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¿Viven los ingleses en la “inglesia”?

¿Por qué les cuento esto? Porque esta temporada, al menos en este espacio, no es para dramas políticos, ni para el tipo de cosas que habrá que comentar en enero de 2024.  Podría escribir una columna navideña, pero eso ya lo he hecho en otros años.

.
Luis Figueroa |
21 de diciembre, 2023
El contenido en la sección de Opinión es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la postura o la línea editorial de República.
 

Durante los rezos propios de fin de año, uno de mis hermanos decía “El Señor escondido” donde había que decir “El señor es contigo”; y decía “Rueda por nosotros” donde había que decir “Ruega por nosotros”.  ¡Por supuesto que eso causaba mucha risa entre los adultos!...y a los niños también nos divirtió cuando le explicaron y nos explicaron, como iba la cosa.

Yo digo que todos hemos dicho cosas mal alguna vez, ¿cuáles son las tuyas?

¿Por qué les cuento esto? Porque esta temporada, al menos en este espacio, no es para dramas políticos, ni para el tipo de cosas que habrá que comentar en enero de 2024.  Podría escribir una columna navideña, pero eso ya lo he hecho en otros años.  Voy a compartirles algunos descubrimientos que hemos hecho en casa cuando vemos las producciones en Youtube de algunos creadores de contenido de “poray”.  Los vemos por motivos psicológicos y sociológicos, pero también por motivos recreativos porque no hay día en que no produzcan joyas como las siguientes:

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La frase “Primero que nada, segundo que nada” es usada cuando la primera parte tiene sentido, como en “Primero que nada lávate las manos”; pero la segunda parte ya no tiene pies ni cabeza porque, bueno, si ya es segundo, ya no es después de nada.

Cuando cantan “Feliz cumpleaños a ti”, no lo dicen en plural “porque sólo se cumple un año”, de modo que la canción va “Feliz cumpleaño a ti”.  En ese mismo contexto se canta “Despierta, ni bien despierta”, en vez de “Despierta, mi bien despierta”.

“No hay que desapartarse” es usado en vez de “No hay que apartarse”. 

“Lo que pasa es que tenés que aterrizar los pies” le dice uno a otro en vez de “Lo que pasa es que tenés que poner los pies sobre la tierra” y en esa misma conversación se escucha “Ignorantes, ustedes, porque creen en una línea imaginaria” cuando uno de ellos le está tratando de explicarle a otro lo que es el ecuador.

Cuando una persona no hace algo para disgustar a otra explica que no lo hizo “para no hacerle un mal disgusto”.

Si hay dudas, alguien dice “No sé si eso sea cierto, mentira, o verdad”.

En ese ambiente hay que tener mucho cuidado con la forma en que uno habla porque el otro día una persona le dijo a otra: “Yo no te descogí a vos porque no sabés hablar”.

“Yo sola me estoy volando toda la batuta”, dijo, el otro día, una de las participantes porque la habían dejado sola con una tarea.

“En mí sigue sonando muy latente”, se quejó otra creadora de contenido cuando se quejó de algo que había oído y la había incomodado al punto de no poder sacárselo de la cabeza. “Yo trato de decir las cosas despacito para no ofender”, respondió su interlocutora. “Hasta el son de ahora me siguen diciendo lo mismo”, comentó la primera unos minutos después.

Hay muchas más, pero, ¿cuál es mi favorita? “Mero que le dicen”, como en “Mero que le dicen hay que ver para los dos lados antes de cruzar la carretera”; o “Mero que le dicen, una de mujer tiene que tener su casita limpia”. 

Aquellas frases “no son nada fuera del otro mundo” y hay montones; pero vuelvo a los equívocos que muchos conocemos y hemos cometido.

Hay una ronda de niños cuya letra dice: “A pares y nones vamos a jugar”; y  un cuate entendía “A paresinola vamos a jugar”; pero como el asunto le parecía incoherente, interpretó que lo que decía la canción era “Apareció un ala”. Y él, así cantaba la canción.

