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Contención de violencia costó US$7,120 millones en 2013

Redacción
16 de julio, 2014

El costo de combatir la violencia se ha definido como la suma de todos los rubros necesarios para prevenir los daños de prácticas violentas contra las personas y contra su propiedad, además de pagar los daños causados por dicha violencia.

“Sin embargo, el rubro más importante es el costo de las vidas perdidas por estos mismos actos, el cual debe reconocerse que es incalculable”, señala Jorge Benavides, investigador de la Fundación para el Desarrollo (Fundesa).

Haciendo un seguimiento anual del Índice Global de Paz publicado por Vision of Humanity, dicha institución hizo análisis acerca de los costos que el combate a la violencia genera para el país. “Durante mucho tiempo se ha creído, erróneamente opino yo, que la pobreza es un detonante de la violencia”, expone el investigador.

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Pero él considera que no se puede asociar directamente las carencias socioeconómicas con la propensión a delinquir. “Sin embargo, es importante hacer la salvedad de que altos niveles de violencia inciden negativamente en el clima de negocios, reduciendo la capacidad del país de atraer nuevas inversiones, lo cual se traduce en condiciones de mayor pobreza y marginación”, considera Benavides.

Jorge Briz, presidente de la Cámara de Comercio de Guatemala, opina que para los inversionistas la certeza jurídica y la seguridad pesan más que otros rubros como el tema fiscal. “En otras palabras, prefieren pagar más impuestos pero que les garantice que pueden trabajar en paz”, asegura. 

US$747 mil millones en pérdidas en 84 mil homicidios desde la firma de la Paz

Hay varias maneras de poner en perspectiva lo que implica la violencia en términos económicos. Guatemala pierde, con cada muerte violenta, el sostenimiento a futuro de una familia, el aporte que pueda hacer esta persona a la producción del país durante el transcurso esperado de su vida, los costos asociados a la persecución, judicialización y penalización del hechor del delito, y el impacto emocional a su círculo más cercano también al resto de la sociedad.

“Dicha muerte representa un impacto altísimo en su familia más próxima, siendo muchas veces la diferencia entre la pobreza y la no pobreza”, dice Benavides.

Si se quiere estimar la pérdida social que significa cada hecho delictivo, hay metodologías para hacerlo. Según el estudio de McCollister un país gasta más de US$8.9 millones por cada homicidio, mientras que por una violación US$240,776. Luego siguen el asalto agravado (US$107,020), hurto con uso de fuerza (US$42,310), entre otros. Basándose en esto, los 84 mil homicidios que han ocurrido desde que se firmó la paz, podrían representar pérdida de US$747 mil millones.    

Por otro lado, Briz señala que hasta hoy el costo de la violencia para el comercio ha ido en aumento. “Del 8% al 15% de nuestras planillas se va en seguridad. Debe trabajarse en este tema para poder pensar en prosperar económicamente”, opina.


Aspectos a evaluar

A la hora de valorizar cuánto cuesta contener la violencia, se toman en cuenta costos tangibles que incluyen todos los gastos incurridos por la víctima y por el estado por el hecho delictivo. Además, están los costos no tangibles que incluye un valor estimado de la reparación a la víctima por el sufrimiento. “El total lo absorbe la sociedad”, señala Benavides.

En cuanto al Índice Global de Paz, los indicadores incluidos en la estimación total del costo de contener la violencia para cada país incluyen lo que se gasta en las fuerzas militares, la seguridad pública y privada, las pérdidas por la conflictividad interna y externa, la percepción de la violencia (gasto en seguros personales, alarmas), pérdidas en el PIB (reducción de la productividad), costo por refugiados y desplazados, inversión en el sistema penitenciario, pérdidas a causa del terrorismo, violencia homicida y no homicida (basándose en el costo unitario) y sostenimiento de las Fuerzas de Paz. 

A nivel global, el costo de contener la violencia en 2013 equivalió a US$ 9.82 billones al año, lo que representa el 11.3% del PIB o el equivalente a US$ 1,350 per cápita. Esta cifra representa casi el doble de la producción anual del sector agrícola y casi cuatro veces los ingresos reportados por el sector de turismo en el mundo.


Guatemala en el contexto mundial

Los países analizados son 162 y Guatemala está en el puesto 28, subiendo 4 puestos en comparación con la medición anterior del 2012. El costo total

de la contención de la violencia fue de US$7,120 millones en 2013, lo cual representa el 8.7% del PIB, subiendo 0.5%. Per cápita, esto representa un costo de US$470, US$15 más. 

