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Fotografía: República.

María Pacheco: "Quiero dejar un legado de una comunidad que cree en el propósito, esperanza y prosperidad"

República tuvo la oportunidad de hablar exclusivamente con María Pacheco, guatemalteca y emprendedora social, que en 2004 comenzó a materializar su sueño de un mundo mejor. Mismo que hoy en día es imparable al ser un sueño colectivo.

María Pacheco es madre, esposa e hija, además de ser una guatemalteca apasionada por su país, soñadora y con ganas de transformar realidades difíciles que atraviesa Guatemala. Es bióloga graduada de la Universidad del Valle de Guatemala -UVG-, y estudió una Maestría en Agricultura en la Universidad de Cornell en Nueva York.

Luego de prepararse profesionalmente volvió y se dedicó a trabajar en el interior del país, sobre todo con mujeres y niños de comunidades rurales que enfrentaban violencia, desnutrición y desplazamiento. María soñaba con restaurar los ecosistemas del país.

En 2004 creó su empresa, Wakami, una marca de accesorios de moda ética que entrena y colabora con artesanos en aldeas remotas, lo que busca con su empresa es conectar a las comunidades rurales son los mercados globales para generar ingresos y transformar ciclos de pobreza en prosperidad sostenida. 

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Ha recibido una serie de reconocimientos como el premio Vital Voices Washington Global Economic Development, INCAE Challenge Award, DVF Award, Most Powerful Women Award, y ha sido reconocida como una de las mujeres más influyentes de Centroamérica.

¿María tiene algún momento en su vida que describa como un punto de cambio?

Para mí sí, cuando tenía 18 años, estaba en la universidad y comencé a ver la realidad del país. Ver que un niño se me muriera en los brazos me cambió, pero digamos que, aunque la realidad es dura lo importante era identificarlo y saber cuál es el sueño. Cuando uno ve esta realidad te dan ganas de salir corriendo, de llorar, a uno no le dan ganas de ser parte de un país que es así, pero cuando viene un sueño de familias prósperas, con niños y niñas que estudian, que esta nutridos, en un lugar que estamos cuidado la tierra, ese era el destino. La dura realidad con un sueño de algo grande que me daba ilusión trabajar por lograr todos los días.

Una vez que terminas tus estudios universitarios vuelves a Guatemala y fundas Kiej de los Bosques y Wakami, hablemos un poco de eso, ¿por qué apuestas por emprender?

Regresé a Guatemala en los noventa, fui agricultora por 10 años y empecé a trabajar con las comunidades, después de 14 años trabajando con ellas decidí fundar la empresa. Al inicio yo lo hacía como voluntariado y proyecto, pero cuando me di cuenta del valor de los mercados de transformar realidades de una forma sostenible, surgió la idea de montar una empresa que se dedique a esto. En el 2004 nacen en Kiej de los Bosques, luego Wakami.

Ambos proyectos van enfocados a brindar una oportunidad de crecimiento a mujeres y familias de áreas rurales, ¿por qué esto es importante para ti?

Quizá por la forma en que me educaron para mí es importante que todos estemos bien. Estar 24 horas y 7 días a la semana trabajando por cambiar una realidad a veces suele ser muy duro y uno se cae, pero pensar que estamos haciendo algo por cambiar y mejorar, eso a mí me da propósito y me da paz. Yo no podría estar en paz sabiendo que hay que algo que se debe cambiar.

Fotografía: República.

¿Qué significa para ti transformar la vida de otras mujeres en Guatemala? 

Significa darles oportunidad de transformar sus sueños. Cuando hacemos talleres de sueños en comunidades las respuestas que obtenemos son: yo quiero que mis hijos tengan una vida diferente a la mía, no quiero que pasen lo mismo que pasé yo, sobre todo mujeres.

Transformar realidades significa niños nutridos, no ese 50% de desnutrición que tenemos. Y significa niños y niñas que reciben educación; primero nos decían que querían que salieran de bachilleres, ahora salen de universidades, y eso es un desarrollo de un país nutrido con escolaridad. Pero también es lindo como cuidamos la tierra, cuidar árboles, cultivar, reciclar, promover la limpieza, cultura, regenerar, una actitud activa de las comunidades.

