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Foto: República

Ejército de Guatemala en primera persona: Militares narran cómo atacan el narcotráfico y salvan vidas en duras tragedias

Las batallas y retos frente al peligro contadas por dos sargentos de las fuerzas especiales.

Operaciones exitosas son la mejor recompensa que dos miembros del Ejército de Guatemala aseguran recibir en las intervenciones que realizan a nombre de la institución, que en este 2023 cumple 152 años de creación. Y aunque ambos militares hablan a título personal, consideran que es el sentir del grupo que cada uno dirige en su especialidad: el Batallón Especial de Interdicción y Rescate del Ejército de Guatemala (BEIR) y el Batallón Humanitario y de Rescate.

El primer entrevistado es un sargento primero y jefe del destacamento del BEIR, quien por seguridad omite su identidad, oriundo de Playitas, Morales, Izabal. El militar reconoce que aunque no era su sueño ser parte de las operaciones especiales del Ejército “el destino lo llevó a este lugar”. Con 25 años dentro de la milicia guatemalteca, asegura que para ocupar el cargo debió superar diferentes especializaciones: desde explosivista y tirador rescate de rehenes, entre otros.

Formo parte de una unidad operativa que lucha contra el narcotráfico y certifica el Aeropuerto Internacional La Aurora cada cuatros años. Podemos ser empleados por tierra o por aire”, cuenta con mucha seguridad y orgullo.

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Pero este grupo también realiza operaciones especiales en cualquier parte del territorio nacional, donde persuade, neutraliza y contrarresta cualquier amenaza terrorista o narcoterrorista, añade Rubén Téllez, portavoz del Ejército.

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El Ejército de Guatemala en números

En la actualidad 24 mil personas integran las fuerzas militares, divididas en fuerzas de aire, tierra y mar, según Téllez. Las de aire pertenecen a la Fuerza Aérea Guatemalteca (FAG); las de mar, a la Marina de la Defensa Nacional y las de tierra que están desplegadas en todo el territorio nacional.

Mientras que las fuerzas especiales del Ejército son la Brigada de Fuerzas Especiales Kaibil y el Comando de Fuerza Especial Naval, este último opera en todos los espacios acuáticos del país, mientras los kaibiles en cualquier terreno y clima.

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“Si estás entrenado te sientes como en tu casa”

De sus intervenciones, el sargento del BEIR dice que no piensan en el peligro y riesgos sino en la misión que se les asigna. De los operativos realizados, algunos les dan más orgullo, como las capturas de extraditables o interceptar la mayor cantidad de droga, como la incautación de 2,000 kilos de cocaína en una sola operación.

“Desde que ingresé en el Ejército quise ser paracaidista, luego kaibil y finalmente en la fuerzas de fuerzas especiales, de la que me siento orgulloso porque sé de los riesgos y sacrificios que vive cada uno para obtener los mejores resultados por el éxito de la institución”, reitera.

Uno de los sacrificios es tener a la familia lejos y que no la visitamos. Pero sabemos que no solo nosotros lo vivimos, sino todas las fuerzas especiales de otros países”, insiste, porque están preparados para responder las 24 horas: cuando no están en campo, realizan entrenamientos o planifican operativos.

Parte de su preparación ha sido su servicio en el Congo y entrenamientos en Colombia, República Dominicana, Paraguay y Estados Unidos. De este último país reciben gran apoyo por medio de la embajada estadounidense. Y es que considera que es el entrenamiento lo que hace la diferencia, porque los escenarios nunca son iguales  y cada misión tiene su complejidad. “Si estás entrenado, sabes qué hacer y te sientes como en tu casa”, afirma.

Por eso, el miembro del BEIR hace el llamado a la población a confiar en el Ejército porque están trabajando. "Denuncien todo lo que sepan que está contra la Ley”, solicita. 

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“Somos los primeros en salvaguardar vidas”

Efraín López, de 49 años, también sargento mayor especialista rescatista del Batallón Humanitario y Rescate, con 30 años de servicio, cuenta que su trayectoria dentro del Ejército inició como soldado regular en 1992 y fue ascendiendo hasta tener una especialidad en las desactivadas unidades de Asuntos Civiles, tras los Acuerdos de Paz.

