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“Pi Day”: de nerdos y cocineros, una jornada para reflexionar

El 2020 y parte del 2021 fueron tiempos de grandielocuencia moral y de falsear la realidad para verse bien.  Fueron tiempos de crisis bien aprovechados por los pipoldermos para repartir dinero, generar inflación y testear su capacidad para asustar y para ampliar sus poderes coercitivos.

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Luis Figueroa |
15 de marzo, 2024

Ayer fue el Día de Pi y merece atención por dos motivos: primero, se cumplen cuatro años del inicio de los encierros forzados del 2020 en el contexto de la Covid; y segundo: en esta fecha se celebran el cumpleaños de Albert Einstein y la muerte de Karl Marx.

Es, pues, un día para celebrar la razón y la ciencia, para no olvidar la maldad del colectivismo y para recordar no solo a los 100 millones de muertos que costó el marxismo; sino, también, a las víctimas del autoritarismo casi totalitario que vivimos entre 2020 y 2021.

¿Por qué fue el Día de Pi?, porque ese número, Pi, es 3.14 y ayer fue el 14 del tercer mes. ¿Viste? Es cosa de nerdos, pero tiene mucha gracia porque la palabra Pi -en inglés- se pronuncia pay, de modo que el día también es de interés para los cocineros.  Suele celebrarse mediante la preparación de un pay y, en casa, cuando nos acordamos y tenemos tiempo, preparamos uno.

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Hace cuatro años -en el Día de Pi- vimos hacerse realidad una advertencia de J. D. Tucille:

Los políticos son seres humanos y están sujetos al temor, incluido el miedo a ser rechazados por electores afectados por el pánico y que buscan que los funcionarios `hagan algo´. Por lo tanto, su instinto de explotar una crisis complementa su inclinación a calmar a los temerosos haciendo esfuerzos, incluso contraproducentes, para asegurar al público que todo estará bien.

Hay un dicho viejo y perverso en la política que dice: “Nunca desperdicies una buena crisis”.

En aquel contexto hubo quienes celebraron diciendo “gracias al coronavirus”, que se había reducido el número de traslados, habían caído las emisiones de CO2 y había mejorado la calidad del aire.  Poco les faltó para especular, como observó un tuitero que sigo: ¡Imaginaos lo que podríamos conseguir resucitando la viruela o la peste bubónica!”

El 2020 fue un año de maldad, irracionalidad y bobería.  ¿A qué ya habías olvidado que hubo quienes publicaron las listas de las personas que estaban aisladas -algunas con policías- a causa del virus chino? ¿Te imaginas la vulnerabilidad en la que fueron puestas aquellas personas?

¿Te acuerdas de que la administración estableció un monopolio para detectar el covid?, porque “nada hace crecer tanto al gobierno como una crisis.” Crecer no quiere decir sólo en tamaño, sino también en alcances y en poder.

En España, por ejemplo, el jefe de la Guardia Civil, dijo que ese cuerpo policial estaba trabajando en “minimizar las críticas al gobierno”.  En China, ¿cómo no?, el régimen de Pekín impuso restricciones sobre la publicación de investigaciones académicas sobre el origen del SARS-CoV-2.

El 2020 fue el año de locales comerciales vaciados y en alquiler.  Fue el año en el que muchísimos meseros, por mencionar un oficio, solo uno, se quedaron sin trabajo y sin como llevar el pan a las mesas de sus familias. ¿Cómo sería en Guatemala?...pero en Argentina, ocho de cada 10 jóvenes desarrollaron síntomas de depresión en aquel año oscuro y seguro que después también.

El covid es un virus respiratorio, ¿te acuerdas de que a muchas personas no las dejaron acompañar el entierro de sus seres queridos, ni verlos? ¿Te acuerdas de que el virus respiratorio era combatido con pediluvios que se mantenían inmundos, cuando no estaban secos? Ah, ¿te acuerdas de los termómetros que nunca estaban calibrados y que señalaban que estabas más frío que un sapo? ¿Qué costo debe haber tenido a los pobres chatíos que tomaban temperaturas con termómetros inútiles? ¿Olvidaste a la gente que usaba la mascarilla, pero debajo de la nariz? ¿Y a los que le llevaban abierta de los lados?

Cualquiera de aquellas califica como bobería, pero; ¿cuál se lleva el premio de la peor? ¿Te acuerdas de la chica que leía sola, en una banca y al aire libre? ¿Te acuerdas de cómo la bulearon los talibanes del encierro y de la tristeza? Los ayatolas del aislamiento le dijeron de todo, con maldad y con encono.

Las vacunas no fueron forzadas en Guatemala, pero casi, casi y, por lo menos, había para escoger.  Los encierros tampoco fueron tan severos como en otros países donde hubo menos oposición racional a las imposiciones.

El 2020 y parte del 2021 fueron tiempos de grandielocuencia moral y de falsear la realidad para verse bien.  Fueron tiempos de crisis bien aprovechados por los pipoldermos para repartir dinero, generar inflación y testear su capacidad para asustar y para ampliar sus poderes coercitivos.

Hoy, al día siguiente del Día de Pi, es una ocasión propicia para no olvidar…y para reflexionar.

