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Caso Sperisen será analizado en panel por reconocido periodista suizo

Luis Gonzalez
10 de marzo, 2020

El proceso judicial contra el exdirector de la Policía Nacional Civil, Erwin Sperisen, será discutido en un panel con el reconocido periodista Alex Baur.

Baur es un periodista suizo con una amplia trayectoria en coberturas relacionadas con el sistema de justicia de su país, y el caso contra Sperisen fue uno de los procesos que siguió en su trabajo.

Como resultado de su cobertura, Baur tomó nota de varias irregularidades en el proceso legal contra el exfuncionario y luego las plasmó en su libro La maldición del Bien.

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En su libro, Baur documenta varios casos de diferentes países con un denominador común: las ilegalidades cometidas en nombre de la justicia.

El panel llamado La Justicia de los Injustos se realizará el jueves 12 de marzo a partir de las 8:30 horas, en el nivel 16 de la Cámara de Industria, zona 4 de Guatemala. Para participar y reservar su lugar escriba al correo: asociacionamigosdelpaisgt@gmail.com o por medio de Facebook.

Giammattei consideró una injusticia

En los capítulos dedicados al caso contra Sperisen, Baur escribe sus conclusiones luego de ser testigo del juicio que condenó al exdirector de la Policía Nacional Civil.

También estuvo presente cuando se anuló la sentencia por diversas irregularidades.

Luego de un nuevo juicio, Sperisen fue condenado de otra vez. Por ahora el caso se encuentra pendiente de nuevas resoluciones.

Acerca de esta condena, el presidente Alejandro Giammattei consideró que que la resolución contra Sperisen fue una injusticia.

Además lamentó que no le permitieran declarar a favor del exfuncionario. Giammattei, como director del Sistema Penitenciario en ese entonces, también fue señalado en este caso conocido como Pavón,

“Me hubiera gustado declarar como hice en España -con Carlos Vielmann, exministro de Gobernación- y en Austria -por Javier Figueroa, exsubdirector de la PNC-, no me lo permitieron, interpusieron recursos para que no se pudiera dar testimonio”, enfatizó Giammattei.

Algunos apuntes del periodista suizo

En su libro La maldición del Bien, el periodista Baur expone sus observaciones del juicio contra Erwin Sperisen. Estos son algunos fragmentos.

“En 2010, en Guatemala la CICIG completó sus investigaciones sobre el caso El Pavón.

El director de Presidios, Alejandro Giammattei y su adjunto Mario García Frech fueron arrestados en Guatemala y llevados ante la justicia.

Al mismo tiempo, se enviaron solicitudes de asistencia jurídica a España, Austria y Suiza.

El exministro de Gobernación, Carlos Vielmann tenía la ciudadanía española, y por ello no fue extraditado a Guatemala.

Lo mismo ocurrió con el ex jefe de policía Sperisen, quien vivía con su esposa y sus tres hijos en Ginebra. Gracias a sus antepasados, posee un pasaporte suizo.

Por último, el exdirector de la PNC, Javier Figueroa, no pudo ser trasladado a su país de origen porque había solicitado asilo político en Austria.

Estas implicaciones internacionales hacían el caso ya por si delicado aún más complejo.

Pero se decidió armar un caso piloto que debería dar una señal a todo el mundo: ¡Ningún crimen de estado queda impune, pase donde pase!

La comunidad internacional no ahorró esfuerzos para mostrar que para los asesinos uniformados, no hay refugio seguro en este planeta.

Desde la primera Convención de Ginebra (1864), se han realizado esfuerzos para perseguir los delitos políticos a nivel internacional. Al inicio se trataba de los derechos de los prisioneros de guerra y de suprimir armas crueles como el gas tóxico.

Con los juicios de Nuremberg después de la Segunda Guerra Mundial, el derecho internacional se amplió a la protección de la población civil.

Los juicios del caso Pavón, que se iniciaron simultáneamente en Guatemala, España, Austria y Suiza, fueron un paso más allá: Las violaciones de los Derechos Humanos en tiempo de paz también serian castigadas internacionalmente.