No obstante “por la necesidad, ubicación y exposición de Guatemala ante amenazas naturales se vio la necesidad de crear una unidad de búsqueda y rescate y así nace el batallón en 2004, del cual soy fundador”, dice con orgullo el líder del grupo.

“Fue creado para trabajar de manera directa con la población cuando hay amenazas o incidentes. Es el primero en responder y salvaguardar la vida de las personas”, insiste. Son tres compañías, de unos 79 miembros cada una y en aumento, las que ahora conforman este batallón y están ubicadas en Mazatenango, Suchitepéquez, Petén y la sede en la capital.

 

“He salvado muchas vidas y también recuperado varios cuerpos, quizá los entregamos sin vida, pero es un reconocimiento a las familias”, dice.

López cuenta que la primera experiencia y de la cual partió la evolución del grupo fue el alud de Senahú, en 2005, donde 22 personas perdieron la vida y destruyó unas 80 viviendas. Le siguió el deslave de tierra en Los Chorros, entre la ruta de Chicamán, Quiché, con San Cristóbal Verapaz, Alta Verapaz, en 2009, donde 149 jornaleros quedaron sepultados por unas 10 mil toneladas de tierra, cuando caminaban a pie por las veredas, en su intento por evadir el deslizamiento que bloqueaba la ruta.

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Volcán de Fuego, Cambray y otras emergencias

Son un sinfín de desastres en los que López ha dado apoyo, aunque reconoce: “lo más doloroso que hemos vivido fue la erupción del Volcán de Fuego, en 2018 y el deslizamiento de tierra en Cambray II, por la cantidad de vidas que se perdieron. Fueron comunidades completas destruidas, incluido su entorno”, lamenta. Ambos sucesos superan los 700 muertos, incluyendo las personas desaparecidas.

“En Cambray se nos dio la alerta a las 22:00 horas, fui al lugar con otros siete rescatistas y todo era soledad y amenaza. Mi mente dijo 'no puedo', pero mi corazón me hizo avanzar por los gritos que se escuchaban”, narra como una de las experiencias que más recuerda.

“En el Ejército no pensamos en nuestra familia, la abandonamos. Cuando hay amenazas no pensamos en la familia, sino que en el pueblo afectado. Tampoco tenemos aquella delicadeza de buscar un lugar limpio ni para comer. Muchas veces consumimos alimentos en el mismo lugar donde hay cuerpos en descomposición”, cuenta.

"Los últimos en salir del desastre"

Una de las últimas intervenciones que menciona es deslizamiento de tierra  en la aldea Quejá, en San Cristóbal Verapaz, por el paso de las tormentas Eta e Iota, en 2020, donde la población llegó a confundirlos con personal de la Conred, cuando llegaron con camillas y parihuelas.

“Somos los primeros en llegar y los últimos en salir del desastre”, expresa. Esas habilidades las han obtenido con los bomberos Voluntarios y Municipales, pero también con el grupo militar de Arkansas y una organización de paramédicos, de Estados Unidos. También con las fuerzas armadas de Centroamérica.

 

“Ser rescatista me da orgullo porque voy directamente a salvar vidas y apoyar a poblados de Guatemala y de otros países”, afirma en referencia a los llamados de auxilio que han atendido en El Salvador, Haití y Costa Rica.

El rescate en este último país fue por la tormenta tropical Tomás en 2010 y  de la experiencia recuerda que “la expresidenta Laura Chinchilla no vio el uniforme sino a seres humanos, dándonos un lugar seguro para descansar y retomar labores al siguiente día”, menciona en cuanto al trato en ese país que no tiene ejército.

En estos días de temporada de lluvia, el rescatista recomienda a la población que independientemente de las características del terreno en el que vive, evaluar el lugar y las amenazas y tomar en cuenta si lo que ocurre en otros lugares puede suceder en su entorno.

La evaluación mitiga la amenaza,  sobre todo antes de construir para no hacerlo a la orilla de un río o en terrenos vulnerables porque hoy vemos muchas tragedias por la falta de prevención”, concluye López.

  • Producción periodística: Viviana Mutz | Producción audiovisual: Francisco Rosales
  • Este trabajo fue publicado y producido originalmente en junio 2022.