Hay una canción de Madona que dice: “Señorita más fina”; y otro cuate entendía “Señorita matutina”. Había otra canción noventera que decía: “New York, Río, Tokyo”; y él cantaba “New York, Río, Romio”. Una de las que más me divirtió es la historia de otro cuate que, aquel verso de “Pinocho” que dice: “Todo esto será en vano, le falta el corazón”, a él le sonaba como “A todo ser humano le falta el corazón”, y así lo cantaba.

En Guatemala, muchos de nosotros hemos cantado “Vamos a la vuelta, del toro, Torojil” en la creencia de que la canción es acerca de un toro que se llama Torojil; empero, la letra verdadera dice: “Vamos a la huerta, del toro, toronjil”, siendo el toronjil, una hierba. Es la huerta de toronjiles.

Hay un juego que, originalmente, dice: “Un, dos, tres, treinta, luz roja”; pero aquí -por lo menos cuando yo era niño- decíamos: “Un, dos, tres, treinta, cruz roja”.

La más elaborada y compleja de todas es de las “iglesieras” de La costa sur. Allá hay una canción que dice “Derrama una estrella/ divino fulgor./ Hermosa doncella/ nos dio el Salvador”. Pues bien, las señoras en cuestión la cantan así: “De rama, a una estrea/ divino fulgor/ Hermosa doncea/ nos dio El Salvador”; y esto es porque entienden que no es “veia”, sino vea; que no es “feia”, sino fea; y que no es “seia”, sino sea. De ahí suponen que no es estrella (“estreia”), sino “estrea”. Por ese mismo motivo, no es doncella (“donceia”), sino “doncea”. Y la mara cree que “el Salvador”, de la canción, es el país vecino.

Ya te conté los míos y los ajenos. ¿Cuáles son tus equívocos al hablar?

Van, para ti y tu familia, mis mejores deseos para que tengan una nochebuena en paz, junto a sus seres queridos, en abundancia y salud. 

 

El autor de esta columna es Luis Figueroa.

¿Viven los ingleses en la “inglesia”?

¿Por qué les cuento esto? Porque esta temporada, al menos en este espacio, no es para dramas políticos, ni para el tipo de cosas que habrá que comentar en enero de 2024.  Podría escribir una columna navideña, pero eso ya lo he hecho en otros años.

Luis Figueroa |
21 de diciembre, 2023
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El contenido en la sección de Opinión es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la postura o la línea editorial de República.
 

Durante los rezos propios de fin de año, uno de mis hermanos decía “El Señor escondido” donde había que decir “El señor es contigo”; y decía “Rueda por nosotros” donde había que decir “Ruega por nosotros”.  ¡Por supuesto que eso causaba mucha risa entre los adultos!...y a los niños también nos divirtió cuando le explicaron y nos explicaron, como iba la cosa.

Yo digo que todos hemos dicho cosas mal alguna vez, ¿cuáles son las tuyas?

¿Por qué les cuento esto? Porque esta temporada, al menos en este espacio, no es para dramas políticos, ni para el tipo de cosas que habrá que comentar en enero de 2024.  Podría escribir una columna navideña, pero eso ya lo he hecho en otros años.  Voy a compartirles algunos descubrimientos que hemos hecho en casa cuando vemos las producciones en Youtube de algunos creadores de contenido de “poray”.  Los vemos por motivos psicológicos y sociológicos, pero también por motivos recreativos porque no hay día en que no produzcan joyas como las siguientes:

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La frase “Primero que nada, segundo que nada” es usada cuando la primera parte tiene sentido, como en “Primero que nada lávate las manos”; pero la segunda parte ya no tiene pies ni cabeza porque, bueno, si ya es segundo, ya no es después de nada.

Cuando cantan “Feliz cumpleaños a ti”, no lo dicen en plural “porque sólo se cumple un año”, de modo que la canción va “Feliz cumpleaño a ti”.  En ese mismo contexto se canta “Despierta, ni bien despierta”, en vez de “Despierta, mi bien despierta”.

