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China en América Latina: aquí viene el dragón

La innegable y creciente influencia mundial del gigante asiático se ha hecho sentir en América Latina, donde sus inversiones en infraestructuras, energía y minería tienen un impacto significativo en las economías de la región.

La influencia de China en América Latina viene en aumento.
Sofía Marty
20 de abril, 2023

China se ha convertido, en menos de dos décadas, en un jugador inevitable de la economía y sociopolítica actual. Su extenso brazo imbatible ha sacudido al orden reinante, debilitando viejas alianzas occidentales y tejiendo otras.

La presencia china en la región suscita inquietudes en relación con cuestiones como la sostenibilidad de la deuda, el costo medioambiental de dichas inversiones y la influencia geopolítica. Todo indica que, a pesar del cambiante panorama político  y de la pandemia, la presencia de China en América Latina va a continuar. 

Esto presenta tanto oportunidades como retos en un continente a menudo inestable que se ve en la necesidad imperiosa de adoptar un enfoque estratégico y diversificado para abrirse a China, garantizando al mismo tiempo la transparencia y el equilibrio en sus relaciones.

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Inversiones de China en América Latina

En los últimos años, China ha invertido fuertemente en América Latina. En el año 2000, el mercado chino representaba apenas el 2% de las exportaciones latinoamericanas.  En 2021, el comercio totalizaba 450.000 millones de dólares, y se predice que superará los 700.000 millones en 2035. Hoy en día, China es el primer socio comercial de América del Sur y el segundo de América Latina en su totalidad, destronando a Estados Unidos.

La minería es de particular interés para China, y cerca del 60% de las reservas de litio se encuentran en Chile, Argentina y Bolivia. En Argentina, ​​la empresa china de baterías Ganfeng Lithium compró Lithea Inc. por  962 millones de dólares (para ilustrar la magnitud de estas inversiones, debe notarse que en 2022, China invirtió 8.400 millones de dólares en la Unión Europea, 4.700 millones en Estados Unidos y entre 7.000 y 10.000 millones en América Latina y el Caribe).  

Además de litio, Chile y Perú son dos de los mayores productores de cobre, mientras que Brasil es rico en níquel. Para un país que se convirtió en potencia mundial a través de su desarrollo tecnológico, estos metales son imprescindibles para la solidificación de su posición dominante.

Qué hay detrás de la presencia China en la región y su influencia geopolítica

Sumados a las inversiones tradicionales están los préstamos oficiales, es decir, aquellos concedidos de parte de bancos chinos a gobiernos latinoamericanos. Entre 2007 y 2016, estos préstamos promediaron 10.000 millones de dólares anuales para el continente. Desde entonces, estas cifras han disminuido, pero no porque China haya abandonado América Latina, sino porque las transacciones se han hecho más comunes entre privados.

Resta ver si las inversiones y préstamos condicionan las decisiones políticas de las distintas naciones latinoamericanas, como votos en las Naciones Unidas (al tratar, por ejemplo, temas sensibles, como el genocidio uigur) o diplomacia en general, como el reconocimiento de Taiwán como nación soberana e independiente.

En este sentido, el pasado mes de marzo, casi inmediatamente después de que Honduras estableciera relaciones diplomáticas con China, las rompía con Taiwán, acción que Joseph Wu, ministro taiwanés de relaciones exteriores, calificara de “profundamente lamentable”.

Uruguay, por su parte, busca un tratado de libre comercio con China, algo que ha ofendido a los otros miembros del Mercosur. Como explica The Diplomat, “el Mercosur es la quinta región más proteccionista del mundo. En los más de 30 años transcurridos desde su creación, no ha logrado consolidarse como una plataforma de integración sudamericana relevante, y hoy padece unas cifras de comercio exterior paupérrimas. Es el bloque de integración con la menor relación comercio exterior - PIB”.

A medida que la esfera de influencia de China crece, la estadounidense se apaga tímidamente sin dar pelea aparente. El Center for Strategic and International Studies explica en un informe que China “ha incrementado sus relaciones comerciales y de inversión en todas las regiones en desarrollo y ha proporcionado un importante apoyo financiero para el desarrollo de infraestructuras, un ámbito de crecimiento muy deseado que Estados Unidos y sus socios no están dispuestos a financiar”.

Aquí viene el dragón chino

En efecto, China, que no parece tener competidores, es a menudo la única opción en América Latina y el Caribe. Al respecto, Ryan Berg, director del Americas Program en la misma institución, afirmó que “los gobiernos saben que no van a obtener el mismo nivel de calidad asociándose con empresas chinas, pero también tendrán menos dolores de cabeza, menos normativas, menos lecciones sobre el medio ambiente, menos quejas de organizaciones no gubernamentales”.

La influencia de China en América Latina es un tema complejo y polifacético imposible de cubrir en apenas un artículo. Si bien  la presencia china ha aportado beneficios a algunos países, como un mayor acceso a la financiación y la tecnología, el endeudamiento y las relaciones comerciales desiguales suscitan preocupación. 

Si China continúa expandiendo su alcance global, será importante que los países latinoamericanos manejen cuidadosamente sus relaciones con el gigante asiático para asegurarse de que son capaces de maximizar los beneficios del compromiso, salvaguardando al mismo tiempo sus propios intereses, valores, independencia diplomática y soberanía general.

