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FAO: Mal remunerado el aporte de la mujer en actividades agrícolas

Allan Martinez
15 de julio, 2016

El estudio “Género y Sistemas Alimentarios” realizado por las Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, analizó las cadenas de valor del maíz en Guatemala desde una perspectiva de género.

“En el ámbito rural, el aporte de las mujeres es invisible pese a que realizan una gran parte de las actividades en la finca junto al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado en los hogares”, explicó Claudia Brito, Oficial de Género de la FAO.

El estudio de la FAO señala que la participación de las mujeres es más marcada en actividades que involucran tiempo y esfuerzo físico, como plantar, desmalezar y cosechar.

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En el caso de Guatemala, el estudio señala que quienes procesan los alimentos por lo general son mujeres. La jornada laboral inicia desde las 04:30 hasta las 19:00 horas (12-14 horas/día). En el local también se preparan desayunos, almuerzos y cenas en cantidades variables, pero en menor porcentaje que las tortillas, según el estudio.

Las ganancias reportadas en este caso alcanzan los Q3 mil 500 por mes (luego del pago de sueldos, insumos, etc.). El salario que reciben las empleadas es un poco más del mínimo, y en algunos casos con seguridad social. Este pequeño establecimiento funciona con crédito o microcrédito otorgado por los expendedores de insumos, tales como gas, maíz, harina, molinos, situación que no es general.

En la mayoría de los casos hay conocimiento sobre la normativa y regulaciones en temas de funcionamiento de los negocios y condiciones laborales de las personas trabajadoras.

Según el estudio de la FAO, las mujeres también enfrentan dificultades en el acceso a servicios financieros, carecen de tecnologías y herramientas aptas para ellas, tienen bajos niveles de capacitación y de extensión y un bajo poder de decisión.

Perspectiva de género y cadenas de valor

La perspectiva de género aplicada a las cadenas de valor permite reconocer los roles diferenciados que asumen las mujeres y los hombres en los diferentes eslabones de la cadena productiva y su impacto en los sistemas agroalimentarios de los países.

Esto es clave para identificar propuestas para cerrar las inaceptables brechas que existen hoy en términos de acceso, participación, asignación, uso, control y calidad de recursos y servicios por parte de las mujeres.

“Si hombres y mujeres tuvieran las mismas oportunidades y beneficios en la producción, transformación y comercialización de alimentos, daríamos un paso gigante hacia la erradicación del hambre y de la pobreza en América Latina y el Caribe,” señaló Brito.

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Allan Martinez
15 de julio, 2016

El estudio “Género y Sistemas Alimentarios” realizado por las Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, analizó las cadenas de valor del maíz en Guatemala desde una perspectiva de género.

“En el ámbito rural, el aporte de las mujeres es invisible pese a que realizan una gran parte de las actividades en la finca junto al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado en los hogares”, explicó Claudia Brito, Oficial de Género de la FAO.

El estudio de la FAO señala que la participación de las mujeres es más marcada en actividades que involucran tiempo y esfuerzo físico, como plantar, desmalezar y cosechar.

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En el caso de Guatemala, el estudio señala que quienes procesan los alimentos por lo general son mujeres. La jornada laboral inicia desde las 04:30 hasta las 19:00 horas (12-14 horas/día). En el local también se preparan desayunos, almuerzos y cenas en cantidades variables, pero en menor porcentaje que las tortillas, según el estudio.

Las ganancias reportadas en este caso alcanzan los Q3 mil 500 por mes (luego del pago de sueldos, insumos, etc.). El salario que reciben las empleadas es un poco más del mínimo, y en algunos casos con seguridad social. Este pequeño establecimiento funciona con crédito o microcrédito otorgado por los expendedores de insumos, tales como gas, maíz, harina, molinos, situación que no es general.

En la mayoría de los casos hay conocimiento sobre la normativa y regulaciones en temas de funcionamiento de los negocios y condiciones laborales de las personas trabajadoras.

Según el estudio de la FAO, las mujeres también enfrentan dificultades en el acceso a servicios financieros, carecen de tecnologías y herramientas aptas para ellas, tienen bajos niveles de capacitación y de extensión y un bajo poder de decisión.

Perspectiva de género y cadenas de valor

La perspectiva de género aplicada a las cadenas de valor permite reconocer los roles diferenciados que asumen las mujeres y los hombres en los diferentes eslabones de la cadena productiva y su impacto en los sistemas agroalimentarios de los países.

Esto es clave para identificar propuestas para cerrar las inaceptables brechas que existen hoy en términos de acceso, participación, asignación, uso, control y calidad de recursos y servicios por parte de las mujeres.

“Si hombres y mujeres tuvieran las mismas oportunidades y beneficios en la producción, transformación y comercialización de alimentos, daríamos un paso gigante hacia la erradicación del hambre y de la pobreza en América Latina y el Caribe,” señaló Brito.

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