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Seguridad, la mejor aliada para el “milagro salvadoreño”

.
Sebastián Gennari
22 de febrero, 2024

Nayib Bukele se reeligió con el 84.65% de los votos. Hay quienes hablan de fraude en las elecciones legislativas, pero esta es una preocupación inmaterial. Los resultados han sido certificados: Nuevas Ideas ha conseguido 54 de 60 escaños, a los que se deben sumar tres escaños más de partidos aliados.

  • ARENA, otrora el partido hegemónico de derecha, se tendrá que conformar con dos escaños. El FMLN, máximo representante de la izquierda salvadoreña, ha desaparecido de la Asamblea Legislativa.
  • Según datos gubernamentales, la tasa de homicidios salvadoreña es de alrededor de 2.4 por 100,000 habitantes, la más baja del hemisferio después de Canadá. La popularidad de Bukele en esencia se debe a esto.
  • Zanjada la cuestión de la criminalidad, la economía pasa a ser prioritaria. Como de costumbre, Bukele hizo campaña sin apoyarse en un programa de Gobierno, pero habla de grandes iniciativas en turismo e infraestructura.

Los datos. El Salvador cuenta con una economía mediocre. El FMI pronostica que el PIB crecerá 1.9% este año, con una inflación de 2.4%. Basta comparar con la región: Guatemala, que no puede presumir de un gran auge, crecerá alrededor de 3.3; Costa Rica, en tanto, prevé una cifra en torno a 4.

  • En 2021, El Salvador exportó US$6,860M e importó US$14,300M. Este inmenso déficit es aún más pronunciado que en el resto de Centroamérica, que acostumbra a consumir más de lo que produce.
  • Esta diferencia se compensa, naturalmente, con influjos de capital. En El Salvador, un país con una bajísima IED, las remesas son la principal fuente de divisas (26.7% del PIB). Esto indudablemente representa un riesgo si, como es probable, EE. UU. restringe la migración.
  • La nación también se ve lastrada por su deuda, cuyo valor —en términos porcentuales, la más alta de Centroamérica— asciende a 80.9% del PIB. Está negociando un crédito de US$1,300M con el FMI. Quizá lo consiga, pero no sin antes comprometerse a una política de austeridad.

Sí, pero. No se debe pecar de fatalista. Después de unos primeros años turbulentos, Bukele parece haber llegado a una suerte de entendimiento con Washington. Ha mostrado cierta habilidad a la hora de negociar con China, que ha prometido una “cooperación no reembolsable” de unos US$500M.

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  • La nueva sensación de seguridad ha permitido el desarrollo de una pujante, aunque todavía relativamente pequeña, industria turística. En enero, por ejemplo, arribaron 351,000 turistas. Significó un aumento del 35% con respecto a 2023.
  • En términos generales, se habla de un incremento del 32% en la llegada de visitantes extranjeros, la mayoría de ellos estadounidenses. En promedio gastan US$1,096 durante su estadía.
  • Aunque no suele mencionarse, El Salvador tiene recursos auríferos. Al norte, colindante con el departamento guatemalteco de Jutiapa, tiene oro, pero prohibió toda la minería metálica en 2017. En momentos de precios récord, corre el rumor de que Bukele busca revertir la veda.

El porvenir. Bukele regirá los destinos de El Salvador hasta al menos 2029. Su mayoría calificada en la Asamblea quizá le permita perpetuarse en el poder por más años, aunque esto dependerá de su gestión económica. De mantenerse el estancamiento económico, sufrirá un desgaste considerable.

  • Todavía no hay un “milagro salvadoreño”. La economía presenta unos resultados insulsos, por no decir nefastos. Para el presidente, este es un mal heredado de Gobiernos anteriores. Obedece, además, a unas circunstancias macroeconómicas adversas.
  • Hay quienes arguyen que Bukele ha restado certeza jurídica. Esto es cierto: el Gobierno no pide disculpas a la hora de recurrir a sus métodos cuando menos inusuales, pero la seguridad tiene valor y podría suponer nuevas inversiones.
  • Bukele tiende hacia la opacidad. Es difícil palpar sus propuestas, pero resulta evidente su deseo de invertir en infraestructura. Ha apoyado a EE. UU. a la hora de restringir la migración, de manera que puede esperar fondos estadounidenses, por no hablar de los que ya ha prometido Pekín.
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22 de febrero, 2024

Nayib Bukele se reeligió con el 84.65% de los votos. Hay quienes hablan de fraude en las elecciones legislativas, pero esta es una preocupación inmaterial. Los resultados han sido certificados: Nuevas Ideas ha conseguido 54 de 60 escaños, a los que se deben sumar tres escaños más de partidos aliados.

