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Expandillero: “El reclusorio fue la universidad para delinquir”

Glenda Sanchez
06 de octubre, 2018

En la actualidad 753 adolescentes se encuentran en los reclusorios habilitados por la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia (SBS).

Los jóvenes cumplen algún tipo de sanción, principalmente relacionado con acciones vinculadas a las maras Salvatrucha y 18, grupos que las reclutan para cometer sus fechorías.

A pesar que se ve cuesta arriba rehabilitar a los jóvenes, Francisco Molina, subsecretario de la SBS, le apuesta a esta opción.

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Para ello han implementado la campaña Dame Chance, la cual busca concientizar a la población para que les brinde una oportunidad laboral a los adolescentes.

Como muestra de esa campaña, este año la Secretaría contrató al primer joven que cumplió su rehabilitación. Su nombre es Luis. República platicó con el expandillero para conocer por qué ingreso en el reclusorio y qué lo hizo cambiar y volver rehabilitado a la sociedad.

¿Cómo se siente con esta nueva oportunidad?

Las nuevas oportunidades que hoy se presentan son una de las mejores experiencias de mi vida. Creo que no me esperaba esa bendición. Ahora puedo decir qué bien se siente  salir de un centro y luego trabajar en una institución de Gobierno, porque no era parte de lo que esperaba en mi vida. Sin embargo, conforme el tiempo pasaba en el centro, supe que habría una oportunidad,. S creí que podría lograr y mucho.

¿Qué trabajo desempeña en la Secretaría?

Póngale que ahora el trabajo que hago es ayudar a los demás jóvenes viendo cómo es la situación de ellos. En resumen, para hacer sus gestiones, desde la dirección y ayudarlos a buscar un beneficio para aquellos compañeros que después de rehabilitados, busquen algún trabajo.
Mi horario laboral es igual a los de la Secretaria de Bienestar Social, es decir, de las ocho de la mañana a las cuatro de la tarde.
Durante el tiempo que estuve en el centro recibí estudio. Me gradué de bachiller. Ingresé con primero básico y gracias a Dios, con ayuda de la Secretaría,  logré cerrar mis estudios. Eso fue parte del proceso y también entrar en la universidad.
Antes de salir me inscribí en la universidad y me encuentro en el sexto semestre de profesorado en enseñanza media y técnico administrativo en pedagogía. Esta carrera me ayuda a desempeñarme en el trabajo.
En estos dos meses me he sentido muy contento de ver las oportunidades que se han ido abriendo a pesar de que es poco lo que llevo acá. Lo que me pasa me ayuda a seguir adelante, es mi inspiración.


¿Qué lo llevo al reclusorio?

Si tuviera que retroceder el tiempo para contarle cómo era mi vida hace nueve años, usted no creería lo malo que hice. Mi vida era fatal, no tenía una visión, ni mucho menos una misión. Mi mente estaba cerrada; no podía visualizar bien las cosas, pero conforme pasó el tiempo fui aprendiendo y cambiando esa forma de vivir.

Solo alguien logró cambiarme la vida, y aunque muchos duden de ello, fue Dios. Él fue quien me ayudó a darme cuenta de que tenía futuro y podía cumplir mis sueños.

Solo para retomar la historia quiero contarle que me involucré a estos problemas desde que era niño, y cuando la gente me trataba de ayudar, no creía en ellos e ignoraba sus consejos.

Mi idea en esos momentos era que las personas que me podían ayudar eran aquellas que me daban órdenes para hacer cosas ilícitas. Fue un proceso muy complejo para aquellas personas que me querían ayudar en esos momentos, porque ellos creían que nunca iba a cambiar.

¿Qué lo hizo cambiar?

En el camino hubo personas que no creían que iba a cambiar, porque era muy problemático, tenía un carácter pésimo. Sin embargo, un día que entré en un cuarto, después de un problema, fue una situación bastante complicada.
Estaba en ese cuarto solo y sentí a Dios. En ese momento me decía que tenía que cambiar mi forma de ser. Esa imagen me abrazó fuerte y eso me ayudó a empezar hacer el cambio en mi vida.
Conforme pasaron las horas, por mi mente pasaban imágenes de cómo era posible que nunca acepté la ayuda brindada. Ese día me dí cuenta de que todo lo que estaba haciendo no era correcto.
Me dije: lo que hago no es correcto, y las personas que yo creo que me están apoyando en este momento no están conmigo, estoy solo. Yo de aquí no me vuelvo a meter en problemas. A partir de esa fecha fue muy difícil porque, en el momento que decidí cambiar, las personas que me había ofrecido ayuda, ya no creían en mí.
Fue muy doloroso, me dí cuenta de que lo que había sembrado estaba cosechando. En ese momento era la desconfianza. Fue muy difícil ese proceso.

