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En Ecuador, por ahora, gobierna la derecha

.
Sebastián Gennari
17 de octubre, 2023

El pasado 15 de octubre, se celebró la segunda vuelta de las elecciones presidenciales ecuatorianas. Ganó Daniel Noboa (ADN, derecha), novato en política, pero hijo de Álvaro Noboa, el magnate bananero que fue cinco veces candidato presidencial. Con el 97.3% escrutado, el ahora presidente electo convenció al 52.01% del electorado, superando el 47.99% de Luisa González (RC, izquierda).

  • Con este resultado, queda temporalmente derrotado el correísimo, que había puesto todas sus esperanzas en González, funcionaria y militante de larga data. La otrora diputada no ostentará cargo público alguno.

  • Noboa, de 35 años, se convertirá en el presidente más joven del país. Su gran desafío es la inseguridad ciudadana, fruto del narcotráfico; en efecto, la tasa de homicidios se ha quintuplicado en el último lustro, que cobró la vida del candidato presidencial, Fernando Villavicencio.

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  • Además, tendrá que lidiar con los serios problemas económicos del país. Guillermo Lasso, el presidente saliente, asumió la primera magistratura con una agenda reformista que, en definitiva, le trajo la muerte política.

Contexto. En mayo, el presidente Lasso, temiendo su destitución, desencadenó el mecanismo constitucional de "muerte cruzada", disolviendo la Asamblea Nacional y convocando comicios anticipadamente. Noboa, por tanto, dispone de poco tiempo, pues solo cumplirá con lo que resta del mandato de Lasso.

  • Noboa, que sorprendió con su buen desempeño en la primera vuelta, tiene hasta febrero de 2025 para garantizarse la reelección. Al contrario de otros mandatarios, no contará con un periodo de gracia de 100 días.

  • Resulta problemática la aritmética parlamentaria, que deja a Noboa en una posición parecida a la del malogrado Lasso. Frente a los 52 diputados del correísmo, su partido cuenta con 14 de los 137 escaños de la Asamblea Nacional.

  • Como el tiempo apremia, el Gobierno se valdrá de decretos ley y consultas populares. Noboa ya habla de encarcelar a los reos particularmente peligrosos en prisiones flotantes en el Pacífico, una propuesta tan quijotesca como popular.

Panorama general. Los mercados internacionales ven con buenos ojos el resultado de las elecciones. El presidente electo es, ante todo, el heredero de una de las grandes fortunas ecuatorianas; el egresado de Harvard y de Northwestern, puede presumir del tipo de currículum que tranquiliza a los inversionistas extranjeros.

  • El FMI pronostica que la economía ecuatoriana crecerá un ínfimo 1.4% este año. El erario ya maneja un déficit anual de US$2,819M y destina un 3.9% del PIB —más que Argentina, debe decirse— a los subsidios públicos.

  • Noboa no podrá impulsar cambios estructurales. Para reducir el déficit, tendría que retirar los subsidios a los que se ha acostumbrado el electorado, cosa que perjudicaría su campaña de cara al 2025.

  • Sí podrá sanear las cuentas públicas, al menos parcialmente, y alentar la inversión extranjera. Ya se baraja una cuantiosa reducción fiscal, así como una reforma al Código Penal para reforzar la seguridad jurídica.

Ecos regionales. Noboa presenta innegables similitudes con Nayib Bukele, el presidente salvadoreño. Ambos son políticos jóvenes que heredan una coyuntura nacional nefasta; al igual que Bukele, que ya zanjó la cuestión, Noboa también enfrenta una situación legislativa cuando menos desfavorable.

  • Es de notar que Noboa no llegó al poder con una campaña monotemática de "mano dura". Se presentó como un administrador sensato y comedido capaz de liquidar al correísmo e impulsar el desarrollo económico.

  • Esta característica la comparte con Bukele, que en primera instancia prometió acabar con la casta corrupta de los partidos tradicionales de El Salvador. Ya en el poder, sobra decir que se destacó por otros motivos.

  • Puede afirmarse que, a pesar de la gran preocupación ante la criminalidad, el electorado latinoamericano requiere de propuestas más sofisticadas. Se le tiene que vender, en resumidas cuentas, una visión del país.