Países vecinos están más arriba en el ranking y gastan más. Honduras ocupa el número 6 con US$7,525 millones (19.2% del PIB). El Salvador está en el puesto 11 con US$6,885 millones (14.5% del PIB). Por otro lado, Nicaragua tiene mejores indicadores en el puesto 76 con US$1,280 millones (4.6% del PIB), y Costa Rica está en el puesto 84 con un gasto de US$2,670 millones (4.3% del PIB).

El país con el costo más alto es Corea del Norte, con US$10,205 millones, el 25.5% de su PIB. El que menos gasta es Bután, con US$30 millones, menos del 1% de su PIB.

Este ranking toma en consideración el costo de contener la violencia en términos del tamaño de la economía, y no en términos absolutos.


Las muertes pesan más

Entrando en más detalles, a pesar de que el gasto en fuerzas militares es el rubro con mayor peso a escala global, para Guatemala el mayor costo es la violencia homicida (34% del Gasto total), seguido por la seguridad privada (22%), pérdidas en productividad (13%) y seguridad pública (11%). El resto de rubros suman en su conjunto alrededor del 20% del costo de contener la violencia en el país.

Como muestra de la manera en que los guatemaltecos perciben y experimentan los elevados costos de la violencia en el país, más de un 31% de las personas que participaron en la Encuesta Nacional de Hogares sobre Violencia Armada (realizada por el Small Arms Survey) indicaron que incurrieron en gastos para mejorar su seguridad.

En la Ciudad de Guatemala, esta cifra aumenta a un 42.5%, haciendo mención a gastos en seguros de vida, contratación de empresas de seguridad privada, instalación de alarmas y otros medios de prevención y seguridad. Por aparte, 88% de los encuestados a nivel nacional indicaron que en el último año gastaron dinero debido a la violencia, específicamente para reparar o reponer bienes afectados o dañados por eventos violentos. 

Según el profesor universitario David Martínez Amador, asociado a la red Criminova-Criminex de México, la percepción de los ciudadanos muchas veces no responde precisamente a la realidad. “Tiende a pensarse que es peor basándose en lo que se ve en los medios de comunicación. También se tiene idea de que la violencia viene de organizaciones del narcotráfico, pero en realidad en su mayoría tiene que ver con las pandillas y delincuencia”, considera.

‘Debe invertirse en prevención del hecho delictivo’

Es común que se deje de lado el efecto que gasto por el combate a la violencia tiene en el ingreso de las personas. “Una parte significativa de esos recursos pudieron haberse utilizado en destinos más productivos, que incidieran en el crecimiento de la economía, y por ende, en el incremento del ingreso per cápita y en la reducción de la pobreza y la pobreza extrema”, refiere Benavides.

Al hacerse una proyección del posible crecimiento económico que hubiera tenido el país de haberse mantenido la misma tasa de homicidios que se tenía en 1995 (3,382), se encuentra que el crecimiento en 2013 hubiera podido ser 0.3% mayor al que se tuvo, alcanzado el 4% del PIB.

“El combate a la violencia en los países más desarrollados tiende a ser una práctica preventiva en lugar de correctiva. La paz y la seguridad son ambas condiciones necesarias para que exista el crecimiento económico, no un resultado derivado de éste”, opina Benavides. 

Briz señala que incluso los inversionistas están dispuestos a irse a países que cobran impuestos más altos, porque allí tienen la certeza de que podrán funcionar sin problemas de violencia. “Es urgente que se mejore este rubro si se quiere prosperar en los demás”, dice el dirigente empresarial.

“Debe invertirse en prevención del hecho delictivo, porque cuando ocurre ya se perdió. Hay que inspirarse en modelos de países que no tienen violencia, pero que no son autoritarios”, refiere Martínez-Amador. “Sin dejar de lado la inversión en temas estructurales del Estado para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, deben adoptarse medidas que den resultados inmediatos”, señala.

Da como ejemplo el hecho de iluminar calles, campañas mediáticas, crear lugares de recreación y actividades para jóvenes, instalación de cámaras, botones de pánico, entre otros. “También hay que trabajar en la sensibilización, pues para nuestra sociedad las muertes diarias se han normalizado. En Bogotá, por ejemplo, ayudó muchísimo la disposición del alcalde de hacer un minuto de silencio por cada muerte. Tomaron conciencia de la cantidad de homicidios que ocurrían y colaboraron a cambiar el panorama”, finaliza el profesor.

