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Jóvenes que ayudan a construir sueños

Redacción República
13 de agosto, 2014

Cada vez
que llegaba el invierno, la casa de Juana Morales Orozco, ubicada en Pueblo
Nuevo Viñas, Santa Rosa, se llenaba de pozas por las goteras en su techo. Con
su calor humano cubría el frío de sus hijos y junto a su esposo siempre
soñaron con una mejor vivienda, pero el salario de ambos no alcanzaba para
hacer realidad ese anhelo.

La vida de
Juana transcurrió mientras se ganaba la vida realizando diferentes quehaceres domésticos.
De repente, una mañana alguien tocó a la puerta de su casa y al abrirla vio a
unos jóvenes que con una sonrisa alegraron su día al darle la mejor de las
noticias: construirle una vivienda para vivir junto a su familia.

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Los ojos de
Juana se llenaron de lágrimas y una chispa de esperanza la invadió, cuenta Daris
Morales Morales, su hija mayor, testigo de ese día.

Daris, de 29 años, relata
que los jóvenes entrevistaron a su progenitora para conocer su condición de
vida y la de su familia;
una semana después regresaron. Eran 11 voluntarios
de TECHO, una organización no lucrativa
que apoya a comunidades en pobreza y pobreza extrema en áreas
suburbanas de la ciudad y el interior del país.

Los jóvenes, junto a los integrantes de la familia Morales Morales, empezaron con la
construcción de la vivienda.

Ese día
estaba lloviendo y a los jóvenes no les importó enlodarse con tal de terminar
la casa. Fue impactante el afecto que demostraban”, añade Daris.

Después de
un fin de semana de ardua labor, el 28 de agosto de 2011 Juana hizo realidad
su sueño de tener una casa propia. ‘Lloró de la emoción y no cabía de la
felicidad’, dice su hija, y agrega que su mamá fue la primera en recibir
una casa en aquella región, lo que la motivó a querer colaborar para que más
personas necesitadas pudieran tener la suya. Por esa
razón se convirtió en líder comunitaria de tres barrios de Pueblo Nuevo Viñas
para colaborar con sus vecinos. Un total de
75 familias han recibido una vivienda en dicha comunidad.

Daris cuenta que los voluntarios de TECHO comparten con los comunitarios desde un viernes
por la noche, quienes les dan la bienvenida con una cena. Los jóvenes visitan a
cada familia para conocerlos y luego juntos empezar la construcción el sábado
por la mañana. E
se mismo día, por la noche, vuelven a reunirse todos para contar
la experiencia vivida. Concluyen el domingo. Posteriormente los visitan una vez
al mes para saber cómo se encuentran. A esa actividad los de TECHO le denominan
“vuelta a barrio’.

“Todos
estamos agradecidos con ellos; no cualquiera invierte su tiempo para hacer
feliz a alguien más”, expresa.

Añade que
la mayor satisfacción para todos los comunitarios ha sido sentirse partícipes
del proyecto social porque colaboran con TECHO para construir sus viviendas. “Es
un trabajo en equipo y la mejor forma de mostrar el agradecimiento es apoyar a
las demás familias’, concluye Doris.


Un proyecto para dignificar a las personas

Desde hace
seis años, más de 3 mil familias de 22
comunidades de Guatemala han tenido la oportunidad de tener una casa propia con
ayuda de TECHO
, una organización no lucrativa integrada por jóvenes que
realizan varios programas, entre ellos, la construcción masiva de viviendas
básicas. El movimiento nació en Chile en 1997 con el nombre de TECHO por mi
país. A partir de 2012 se denomina sólo
como TECHO y actualmente el proyecto se encuentra en 19 países, entre
ellos Argentina, Perú y Venezuela.

“El
proyecto tiene como objetivo trabajar
con comunidades que viven en condiciones de pobreza y pobreza extrema,
facilitando habilidades y procesos de desarrollo
que vayan guiados a generar
autogestión en las comunidades”, indica Gregorio “Goyo” Saavedra, de 27 años,
gerente comercial de TECHO.

“Goyo”
enfatiza que la visión de la organización es lograr que las familias se empoderen de su propio desarrollo para que puedan transformar la realidad en
que viven. Se pueden hacer cambios, pero tienen que
buscarlos ellos mismos, afirma.

Para el dirigente es importante quitar de la mente el prejuicio de que las personas necesitadas
siempre buscan que alguien más les resuelva sus problemas. “En la experiencia adquirida
durante 5 años como voluntario me he dado cuenta que la gente no espera las cosas
regaladas, lo que quiere es una oportunidad para trabajar por su propio
desarrollo pero falta esa apertura. Si se regala no dignifica”,
refiere.

La
construcción de las viviendas se realiza en áreas suburbanas de municipios
aledaños a la ciudad capital, como Bárcenas, Villa Nueva, Villa Canales y San
José Pinula. Asimismo en el interior del país como Santa Rosa, Sololá,
Quetzaltenango, entre otros.

