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El tren ligero y los proyectos faraónicos

Ilustración: Gabriel López.
Sebastián Gennari
19 de diciembre, 2023

El tráfico en Centroamérica es en extremo complicado, valga la perogrullada. En Guatemala, la Policía Municipal de Tránsito estimó que el capitalino promedio permanece 56 días al año en el tráfico; cifras parecidas emergen desde los demás países de la región. 

  • San Salvador, donde las autoridades municipales buscan construir un metro con capital indio, parece ser un resquicio de paz en comparación. Aun así, el 53 % de sus habitantes pierden hasta tres horas al día en el tráfico.  

  • Costa Rica no se libra del oprobio automotriz. Hay estudios, ya con un lustro de antigüedad —y metodologías desconocidas— que le atribuyen a San José el peor tráfico de Latinoamérica y el tercer peor del mundo.  

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  • No resulta sorprendente, entonces, que a menudo se hable de planes faraónicos de transporte público. En muchos casos, se trata de proyectos teóricamente factibles que se ven obstaculizados por la inoperancia política y el escepticismo popular. 

Hemeroteca. Guatemala no es ajena a las propuestas ambiciosas. Hace unos años, se propuso construir el llamado MetroRiel, un tren ligero cuya primera línea cruzaría la capital en dirección norte-sur. El proyecto, cuyo coste se estimó en US$770M en 2017, avanza con lentitud. 

  • El MetroRiel atravesaría el centro de la ciudad y tendría unos 250,000 pasajeros diarios. En esto se distingue del Tren Urbano de San Juan, en Puerto Rico, uno de los grandes fracasos del transporte público en Latinoamérica. 

  • El metro de la capital puertorriqueña es utilizado por apenas 10 mil 200 pasajeros diarios, pues no penetra en el casco urbano. Costó US$2 mil 250M (en dólares de la época), muy por encima de la proyección inicial de US$1mil 500M. 

  • La ventaja del MetroRiel con respecto al Tren Urbano es que, al ser un tren ligero, no requiere de túneles y viaductos de larga y cara construcción. El inconveniente es que retirará carriles que ahora son utilizados por vehículos. 

La región. En Latinoamérica, no escasean los ejemplos de sistemas de metro, algunos de ellos con millones de pasajeros diarios. Es más fácil nombrar los países que carecen de uno: toda Centroamérica, salvo Panamá; Cuba —aunque cuenta con un destartalado ferrocarril suburbano— Bolivia, Uruguay y Paraguay. 

  • La práctica totalidad de los sistemas de transporte público reciben cuantiosos subsidios. En la Ciudad de México, por ejemplo, el Estado subsidia casi el 70% del coste de los viajes en metro. 

  • La mayoría de los sistemas asiáticos, e incluso algunos europeos, son rentables, pero este no es el caso en el Nuevo Mundo. Quienes más se acercan son los brasileños, que entraron en déficit a causa de la pandemia. 

  • Esto no tiene fácil solución: los latinoamericanos gastan el 12-17 % de sus ingresos en transporte, es decir, casi lo mismo que los norteamericanos y europeos, a pesar de tener ingresos muy inferiores. Esto solo es posible gracias a los subsidios ya en vigor. 

El balance. No es preciso obcecarse con los subsidios: la mayoría de los Gobiernos de la región, incluso aquellos con pésimos sistemas de transporte público, ya gastan sumas ingentes en transporte. Abundan, por ejemplo, los lobbies transportistas, que han conseguido enormes subsidios al combustible. 

  • A pesar de las subvenciones, cualquier tren ligero sin duda sería más caro que el autobús, por lo que resultan inciertas las cifras que sugieren que el MetroRiel transportará más pasajeros que el Transmetro. 

  • La inseguridad complica cualquier proyecto de transporte público en Guatemala. Incluso con una logística perfecta, el temor a ser asaltado reduce sustancialmente el número de pasajeros. 

  • Guatemala, en todo caso, tiene posibilidades limitadas y necesidades más inmediatas. Quizá sería más aconsejable una expansión del Transmetro, cuyo recorrido es limitado, y una apuesta nacional por las carreteras. 