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Contención de violencia costó US$7,120 millones en 2013

Redacción
16 de julio, 2014

El costo de combatir la violencia se ha definido como la suma de todos los rubros necesarios para prevenir los daños de prácticas violentas contra las personas y contra su propiedad, además de pagar los daños causados por dicha violencia.

“Sin embargo, el rubro más importante es el costo de las vidas perdidas por estos mismos actos, el cual debe reconocerse que es incalculable”, señala Jorge Benavides, investigador de la Fundación para el Desarrollo (Fundesa).

Haciendo un seguimiento anual del Índice Global de Paz publicado por Vision of Humanity, dicha institución hizo análisis acerca de los costos que el combate a la violencia genera para el país. “Durante mucho tiempo se ha creído, erróneamente opino yo, que la pobreza es un detonante de la violencia”, expone el investigador.

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Pero él considera que no se puede asociar directamente las carencias socioeconómicas con la propensión a delinquir. “Sin embargo, es importante hacer la salvedad de que altos niveles de violencia inciden negativamente en el clima de negocios, reduciendo la capacidad del país de atraer nuevas inversiones, lo cual se traduce en condiciones de mayor pobreza y marginación”, considera Benavides.

Jorge Briz, presidente de la Cámara de Comercio de Guatemala, opina que para los inversionistas la certeza jurídica y la seguridad pesan más que otros rubros como el tema fiscal. “En otras palabras, prefieren pagar más impuestos pero que les garantice que pueden trabajar en paz”, asegura. 

US$747 mil millones en pérdidas en 84 mil homicidios desde la firma de la Paz

Hay varias maneras de poner en perspectiva lo que implica la violencia en términos económicos. Guatemala pierde, con cada muerte violenta, el sostenimiento a futuro de una familia, el aporte que pueda hacer esta persona a la producción del país durante el transcurso esperado de su vida, los costos asociados a la persecución, judicialización y penalización del hechor del delito, y el impacto emocional a su círculo más cercano también al resto de la sociedad.

“Dicha muerte representa un impacto altísimo en su familia más próxima, siendo muchas veces la diferencia entre la pobreza y la no pobreza”, dice Benavides.

Si se quiere estimar la pérdida social que significa cada hecho delictivo, hay metodologías para hacerlo. Según el estudio de McCollister un país gasta más de US$8.9 millones por cada homicidio, mientras que por una violación US$240,776. Luego siguen el asalto agravado (US$107,020), hurto con uso de fuerza (US$42,310), entre otros. Basándose en esto, los 84 mil homicidios que han ocurrido desde que se firmó la paz, podrían representar pérdida de US$747 mil millones.    

Por otro lado, Briz señala que hasta hoy el costo de la violencia para el comercio ha ido en aumento. “Del 8% al 15% de nuestras planillas se va en seguridad. Debe trabajarse en este tema para poder pensar en prosperar económicamente”, opina.


Aspectos a evaluar

A la hora de valorizar cuánto cuesta contener la violencia, se toman en cuenta costos tangibles que incluyen todos los gastos incurridos por la víctima y por el estado por el hecho delictivo. Además, están los costos no tangibles que incluye un valor estimado de la reparación a la víctima por el sufrimiento. “El total lo absorbe la sociedad”, señala Benavides.

En cuanto al Índice Global de Paz, los indicadores incluidos en la estimación total del costo de contener la violencia para cada país incluyen lo que se gasta en las fuerzas militares, la seguridad pública y privada, las pérdidas por la conflictividad interna y externa, la percepción de la violencia (gasto en seguros personales, alarmas), pérdidas en el PIB (reducción de la productividad), costo por refugiados y desplazados, inversión en el sistema penitenciario, pérdidas a causa del terrorismo, violencia homicida y no homicida (basándose en el costo unitario) y sostenimiento de las Fuerzas de Paz. 

A nivel global, el costo de contener la violencia en 2013 equivalió a US$ 9.82 billones al año, lo que representa el 11.3% del PIB o el equivalente a US$ 1,350 per cápita. Esta cifra representa casi el doble de la producción anual del sector agrícola y casi cuatro veces los ingresos reportados por el sector de turismo en el mundo.


Guatemala en el contexto mundial

Los países analizados son 162 y Guatemala está en el puesto 28, subiendo 4 puestos en comparación con la medición anterior del 2012. El costo total

de la contención de la violencia fue de US$7,120 millones en 2013, lo cual representa el 8.7% del PIB, subiendo 0.5%. Per cápita, esto representa un costo de US$470, US$15 más. 