Si te interesan estos temas visita luisfi61.com/

“Pi Day”: de nerdos y cocineros, una jornada para reflexionar

El 2020 y parte del 2021 fueron tiempos de grandielocuencia moral y de falsear la realidad para verse bien.  Fueron tiempos de crisis bien aprovechados por los pipoldermos para repartir dinero, generar inflación y testear su capacidad para asustar y para ampliar sus poderes coercitivos.

Luis Figueroa |
15 de marzo, 2024
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Ayer fue el Día de Pi y merece atención por dos motivos: primero, se cumplen cuatro años del inicio de los encierros forzados del 2020 en el contexto de la Covid; y segundo: en esta fecha se celebran el cumpleaños de Albert Einstein y la muerte de Karl Marx.

Es, pues, un día para celebrar la razón y la ciencia, para no olvidar la maldad del colectivismo y para recordar no solo a los 100 millones de muertos que costó el marxismo; sino, también, a las víctimas del autoritarismo casi totalitario que vivimos entre 2020 y 2021.

¿Por qué fue el Día de Pi?, porque ese número, Pi, es 3.14 y ayer fue el 14 del tercer mes. ¿Viste? Es cosa de nerdos, pero tiene mucha gracia porque la palabra Pi -en inglés- se pronuncia pay, de modo que el día también es de interés para los cocineros.  Suele celebrarse mediante la preparación de un pay y, en casa, cuando nos acordamos y tenemos tiempo, preparamos uno.

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Hace cuatro años -en el Día de Pi- vimos hacerse realidad una advertencia de J. D. Tucille:

Los políticos son seres humanos y están sujetos al temor, incluido el miedo a ser rechazados por electores afectados por el pánico y que buscan que los funcionarios `hagan algo´. Por lo tanto, su instinto de explotar una crisis complementa su inclinación a calmar a los temerosos haciendo esfuerzos, incluso contraproducentes, para asegurar al público que todo estará bien.

Hay un dicho viejo y perverso en la política que dice: “Nunca desperdicies una buena crisis”.

En aquel contexto hubo quienes celebraron diciendo “gracias al coronavirus”, que se había reducido el número de traslados, habían caído las emisiones de CO2 y había mejorado la calidad del aire.  Poco les faltó para especular, como observó un tuitero que sigo: ¡Imaginaos lo que podríamos conseguir resucitando la viruela o la peste bubónica!”

El 2020 fue un año de maldad, irracionalidad y bobería.  ¿A qué ya habías olvidado que hubo quienes publicaron las listas de las personas que estaban aisladas -algunas con policías- a causa del virus chino? ¿Te imaginas la vulnerabilidad en la que fueron puestas aquellas personas?

¿Te acuerdas de que la administración estableció un monopolio para detectar el covid?, porque “nada hace crecer tanto al gobierno como una crisis.” Crecer no quiere decir sólo en tamaño, sino también en alcances y en poder.

En España, por ejemplo, el jefe de la Guardia Civil, dijo que ese cuerpo policial estaba trabajando en “minimizar las críticas al gobierno”.  En China, ¿cómo no?, el régimen de Pekín impuso restricciones sobre la publicación de investigaciones académicas sobre el origen del SARS-CoV-2.

El 2020 fue el año de locales comerciales vaciados y en alquiler.  Fue el año en el que muchísimos meseros, por mencionar un oficio, solo uno, se quedaron sin trabajo y sin como llevar el pan a las mesas de sus familias. ¿Cómo sería en Guatemala?...pero en Argentina, ocho de cada 10 jóvenes desarrollaron síntomas de depresión en aquel año oscuro y seguro que después también.

El covid es un virus respiratorio, ¿te acuerdas de que a muchas personas no las dejaron acompañar el entierro de sus seres queridos, ni verlos? ¿Te acuerdas de que el virus respiratorio era combatido con pediluvios que se mantenían inmundos, cuando no estaban secos? Ah, ¿te acuerdas de los termómetros que nunca estaban calibrados y que señalaban que estabas más frío que un sapo? ¿Qué costo debe haber tenido a los pobres chatíos que tomaban temperaturas con termómetros inútiles? ¿Olvidaste a la gente que usaba la mascarilla, pero debajo de la nariz? ¿Y a los que le llevaban abierta de los lados?

Cualquiera de aquellas califica como bobería, pero; ¿cuál se lleva el premio de la peor? ¿Te acuerdas de la chica que leía sola, en una banca y al aire libre? ¿Te acuerdas de cómo la bulearon los talibanes del encierro y de la tristeza? Los ayatolas del aislamiento le dijeron de todo, con maldad y con encono.

Las vacunas no fueron forzadas en Guatemala, pero casi, casi y, por lo menos, había para escoger.  Los encierros tampoco fueron tan severos como en otros países donde hubo menos oposición racional a las imposiciones.

El 2020 y parte del 2021 fueron tiempos de grandielocuencia moral y de falsear la realidad para verse bien.  Fueron tiempos de crisis bien aprovechados por los pipoldermos para repartir dinero, generar inflación y testear su capacidad para asustar y para ampliar sus poderes coercitivos.

Hoy, al día siguiente del Día de Pi, es una ocasión propicia para no olvidar…y para reflexionar.

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