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El tren ligero y los proyectos faraónicos

Ilustración: Gabriel López.
Sebastián Gennari
19 de diciembre, 2023

El tráfico en Centroamérica es en extremo complicado, valga la perogrullada. En Guatemala, la Policía Municipal de Tránsito estimó que el capitalino promedio permanece 56 días al año en el tráfico; cifras parecidas emergen desde los demás países de la región. 

  • San Salvador, donde las autoridades municipales buscan construir un metro con capital indio, parece ser un resquicio de paz en comparación. Aun así, el 53 % de sus habitantes pierden hasta tres horas al día en el tráfico.  

  • Costa Rica no se libra del oprobio automotriz. Hay estudios, ya con un lustro de antigüedad —y metodologías desconocidas— que le atribuyen a San José el peor tráfico de Latinoamérica y el tercer peor del mundo.  

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  • No resulta sorprendente, entonces, que a menudo se hable de planes faraónicos de transporte público. En muchos casos, se trata de proyectos teóricamente factibles que se ven obstaculizados por la inoperancia política y el escepticismo popular. 

Hemeroteca. Guatemala no es ajena a las propuestas ambiciosas. Hace unos años, se propuso construir el llamado MetroRiel, un tren ligero cuya primera línea cruzaría la capital en dirección norte-sur. El proyecto, cuyo coste se estimó en US$770M en 2017, avanza con lentitud. 

  • El MetroRiel atravesaría el centro de la ciudad y tendría unos 250,000 pasajeros diarios. En esto se distingue del Tren Urbano de San Juan, en Puerto Rico, uno de los grandes fracasos del transporte público en Latinoamérica. 

  • El metro de la capital puertorriqueña es utilizado por apenas 10 mil 200 pasajeros diarios, pues no penetra en el casco urbano. Costó US$2 mil 250M (en dólares de la época), muy por encima de la proyección inicial de US$1mil 500M. 

  • La ventaja del MetroRiel con respecto al Tren Urbano es que, al ser un tren ligero, no requiere de túneles y viaductos de larga y cara construcción. El inconveniente es que retirará carriles que ahora son utilizados por vehículos. 

La región. En Latinoamérica, no escasean los ejemplos de sistemas de metro, algunos de ellos con millones de pasajeros diarios. Es más fácil nombrar los países que carecen de uno: toda Centroamérica, salvo Panamá; Cuba —aunque cuenta con un destartalado ferrocarril suburbano— Bolivia, Uruguay y Paraguay. 

  • La práctica totalidad de los sistemas de transporte público reciben cuantiosos subsidios. En la Ciudad de México, por ejemplo, el Estado subsidia casi el 70% del coste de los viajes en metro. 

  • La mayoría de los sistemas asiáticos, e incluso algunos europeos, son rentables, pero este no es el caso en el Nuevo Mundo. Quienes más se acercan son los brasileños, que entraron en déficit a causa de la pandemia. 

  • Esto no tiene fácil solución: los latinoamericanos gastan el 12-17 % de sus ingresos en transporte, es decir, casi lo mismo que los norteamericanos y europeos, a pesar de tener ingresos muy inferiores. Esto solo es posible gracias a los subsidios ya en vigor. 

El balance. No es preciso obcecarse con los subsidios: la mayoría de los Gobiernos de la región, incluso aquellos con pésimos sistemas de transporte público, ya gastan sumas ingentes en transporte. Abundan, por ejemplo, los lobbies transportistas, que han conseguido enormes subsidios al combustible. 

  • A pesar de las subvenciones, cualquier tren ligero sin duda sería más caro que el autobús, por lo que resultan inciertas las cifras que sugieren que el MetroRiel transportará más pasajeros que el Transmetro. 

  • La inseguridad complica cualquier proyecto de transporte público en Guatemala. Incluso con una logística perfecta, el temor a ser asaltado reduce sustancialmente el número de pasajeros. 

  • Guatemala, en todo caso, tiene posibilidades limitadas y necesidades más inmediatas. Quizá sería más aconsejable una expansión del Transmetro, cuyo recorrido es limitado, y una apuesta nacional por las carreteras.