En Ecuador, por ahora, gobierna la derecha

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Sebastián Gennari
17 de octubre, 2023

El pasado 15 de octubre, se celebró la segunda vuelta de las elecciones presidenciales ecuatorianas. Ganó Daniel Noboa (ADN, derecha), novato en política, pero hijo de Álvaro Noboa, el magnate bananero que fue cinco veces candidato presidencial. Con el 97.3% escrutado, el ahora presidente electo convenció al 52.01% del electorado, superando el 47.99% de Luisa González (RC, izquierda).

  • Con este resultado, queda temporalmente derrotado el correísimo, que había puesto todas sus esperanzas en González, funcionaria y militante de larga data. La otrora diputada no ostentará cargo público alguno.

  • Noboa, de 35 años, se convertirá en el presidente más joven del país. Su gran desafío es la inseguridad ciudadana, fruto del narcotráfico; en efecto, la tasa de homicidios se ha quintuplicado en el último lustro, que cobró la vida del candidato presidencial, Fernando Villavicencio.

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  • Además, tendrá que lidiar con los serios problemas económicos del país. Guillermo Lasso, el presidente saliente, asumió la primera magistratura con una agenda reformista que, en definitiva, le trajo la muerte política.

Contexto. En mayo, el presidente Lasso, temiendo su destitución, desencadenó el mecanismo constitucional de "muerte cruzada", disolviendo la Asamblea Nacional y convocando comicios anticipadamente. Noboa, por tanto, dispone de poco tiempo, pues solo cumplirá con lo que resta del mandato de Lasso.

  • Noboa, que sorprendió con su buen desempeño en la primera vuelta, tiene hasta febrero de 2025 para garantizarse la reelección. Al contrario de otros mandatarios, no contará con un periodo de gracia de 100 días.

  • Resulta problemática la aritmética parlamentaria, que deja a Noboa en una posición parecida a la del malogrado Lasso. Frente a los 52 diputados del correísmo, su partido cuenta con 14 de los 137 escaños de la Asamblea Nacional.

  • Como el tiempo apremia, el Gobierno se valdrá de decretos ley y consultas populares. Noboa ya habla de encarcelar a los reos particularmente peligrosos en prisiones flotantes en el Pacífico, una propuesta tan quijotesca como popular.

Panorama general. Los mercados internacionales ven con buenos ojos el resultado de las elecciones. El presidente electo es, ante todo, el heredero de una de las grandes fortunas ecuatorianas; el egresado de Harvard y de Northwestern, puede presumir del tipo de currículum que tranquiliza a los inversionistas extranjeros.

  • El FMI pronostica que la economía ecuatoriana crecerá un ínfimo 1.4% este año. El erario ya maneja un déficit anual de US$2,819M y destina un 3.9% del PIB —más que Argentina, debe decirse— a los subsidios públicos.

  • Noboa no podrá impulsar cambios estructurales. Para reducir el déficit, tendría que retirar los subsidios a los que se ha acostumbrado el electorado, cosa que perjudicaría su campaña de cara al 2025.

  • Sí podrá sanear las cuentas públicas, al menos parcialmente, y alentar la inversión extranjera. Ya se baraja una cuantiosa reducción fiscal, así como una reforma al Código Penal para reforzar la seguridad jurídica.

Ecos regionales. Noboa presenta innegables similitudes con Nayib Bukele, el presidente salvadoreño. Ambos son políticos jóvenes que heredan una coyuntura nacional nefasta; al igual que Bukele, que ya zanjó la cuestión, Noboa también enfrenta una situación legislativa cuando menos desfavorable.

  • Es de notar que Noboa no llegó al poder con una campaña monotemática de "mano dura". Se presentó como un administrador sensato y comedido capaz de liquidar al correísmo e impulsar el desarrollo económico.

  • Esta característica la comparte con Bukele, que en primera instancia prometió acabar con la casta corrupta de los partidos tradicionales de El Salvador. Ya en el poder, sobra decir que se destacó por otros motivos.

  • Puede afirmarse que, a pesar de la gran preocupación ante la criminalidad, el electorado latinoamericano requiere de propuestas más sofisticadas. Se le tiene que vender, en resumidas cuentas, una visión del país.