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La maternidad: El desafío para convertirse en una mujer poderosa

Redacción República
09 de mayo, 2014
La mujer se ha caracterizado por cumplir un papel importante en la sociedad, ya que se destaca por ser polifacética. En esa lucha constante por sobre salir y demostrar que es capaz de lograr lo que se propone, enfrenta muchos retos, uno de los más grandes es desempeñar el rol de mamá. 
Al convertirse en madre, la mujer ve desde otro punto de vista su panorama, ya que su prioridad está centrada en lo que ocurre alrededor de sus hijos, pero cuando al mismo tiempo quiere desarrollar su vida profesional, el desafío incrementa porque debe encontrar la forma de hacer un balance, lo que pareciera ser una misión imposible. 
Misión posible
Rita Acajabón descubrió que esa misión, aunque difícil, sí fue posible, ya que logró alcanzar su sueño de ser abogada. 
Rita cuenta que tenía 23 años cuando se enteró de que estaba embarazada, fue una sorpresa para ella porque ser mamá no estaba entre sus planes. Acababa de cerrar el pensum de su carrera y su propósito era graduarse, pero por la llegada de un nuevo integrante a la familia, ahora sus planes eran de boda. 
Pero casarse y a la vez esperar un bebé no fue impedimento para que Rita dejara a un lado su sueño de graduarse de abogada. A pesar de todas las dificultades, logró combinar su papel de esposa, trabajadora, estudiante y futura mamá. 
Durante el período de gestación, además de trabajar, se dedicó a su tema de tesis. “Me dio varicela y preeclampsia, pero terminé la tesis”, recuerda Rita, con mucha satisfacción. 
Cuando nació su hija, Rita tuvo que tomar la decisión de sacrificar el no poder compartir tiempo completo con ella, para seguir trabajando y estudiando, pero fue su inspiración para continuar con el examen privado de su carrera. “Cada vez que tenía examen lloraba, era mucha la presión, había momentos en que quería tirar la toalla, pero tanto esfuerzo tuvo su recompensa”, recalca. 
Fue así, como un año y dos meses después del nacimiento de su pequeña Adriana, se graduó como abogada. Rita, a sus 27 años, enfatiza que fue la mejor decisión que pudo haber tomado, ya que le ha servido para superarse y apoyar a su familia. 
“Es difícil trabajar y ser madre a la vez, porque el tiempo para cada faceta debe ser de calidad más que de cantidad; ninguna debe descuidarse. Con perseverancia y buena actitud puede lograrse”, dice, y agrega que el apoyo de la pareja, de los familiares y amigos es primordial. 
Resalta que ser madre no debe ser una excusa para dejar a un lado los sueños y las metas profesionales. ‘Es difícil combinar ambos roles, pero si de verdad se anhela no importa las circunstancias y los sacrificios, porque la satisfacción que se obtiene es incomparable.’ 
Entrega total por los hijos

Para algunas mujeres, dedicar tiempo completo a sus hijos es una gran felicidad, porque pueden disfrutar cada etapa que le toca vivir a sus pequeños. 
‘Poder estar todo el tiempo con mis hijos es una bendición porque no tengo preocupaciones de saber cómo están, yo misma cuido de ellos. Sólo una madre puede tener la paciencia que se requiere para tratar a un niño.’, expresa orgullosa Alejandra Moreno, de 24 años de edad, madre de tres niños. 
Alejandra dice que a pesar que los tres partos fueron complicados, ya que todos fueron por cesárea, y la recuperación fue delicada, no cambiaría por nada los momentos en que dio a luz.
‘Ha sido la experiencia más linda que he vivido. Al cargarlos por primera vez, verlos abrir sus ojitos, mis lágrimas rodaban y me sentí privilegiada al poder llevarme a mis bebés, cuando otras mujeres que estuvieron conmigo no pudieron hacerlo por distintas circunstancias’, cuenta Alejandra. 
Concluye que el sacrificio más grande que ha tenido es poner una pausa en sus estudios, pero por ver el bienestar de sus hijos es capaz de todo. 
Nunca se deja de ser madre 

Las abuelas se caracterizan por cuidar niños por generaciones. Cumplen un importante papel, porque la experiencia de haber criado a sus hijos las hace especialistas para tratar a los infantes. Cuando las madres se ven en la necesidad de dejar a sus hijos al cuidado de alguien más porque deben trabajar, su opción más confiable siempre suele ser su progenitora. 
Ese fue el caso de doña Juanita Brizuela, de 70 años de edad, quien crió a sus cuatro hijos, después a sus nueve nietos, y en ocasiones le ha tocado lidiar con sus bisnietos, lo cual, según dice, la mantiene viva y resplandeciente. 
“A pesar de que las fuerzas del cuerpo no son las mismas, las del corazón se renuevan cada día más”, dice con mucha alegría doña Juanita.
Enfatiza que después de ser mamá por primera vez, nunca se deja de ser madre, porque ese amor va en aumento y es incomparable, porque es el anhelo de cuidar a las siguientes generaciones. Además, expresa que, después de la progenitora, la abuela es la única que puede cuidar a los hijos con la misma dedicación que lo hace la propia madre.
A doña Juanita se le llenan sus ojos de lágrimas cuando trae a su memoria todas las veces que ha cambiado pañales. ‘Tener entre mis brazos  y arrullar, primero a mis hijos, luego a mis nietos y ahora a mis bisnietos, han sido momentos memorables que repetiría mil veces’.

