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¿Quién controla tu cuerpo?

Se pueden importar órganos, tejidos y células del extranjero (y vaya uno a saber si hubo pago, o no), pero no se pueden exportar órganos, tejidos y células chapinas hacia otros países con fines de lucro. 

.
Luis Figueroa |
05 de abril, 2024

La maquinaria estatista se salió con la suya y el Congreso de la República aprobó el Decreto 5-2024, que contiene la legislación para la disposición y trasplante de órganos, tejidos y células humanas.  

Al anunciar esta nueva regulación, el sitio de noticias del Congreso indicó que “Los legisladores conmovidos por el contenido humanitario de la ley, aprovecharon para contar sus experiencias personales”. ¿Cómo iba a ser de otra forma, si el tema es de un contenido emocional elevado? Y esa característica siempre ha hecho muy difícil la conversación objetiva sobre el asunto.

Para estar claros, el trasplante es la implantación de un órgano (o tejido) que funciona bien en un organismo que tiene deficiencia en ese mismo órgano (o tejido). 

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Al explorar el contenido de la nueva normativa llama la atención que se descarta definitivamente la posibilidad de recibir gratificación, remuneración, o pago alguno para la donación de órganos, tejidos o células.  Con esa medida no solo se viola el concepto de “la propiedad de uno mismo”, sino que se perpetúa al cuello de botella que hay en la disponibilidad de órganos para quienes los necesitan desesperadamente para salvar sus vidas o por lo menos para mejorar su calidad de vida.

Llama la atención el tema de la confidencialidad absoluta impuesta por la legislación ya que, te cuento: el hermano de un amigo donó semen en su juventud.  Hizo un análisis de su saliva para explorar su genealogía y descubrió que tiene un hijo (¡Sorpresa!) Y ahora padre e hijo se llevan muy bien (por suerte). Mi punto es, ¿qué confidencialidad puede haber cuando las herramientas de la modernidad escapan al alcance efectivo de la normativa? ¿Puede esa regulación evitar que uno descubra familiares desconocidos?

El ente rector de la legislación, el encargado de que se cumplan las normas de incondicionalidad, legalidad, seguridad, confidencialidad e igualdad, va a ser el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social.  El mismo ministerio que tiene el Cementerio General de la ciudad de Guatemala hecho un asco y el mismo ministerio que ha permitido el saqueo de aquel camposanto.  La misma cartera que tiene en el abandono los hospitales y el mismo que quién sabe qué “chinche” hizo con el negocio de las vacunas durante los encierros del 2020. El mismo ministerio que a veces no tiene ni antiácidos para los tributarios que los necesitan.

Adivinas si para estas alturas de la lectura estás pensando que la nueva legislación va a ser otra sangría para los tributarios y va a ser un nacedero de burocracia.  Va a haber un Consejo Nacional de Trasplantes, un Registro Nacional de Trasplantes, un Consejo Técnico Consultivo y todo eso (incluidas la corrupción y la mala administración) no lo van a pagar los interesados, sino que lo van a pagar hasta los tributarios más pobres. La nueva legislación empodera caciques de los trasplantes. ¿Por qué es que estos consejos y registro van a ser moralmente diferentes al resto de la administración pública, que se gasta 40% del presupuesto del Estado en corrupción?

Se pueden importar órganos, tejidos y células del extranjero (y vaya uno a saber si hubo pago, o no), pero no se pueden exportar órganos, tejidos y células chapinas hacia otros países con fines de lucro. 

Es razonable, eso sí, que no se permita la donación de personas incapaces, o inconscientes; que las de presos solo sean posibles en circunstancias específicas y que las de menores de edad en vida. Estos tres grupos son muy vulnerables.  Es razonable, también, que la legislación chapina no haya ido a los extremos de convertir a todos los ciudadanos del país en “donantes” de órganos en forma tácita, salvo que -expresamente y en vida- hubieran manifestado por escrito su oposición. Si la “donación” es así de forzada, ya no sería donación.

Detalles más, detalles menos, lo que me interesa en estas meditaciones es la propiedad de uno mismo.

Una de las teorías más aceptadas acerca del orígen de los derechos individuales es la de que eres dueño de tu propia vida (y de tu propio cuerpo, y de tu propia mente) y negar ese principio implica que otro, u otros, tienen tienen más derechos sobre tu vida (o tu propio cuerpo, o tu mente), que tú mismo.  ¡Pero ninguna otra persona o grupo de personas debe ser  dueña de tu vida; ni tu eres dueño de las vidas de otras personas!

Es muy convieniente, para cualquier ideología colectivista, acabar con la idea de que las personas son dueñas de sus cuerpos y de sus vidas.  Al fin y al cabo, ¿qué es el colectivismo sino la ideología según la cual,  las personas no tienen derechos; ya que su cuerpo, su personalidad y su trabajo le pertenecen al grupo, comunidad, colectivo, o sociedad?  Dejas de ser el propietario de tus riñones, tu corazón, tu hígado, tus córneas y demás, porque los políticos estatistas y colectivistas (y sus clientelas y patrocinadores) ya dispusieron en qué condiciones puedes donarlos.