Una red mundialmente entrelazada de abogados, activistas de ONG y políticos desempeñó un papel central en este proyecto, ejerciendo una presión considerable a ambos lados del océano Atlántico.

Las perspectivas de éxito parecían buenas, al menos al principio. Hubo testigos que incriminaron a los acusados.

Los exfuncionarios fueron llevados de un juicio a otro dando la vuelta al planeta. El esfuerzo fue enorme. Nunca hubo escasez de dinero ni de abogados.

Sin embargo, la acusación supuestamente clara perdió todo perfil a lo largo de los años, como un castillo de arena seco en el viento, hasta perderse en la incertidumbre total.

Primero fueron absueltos el jefe del sistema penitenciario Giammattei y su ayudante García Frech en Guatemala.

Luego fue absuelto Javier Figueroa en Austria, y por último el ministro de Gobernación, Carlos Vielmann, también fue declarado sin culpa, en España.

Las supuestas pruebas de la CICIG fueron refutadas por inverosímiles, los testimonios de todos los principales testigos resultaron ser contradictorios, a menudo incluso grotescos.

Después de media década de litigios, sólo quedaba un conspirador: Erwin Sperisen en Ginebra.

Un segundo actor al nivel de mando no quedaba a la vista. Pero una conspiración siempre requiere al menos dos. ¿Acaso Sperisen había conspirado consigo mismo? Nunca se le acusó de padecer esquizofrenia.

Pero los ginebrinos no podían admitir que Sperisen se marchara luego de haber estado privado de libertad durante cinco años en detención preventiva en aislamiento casi total.

Hubiera sido una vergüenza colosal para todo el aparato judicial de Ginebra. Así que los jueces condenaron a los cuatro ausentes junto con Erwin Sperisen, sin que hubieran sido formalmente acusados en Ginebra, sin que pudieran defenderse – y a pesar de que habían sido absueltos por el mismo asunto basado en la misma investigación en Guatemala, Austria y España.

Nunca antes hubo algo comparable en Suiza. Los juicios fueron farsas, como se podría haber imaginado Franz Kafka o podrían ocurrir talvez en algún lugar remoto del Tercer Mundo, pero, por favor, no en Ginebra, en el corazón de Europa.

Ninguna de las sentencias reveló la contribución concreta de Erwin Sperisen al crimen. De alguna manera, en algún momento se suponía que había ideado algún plan de asesinato con alguien.

Inicialmente se acusó a Sperisen de haber ejecutado personalmente a prisioneros.

Durante el juicio se modificaron los cargos para que se señalara su participación solo como autor intelectual.

Al final, el fiscal terminó acusándolo de no haber impedido el crimen de otro presunto autor – un autor, que había sido absuelto desde hacía mucho tiempo del mismo cargo en base de la misma investigación en el vecino país de Austria.

El 26 de septiembre de 2017, exactamente once años después de la redada en El Pavón, el Tribunal Supremo Federal suizo puso fin temporalmente a la tragedia y ordenó la liberación inmediata de Erwin Sperisen.

Durante cinco años, tres semanas y un día, el padre de familia y ex jefe de policía había estado vegetando en detención preventiva, encarcelado durante 23 horas al día en una celda de aislamiento de 9,4 metros cuadrados como un animal en un zoológico prehistórico, sin sentencia legalmente válida, es decir, inocente”.

¿Quién es Alex Baur?

Alex Baur nació en 1961 en Suiza donde estudió y se graduó de periodista.

Trabajó como reportero y redactor en periódicos conocidos suizos Neue Zürcher Zeitung, Tages-Anzeiger y revistas importantes alemanas como Stern y Geo.

Durante varios años vivió como corresponsal en varios países de América, cubriendo acontecimientos en todo el continente.

El periodista ha escrito de otros casos en Guatemala, como el proceso del asesinado abispo Juan Gerardi.

En la actualidad es editor del semanario suizo Die Weltwoche.

El libro La maldición del Bien, originalmente en alemán, abarca una variedad de reportajes investigados en distintos países.