Trabajo en equipo junto a los beneficiarios

Para llevar a cabo la construcción de las viviendas, TECHO tiene como foco principal la captación de jóvenes universitarios “por la visión
de proyección social. Además, porque se busca incidir en la conciencia de la
sociedad que se está formando para que la vocación en las distintas
carreras pueda proyectar una
función de desarrollo”
comenta “Goyo”. Sin embargo, también colaboran jóvenes
de colegios y otros voluntarios.

Se organizan en grupos de 4 a 10 voluntarios para
hacer la construcción, donde también participan las familias beneficiadas, que es
el objetivo principal. Las casas se construyen en un fin de semana; cada
una tiene 18 metros cuadrados y están hechas de madera, pero desde el año
pasado empezaron a utilizar un material llamado fibrocemento,
que sirve para
que las viviendas sean más térmicas.

El gerente comercial de TECHO recalca que detrás de todo el trabajo realizado hay
un equipo de 18 mil personas entre los voluntarios, los proveedores, quienes realizan el trabajo
de campo, las colectas, los talleres, entre otros. Hay otros voluntarios que adquieren un
rol, una responsabilidad específica dentro de la organización, la cual es
permanente; son alrededor de 200 personas en total, pero lo que se se busca es involucrar a los
actores posibles de la sociedad en temas de solidaridad.

“A nivel micro y a nivel macro las soluciones de un país y
de una sociedad no se resuelven por un sector o por otro, sino por una unidad y
una vinculación diversa”
, expresa, y añade que la idea es transmitir un mensaje
donde todos sean parte de lo pequeño y lo grande de la transformación para el
desarrollo del país.

‘Puertas que abrenpuertas’

Obtener los fondos para la construcción de las viviendas
siempre ha sido un reto, dice ‘Goyo’, pero recalca que la respuesta,
tanto de personas individuales como de empresarios, ha sido positiva porque
rápidamente se identifican con el proyecto y con la perspectiva de solidaridad.

Cuenta que anualmente realizan
‘la gran colecta nacional’, una campaña institucional dirigida a todo
público con la intención de enviar un mensaje positivo a la sociedad. Este año
se llevará a cabo del 4 al 6 de septiembre en 80 puntos del país. El lema será ‘puertas que abren
puertas’,
con el que los voluntarios buscan transmitir a los guatemaltecos
que su donación puede abrir oportunidades para otras personas, más allá del
nivel habitacional.


Jóvenes que ayudan a construir sueños

Redacción República
13 de agosto, 2014

Cada vez
que llegaba el invierno, la casa de Juana Morales Orozco, ubicada en Pueblo
Nuevo Viñas, Santa Rosa, se llenaba de pozas por las goteras en su techo. Con
su calor humano cubría el frío de sus hijos y junto a su esposo siempre
soñaron con una mejor vivienda, pero el salario de ambos no alcanzaba para
hacer realidad ese anhelo.

La vida de
Juana transcurrió mientras se ganaba la vida realizando diferentes quehaceres domésticos.
De repente, una mañana alguien tocó a la puerta de su casa y al abrirla vio a
unos jóvenes que con una sonrisa alegraron su día al darle la mejor de las
noticias: construirle una vivienda para vivir junto a su familia.

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Los ojos de
Juana se llenaron de lágrimas y una chispa de esperanza la invadió, cuenta Daris
Morales Morales, su hija mayor, testigo de ese día.

Daris, de 29 años, relata
que los jóvenes entrevistaron a su progenitora para conocer su condición de
vida y la de su familia;
una semana después regresaron. Eran 11 voluntarios
de TECHO, una organización no lucrativa
que apoya a comunidades en pobreza y pobreza extrema en áreas
suburbanas de la ciudad y el interior del país.

Los jóvenes, junto a los integrantes de la familia Morales Morales, empezaron con la
construcción de la vivienda.

Ese día
estaba lloviendo y a los jóvenes no les importó enlodarse con tal de terminar
la casa. Fue impactante el afecto que demostraban”, añade Daris.

Después de
un fin de semana de ardua labor, el 28 de agosto de 2011 Juana hizo realidad
su sueño de tener una casa propia. ‘Lloró de la emoción y no cabía de la
felicidad’, dice su hija, y agrega que su mamá fue la primera en recibir
una casa en aquella región, lo que la motivó a querer colaborar para que más
personas necesitadas pudieran tener la suya. Por esa
razón se convirtió en líder comunitaria de tres barrios de Pueblo Nuevo Viñas
para colaborar con sus vecinos. Un total de
75 familias han recibido una vivienda en dicha comunidad.

Daris cuenta que los voluntarios de TECHO comparten con los comunitarios desde un viernes
por la noche, quienes les dan la bienvenida con una cena. Los jóvenes visitan a
cada familia para conocerlos y luego juntos empezar la construcción el sábado
por la mañana. E
se mismo día, por la noche, vuelven a reunirse todos para contar
la experiencia vivida. Concluyen el domingo. Posteriormente los visitan una vez
al mes para saber cómo se encuentran. A esa actividad los de TECHO le denominan
“vuelta a barrio’.