  • Te puede interesar: El Pitufo”, el reo que ejecutó el ataque contra un fiscal

¿En el centro quién le ayudó a cambiar?

Cada centro tiene un equipo técnico para apoyar a los adolescentes y verificar los casos. En ese entonces llegó una psicóloga que para mí es una persona que me ayudó bastante. Me ayudó a sacar las ideas negativas. Fue la única que empezó a creer en mí.
Ella empezó a presentar mi caso de que sí quería cambiar, para que me dieran la oportunidad de salir, pero nadie confiaba en mí.
Recuerdo que las respuestas de las autoridades del centro eran: “No es confiable, ni seguro que él salga, porque ha sido un joven muy rebelde, y sacarlo nos pone en riesgo porque no sabemos qué pretenda hacer al salir del reclusorio”. Pero ella se enfocó en ayudarme, fue la única.

¿Qué lo llevó al mundo de las pandillas?

Todo empezó desde mi niñez, mi familia era de escasos recursos. Siempre viví con pensamientos buenos, recuerdo que siempre vivía feliz a pesar de nuestra situación, pero al cumplir los 12 años, empezaron los problemas con mi papá, por cuestiones que no entiendo todavía. Quizá él nunca se acercaba hablarme, solo gritaba o utilizaba a la agresión para corregirme. A mí eso me lastimaba mucho.
Conforme pasó el tiempo todo se complicaba. Incluso llegó el momento que me echó de la casa y literalmente tuve que vivir en la calle. Entonces solía  jugar  mucho fútbol. En ese espacio muchos se dieron cuenta de lo que me pasaba y se aprovecharon de mi situación para meter cosas malas en la cabeza. Recuerdo que traté de hablar de nuevo con mi papá para que ayudará y se negó, realmente él no quería.
El segundo básico ya no lo estudié, las personas que me empezaron a ver en qué situación estaban me empezaron a involucrar más en actos delictivos, incluso llegaron a ofrecerme ayuda para desaparecer a mi padre y “así ya no te va a molestar”. Pero en ese momento les dije que no, entonces me ofrecieron apoyo con comida y hospedaje.
Me ofrecieron vicios y drogas. Siempre me metieron cosas en la mente y me fui con ellos. Empecé mi mala vida, y se incrementó el sentimiento de odio hacia mi padre. Lo único que buscaba o quería era que me escuchara. Empecé a drogarme.

¿A que edad lo detienen y por qué lo capturan?

A los 16 años me detuvieron y desde ese entonces, hasta cumplir casi los 26 pasé encerrado. Estuve preso casi nueve años. Cuando llegué a ese centro, ellos (pandilleros) me trataron como alguien de una familia. Algo que me llamó la atención eran que ellos ya sabían que iba a llegar.
Era increíble lo bien organizado que estaban. Me dieron comida, ropa y apoyo. Ese día fue muy duro para mí. Me dormía en el centro y me volvía a despertar y me decía hasta dónde he llegado.
No podía entender lo que estaba pasando, pero ya era muy tarde para eso. Lo único que me quedó fue continuar con ese proceso. Pero a los días ese sentimiento de culpabilidad desapareció. Me enseñaron hacer cosas que ni siquiera se ve en la calle, sino que solo de lado dentro. Me fue adaptando a su sistema y forma de vida.

¿Qué aprendió en la pandilla?

La obediencia en el grupo de la pandilla me llevó, incluso, a tomar el liderazgo en la pandilla. Hacíamos cosas alocadamente. Lo que se vive en el centro es como una escuela realmente, pero para hacer cosas malas. Llegar a una prisión es llegar a una escuela para delinquir y eso no es algo nuevo, ustedes lo saben porque lo han dicho.
A partir de allí dije voy hacer lo que me pidan y  ha demostrar que soy un guerrero para ellos, un soldado. Por eso llegué a líder dentro del centro, siempre estaba metiéndome en problemas, entonces era un descontrol total. Participé en varios intentos de motines y en motines. En esa época buscábamos problemas hasta llegar a los golpes.
Fui liderando porque era parte de los motines. En el 2010 recuerdo que me designaron abrir la puerta en uno de los sectores para que se saliera el resto de compañeros para que se armara un gran relajo, pero aún lograron controlar la situación.