Caso Sperisen será analizado en panel por reconocido periodista suizo

Luis Gonzalez
10 de marzo, 2020

El proceso judicial contra el exdirector de la Policía Nacional Civil, Erwin Sperisen, será discutido en un panel con el reconocido periodista Alex Baur.

Baur es un periodista suizo con una amplia trayectoria en coberturas relacionadas con el sistema de justicia de su país, y el caso contra Sperisen fue uno de los procesos que siguió en su trabajo.

Como resultado de su cobertura, Baur tomó nota de varias irregularidades en el proceso legal contra el exfuncionario y luego las plasmó en su libro La maldición del Bien.

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En su libro, Baur documenta varios casos de diferentes países con un denominador común: las ilegalidades cometidas en nombre de la justicia.

El panel llamado La Justicia de los Injustos se realizará el jueves 12 de marzo a partir de las 8:30 horas, en el nivel 16 de la Cámara de Industria, zona 4 de Guatemala. Para participar y reservar su lugar escriba al correo: asociacionamigosdelpaisgt@gmail.com o por medio de Facebook.

Giammattei consideró una injusticia

En los capítulos dedicados al caso contra Sperisen, Baur escribe sus conclusiones luego de ser testigo del juicio que condenó al exdirector de la Policía Nacional Civil.

También estuvo presente cuando se anuló la sentencia por diversas irregularidades.

Luego de un nuevo juicio, Sperisen fue condenado de otra vez. Por ahora el caso se encuentra pendiente de nuevas resoluciones.

Acerca de esta condena, el presidente Alejandro Giammattei consideró que que la resolución contra Sperisen fue una injusticia.

Además lamentó que no le permitieran declarar a favor del exfuncionario. Giammattei, como director del Sistema Penitenciario en ese entonces, también fue señalado en este caso conocido como Pavón,

“Me hubiera gustado declarar como hice en España -con Carlos Vielmann, exministro de Gobernación- y en Austria -por Javier Figueroa, exsubdirector de la PNC-, no me lo permitieron, interpusieron recursos para que no se pudiera dar testimonio”, enfatizó Giammattei.

Algunos apuntes del periodista suizo

En su libro La maldición del Bien, el periodista Baur expone sus observaciones del juicio contra Erwin Sperisen. Estos son algunos fragmentos.

“En 2010, en Guatemala la CICIG completó sus investigaciones sobre el caso El Pavón.

El director de Presidios, Alejandro Giammattei y su adjunto Mario García Frech fueron arrestados en Guatemala y llevados ante la justicia.

Al mismo tiempo, se enviaron solicitudes de asistencia jurídica a España, Austria y Suiza.

El exministro de Gobernación, Carlos Vielmann tenía la ciudadanía española, y por ello no fue extraditado a Guatemala.

Lo mismo ocurrió con el ex jefe de policía Sperisen, quien vivía con su esposa y sus tres hijos en Ginebra. Gracias a sus antepasados, posee un pasaporte suizo.

Por último, el exdirector de la PNC, Javier Figueroa, no pudo ser trasladado a su país de origen porque había solicitado asilo político en Austria.

Estas implicaciones internacionales hacían el caso ya por si delicado aún más complejo.

Pero se decidió armar un caso piloto que debería dar una señal a todo el mundo: ¡Ningún crimen de estado queda impune, pase donde pase!

La comunidad internacional no ahorró esfuerzos para mostrar que para los asesinos uniformados, no hay refugio seguro en este planeta.

Desde la primera Convención de Ginebra (1864), se han realizado esfuerzos para perseguir los delitos políticos a nivel internacional. Al inicio se trataba de los derechos de los prisioneros de guerra y de suprimir armas crueles como el gas tóxico.

Con los juicios de Nuremberg después de la Segunda Guerra Mundial, el derecho internacional se amplió a la protección de la población civil.

Los juicios del caso Pavón, que se iniciaron simultáneamente en Guatemala, España, Austria y Suiza, fueron un paso más allá: Las violaciones de los Derechos Humanos en tiempo de paz también serian castigadas internacionalmente.

