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Winston Churchill, el hacedor político de la Isabel II y su cercana relación con la reina

El nombre de Winston Spencer Churchill no hay otro, sobre todo, porque nunca le debieron tanto a una sola persona, debido a que la educación política de Isabel II fue delineada por el ex Primer Ministro. 

Churchill fue figura en la Segunda Guerra y delineó la educación política de la reina Isabel II. (Foto: Redes sociales)
Redacción República
13 de septiembre, 2022

En Reino Unido, nunca le debieron tanto a una sola persona como Winston Churchill, debido a que la educación política de Isabel II, coronada en 1952, fue delineada por el ex Primer Ministro, en un mundo que empezaba a cambiar para siempre. 

Con un mensaje a secas y conciso de no más de una docena de palabras se leyó el parte médico de Churchill, en el que anunciaban su muerte la mañana del 24 de enero de 1965. 

Churchill fue figura en la Segunda Guerra, cuando enfrentó a Hitler y mantuvo vivo el espíritu británico ante la caída del viejo imperio. Ayudó a liberar Europa y finalmente murió hace 57 años. 

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Esa mañana, la reina envió un mensaje a lady Clementine, la mujer de Winston, un amor que sobrevivió a dos guerras mundiales y a una amante de Winston. 

El parte médico era ahora el anuncio de la muerte del paciente y se leyó el breve texto a unos treinta colegas que montaban guardia, bajo la lluvia, en el número 28 de Hyde Park Gate, la pequeña calle al sur de Kensington Gardens.

El nombre de Winston Spencer Churchill no había otro, sobre todo, por que nadie había enfrentado a solas al nazismo y salvar a Inglaterra de sus garras. 

Antes de hacer el anuncio al mundo, la noticia se le comunicó a la reina Isabel II y al primer ministro Harold Wilson.

El mensaje de la monarca entonces fue: "El mundo entero es más pobre por la pérdida de su genio multifacético, mientras que la superviviencia de este país y de las naciones hermanas de la Commonwealth, frente al mayor peligro que jamás los haya amenazado. Será un recuerdo perpetuo de su liderazgo y coraje". 

Churchill sufrió un derrame celebral y solo la "tenacidad y un espíritu de vida pudieron permitir que el hombre de 90 años de edad sobreviviera a tantos días de obstáculo".

El hacedor de historia

Se identificó como un hacedor de la historia, con capacidad de liderazgo y un coraje indomable. El mundo sintió en aquellos días que se iba un grande, acaso el último grande de la Segunda Guerra Mundial.

Aquel mundo de entonces no era este. Ni siquiera era el mundo de ayer. Era otro mundo a casi veinte años de terminada la Segunda Guerra y en pleno conflicto entre Estados Unidos y la URSS que había amenazado dos veces con un estallido nuclear. 

Churchill era un guerrero ya en reposo, defensor de la paz por haber conocido la guerra, hábil y astuto en su vida política que había aceptado, acaso con resignado fatalismo, que al terminar la guerra el imperio británico hubiera perdido sus luces y su influencia frente a otra naciente superpotencia, Estados Unidos, y a la consolidación de la Unión Soviética como otro imperio, comunista, que dominaba el este europeo.

Churchill fue en esos años un enemigo del comunismo, como lo había sido antes del nazismo. 

La Segunda Guerra no tenía aún un año de terminada, y Winston alertaba sobre la dominación soviética en Europa que sería férrea y perduraría hasta la caída del Muro de Berlín, en 1989, del comunismo en 1991 y que revive hoy con ecos sombríos: que lo digan los ucranianos. Churchill conocía bien a Stalin: había mantenido con los soviéticos, y con el presidente americano Franklin Roosevelt, y luego con Truman, tres grandes conferencias conocidas como la de “Los Tres Grandes”.

Esa entereza también fue juzgada como un rasgo inolvidable del carácter de Churchill y parte del secreto de su intensa y emotiva llegada a la sociedad británica: era un orador extraordinario. Escribía sus propios discursos.

Otro gran mérito político de Churchill fue haber hablado sin secretos y con una franqueza y llanura insoportables. 

Winston era un bebedor empedernido. Desayunaba con whisky, un dedo y hasta arriba de soda: solo a Churchill se le puede perdonar el “champanizar” el whisky.

Quién era Winston Churchill

Nació en el palacio de Blenheim el 30 de noviembre de 1874. Su padre, lord Randolph Churchill, era un político distinguido de la época, séptimo duque de Marlborough.

La mamá lo puso en manos de una niñera. Fue un chico de emoción fácil, tímido, alumno pésimo, azotado con rigor, según las normas de la época, en el colegio privado de su infancia. No pudo entrar cuando quiso al Royal Military College de Sandhurst, hasta que lo admitieron por la ventana de una “clase de caballería”. 

Fue teniente del cuarto curso de los húsares y, sin mucho que hacer, se decidió por partir a la guerra de Cuba por su independencia, como corresponsal de guerra.

Después llegó la Segunda Guerra, la gloria y la caída. En 1951 fue elegido de nuevo primer ministro de Gran Bretaña.

En junio de 1953 un accidente cerebro vascular le paralizó la parte izquierda del cuerpo. No llegó a terminar de escribir, recibió parte de los honores negados después de la guerra, incluido un ducado que tuvo a bien rechazar.

En 1955 renunció como primer ministro y fue reemplazado por Anthony Eden, casado con su sobrina Ana Clarissa Churchill. Sólo iba al parlamento en caso de votaciones especiales y ya nunca volvió a hablar ante sus pares. 