“No hay que desapartarse” es usado en vez de “No hay que apartarse”. 

“Lo que pasa es que tenés que aterrizar los pies” le dice uno a otro en vez de “Lo que pasa es que tenés que poner los pies sobre la tierra” y en esa misma conversación se escucha “Ignorantes, ustedes, porque creen en una línea imaginaria” cuando uno de ellos le está tratando de explicarle a otro lo que es el ecuador.

Cuando una persona no hace algo para disgustar a otra explica que no lo hizo “para no hacerle un mal disgusto”.

Si hay dudas, alguien dice “No sé si eso sea cierto, mentira, o verdad”.

En ese ambiente hay que tener mucho cuidado con la forma en que uno habla porque el otro día una persona le dijo a otra: “Yo no te descogí a vos porque no sabés hablar”.

“Yo sola me estoy volando toda la batuta”, dijo, el otro día, una de las participantes porque la habían dejado sola con una tarea.

“En mí sigue sonando muy latente”, se quejó otra creadora de contenido cuando se quejó de algo que había oído y la había incomodado al punto de no poder sacárselo de la cabeza. “Yo trato de decir las cosas despacito para no ofender”, respondió su interlocutora. “Hasta el son de ahora me siguen diciendo lo mismo”, comentó la primera unos minutos después.

Hay muchas más, pero, ¿cuál es mi favorita? “Mero que le dicen”, como en “Mero que le dicen hay que ver para los dos lados antes de cruzar la carretera”; o “Mero que le dicen, una de mujer tiene que tener su casita limpia”. 

Aquellas frases “no son nada fuera del otro mundo” y hay montones; pero vuelvo a los equívocos que muchos conocemos y hemos cometido.

Hay una ronda de niños cuya letra dice: “A pares y nones vamos a jugar”; y  un cuate entendía “A paresinola vamos a jugar”; pero como el asunto le parecía incoherente, interpretó que lo que decía la canción era “Apareció un ala”. Y él, así cantaba la canción.

Hay una canción de Madona que dice: “Señorita más fina”; y otro cuate entendía “Señorita matutina”. Había otra canción noventera que decía: “New York, Río, Tokyo”; y él cantaba “New York, Río, Romio”. Una de las que más me divirtió es la historia de otro cuate que, aquel verso de “Pinocho” que dice: “Todo esto será en vano, le falta el corazón”, a él le sonaba como “A todo ser humano le falta el corazón”, y así lo cantaba.

En Guatemala, muchos de nosotros hemos cantado “Vamos a la vuelta, del toro, Torojil” en la creencia de que la canción es acerca de un toro que se llama Torojil; empero, la letra verdadera dice: “Vamos a la huerta, del toro, toronjil”, siendo el toronjil, una hierba. Es la huerta de toronjiles.

Hay un juego que, originalmente, dice: “Un, dos, tres, treinta, luz roja”; pero aquí -por lo menos cuando yo era niño- decíamos: “Un, dos, tres, treinta, cruz roja”.

La más elaborada y compleja de todas es de las “iglesieras” de La costa sur. Allá hay una canción que dice “Derrama una estrella/ divino fulgor./ Hermosa doncella/ nos dio el Salvador”. Pues bien, las señoras en cuestión la cantan así: “De rama, a una estrea/ divino fulgor/ Hermosa doncea/ nos dio El Salvador”; y esto es porque entienden que no es “veia”, sino vea; que no es “feia”, sino fea; y que no es “seia”, sino sea. De ahí suponen que no es estrella (“estreia”), sino “estrea”. Por ese mismo motivo, no es doncella (“donceia”), sino “doncea”. Y la mara cree que “el Salvador”, de la canción, es el país vecino.

Ya te conté los míos y los ajenos. ¿Cuáles son tus equívocos al hablar?

Van, para ti y tu familia, mis mejores deseos para que tengan una nochebuena en paz, junto a sus seres queridos, en abundancia y salud. 

 

El autor de esta columna es Luis Figueroa.