Países vecinos están más arriba en el ranking y gastan más. Honduras ocupa el número 6 con US$7,525 millones (19.2% del PIB). El Salvador está en el puesto 11 con US$6,885 millones (14.5% del PIB). Por otro lado, Nicaragua tiene mejores indicadores en el puesto 76 con US$1,280 millones (4.6% del PIB), y Costa Rica está en el puesto 84 con un gasto de US$2,670 millones (4.3% del PIB).

El país con el costo más alto es Corea del Norte, con US$10,205 millones, el 25.5% de su PIB. El que menos gasta es Bután, con US$30 millones, menos del 1% de su PIB.

Este ranking toma en consideración el costo de contener la violencia en términos del tamaño de la economía, y no en términos absolutos.


Las muertes pesan más

Entrando en más detalles, a pesar de que el gasto en fuerzas militares es el rubro con mayor peso a escala global, para Guatemala el mayor costo es la violencia homicida (34% del Gasto total), seguido por la seguridad privada (22%), pérdidas en productividad (13%) y seguridad pública (11%). El resto de rubros suman en su conjunto alrededor del 20% del costo de contener la violencia en el país.

Como muestra de la manera en que los guatemaltecos perciben y experimentan los elevados costos de la violencia en el país, más de un 31% de las personas que participaron en la Encuesta Nacional de Hogares sobre Violencia Armada (realizada por el Small Arms Survey) indicaron que incurrieron en gastos para mejorar su seguridad.

En la Ciudad de Guatemala, esta cifra aumenta a un 42.5%, haciendo mención a gastos en seguros de vida, contratación de empresas de seguridad privada, instalación de alarmas y otros medios de prevención y seguridad. Por aparte, 88% de los encuestados a nivel nacional indicaron que en el último año gastaron dinero debido a la violencia, específicamente para reparar o reponer bienes afectados o dañados por eventos violentos. 

Según el profesor universitario David Martínez Amador, asociado a la red Criminova-Criminex de México, la percepción de los ciudadanos muchas veces no responde precisamente a la realidad. “Tiende a pensarse que es peor basándose en lo que se ve en los medios de comunicación. También se tiene idea de que la violencia viene de organizaciones del narcotráfico, pero en realidad en su mayoría tiene que ver con las pandillas y delincuencia”, considera.

‘Debe invertirse en prevención del hecho delictivo’

Es común que se deje de lado el efecto que gasto por el combate a la violencia tiene en el ingreso de las personas. “Una parte significativa de esos recursos pudieron haberse utilizado en destinos más productivos, que incidieran en el crecimiento de la economía, y por ende, en el incremento del ingreso per cápita y en la reducción de la pobreza y la pobreza extrema”, refiere Benavides.

Al hacerse una proyección del posible crecimiento económico que hubiera tenido el país de haberse mantenido la misma tasa de homicidios que se tenía en 1995 (3,382), se encuentra que el crecimiento en 2013 hubiera podido ser 0.3% mayor al que se tuvo, alcanzado el 4% del PIB.

“El combate a la violencia en los países más desarrollados tiende a ser una práctica preventiva en lugar de correctiva. La paz y la seguridad son ambas condiciones necesarias para que exista el crecimiento económico, no un resultado derivado de éste”, opina Benavides. 

Briz señala que incluso los inversionistas están dispuestos a irse a países que cobran impuestos más altos, porque allí tienen la certeza de que podrán funcionar sin problemas de violencia. “Es urgente que se mejore este rubro si se quiere prosperar en los demás”, dice el dirigente empresarial.

“Debe invertirse en prevención del hecho delictivo, porque cuando ocurre ya se perdió. Hay que inspirarse en modelos de países que no tienen violencia, pero que no son autoritarios”, refiere Martínez-Amador. “Sin dejar de lado la inversión en temas estructurales del Estado para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, deben adoptarse medidas que den resultados inmediatos”, señala.

Da como ejemplo el hecho de iluminar calles, campañas mediáticas, crear lugares de recreación y actividades para jóvenes, instalación de cámaras, botones de pánico, entre otros. “También hay que trabajar en la sensibilización, pues para nuestra sociedad las muertes diarias se han normalizado. En Bogotá, por ejemplo, ayudó muchísimo la disposición del alcalde de hacer un minuto de silencio por cada muerte. Tomaron conciencia de la cantidad de homicidios que ocurrían y colaboraron a cambiar el panorama”, finaliza el profesor.