Como están las cosas y hecho a un lado el contenido emocional de esta legislación, la nueva normativa consolida la estatización del cuerpo humano, les carga a los tributarios costos que no les deberían corresponder, fomenta el cuello de botella para aliviar a los que necesitan órganos, politiza las donaciones y trasplantes y expone el tema a la corrupción propia de la administración política.

Si te interesan estos temas visita luisfi61.com/

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Se pueden importar órganos, tejidos y células del extranjero (y vaya uno a saber si hubo pago, o no), pero no se pueden exportar órganos, tejidos y células chapinas hacia otros países con fines de lucro. 

Luis Figueroa |
05 de abril, 2024
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La maquinaria estatista se salió con la suya y el Congreso de la República aprobó el Decreto 5-2024, que contiene la legislación para la disposición y trasplante de órganos, tejidos y células humanas.  

Al anunciar esta nueva regulación, el sitio de noticias del Congreso indicó que “Los legisladores conmovidos por el contenido humanitario de la ley, aprovecharon para contar sus experiencias personales”. ¿Cómo iba a ser de otra forma, si el tema es de un contenido emocional elevado? Y esa característica siempre ha hecho muy difícil la conversación objetiva sobre el asunto.

Para estar claros, el trasplante es la implantación de un órgano (o tejido) que funciona bien en un organismo que tiene deficiencia en ese mismo órgano (o tejido). 

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Llama la atención el tema de la confidencialidad absoluta impuesta por la legislación ya que, te cuento: el hermano de un amigo donó semen en su juventud.  Hizo un análisis de su saliva para explorar su genealogía y descubrió que tiene un hijo (¡Sorpresa!) Y ahora padre e hijo se llevan muy bien (por suerte). Mi punto es, ¿qué confidencialidad puede haber cuando las herramientas de la modernidad escapan al alcance efectivo de la normativa? ¿Puede esa regulación evitar que uno descubra familiares desconocidos?

El ente rector de la legislación, el encargado de que se cumplan las normas de incondicionalidad, legalidad, seguridad, confidencialidad e igualdad, va a ser el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social.  El mismo ministerio que tiene el Cementerio General de la ciudad de Guatemala hecho un asco y el mismo ministerio que ha permitido el saqueo de aquel camposanto.  La misma cartera que tiene en el abandono los hospitales y el mismo que quién sabe qué “chinche” hizo con el negocio de las vacunas durante los encierros del 2020. El mismo ministerio que a veces no tiene ni antiácidos para los tributarios que los necesitan.

Adivinas si para estas alturas de la lectura estás pensando que la nueva legislación va a ser otra sangría para los tributarios y va a ser un nacedero de burocracia.  Va a haber un Consejo Nacional de Trasplantes, un Registro Nacional de Trasplantes, un Consejo Técnico Consultivo y todo eso (incluidas la corrupción y la mala administración) no lo van a pagar los interesados, sino que lo van a pagar hasta los tributarios más pobres. La nueva legislación empodera caciques de los trasplantes. ¿Por qué es que estos consejos y registro van a ser moralmente diferentes al resto de la administración pública, que se gasta 40% del presupuesto del Estado en corrupción?

Se pueden importar órganos, tejidos y células del extranjero (y vaya uno a saber si hubo pago, o no), pero no se pueden exportar órganos, tejidos y células chapinas hacia otros países con fines de lucro. 

Es razonable, eso sí, que no se permita la donación de personas incapaces, o inconscientes; que las de presos solo sean posibles en circunstancias específicas y que las de menores de edad en vida. Estos tres grupos son muy vulnerables.  Es razonable, también, que la legislación chapina no haya ido a los extremos de convertir a todos los ciudadanos del país en “donantes” de órganos en forma tácita, salvo que -expresamente y en vida- hubieran manifestado por escrito su oposición. Si la “donación” es así de forzada, ya no sería donación.

Detalles más, detalles menos, lo que me interesa en estas meditaciones es la propiedad de uno mismo.

Una de las teorías más aceptadas acerca del orígen de los derechos individuales es la de que eres dueño de tu propia vida (y de tu propio cuerpo, y de tu propia mente) y negar ese principio implica que otro, u otros, tienen tienen más derechos sobre tu vida (o tu propio cuerpo, o tu mente), que tú mismo.  ¡Pero ninguna otra persona o grupo de personas debe ser  dueña de tu vida; ni tu eres dueño de las vidas de otras personas!

Es muy convieniente, para cualquier ideología colectivista, acabar con la idea de que las personas son dueñas de sus cuerpos y de sus vidas.  Al fin y al cabo, ¿qué es el colectivismo sino la ideología según la cual,  las personas no tienen derechos; ya que su cuerpo, su personalidad y su trabajo le pertenecen al grupo, comunidad, colectivo, o sociedad?  Dejas de ser el propietario de tus riñones, tu corazón, tu hígado, tus córneas y demás, porque los políticos estatistas y colectivistas (y sus clientelas y patrocinadores) ya dispusieron en qué condiciones puedes donarlos.

Como están las cosas y hecho a un lado el contenido emocional de esta legislación, la nueva normativa consolida la estatización del cuerpo humano, les carga a los tributarios costos que no les deberían corresponder, fomenta el cuello de botella para aliviar a los que necesitan órganos, politiza las donaciones y trasplantes y expone el tema a la corrupción propia de la administración política.

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