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Escuela Bancaria de Guatemala: Analfabetismo financiero

Si una persona puede leer y escribir la terminología financiera y bancaria, pero no puede entender los significados y alcances de dichos términos, corre el riesgo de cometer errores que afectarán su salud financiera, su récord crediticio y, en suma, su calidad de vida.

Escuela Bancaria de Guatemala
Invitado
05 de septiembre, 2022

Salud, educación y poder adquisitivo (ingresos) son variables que se afectan directamente entre sí, tanto de forma positiva como negativa, y cuyas mediciones combinadas conforman lo que se conoce como índice de desarrollo humano.

Es un hecho que al mejorar o deteriorar las condiciones de alguna de las tres, como efecto de un círculo virtuoso o vicioso según sea el caso, se experimentan consecuentes y significativas mejoras o deterioros en las otras dos.

Esto es dramáticamente notable cuando la variable que se altera es la educación; de lo anterior se desprende la importancia prioritaria que la educación debe ocupar en la agenda personal, familiar y social.

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En este orden de ideas, uno de los principales índices que se miden específicamente en la educación es el analfabetismo; que todos los habitantes de un país puedan leer y escribir es fundamental para optar a mejores posibilidades de desarrollo humano.

Una vez garantizadas las habilidades básicas de lectura y escritura, cabe preguntarse por la cantidad, la diversidad y la calidad de lo que se lee. Un estudio realizado en el año 2010 por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), reflejó que alrededor de la mitad de la población de los países latinoamericanos se declaró en aquél entonces como no lectora de libros y estimó para aquella década que en Guatemala, en promedio, se leyó menos de un libro al año por persona y, además, que sólo el uno por ciento de la población lectora lo hizo por deleite y motivación propia, y no como resultado de una obligación laboral o académica; así las cosas, no cabría esperar que lo poco que se lee en Guatemala sea precisamente literatura sobre finanzas personales y familiares, ni sobre productos financieros y bancarios.

De allí el nombre de este artículo; evidentemente no es suficiente saber leer y escribir palabras y términos financieros, hace falta mucho más que sólo reconocer símbolos y articular sonidos.

De una buena educación financiera dependerán el uso correcto de los ingresos y, consecuentemente, la salud financiera a nivel personal, familiar y social.

Ahorro, préstamo, tasa de interés, tipo de cambio, inversión, gasto, costo, ingreso, venta, activo, pasivo, capital, patrimonio, presupuesto, balance, estado financiero, récord crediticio, tarjeta de débito, tarjeta de crédito, mora, seguro y tantos otros, son sólo algunos ejemplos de los términos básicos con los que se debe estar familiarizado para poder usar y beneficiarse de los productos y servicios que el sistema financiero y bancario guatemalteco ofrece y gozar de finanzas personales saludables.

Si una persona puede leer y escribir la terminología financiera y bancaria, pero no puede entender los significados y alcances de dichos términos, corre el riesgo de cometer errores que afectarán su salud financiera, su récord crediticio y, en suma, su calidad de vida.

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Escuela Bancaria de Guatemala: Analfabetismo financiero

Si una persona puede leer y escribir la terminología financiera y bancaria, pero no puede entender los significados y alcances de dichos términos, corre el riesgo de cometer errores que afectarán su salud financiera, su récord crediticio y, en suma, su calidad de vida.

Escuela Bancaria de Guatemala
Invitado
05 de septiembre, 2022

Salud, educación y poder adquisitivo (ingresos) son variables que se afectan directamente entre sí, tanto de forma positiva como negativa, y cuyas mediciones combinadas conforman lo que se conoce como índice de desarrollo humano.

Es un hecho que al mejorar o deteriorar las condiciones de alguna de las tres, como efecto de un círculo virtuoso o vicioso según sea el caso, se experimentan consecuentes y significativas mejoras o deterioros en las otras dos.

Esto es dramáticamente notable cuando la variable que se altera es la educación; de lo anterior se desprende la importancia prioritaria que la educación debe ocupar en la agenda personal, familiar y social.

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En este orden de ideas, uno de los principales índices que se miden específicamente en la educación es el analfabetismo; que todos los habitantes de un país puedan leer y escribir es fundamental para optar a mejores posibilidades de desarrollo humano.

Una vez garantizadas las habilidades básicas de lectura y escritura, cabe preguntarse por la cantidad, la diversidad y la calidad de lo que se lee. Un estudio realizado en el año 2010 por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), reflejó que alrededor de la mitad de la población de los países latinoamericanos se declaró en aquél entonces como no lectora de libros y estimó para aquella década que en Guatemala, en promedio, se leyó menos de un libro al año por persona y, además, que sólo el uno por ciento de la población lectora lo hizo por deleite y motivación propia, y no como resultado de una obligación laboral o académica; así las cosas, no cabría esperar que lo poco que se lee en Guatemala sea precisamente literatura sobre finanzas personales y familiares, ni sobre productos financieros y bancarios.

De allí el nombre de este artículo; evidentemente no es suficiente saber leer y escribir palabras y términos financieros, hace falta mucho más que sólo reconocer símbolos y articular sonidos.

De una buena educación financiera dependerán el uso correcto de los ingresos y, consecuentemente, la salud financiera a nivel personal, familiar y social.

Ahorro, préstamo, tasa de interés, tipo de cambio, inversión, gasto, costo, ingreso, venta, activo, pasivo, capital, patrimonio, presupuesto, balance, estado financiero, récord crediticio, tarjeta de débito, tarjeta de crédito, mora, seguro y tantos otros, son sólo algunos ejemplos de los términos básicos con los que se debe estar familiarizado para poder usar y beneficiarse de los productos y servicios que el sistema financiero y bancario guatemalteco ofrece y gozar de finanzas personales saludables.

Si una persona puede leer y escribir la terminología financiera y bancaria, pero no puede entender los significados y alcances de dichos términos, corre el riesgo de cometer errores que afectarán su salud financiera, su récord crediticio y, en suma, su calidad de vida.

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