El símbolo para Wakami son mesas convertidas de papás y mamás que trabajan y prosperan, así como niños y niñas que juegan.

Por lo que hemos venido platicando, el medio ambiente es algo importante para María Pacheco, ¿por qué?

Por eso la empresa se llama Kiej de los Bosques, yo desde chiquita he estado con la naturaleza, abrazo árboles y puedo sentir a la tierra. Me mostraron mi nahual maya que es 'kiej', por eso así se llama mi empresa, y su representación es concordia entre el ser humano y la naturaleza, es traer las 4 razas juntas, crear belleza y armonía desde la comunidad.

Cuando me leyeron mi nahual entendí que esa era mi misión, esa es la energía que yo traía, es ese el sueño que traía. La naturaleza para mí, ahora que estamos con las comunidades haciendo huertos orgánicos en esta economía circular es algo que me fascina, para mí es como jugar de lo tanto que me gusta (ríe). 

En 2016, participas en Chivas The Venture que te permite catalogar a Wakami como uno de los mejores emprendimientos globales, ¿Qué significo para ti?

Todavía significa nervios, a mí me dicen haga un pitch y pienso en eso. Para mí fue emocionantísimo porque no pensé que fuéramos a llegar tan lejos, hicimos el pitch y ganamos Guatemala, luego ganamos Centroamérica y después estábamos con 30 países del mundo. Primero con votos en donde obtuvimos el primer lugar y luego en Washington nos tocó hacer un pitch enfrente de Eva Longoria y otras personalidades reconocidas.

Primero entramos 30 emprendedores, al siguiente día recortaron a 15, al siguiente a siete, y luego a cinco. Cuando llegue a los cinco dije meta cumplida (ríe), pero fue increíble estar representando a Guatemala con Wakami. Agradecida con la población y orgullosa de poner el nombre del país en alto.

¿Cómo se prepara María Pacheco para un pitch de esta magnitud?

(Se mantiene en silencio unos segundos) ¡Wow! tuve mucha ayuda, una empresa del país nos ayudó con la presentación y la practicamos; de parte de Chivas se nos llevó a Oxford para lograr desenvolvernos con el pitch de manera natural, contarlo como si fuera una historia.

El último día, y de la presentación todos caminábamos como locos (ríe) antes dé, y salís con esta adrenalina, das el pitch y no sabes que va a pasar, a mí ahorita me dicen pitch y digo ya no gracias (vuelve a reír), pero la verdad fue un orgullo. También como mujer quedar en tercer lugar y ser la mujer más alta en emprendimiento es increíble.

Fotografía: República.

¿Cómo crees que el emprendimiento te ha hecho ser la personas que eres hoy en día?

Ha sido un altibajo, pero me ha hecho crecer y creer en mí. Ser emprendedor es difícil y pensar que, aunque haya barreras grandes, uno se va sobreponiendo, va creciendo, va creciendo la empresa, creciendo el equipo y el impacto, me dice que yo sí puedo. Porque uno empieza creyendo que no se puede, por eso le digo a todas las mujeres que sí se puede, es mucho trabajo, pero vale la pena.

¿Cuál es el legado personas que le gustaría dejar a María Pacheco?

Me gustaría dejar a Wakami como un ejemplo de empresa, que por medio de hacer productos que conectan a comunidades rurales con los mercados logremos transformaciones sociales y de perspectivas, qué es lo qué queremos unos de otros, esa es la parte que más me encanta.

A través de estas cadenas de valor que conectan mundos -que no muchas veces se conectan- hay una transformación personal de todos, equipo, comunidades, clientes, todos somos diferentes, pero los sueños, energías y retos son los mismos. Un legado de una comunidad que cree en el propósito, esperanza y prosperidad, que son las tres palabras de Wakami.

No se puede terminar esta entrevista sin conocer, ¿Qué es lo que te gusta hacer en tus tiempos libres?

A mí lo que más me gusta es estar en mi jardín, sembrar árboles, cosechar mis verduras y enseñarle a toda la gente que llega a a mi casa mi jardín, aunque sea chiquito. Todas las personas que llegan a mi casa tienen que conocer mi jardín, y me gusta cocinar de lo que cosecho en el mismo.

Tengo una mano verde. Amo sembrar, amo la tierra y amo el suelo.