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Historias Urbanas; Se la pasan oyendo voces

De veras que se extrañan las clases de urbanidad y buenas costumbres que aún formaban parte de las asignaturas escolares hace cuarenta años. El ejemplo recibido en casa se refrendaba con las enseñanzas del maestro.

.
Invitado
02 de julio, 2023
Se la pasan oyendo voces. Literatura, música, historia y asuntos cotidianos, hallará en el blog dominical de José Vicente Solórzano Aguilar.

Desde que proliferan los creadores de contenido, abundan a millares los videos acerca de cualquier tema. Algunos dan ideas prácticas para solucionar cualquier reparación en casa. Otros cuentan la película entera en su afán de que el espectador no se quede con la duda y tenga que esperar toda la proyección de créditos a la espera de la escena escondida.

Muchos se proponen dotar al oyente de las herramientas para salir del estado de ánimo en que se encuentre y motivarlo a ser un triunfador. Y la gran mayoría incide en repasar los pormenores del divorcio de las estrellas del cine, la televisión y la música pop; cuestiona o ensalza a los gobernantes más notorios del momento; aseguran tener las pruebas palpables del final de los tiempos.

Todo eso captamos a retazos mientras se hace cola para ingresar a tal dependencia pública o se viaja de una punta a otra de la ciudad en transporte colectivo. La mayoría se narra en un tono parejo, sin giros que rompan la monotonía. Proceden de los teléfonos celulares sin que sus dueños se preocupen por colocarse los audífonos para escucharlos mejor. A estas alturas del partido es inútil preguntarse si los dejaron olvidados o los perdieron.

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Da la impresión de que el silencio los incomoda. Me imagino que temen encontrarse con esa voz interior que les recuerda los pagos por cumplir, levantarse de madrugada para captar la poca agua que reciben en sus casas, esos ardores del estómago que pueden deberse al estrés o algún alimento que esté cayendo mal. Entonces se ponen a escuchar las voces que brotan de su teléfono. Hay que distraerse con algo. Y si la persona de a la par se incomoda, no les importa.

De veras que se extrañan las clases de urbanidad y buenas costumbres que aún formaban parte de las asignaturas escolares hace cuarenta años. El ejemplo recibido en casa se refrendaba con las enseñanzas del maestro. La cortesía cedió territorio a esa característica demasiado guatemalteca de “este macho es mi mula y de aquí no me bajo”, expresada con el orgullo del que se ganó una medalla en los Juegos Olímpicos.

Historias Urbanas; Se la pasan oyendo voces

De veras que se extrañan las clases de urbanidad y buenas costumbres que aún formaban parte de las asignaturas escolares hace cuarenta años. El ejemplo recibido en casa se refrendaba con las enseñanzas del maestro.

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Invitado
02 de julio, 2023
Se la pasan oyendo voces. Literatura, música, historia y asuntos cotidianos, hallará en el blog dominical de José Vicente Solórzano Aguilar.

Desde que proliferan los creadores de contenido, abundan a millares los videos acerca de cualquier tema. Algunos dan ideas prácticas para solucionar cualquier reparación en casa. Otros cuentan la película entera en su afán de que el espectador no se quede con la duda y tenga que esperar toda la proyección de créditos a la espera de la escena escondida.

Muchos se proponen dotar al oyente de las herramientas para salir del estado de ánimo en que se encuentre y motivarlo a ser un triunfador. Y la gran mayoría incide en repasar los pormenores del divorcio de las estrellas del cine, la televisión y la música pop; cuestiona o ensalza a los gobernantes más notorios del momento; aseguran tener las pruebas palpables del final de los tiempos.

Todo eso captamos a retazos mientras se hace cola para ingresar a tal dependencia pública o se viaja de una punta a otra de la ciudad en transporte colectivo. La mayoría se narra en un tono parejo, sin giros que rompan la monotonía. Proceden de los teléfonos celulares sin que sus dueños se preocupen por colocarse los audífonos para escucharlos mejor. A estas alturas del partido es inútil preguntarse si los dejaron olvidados o los perdieron.

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Da la impresión de que el silencio los incomoda. Me imagino que temen encontrarse con esa voz interior que les recuerda los pagos por cumplir, levantarse de madrugada para captar la poca agua que reciben en sus casas, esos ardores del estómago que pueden deberse al estrés o algún alimento que esté cayendo mal. Entonces se ponen a escuchar las voces que brotan de su teléfono. Hay que distraerse con algo. Y si la persona de a la par se incomoda, no les importa.

De veras que se extrañan las clases de urbanidad y buenas costumbres que aún formaban parte de las asignaturas escolares hace cuarenta años. El ejemplo recibido en casa se refrendaba con las enseñanzas del maestro. La cortesía cedió territorio a esa característica demasiado guatemalteca de “este macho es mi mula y de aquí no me bajo”, expresada con el orgullo del que se ganó una medalla en los Juegos Olímpicos.