¿Qué pasó ese día?

Como forma de desquite, los monitores, como sabían que había sido uno de los que participó, me fueron a traer y me empezaron a sacar a la fuerza del lugar donde me encontraba. Traté de defenderme, porque ellos me golpeaban y me goleaban.
‘¡Él lo hizo! ¡Él lo hizo!’, Gritaban los monitores y me seguían golpeando en un cuarto de aislamiento,. Recuerdo que fui golpeado por varias horas, patadas, con los puños. No podía hacer nada más que aguantarme. Ellos decían ‘aquí vas a pagar lo que debes, a ver quién te ayuda’, en esa ocasión quedé desmayado, y solo me dejaron en ropa interior y amarrado.
Quedé desmayado y sangrando fuertemente. Entonces quedé en el cuarto de aislamiento. Fue donde entré en el análisis de mi vida. De hecho fue tan fuerte la golpiza que pensé que iba a morir. En ese momento estaba solo, no había quién me ayudara. Me dí cuenta que tenía que cambiar, lo único que me acordé fue de Dios.

¿El cambio fue de inmediato?

Pasó el tiempo, mi cambio no fue tan rápido… Fue en 2011 cuando decidí por completo salirme de la pandilla y dí un gran paso al cambiarme de sector. Me fuí para el área de los paisas, las cuales son áreas donde… a partir de allí mi pensamiento fue de colaborar, empecé a participar en todas las actividades y me fueron tomando cuenta. En el 2012 empecé la universidad, y ese mismo año me dieron la oportunidad de ser un joven de apoyo.
Creo que lo que más me motiva es saber que Dios está conmigo. Y que él me ha dado promesa grande en mi vida de las cuales tengo la evidencia que hasta el día de hoy no me pasará nada. La inspiración más grande que tengo es ser ejemplo para muchos compañeros. Siempre hay oportunidades de ser diferentes y  ayudar a las personas. Mi proyecto de vida es crear un ONG para ayudar a los jóvenes.

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Glenda Sanchez
06 de octubre, 2018

En la actualidad 753 adolescentes se encuentran en los reclusorios habilitados por la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia (SBS).

Los jóvenes cumplen algún tipo de sanción, principalmente relacionado con acciones vinculadas a las maras Salvatrucha y 18, grupos que las reclutan para cometer sus fechorías.

A pesar que se ve cuesta arriba rehabilitar a los jóvenes, Francisco Molina, subsecretario de la SBS, le apuesta a esta opción.

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Para ello han implementado la campaña Dame Chance, la cual busca concientizar a la población para que les brinde una oportunidad laboral a los adolescentes.

Como muestra de esa campaña, este año la Secretaría contrató al primer joven que cumplió su rehabilitación. Su nombre es Luis. República platicó con el expandillero para conocer por qué ingreso en el reclusorio y qué lo hizo cambiar y volver rehabilitado a la sociedad.

¿Cómo se siente con esta nueva oportunidad?

Las nuevas oportunidades que hoy se presentan son una de las mejores experiencias de mi vida. Creo que no me esperaba esa bendición. Ahora puedo decir qué bien se siente  salir de un centro y luego trabajar en una institución de Gobierno, porque no era parte de lo que esperaba en mi vida. Sin embargo, conforme el tiempo pasaba en el centro, supe que habría una oportunidad,. S creí que podría lograr y mucho.

¿Qué trabajo desempeña en la Secretaría?

Póngale que ahora el trabajo que hago es ayudar a los demás jóvenes viendo cómo es la situación de ellos. En resumen, para hacer sus gestiones, desde la dirección y ayudarlos a buscar un beneficio para aquellos compañeros que después de rehabilitados, busquen algún trabajo.
Mi horario laboral es igual a los de la Secretaria de Bienestar Social, es decir, de las ocho de la mañana a las cuatro de la tarde.
Durante el tiempo que estuve en el centro recibí estudio. Me gradué de bachiller. Ingresé con primero básico y gracias a Dios, con ayuda de la Secretaría,  logré cerrar mis estudios. Eso fue parte del proceso y también entrar en la universidad.
Antes de salir me inscribí en la universidad y me encuentro en el sexto semestre de profesorado en enseñanza media y técnico administrativo en pedagogía. Esta carrera me ayuda a desempeñarme en el trabajo.
En estos dos meses me he sentido muy contento de ver las oportunidades que se han ido abriendo a pesar de que es poco lo que llevo acá. Lo que me pasa me ayuda a seguir adelante, es mi inspiración.


