto, los errores y horrores cometidos –CICIG; falta de Estado de Derecho; cooptación de los poderes del Estado desde el Crimen Organizado; débil y hasta inexistencia de institucionalidad en casi todos los ámbitos, público y privado; Comisiones Anticorrupción, dependientes del Ejecutivo etc.– necesitamos un enfoque inteligente y que terminen de tajo con una buena parte de nuestros problemas ya atávicos. Esta es una opción válida y depende de nosotros.

Arrastramos un atávico problema de entendimiento y conciencia moral y esto sin duda va pasando su factura, puesto que provoca, como ha sido claro en Guatemala, el crecimiento del abuso, el latrocinio, la irresponsabilidad de funcionarios que traen como consecuencias niveles de desgobierno como el que vivimos hoy.

La corrupción y la ineptitud se instalaron en 1986

Sostengo que el acto de gobierno de la Democracia Cristiana en el que se tapó el proceso de antejuicio del ciudadano y entonces diputado al Congreso de la República por ese partido en el periodo 1986/1991, Elian Darío Acuña, inoculó la corrupción en todo el esperanzador sistema político que tanto le costó en vidas humanas, situación económica y desarrollo sostenible a nuestro país.

Solo imagine usted mi respetado lector, ¿en qué situación estaríamos viviendo hoy, si lo que ha ocurrido en términos de corrupción e ineptitud en el país, no hubiese ocurrido?

El daño que hemos sufrido, además de medirse en cifras multimillonarias de quetzales y dólares, es peor en términos de tiempo perdido al no avanzar, mientras otros lo han hecho. El daño en el carácter moral individual, familiar y colectivo, nos ubica en la desesperanza, y todo apunta a que en las condiciones actuales de nuestros poderes del Estado, la fiesta no termina y avanza hacia otros rumbos que quizás puedan ser muy peligrosos. Piénselo…medítelo y actúe, usted siempre tendrá una opción en sus manos.

Opción

El daño que hemos sufrido, además de medirse en cifras multimillonarias de quetzales y dólares, es peor en términos de tiempo perdido al no avanzar, mientras otros lo han hecho.

Juan Francisco Callejas Vargas |
05 de marzo, 2024
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Contexto: el precio de su Libertad

Libertad o facultad de elegir. Este es el concepto de Opción que el DRAE –Diccionario de la Real Academia Española– nos señala. Toca a los ciudadanos de una nación –nótese que digo ciudadanos– disfrutarla, honrarla, mantenerla y luchar por ella, puesto que es claro que «el precio de la libertad es su vigilancia eterna», frase atribuida a Thomas Jefferson.

Destalles no tan insignificantes

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En estos tiempos del post modernismo, saber que vivimos acciones cavernícolas en pleno siglo XXI, como las recientes ejecuciones extrajudiciales ocurridas en Asunción Mita, Jutiapa, donde población de la comunidad ejecutó, quemando vivas,  a dos personas en un acto de búsqueda de justicia con sus propias manos, debería llamarnos a reflexionar y accionar como individuos, familia y Estado organizado con sus tres poderes, según la Constitución de la República lo norma.

La aceptación de nuestra mediocridad

Como ciudadanos guatemaltecos hemos aceptado en los últimos 38 años de buscar nuestra democracia republicana y constitucional, un proceso de deslizamiento paulatino y mediocre en nuestra manera de convivir. Somos un pueblo sin ley y sin justicia. Tenemos un irresponsable actuar ciudadano, puesto que en una buena masa crítica de la población existe un mínimo de entendimiento y hasta quisiera pensar, un mínimo de eso que llaman conciencia moral que procesa las barbaridades que nos permitimos tolerar de un liderazgo que esta siendo más conducido por el crimen organizado, que por letrados en los diferentes ámbitos de nuestra vida.

El verdadero problema está en nosotros, los ciudadanos:

Situar el drama de zozobra, inestabilidad y desgobierno de hoy como un problema de estos años, brinda premisas equivocadas para trabajar en el cáncer de la corrupción y la ineptitud e incompetencia y consecuencia de esto, los errores y horrores cometidos –CICIG; falta de Estado de Derecho; cooptación de los poderes del Estado desde el Crimen Organizado; débil y hasta inexistencia de institucionalidad en casi todos los ámbitos, público y privado; Comisiones Anticorrupción, dependientes del Ejecutivo etc.– necesitamos un enfoque inteligente y que terminen de tajo con una buena parte de nuestros problemas ya atávicos. Esta es una opción válida y depende de nosotros.

Arrastramos un atávico problema de entendimiento y conciencia moral y esto sin duda va pasando su factura, puesto que provoca, como ha sido claro en Guatemala, el crecimiento del abuso, el latrocinio, la irresponsabilidad de funcionarios que traen como consecuencias niveles de desgobierno como el que vivimos hoy.

La corrupción y la ineptitud se instalaron en 1986

Sostengo que el acto de gobierno de la Democracia Cristiana en el que se tapó el proceso de antejuicio del ciudadano y entonces diputado al Congreso de la República por ese partido en el periodo 1986/1991, Elian Darío Acuña, inoculó la corrupción en todo el esperanzador sistema político que tanto le costó en vidas humanas, situación económica y desarrollo sostenible a nuestro país.

Solo imagine usted mi respetado lector, ¿en qué situación estaríamos viviendo hoy, si lo que ha ocurrido en términos de corrupción e ineptitud en el país, no hubiese ocurrido?

El daño que hemos sufrido, además de medirse en cifras multimillonarias de quetzales y dólares, es peor en términos de tiempo perdido al no avanzar, mientras otros lo han hecho. El daño en el carácter moral individual, familiar y colectivo, nos ubica en la desesperanza, y todo apunta a que en las condiciones actuales de nuestros poderes del Estado, la fiesta no termina y avanza hacia otros rumbos que quizás puedan ser muy peligrosos. Piénselo…medítelo y actúe, usted siempre tendrá una opción en sus manos.