China en América Latina: aquí viene el dragón

La innegable y creciente influencia mundial del gigante asiático se ha hecho sentir en América Latina, donde sus inversiones en infraestructuras, energía y minería tienen un impacto significativo en las economías de la región.

La influencia de China en América Latina viene en aumento.
Sofía Marty
20 de abril, 2023

China se ha convertido, en menos de dos décadas, en un jugador inevitable de la economía y sociopolítica actual. Su extenso brazo imbatible ha sacudido al orden reinante, debilitando viejas alianzas occidentales y tejiendo otras.

La presencia china en la región suscita inquietudes en relación con cuestiones como la sostenibilidad de la deuda, el costo medioambiental de dichas inversiones y la influencia geopolítica. Todo indica que, a pesar del cambiante panorama político  y de la pandemia, la presencia de China en América Latina va a continuar. 

Esto presenta tanto oportunidades como retos en un continente a menudo inestable que se ve en la necesidad imperiosa de adoptar un enfoque estratégico y diversificado para abrirse a China, garantizando al mismo tiempo la transparencia y el equilibrio en sus relaciones.

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Inversiones de China en América Latina

En los últimos años, China ha invertido fuertemente en América Latina. En el año 2000, el mercado chino representaba apenas el 2% de las exportaciones latinoamericanas.  En 2021, el comercio totalizaba 450.000 millones de dólares, y se predice que superará los 700.000 millones en 2035. Hoy en día, China es el primer socio comercial de América del Sur y el segundo de América Latina en su totalidad, destronando a Estados Unidos.

La minería es de particular interés para China, y cerca del 60% de las reservas de litio se encuentran en Chile, Argentina y Bolivia. En Argentina, ​​la empresa china de baterías Ganfeng Lithium compró Lithea Inc. por  962 millones de dólares (para ilustrar la magnitud de estas inversiones, debe notarse que en 2022, China invirtió 8.400 millones de dólares en la Unión Europea, 4.700 millones en Estados Unidos y entre 7.000 y 10.000 millones en América Latina y el Caribe).  

Además de litio, Chile y Perú son dos de los mayores productores de cobre, mientras que Brasil es rico en níquel. Para un país que se convirtió en potencia mundial a través de su desarrollo tecnológico, estos metales son imprescindibles para la solidificación de su posición dominante.

Qué hay detrás de la presencia China en la región y su influencia geopolítica

Sumados a las inversiones tradicionales están los préstamos oficiales, es decir, aquellos concedidos de parte de bancos chinos a gobiernos latinoamericanos. Entre 2007 y 2016, estos préstamos promediaron 10.000 millones de dólares anuales para el continente. Desde entonces, estas cifras han disminuido, pero no porque China haya abandonado América Latina, sino porque las transacciones se han hecho más comunes entre privados.

Resta ver si las inversiones y préstamos condicionan las decisiones políticas de las distintas naciones latinoamericanas, como votos en las Naciones Unidas (al tratar, por ejemplo, temas sensibles, como el genocidio uigur) o diplomacia en general, como el reconocimiento de Taiwán como nación soberana e independiente.

En este sentido, el pasado mes de marzo, casi inmediatamente después de que Honduras estableciera relaciones diplomáticas con China, las rompía con Taiwán, acción que Joseph Wu, ministro taiwanés de relaciones exteriores, calificara de “profundamente lamentable”.

Uruguay, por su parte, busca un tratado de libre comercio con China, algo que ha ofendido a los otros miembros del Mercosur. Como explica The Diplomat, “el Mercosur es la quinta región más proteccionista del mundo. En los más de 30 años transcurridos desde su creación, no ha logrado consolidarse como una plataforma de integración sudamericana relevante, y hoy padece unas cifras de comercio exterior paupérrimas. Es el bloque de integración con la menor relación comercio exterior - PIB”.

A medida que la esfera de influencia de China crece, la estadounidense se apaga tímidamente sin dar pelea aparente. El Center for Strategic and International Studies explica en un informe que China “ha incrementado sus relaciones comerciales y de inversión en todas las regiones en desarrollo y ha proporcionado un importante apoyo financiero para el desarrollo de infraestructuras, un ámbito de crecimiento muy deseado que Estados Unidos y sus socios no están dispuestos a financiar”.

Aquí viene el dragón chino

En efecto, China, que no parece tener competidores, es a menudo la única opción en América Latina y el Caribe. Al respecto, Ryan Berg, director del Americas Program en la misma institución, afirmó que “los gobiernos saben que no van a obtener el mismo nivel de calidad asociándose con empresas chinas, pero también tendrán menos dolores de cabeza, menos normativas, menos lecciones sobre el medio ambiente, menos quejas de organizaciones no gubernamentales”.

La influencia de China en América Latina es un tema complejo y polifacético imposible de cubrir en apenas un artículo. Si bien  la presencia china ha aportado beneficios a algunos países, como un mayor acceso a la financiación y la tecnología, el endeudamiento y las relaciones comerciales desiguales suscitan preocupación. 

Si China continúa expandiendo su alcance global, será importante que los países latinoamericanos manejen cuidadosamente sus relaciones con el gigante asiático para asegurarse de que son capaces de maximizar los beneficios del compromiso, salvaguardando al mismo tiempo sus propios intereses, valores, independencia diplomática y soberanía general.