¿Qué lo llevo al reclusorio?

Si tuviera que retroceder el tiempo para contarle cómo era mi vida hace nueve años, usted no creería lo malo que hice. Mi vida era fatal, no tenía una visión, ni mucho menos una misión. Mi mente estaba cerrada; no podía visualizar bien las cosas, pero conforme pasó el tiempo fui aprendiendo y cambiando esa forma de vivir.

Solo alguien logró cambiarme la vida, y aunque muchos duden de ello, fue Dios. Él fue quien me ayudó a darme cuenta de que tenía futuro y podía cumplir mis sueños.

Solo para retomar la historia quiero contarle que me involucré a estos problemas desde que era niño, y cuando la gente me trataba de ayudar, no creía en ellos e ignoraba sus consejos.

Mi idea en esos momentos era que las personas que me podían ayudar eran aquellas que me daban órdenes para hacer cosas ilícitas. Fue un proceso muy complejo para aquellas personas que me querían ayudar en esos momentos, porque ellos creían que nunca iba a cambiar.

¿Qué lo hizo cambiar?

En el camino hubo personas que no creían que iba a cambiar, porque era muy problemático, tenía un carácter pésimo. Sin embargo, un día que entré en un cuarto, después de un problema, fue una situación bastante complicada.
Estaba en ese cuarto solo y sentí a Dios. En ese momento me decía que tenía que cambiar mi forma de ser. Esa imagen me abrazó fuerte y eso me ayudó a empezar hacer el cambio en mi vida.
Conforme pasaron las horas, por mi mente pasaban imágenes de cómo era posible que nunca acepté la ayuda brindada. Ese día me dí cuenta de que todo lo que estaba haciendo no era correcto.
Me dije: lo que hago no es correcto, y las personas que yo creo que me están apoyando en este momento no están conmigo, estoy solo. Yo de aquí no me vuelvo a meter en problemas. A partir de esa fecha fue muy difícil porque, en el momento que decidí cambiar, las personas que me había ofrecido ayuda, ya no creían en mí.
Fue muy doloroso, me dí cuenta de que lo que había sembrado estaba cosechando. En ese momento era la desconfianza. Fue muy difícil ese proceso.

  • Te puede interesar: El Pitufo”, el reo que ejecutó el ataque contra un fiscal

¿En el centro quién le ayudó a cambiar?

Cada centro tiene un equipo técnico para apoyar a los adolescentes y verificar los casos. En ese entonces llegó una psicóloga que para mí es una persona que me ayudó bastante. Me ayudó a sacar las ideas negativas. Fue la única que empezó a creer en mí.
Ella empezó a presentar mi caso de que sí quería cambiar, para que me dieran la oportunidad de salir, pero nadie confiaba en mí.
Recuerdo que las respuestas de las autoridades del centro eran: “No es confiable, ni seguro que él salga, porque ha sido un joven muy rebelde, y sacarlo nos pone en riesgo porque no sabemos qué pretenda hacer al salir del reclusorio”. Pero ella se enfocó en ayudarme, fue la única.

¿Qué lo llevó al mundo de las pandillas?

Todo empezó desde mi niñez, mi familia era de escasos recursos. Siempre viví con pensamientos buenos, recuerdo que siempre vivía feliz a pesar de nuestra situación, pero al cumplir los 12 años, empezaron los problemas con mi papá, por cuestiones que no entiendo todavía. Quizá él nunca se acercaba hablarme, solo gritaba o utilizaba a la agresión para corregirme. A mí eso me lastimaba mucho.
Conforme pasó el tiempo todo se complicaba. Incluso llegó el momento que me echó de la casa y literalmente tuve que vivir en la calle. Entonces solía  jugar  mucho fútbol. En ese espacio muchos se dieron cuenta de lo que me pasaba y se aprovecharon de mi situación para meter cosas malas en la cabeza. Recuerdo que traté de hablar de nuevo con mi papá para que ayudará y se negó, realmente él no quería.
El segundo básico ya no lo estudié, las personas que me empezaron a ver en qué situación estaban me empezaron a involucrar más en actos delictivos, incluso llegaron a ofrecerme ayuda para desaparecer a mi padre y “así ya no te va a molestar”. Pero en ese momento les dije que no, entonces me ofrecieron apoyo con comida y hospedaje.
Me ofrecieron vicios y drogas. Siempre me metieron cosas en la mente y me fui con ellos. Empecé mi mala vida, y se incrementó el sentimiento de odio hacia mi padre. Lo único que buscaba o quería era que me escuchara. Empecé a drogarme.