 

 

Winston Churchill, el hacedor político de la Isabel II y su cercana relación con la reina

El nombre de Winston Spencer Churchill no hay otro, sobre todo, porque nunca le debieron tanto a una sola persona, debido a que la educación política de Isabel II fue delineada por el ex Primer Ministro. 

Churchill fue figura en la Segunda Guerra y delineó la educación política de la reina Isabel II. (Foto: Redes sociales)
Redacción República
13 de septiembre, 2022

En Reino Unido, nunca le debieron tanto a una sola persona como Winston Churchill, debido a que la educación política de Isabel II, coronada en 1952, fue delineada por el ex Primer Ministro, en un mundo que empezaba a cambiar para siempre. 

Con un mensaje a secas y conciso de no más de una docena de palabras se leyó el parte médico de Churchill, en el que anunciaban su muerte la mañana del 24 de enero de 1965. 

Churchill fue figura en la Segunda Guerra, cuando enfrentó a Hitler y mantuvo vivo el espíritu británico ante la caída del viejo imperio. Ayudó a liberar Europa y finalmente murió hace 57 años. 

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Esa mañana, la reina envió un mensaje a lady Clementine, la mujer de Winston, un amor que sobrevivió a dos guerras mundiales y a una amante de Winston. 

El parte médico era ahora el anuncio de la muerte del paciente y se leyó el breve texto a unos treinta colegas que montaban guardia, bajo la lluvia, en el número 28 de Hyde Park Gate, la pequeña calle al sur de Kensington Gardens.

El nombre de Winston Spencer Churchill no había otro, sobre todo, por que nadie había enfrentado a solas al nazismo y salvar a Inglaterra de sus garras. 

Antes de hacer el anuncio al mundo, la noticia se le comunicó a la reina Isabel II y al primer ministro Harold Wilson.

El mensaje de la monarca entonces fue: "El mundo entero es más pobre por la pérdida de su genio multifacético, mientras que la superviviencia de este país y de las naciones hermanas de la Commonwealth, frente al mayor peligro que jamás los haya amenazado. Será un recuerdo perpetuo de su liderazgo y coraje". 

Churchill sufrió un derrame celebral y solo la "tenacidad y un espíritu de vida pudieron permitir que el hombre de 90 años de edad sobreviviera a tantos días de obstáculo".

El hacedor de historia

Se identificó como un hacedor de la historia, con capacidad de liderazgo y un coraje indomable. El mundo sintió en aquellos días que se iba un grande, acaso el último grande de la Segunda Guerra Mundial.

Aquel mundo de entonces no era este. Ni siquiera era el mundo de ayer. Era otro mundo a casi veinte años de terminada la Segunda Guerra y en pleno conflicto entre Estados Unidos y la URSS que había amenazado dos veces con un estallido nuclear. 

Churchill era un guerrero ya en reposo, defensor de la paz por haber conocido la guerra, hábil y astuto en su vida política que había aceptado, acaso con resignado fatalismo, que al terminar la guerra el imperio británico hubiera perdido sus luces y su influencia frente a otra naciente superpotencia, Estados Unidos, y a la consolidación de la Unión Soviética como otro imperio, comunista, que dominaba el este europeo.

Churchill fue en esos años un enemigo del comunismo, como lo había sido antes del nazismo. 

La Segunda Guerra no tenía aún un año de terminada, y Winston alertaba sobre la dominación soviética en Europa que sería férrea y perduraría hasta la caída del Muro de Berlín, en 1989, del comunismo en 1991 y que revive hoy con ecos sombríos: que lo digan los ucranianos. Churchill conocía bien a Stalin: había mantenido con los soviéticos, y con el presidente americano Franklin Roosevelt, y luego con Truman, tres grandes conferencias conocidas como la de “Los Tres Grandes”.

Esa entereza también fue juzgada como un rasgo inolvidable del carácter de Churchill y parte del secreto de su intensa y emotiva llegada a la sociedad británica: era un orador extraordinario. Escribía sus propios discursos.

Otro gran mérito político de Churchill fue haber hablado sin secretos y con una franqueza y llanura insoportables. 

Winston era un bebedor empedernido. Desayunaba con whisky, un dedo y hasta arriba de soda: solo a Churchill se le puede perdonar el “champanizar” el whisky.

Quién era Winston Churchill

Nació en el palacio de Blenheim el 30 de noviembre de 1874. Su padre, lord Randolph Churchill, era un político distinguido de la época, séptimo duque de Marlborough.

La mamá lo puso en manos de una niñera. Fue un chico de emoción fácil, tímido, alumno pésimo, azotado con rigor, según las normas de la época, en el colegio privado de su infancia. No pudo entrar cuando quiso al Royal Military College de Sandhurst, hasta que lo admitieron por la ventana de una “clase de caballería”. 

Fue teniente del cuarto curso de los húsares y, sin mucho que hacer, se decidió por partir a la guerra de Cuba por su independencia, como corresponsal de guerra.

Después llegó la Segunda Guerra, la gloria y la caída. En 1951 fue elegido de nuevo primer ministro de Gran Bretaña.

En junio de 1953 un accidente cerebro vascular le paralizó la parte izquierda del cuerpo. No llegó a terminar de escribir, recibió parte de los honores negados después de la guerra, incluido un ducado que tuvo a bien rechazar.

En 1955 renunció como primer ministro y fue reemplazado por Anthony Eden, casado con su sobrina Ana Clarissa Churchill. Sólo iba al parlamento en caso de votaciones especiales y ya nunca volvió a hablar ante sus pares.