“Todos
estamos agradecidos con ellos; no cualquiera invierte su tiempo para hacer
feliz a alguien más”, expresa.

Añade que
la mayor satisfacción para todos los comunitarios ha sido sentirse partícipes
del proyecto social porque colaboran con TECHO para construir sus viviendas. “Es
un trabajo en equipo y la mejor forma de mostrar el agradecimiento es apoyar a
las demás familias’, concluye Doris.


Un proyecto para dignificar a las personas

Desde hace
seis años, más de 3 mil familias de 22
comunidades de Guatemala han tenido la oportunidad de tener una casa propia con
ayuda de TECHO
, una organización no lucrativa integrada por jóvenes que
realizan varios programas, entre ellos, la construcción masiva de viviendas
básicas. El movimiento nació en Chile en 1997 con el nombre de TECHO por mi
país. A partir de 2012 se denomina sólo
como TECHO y actualmente el proyecto se encuentra en 19 países, entre
ellos Argentina, Perú y Venezuela.

“El
proyecto tiene como objetivo trabajar
con comunidades que viven en condiciones de pobreza y pobreza extrema,
facilitando habilidades y procesos de desarrollo
que vayan guiados a generar
autogestión en las comunidades”, indica Gregorio “Goyo” Saavedra, de 27 años,
gerente comercial de TECHO.

“Goyo”
enfatiza que la visión de la organización es lograr que las familias se empoderen de su propio desarrollo para que puedan transformar la realidad en
que viven. Se pueden hacer cambios, pero tienen que
buscarlos ellos mismos, afirma.

Para el dirigente es importante quitar de la mente el prejuicio de que las personas necesitadas
siempre buscan que alguien más les resuelva sus problemas. “En la experiencia adquirida
durante 5 años como voluntario me he dado cuenta que la gente no espera las cosas
regaladas, lo que quiere es una oportunidad para trabajar por su propio
desarrollo pero falta esa apertura. Si se regala no dignifica”,
refiere.

La
construcción de las viviendas se realiza en áreas suburbanas de municipios
aledaños a la ciudad capital, como Bárcenas, Villa Nueva, Villa Canales y San
José Pinula. Asimismo en el interior del país como Santa Rosa, Sololá,
Quetzaltenango, entre otros.

Trabajo en equipo junto a los beneficiarios

Para llevar a cabo la construcción de las viviendas, TECHO tiene como foco principal la captación de jóvenes universitarios “por la visión
de proyección social. Además, porque se busca incidir en la conciencia de la
sociedad que se está formando para que la vocación en las distintas
carreras pueda proyectar una
función de desarrollo”
comenta “Goyo”. Sin embargo, también colaboran jóvenes
de colegios y otros voluntarios.

Se organizan en grupos de 4 a 10 voluntarios para
hacer la construcción, donde también participan las familias beneficiadas, que es
el objetivo principal. Las casas se construyen en un fin de semana; cada
una tiene 18 metros cuadrados y están hechas de madera, pero desde el año
pasado empezaron a utilizar un material llamado fibrocemento,
que sirve para
que las viviendas sean más térmicas.

El gerente comercial de TECHO recalca que detrás de todo el trabajo realizado hay
un equipo de 18 mil personas entre los voluntarios, los proveedores, quienes realizan el trabajo
de campo, las colectas, los talleres, entre otros. Hay otros voluntarios que adquieren un
rol, una responsabilidad específica dentro de la organización, la cual es
permanente; son alrededor de 200 personas en total, pero lo que se se busca es involucrar a los
actores posibles de la sociedad en temas de solidaridad.

“A nivel micro y a nivel macro las soluciones de un país y
de una sociedad no se resuelven por un sector o por otro, sino por una unidad y
una vinculación diversa”
, expresa, y añade que la idea es transmitir un mensaje
donde todos sean parte de lo pequeño y lo grande de la transformación para el
desarrollo del país.

‘Puertas que abrenpuertas’

Obtener los fondos para la construcción de las viviendas
siempre ha sido un reto, dice ‘Goyo’, pero recalca que la respuesta,
tanto de personas individuales como de empresarios, ha sido positiva porque
rápidamente se identifican con el proyecto y con la perspectiva de solidaridad.

Cuenta que anualmente realizan
‘la gran colecta nacional’, una campaña institucional dirigida a todo
público con la intención de enviar un mensaje positivo a la sociedad. Este año
se llevará a cabo del 4 al 6 de septiembre en 80 puntos del país. El lema será ‘puertas que abren
puertas’,
con el que los voluntarios buscan transmitir a los guatemaltecos
que su donación puede abrir oportunidades para otras personas, más allá del
nivel habitacional.