Reír a pesar de los atrasos. Esta es la historia urbana de José Vicente Solórzano Aguilar.
Me gustaría asistir al alumbramiento de un chiste o de un meme. Envidio a las personas que reconocen los puntos débiles de esos personajes que pueblan la política, la farándula y el deporte.
Tienen dominio de la palabra, saben combinarla con las imágenes: su puntería es certera. Celebramos sus ocurrencias, también envidiamos su agudeza, aunque nos amargamos al recordar que ciertos comportamientos jamás se enmiendan.
El otro día me compartieron un meme donde se consigna que Costa Rica ya tiene a cien mil de sus habitantes vacunados contra la covid-19.
El Salvador está por inmunizar a su población y Guatemala se limita a corear las bendiciones que derrama el presidente Alejandro Giammattei cuando terminan sus comparecencias ante la cadena nacional de radio y televisión.
Nuestros vecinos avanzan contra la enfermedad que ya causó cerca de 6,254 muertos y 170,665 contagios en toda Guatemala, sobre una población estimada en 17,613,000 habitantes.
Al sol de hoy seguimos sin saber cuándo llegarán las primeras dosis al Aeropuerto Internacional La Aurora. Quién las proveerá, a cuánto se pagarán y dónde empezarán a aplicarse.
Casos para reír
Me temo que veremos escenarios similares a los contemplados en Perú. En ese país decenas de funcionarios se inmunizaron en secreto entre octubre y enero mientras se ensayaba la vacuna china Sinopharm.
El escándalo peruano incluye al expresidente Martín Vizcarra, la excanciller Elizabeth Astete y la exministra de Salud Pilar Mazzetti.
Mientras que en el estado mexicano de Zacatecas la situación no fue distinta. En este caso, 33 familiares y amigos de políticos adscritos al Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acción Nacional usaron sus influencias. Se colaron entre la población necesitada de la comunidad Bañón, municipio de Villa de Cos.
Y volviendo al sur del continente, en Argentina, el periodista Horacio Verbitsky confesó que movió palancas ante su amigo el ministro de Salud, Ginés González García, para vacunarse.
Mejor ni pensemos cuándo nos irá a tocar la dichosa vacuna a los que estamos más o menos bien de salud. El personal médico, prioritario junto a nuestros mayores de 60 años, sigue expuesto al cansancio, los contagios y la muerte.
Sólo nos queda la risa, aunque sea a regañadientes, para ganar los refuerzos que remedien la cólera que sentimos ante la indolencia estatal. Frente a codicia de la clase politiquera y esos negocios turbios relacionados con la compra de medicamentos.
Reír a pesar de los atrasos. Esta es la historia urbana de José Vicente Solórzano Aguilar.
Me gustaría asistir al alumbramiento de un chiste o de un meme. Envidio a las personas que reconocen los puntos débiles de esos personajes que pueblan la política, la farándula y el deporte.
Tienen dominio de la palabra, saben combinarla con las imágenes: su puntería es certera. Celebramos sus ocurrencias, también envidiamos su agudeza, aunque nos amargamos al recordar que ciertos comportamientos jamás se enmiendan.
El otro día me compartieron un meme donde se consigna que Costa Rica ya tiene a cien mil de sus habitantes vacunados contra la covid-19.
El Salvador está por inmunizar a su población y Guatemala se limita a corear las bendiciones que derrama el presidente Alejandro Giammattei cuando terminan sus comparecencias ante la cadena nacional de radio y televisión.
Nuestros vecinos avanzan contra la enfermedad que ya causó cerca de 6,254 muertos y 170,665 contagios en toda Guatemala, sobre una población estimada en 17,613,000 habitantes.
Al sol de hoy seguimos sin saber cuándo llegarán las primeras dosis al Aeropuerto Internacional La Aurora. Quién las proveerá, a cuánto se pagarán y dónde empezarán a aplicarse.
Casos para reír
Me temo que veremos escenarios similares a los contemplados en Perú. En ese país decenas de funcionarios se inmunizaron en secreto entre octubre y enero mientras se ensayaba la vacuna china Sinopharm.
El escándalo peruano incluye al expresidente Martín Vizcarra, la excanciller Elizabeth Astete y la exministra de Salud Pilar Mazzetti.
Mientras que en el estado mexicano de Zacatecas la situación no fue distinta. En este caso, 33 familiares y amigos de políticos adscritos al Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acción Nacional usaron sus influencias. Se colaron entre la población necesitada de la comunidad Bañón, municipio de Villa de Cos.
Y volviendo al sur del continente, en Argentina, el periodista Horacio Verbitsky confesó que movió palancas ante su amigo el ministro de Salud, Ginés González García, para vacunarse.
Mejor ni pensemos cuándo nos irá a tocar la dichosa vacuna a los que estamos más o menos bien de salud. El personal médico, prioritario junto a nuestros mayores de 60 años, sigue expuesto al cansancio, los contagios y la muerte.
Sólo nos queda la risa, aunque sea a regañadientes, para ganar los refuerzos que remedien la cólera que sentimos ante la indolencia estatal. Frente a codicia de la clase politiquera y esos negocios turbios relacionados con la compra de medicamentos.