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Inclusión financiera: arma de dos filos

Redacción República
16 de agosto, 2013

Según analistas, ante la falta de legislación que regule el mercado de los microcréditos y la dispersión de la información financiera, podrían aumentar fuertemente los niveles de morosidad, en especial si se duplican o triplican los créditos a un mismo individuo.
Por lo anterior, es absolutamente vital que se apruebe una ley específica para regular el desorden que existe. Es necesario contar con información en un buró de crédito, así como tener reglamentos para la creación, registro, operación y supervisión del sector de microfinanzas. 

Este sector ahora se ve complicado por la incursión de nuevas empresas. Ejemplo es Compartamos, una sociedad anónima subsidiaria del banco mexicano del mismo nombre y cuyo nicho de mercado se orienta a las microfinanzas. Ya cuenta con 28 sucursales y alrededor de 60 mil clientes. Lleva 2 años de operar en nuestro país con una operación simultánea en Mazatenango, Quetzaltenango, Retalhuleu y Coatepeque. 

Representantes de esta empresa señalan que en el sector existe una fuerte competencia de parte de onegés radicadas desde hace muchos años en el país, contrario a lo que pensaban. La empresa le apuesta a un crecimiento anual de 30% de clientes y cartera, basándose en una metodología grupal con responsabilidad solidaria denominada “crédito-mujer-producto”, por medio de la cual ya han colocado recursos en cuatro mil 20 grupos de beneficiadas en la mayoría de departamentos. Se apoyan con información por parte de centrales de riesgo, para tomar mejores decisiones en cuanto a quién otorgar créditos. 
Analistas locales también señalan que la llegada de Compartamos, aunque constituyó una alternativa de financiamiento para los guatemaltecos, fue crítica para otras instituciones similares, pues se constituyó como un fuerte competidor. La agresividad para entrar en el mercado, las nuevas metodologías y la disponibilidad de recursos prestables de entre US$20 millones a US$30 millones fueron factores que tomaron desprevenidas a varias microfinancieras.
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Inclusión financiera: arma de dos filos

Redacción República
16 de agosto, 2013

Según analistas, ante la falta de legislación que regule el mercado de los microcréditos y la dispersión de la información financiera, podrían aumentar fuertemente los niveles de morosidad, en especial si se duplican o triplican los créditos a un mismo individuo.
Por lo anterior, es absolutamente vital que se apruebe una ley específica para regular el desorden que existe. Es necesario contar con información en un buró de crédito, así como tener reglamentos para la creación, registro, operación y supervisión del sector de microfinanzas. 

Este sector ahora se ve complicado por la incursión de nuevas empresas. Ejemplo es Compartamos, una sociedad anónima subsidiaria del banco mexicano del mismo nombre y cuyo nicho de mercado se orienta a las microfinanzas. Ya cuenta con 28 sucursales y alrededor de 60 mil clientes. Lleva 2 años de operar en nuestro país con una operación simultánea en Mazatenango, Quetzaltenango, Retalhuleu y Coatepeque. 

Representantes de esta empresa señalan que en el sector existe una fuerte competencia de parte de onegés radicadas desde hace muchos años en el país, contrario a lo que pensaban. La empresa le apuesta a un crecimiento anual de 30% de clientes y cartera, basándose en una metodología grupal con responsabilidad solidaria denominada “crédito-mujer-producto”, por medio de la cual ya han colocado recursos en cuatro mil 20 grupos de beneficiadas en la mayoría de departamentos. Se apoyan con información por parte de centrales de riesgo, para tomar mejores decisiones en cuanto a quién otorgar créditos. 
Analistas locales también señalan que la llegada de Compartamos, aunque constituyó una alternativa de financiamiento para los guatemaltecos, fue crítica para otras instituciones similares, pues se constituyó como un fuerte competidor. La agresividad para entrar en el mercado, las nuevas metodologías y la disponibilidad de recursos prestables de entre US$20 millones a US$30 millones fueron factores que tomaron desprevenidas a varias microfinancieras.