Una red mundialmente entrelazada de abogados, activistas de ONG y políticos desempeñó un papel central en este proyecto, ejerciendo una presión considerable a ambos lados del océano Atlántico.

Las perspectivas de éxito parecían buenas, al menos al principio. Hubo testigos que incriminaron a los acusados.

Los exfuncionarios fueron llevados de un juicio a otro dando la vuelta al planeta. El esfuerzo fue enorme. Nunca hubo escasez de dinero ni de abogados.

Sin embargo, la acusación supuestamente clara perdió todo perfil a lo largo de los años, como un castillo de arena seco en el viento, hasta perderse en la incertidumbre total.

Primero fueron absueltos el jefe del sistema penitenciario Giammattei y su ayudante García Frech en Guatemala.

Luego fue absuelto Javier Figueroa en Austria, y por último el ministro de Gobernación, Carlos Vielmann, también fue declarado sin culpa, en España.

Las supuestas pruebas de la CICIG fueron refutadas por inverosímiles, los testimonios de todos los principales testigos resultaron ser contradictorios, a menudo incluso grotescos.

Después de media década de litigios, sólo quedaba un conspirador: Erwin Sperisen en Ginebra.

Un segundo actor al nivel de mando no quedaba a la vista. Pero una conspiración siempre requiere al menos dos. ¿Acaso Sperisen había conspirado consigo mismo? Nunca se le acusó de padecer esquizofrenia.

Pero los ginebrinos no podían admitir que Sperisen se marchara luego de haber estado privado de libertad durante cinco años en detención preventiva en aislamiento casi total.

Hubiera sido una vergüenza colosal para todo el aparato judicial de Ginebra. Así que los jueces condenaron a los cuatro ausentes junto con Erwin Sperisen, sin que hubieran sido formalmente acusados en Ginebra, sin que pudieran defenderse – y a pesar de que habían sido absueltos por el mismo asunto basado en la misma investigación en Guatemala, Austria y España.

Nunca antes hubo algo comparable en Suiza. Los juicios fueron farsas, como se podría haber imaginado Franz Kafka o podrían ocurrir talvez en algún lugar remoto del Tercer Mundo, pero, por favor, no en Ginebra, en el corazón de Europa.

Ninguna de las sentencias reveló la contribución concreta de Erwin Sperisen al crimen. De alguna manera, en algún momento se suponía que había ideado algún plan de asesinato con alguien.

Inicialmente se acusó a Sperisen de haber ejecutado personalmente a prisioneros.

Durante el juicio se modificaron los cargos para que se señalara su participación solo como autor intelectual.

Al final, el fiscal terminó acusándolo de no haber impedido el crimen de otro presunto autor – un autor, que había sido absuelto desde hacía mucho tiempo del mismo cargo en base de la misma investigación en el vecino país de Austria.

El 26 de septiembre de 2017, exactamente once años después de la redada en El Pavón, el Tribunal Supremo Federal suizo puso fin temporalmente a la tragedia y ordenó la liberación inmediata de Erwin Sperisen.

Durante cinco años, tres semanas y un día, el padre de familia y ex jefe de policía había estado vegetando en detención preventiva, encarcelado durante 23 horas al día en una celda de aislamiento de 9,4 metros cuadrados como un animal en un zoológico prehistórico, sin sentencia legalmente válida, es decir, inocente”.

¿Quién es Alex Baur?

Alex Baur nació en 1961 en Suiza donde estudió y se graduó de periodista.

Trabajó como reportero y redactor en periódicos conocidos suizos Neue Zürcher Zeitung, Tages-Anzeiger y revistas importantes alemanas como Stern y Geo.

Durante varios años vivió como corresponsal en varios países de América, cubriendo acontecimientos en todo el continente.

El periodista ha escrito de otros casos en Guatemala, como el proceso del asesinado abispo Juan Gerardi.

En la actualidad es editor del semanario suizo Die Weltwoche.

El libro La maldición del Bien, originalmente en alemán, abarca una variedad de reportajes investigados en distintos países.