¿A que edad lo detienen y por qué lo capturan?

A los 16 años me detuvieron y desde ese entonces, hasta cumplir casi los 26 pasé encerrado. Estuve preso casi nueve años. Cuando llegué a ese centro, ellos (pandilleros) me trataron como alguien de una familia. Algo que me llamó la atención eran que ellos ya sabían que iba a llegar.
Era increíble lo bien organizado que estaban. Me dieron comida, ropa y apoyo. Ese día fue muy duro para mí. Me dormía en el centro y me volvía a despertar y me decía hasta dónde he llegado.
No podía entender lo que estaba pasando, pero ya era muy tarde para eso. Lo único que me quedó fue continuar con ese proceso. Pero a los días ese sentimiento de culpabilidad desapareció. Me enseñaron hacer cosas que ni siquiera se ve en la calle, sino que solo de lado dentro. Me fue adaptando a su sistema y forma de vida.

¿Qué aprendió en la pandilla?

La obediencia en el grupo de la pandilla me llevó, incluso, a tomar el liderazgo en la pandilla. Hacíamos cosas alocadamente. Lo que se vive en el centro es como una escuela realmente, pero para hacer cosas malas. Llegar a una prisión es llegar a una escuela para delinquir y eso no es algo nuevo, ustedes lo saben porque lo han dicho.
A partir de allí dije voy hacer lo que me pidan y  ha demostrar que soy un guerrero para ellos, un soldado. Por eso llegué a líder dentro del centro, siempre estaba metiéndome en problemas, entonces era un descontrol total. Participé en varios intentos de motines y en motines. En esa época buscábamos problemas hasta llegar a los golpes.
Fui liderando porque era parte de los motines. En el 2010 recuerdo que me designaron abrir la puerta en uno de los sectores para que se saliera el resto de compañeros para que se armara un gran relajo, pero aún lograron controlar la situación.

¿Qué pasó ese día?

Como forma de desquite, los monitores, como sabían que había sido uno de los que participó, me fueron a traer y me empezaron a sacar a la fuerza del lugar donde me encontraba. Traté de defenderme, porque ellos me golpeaban y me goleaban.
‘¡Él lo hizo! ¡Él lo hizo!’, Gritaban los monitores y me seguían golpeando en un cuarto de aislamiento,. Recuerdo que fui golpeado por varias horas, patadas, con los puños. No podía hacer nada más que aguantarme. Ellos decían ‘aquí vas a pagar lo que debes, a ver quién te ayuda’, en esa ocasión quedé desmayado, y solo me dejaron en ropa interior y amarrado.
Quedé desmayado y sangrando fuertemente. Entonces quedé en el cuarto de aislamiento. Fue donde entré en el análisis de mi vida. De hecho fue tan fuerte la golpiza que pensé que iba a morir. En ese momento estaba solo, no había quién me ayudara. Me dí cuenta que tenía que cambiar, lo único que me acordé fue de Dios.

¿El cambio fue de inmediato?

Pasó el tiempo, mi cambio no fue tan rápido… Fue en 2011 cuando decidí por completo salirme de la pandilla y dí un gran paso al cambiarme de sector. Me fuí para el área de los paisas, las cuales son áreas donde… a partir de allí mi pensamiento fue de colaborar, empecé a participar en todas las actividades y me fueron tomando cuenta. En el 2012 empecé la universidad, y ese mismo año me dieron la oportunidad de ser un joven de apoyo.
Creo que lo que más me motiva es saber que Dios está conmigo. Y que él me ha dado promesa grande en mi vida de las cuales tengo la evidencia que hasta el día de hoy no me pasará nada. La inspiración más grande que tengo es ser ejemplo para muchos compañeros. Siempre hay oportunidades de ser diferentes y  ayudar a las personas. Mi proyecto de vida es crear un ONG para ayudar a los jóvenes.

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