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¡Y dale con la democracia!

Vamos al fondo de todo esto. Guatemala ha estado vivendo de las dádivas que nos dan los países poderosos y que tienen mucha injerencia en la agenda internacional.

.
Carolina Castellanos |
15 de diciembre, 2023
El contenido en la sección de Opinión es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la postura o la línea editorial de República.
 

La Real Academia Española define democracia como “sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes”. Roberto Cano, en su artículo “La sombra maquiavélica internacional sobre Guatemala” (El Vigilante, 13 de diciembre de 2023), define la democracia como un concepto práctico de convivencia nacional como internacional que necesita de un estado de reglas mínimas”. Me pareció muy interesante esta definición.  

En estas últimas semanas, este sistema de gobierno ha sido mancillado pues, en su nombre, se debe avalar el fraude electoral. No importa que los resultados “oficializados” no representen la voluntad del pueblo. Ahora en Guatemala, la soberanía ya no reside en el pueblo sino en la comunidad internacional con sus intereses partidarios, ideológicos, de poder y de intereses económicos. Hace muchos años llegué a entender que el nombre del juego socialista es dinero, siempre. Inevitablemente, el poder viene por añadidura. 

Lo que nos dicen los intervencionistas extranjeros es que hay que luchar por la democracia. ¿Y la república? Nuestra constitución claramente dice que Guatemala es una república. Punto. No agrega a la definición que puede doblegarse, ser manipulada, atropellada y destruida cuando sea necesario para satisfacer los intereses de la comunidad internacional, incluyendo a las grandes organizaciones mundiales, en las que Guatemala es miembro. 

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La RAE define “república” como “organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un período determinado”. En este relajo de país, a los políticos, convenientemente, se les olvidó que vivimos en una república.  

El presidente Giammttei, quien finalmente se pronunció, fue muy débil en su postura para defender la soberanía de Guatemala. Este es el elemento fundamental de una república. A la comunidad internacional no le importa pero a nosotros sí.  

¿Se imagina usted que pasaría si un grupo de chapines nos fuéramos a meter al congreso, a la presidencia, al tribunal electoral y a otras instituciones, en alguno de los muchos países que están “luchando por la democracia” en Guatemala? ¡Ya nos hubieran sacado a escobasos! 

Vamos al fondo de todo esto. Guatemala ha estado viviendo de las dádivas que nos dan los países poderosos y que tienen mucha injerencia en la agenda internacional. Así las cosas, hemos aceptado el dinero, que viene con una serie de ataduras y compromisos de toda índole: políticos, económicos, comerciales y de “ayuda social” (oenegés). De esa forma, han logrado penetrar hasta las entrañas de nuestra Guate, incidiendo poco a poco e implementando sus agendas políticas e ideológicas, como el socialismo y la ideología de género. 

Reconozco que también hay muchísimas oenegés que combaten la desnutrición, instruyen sobre mejores prácticas de cultivos, de comericalización nacional e internacional, entre muchas otras. Pero, siendo oenegés, no son fiscalizadas ni supervisadas por las autoridades guatemaltecas. Tienen libertad de hacer lo que les plazca, enmarcadas en sus objetivos particulares. 

Dado que quienes nos han gobernado a lo largo de los últimos treinta o más años han mantenido en el abandono a miles de comunidades, los “cooperantes” han encontrado la forma de incidir, aun y cuando vayan en contra de lo que Guatemala es y representa. Ellos sí han llegado hasta las entrañas de nuestra Guate. No es de extrañar que, si les ofrecen “unos sus centavos” para salir a manifestar, con gusto van. La pobreza no tiene límites, así como la inmensidad de carencias que tienen. 

¿Luchar por la democracia es lo más importante? ¡Absoutamente no! La lucha contra la desnutrición, la pobreza y la pésima calidad educativa son los pilares fundamentales en los que debe construirse la república. La democracia solamente nos ha servido para ir a las elecciones a votar “libremente”. Es momento de enfocarse en lo más importante: una república soberana, con separación de poderes, con un gobierno pequeño en el que toda su actividad esté centrada en defender la vida, la propiedad y la libertad de todos los guatemaltecos. 

 

La autora de esta columna es Carolina Castellanos

¡Y dale con la democracia!