La maternidad: El desafío para convertirse en una mujer poderosa

Redacción República
09 de mayo, 2014
La mujer se ha caracterizado por cumplir un papel importante en la sociedad, ya que se destaca por ser polifacética. En esa lucha constante por sobre salir y demostrar que es capaz de lograr lo que se propone, enfrenta muchos retos, uno de los más grandes es desempeñar el rol de mamá. 
Al convertirse en madre, la mujer ve desde otro punto de vista su panorama, ya que su prioridad está centrada en lo que ocurre alrededor de sus hijos, pero cuando al mismo tiempo quiere desarrollar su vida profesional, el desafío incrementa porque debe encontrar la forma de hacer un balance, lo que pareciera ser una misión imposible. 
Misión posible
Rita Acajabón descubrió que esa misión, aunque difícil, sí fue posible, ya que logró alcanzar su sueño de ser abogada. 
Rita cuenta que tenía 23 años cuando se enteró de que estaba embarazada, fue una sorpresa para ella porque ser mamá no estaba entre sus planes. Acababa de cerrar el pensum de su carrera y su propósito era graduarse, pero por la llegada de un nuevo integrante a la familia, ahora sus planes eran de boda. 
Pero casarse y a la vez esperar un bebé no fue impedimento para que Rita dejara a un lado su sueño de graduarse de abogada. A pesar de todas las dificultades, logró combinar su papel de esposa, trabajadora, estudiante y futura mamá. 
Durante el período de gestación, además de trabajar, se dedicó a su tema de tesis. “Me dio varicela y preeclampsia, pero terminé la tesis”, recuerda Rita, con mucha satisfacción. 
Cuando nació su hija, Rita tuvo que tomar la decisión de sacrificar el no poder compartir tiempo completo con ella, para seguir trabajando y estudiando, pero fue su inspiración para continuar con el examen privado de su carrera. “Cada vez que tenía examen lloraba, era mucha la presión, había momentos en que quería tirar la toalla, pero tanto esfuerzo tuvo su recompensa”, recalca. 
Fue así, como un año y dos meses después del nacimiento de su pequeña Adriana, se graduó como abogada. Rita, a sus 27 años, enfatiza que fue la mejor decisión que pudo haber tomado, ya que le ha servido para superarse y apoyar a su familia. 
“Es difícil trabajar y ser madre a la vez, porque el tiempo para cada faceta debe ser de calidad más que de cantidad; ninguna debe descuidarse. Con perseverancia y buena actitud puede lograrse”, dice, y agrega que el apoyo de la pareja, de los familiares y amigos es primordial. 
Resalta que ser madre no debe ser una excusa para dejar a un lado los sueños y las metas profesionales. ‘Es difícil combinar ambos roles, pero si de verdad se anhela no importa las circunstancias y los sacrificios, porque la satisfacción que se obtiene es incomparable.’ 
Entrega total por los hijos

Para algunas mujeres, dedicar tiempo completo a sus hijos es una gran felicidad, porque pueden disfrutar cada etapa que le toca vivir a sus pequeños. 
‘Poder estar todo el tiempo con mis hijos es una bendición porque no tengo preocupaciones de saber cómo están, yo misma cuido de ellos. Sólo una madre puede tener la paciencia que se requiere para tratar a un niño.’, expresa orgullosa Alejandra Moreno, de 24 años de edad, madre de tres niños. 
Alejandra dice que a pesar que los tres partos fueron complicados, ya que todos fueron por cesárea, y la recuperación fue delicada, no cambiaría por nada los momentos en que dio a luz.
‘Ha sido la experiencia más linda que he vivido. Al cargarlos por primera vez, verlos abrir sus ojitos, mis lágrimas rodaban y me sentí privilegiada al poder llevarme a mis bebés, cuando otras mujeres que estuvieron conmigo no pudieron hacerlo por distintas circunstancias’, cuenta Alejandra. 
Concluye que el sacrificio más grande que ha tenido es poner una pausa en sus estudios, pero por ver el bienestar de sus hijos es capaz de todo. 
Nunca se deja de ser madre 

Las abuelas se caracterizan por cuidar niños por generaciones. Cumplen un importante papel, porque la experiencia de haber criado a sus hijos las hace especialistas para tratar a los infantes. Cuando las madres se ven en la necesidad de dejar a sus hijos al cuidado de alguien más porque deben trabajar, su opción más confiable siempre suele ser su progenitora. 
Ese fue el caso de doña Juanita Brizuela, de 70 años de edad, quien crió a sus cuatro hijos, después a sus nueve nietos, y en ocasiones le ha tocado lidiar con sus bisnietos, lo cual, según dice, la mantiene viva y resplandeciente. 
“A pesar de que las fuerzas del cuerpo no son las mismas, las del corazón se renuevan cada día más”, dice con mucha alegría doña Juanita.
Enfatiza que después de ser mamá por primera vez, nunca se deja de ser madre, porque ese amor va en aumento y es incomparable, porque es el anhelo de cuidar a las siguientes generaciones. Además, expresa que, después de la progenitora, la abuela es la única que puede cuidar a los hijos con la misma dedicación que lo hace la propia madre.
A doña Juanita se le llenan sus ojos de lágrimas cuando trae a su memoria todas las veces que ha cambiado pañales. ‘Tener entre mis brazos  y arrullar, primero a mis hijos, luego a mis nietos y ahora a mis bisnietos, han sido momentos memorables que repetiría mil veces’.