  • ARENA, otrora el partido hegemónico de derecha, se tendrá que conformar con dos escaños. El FMLN, máximo representante de la izquierda salvadoreña, ha desaparecido de la Asamblea Legislativa.
  • Según datos gubernamentales, la tasa de homicidios salvadoreña es de alrededor de 2.4 por 100,000 habitantes, la más baja del hemisferio después de Canadá. La popularidad de Bukele en esencia se debe a esto.
  • Zanjada la cuestión de la criminalidad, la economía pasa a ser prioritaria. Como de costumbre, Bukele hizo campaña sin apoyarse en un programa de Gobierno, pero habla de grandes iniciativas en turismo e infraestructura.

Los datos. El Salvador cuenta con una economía mediocre. El FMI pronostica que el PIB crecerá 1.9% este año, con una inflación de 2.4%. Basta comparar con la región: Guatemala, que no puede presumir de un gran auge, crecerá alrededor de 3.3; Costa Rica, en tanto, prevé una cifra en torno a 4.

  • En 2021, El Salvador exportó US$6,860M e importó US$14,300M. Este inmenso déficit es aún más pronunciado que en el resto de Centroamérica, que acostumbra a consumir más de lo que produce.
  • Esta diferencia se compensa, naturalmente, con influjos de capital. En El Salvador, un país con una bajísima IED, las remesas son la principal fuente de divisas (26.7% del PIB). Esto indudablemente representa un riesgo si, como es probable, EE. UU. restringe la migración.
  • La nación también se ve lastrada por su deuda, cuyo valor —en términos porcentuales, la más alta de Centroamérica— asciende a 80.9% del PIB. Está negociando un crédito de US$1,300M con el FMI. Quizá lo consiga, pero no sin antes comprometerse a una política de austeridad.

Sí, pero. No se debe pecar de fatalista. Después de unos primeros años turbulentos, Bukele parece haber llegado a una suerte de entendimiento con Washington. Ha mostrado cierta habilidad a la hora de negociar con China, que ha prometido una “cooperación no reembolsable” de unos US$500M.

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  • La nueva sensación de seguridad ha permitido el desarrollo de una pujante, aunque todavía relativamente pequeña, industria turística. En enero, por ejemplo, arribaron 351,000 turistas. Significó un aumento del 35% con respecto a 2023.
  • En términos generales, se habla de un incremento del 32% en la llegada de visitantes extranjeros, la mayoría de ellos estadounidenses. En promedio gastan US$1,096 durante su estadía.
  • Aunque no suele mencionarse, El Salvador tiene recursos auríferos. Al norte, colindante con el departamento guatemalteco de Jutiapa, tiene oro, pero prohibió toda la minería metálica en 2017. En momentos de precios récord, corre el rumor de que Bukele busca revertir la veda.

El porvenir. Bukele regirá los destinos de El Salvador hasta al menos 2029. Su mayoría calificada en la Asamblea quizá le permita perpetuarse en el poder por más años, aunque esto dependerá de su gestión económica. De mantenerse el estancamiento económico, sufrirá un desgaste considerable.

  • Todavía no hay un “milagro salvadoreño”. La economía presenta unos resultados insulsos, por no decir nefastos. Para el presidente, este es un mal heredado de Gobiernos anteriores. Obedece, además, a unas circunstancias macroeconómicas adversas.
  • Hay quienes arguyen que Bukele ha restado certeza jurídica. Esto es cierto: el Gobierno no pide disculpas a la hora de recurrir a sus métodos cuando menos inusuales, pero la seguridad tiene valor y podría suponer nuevas inversiones.
  • Bukele tiende hacia la opacidad. Es difícil palpar sus propuestas, pero resulta evidente su deseo de invertir en infraestructura. Ha apoyado a EE. UU. a la hora de restringir la migración, de manera que puede esperar fondos estadounidenses, por no hablar de los que ya ha prometido Pekín.