Vamos al fondo de todo esto. Guatemala ha estado vivendo de las dádivas que nos dan los países poderosos y que tienen mucha injerencia en la agenda internacional.

Carolina Castellanos |
15 de diciembre, 2023
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El contenido en la sección de Opinión es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la postura o la línea editorial de República.
 

La Real Academia Española define democracia como “sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes”. Roberto Cano, en su artículo “La sombra maquiavélica internacional sobre Guatemala” (El Vigilante, 13 de diciembre de 2023), define la democracia como un concepto práctico de convivencia nacional como internacional que necesita de un estado de reglas mínimas”. Me pareció muy interesante esta definición.  

En estas últimas semanas, este sistema de gobierno ha sido mancillado pues, en su nombre, se debe avalar el fraude electoral. No importa que los resultados “oficializados” no representen la voluntad del pueblo. Ahora en Guatemala, la soberanía ya no reside en el pueblo sino en la comunidad internacional con sus intereses partidarios, ideológicos, de poder y de intereses económicos. Hace muchos años llegué a entender que el nombre del juego socialista es dinero, siempre. Inevitablemente, el poder viene por añadidura. 

Lo que nos dicen los intervencionistas extranjeros es que hay que luchar por la democracia. ¿Y la república? Nuestra constitución claramente dice que Guatemala es una república. Punto. No agrega a la definición que puede doblegarse, ser manipulada, atropellada y destruida cuando sea necesario para satisfacer los intereses de la comunidad internacional, incluyendo a las grandes organizaciones mundiales, en las que Guatemala es miembro. 

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La RAE define “república” como “organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un período determinado”. En este relajo de país, a los políticos, convenientemente, se les olvidó que vivimos en una república.  

El presidente Giammttei, quien finalmente se pronunció, fue muy débil en su postura para defender la soberanía de Guatemala. Este es el elemento fundamental de una república. A la comunidad internacional no le importa pero a nosotros sí.  

¿Se imagina usted que pasaría si un grupo de chapines nos fuéramos a meter al congreso, a la presidencia, al tribunal electoral y a otras instituciones, en alguno de los muchos países que están “luchando por la democracia” en Guatemala? ¡Ya nos hubieran sacado a escobasos! 

Vamos al fondo de todo esto. Guatemala ha estado viviendo de las dádivas que nos dan los países poderosos y que tienen mucha injerencia en la agenda internacional. Así las cosas, hemos aceptado el dinero, que viene con una serie de ataduras y compromisos de toda índole: políticos, económicos, comerciales y de “ayuda social” (oenegés). De esa forma, han logrado penetrar hasta las entrañas de nuestra Guate, incidiendo poco a poco e implementando sus agendas políticas e ideológicas, como el socialismo y la ideología de género. 

Reconozco que también hay muchísimas oenegés que combaten la desnutrición, instruyen sobre mejores prácticas de cultivos, de comericalización nacional e internacional, entre muchas otras. Pero, siendo oenegés, no son fiscalizadas ni supervisadas por las autoridades guatemaltecas. Tienen libertad de hacer lo que les plazca, enmarcadas en sus objetivos particulares. 

Dado que quienes nos han gobernado a lo largo de los últimos treinta o más años han mantenido en el abandono a miles de comunidades, los “cooperantes” han encontrado la forma de incidir, aun y cuando vayan en contra de lo que Guatemala es y representa. Ellos sí han llegado hasta las entrañas de nuestra Guate. No es de extrañar que, si les ofrecen “unos sus centavos” para salir a manifestar, con gusto van. La pobreza no tiene límites, así como la inmensidad de carencias que tienen. 

¿Luchar por la democracia es lo más importante? ¡Absoutamente no! La lucha contra la desnutrición, la pobreza y la pésima calidad educativa son los pilares fundamentales en los que debe construirse la república. La democracia solamente nos ha servido para ir a las elecciones a votar “libremente”. Es momento de enfocarse en lo más importante: una república soberana, con separación de poderes, con un gobierno pequeño en el que toda su actividad esté centrada en defender la vida, la propiedad y la libertad de todos los guatemaltecos. 

 

La autora de esta columna es Carolina Castellanos