Hemos dicho y reiterado que, en el mundo, pero sobre todo Hispanoamérica, hay una crisis de élites políticas: los mejores no son los que gobiernan o los que intentan hacerlo. En un régimen democrático eso degenera en kakistocracia.
Derivada de las palabras griegas kakistos, que significa peor, y kratia, que significa gobierno, esta se refiere a un sistema de gobierno en el que los individuos menos calificados y moralmente en bancarrota ascienden a posiciones de poder. La infiltración progresiva de los corruptos socava la esencia misma del gobierno representativo.
Con el paso del tiempo, la kakistocracia ha sustituido a la democracia, una dura amenaza a la república y, por supuesto, a los gobernados.
Una consecuencia de ello es la erosión de la confianza en las instituciones. Cuando los ciudadanos son testigos de un desfile de incompetencia, corrupción y fallas éticas de quienes ostentan el poder, la fe en el proceso democrático se desvanece. En Guatemala esto se hizo patente en la primera vuelta electoral, cuando el voto nulo le ganó a todos los candidatos a la presidencia.
Además, un régimen kakistocrático fomenta un entorno en el que las políticas no se elaboran para el bien común, sino para servir a los intereses personales de los que están en el poder; en otras palabras: de los corruptos. Las decisiones se vuelven arbitrarias, impulsadas por el beneficio personal en lugar de un compromiso con el bienestar de la población. Esto sofoca el progreso, y exacerba los rezagos económicos.
Incumbe a todos los ciudadanos exigir algo mejor. Debemos exigir a nuestros líderes los más altos estándares, integridad y un compromiso genuino con el bien común sean requisitos previos no negociables para ocupar cargos públicos.
Hemos dicho y reiterado que, en el mundo, pero sobre todo Hispanoamérica, hay una crisis de élites políticas: los mejores no son los que gobiernan o los que intentan hacerlo. En un régimen democrático eso degenera en kakistocracia.
Derivada de las palabras griegas kakistos, que significa peor, y kratia, que significa gobierno, esta se refiere a un sistema de gobierno en el que los individuos menos calificados y moralmente en bancarrota ascienden a posiciones de poder. La infiltración progresiva de los corruptos socava la esencia misma del gobierno representativo.
Con el paso del tiempo, la kakistocracia ha sustituido a la democracia, una dura amenaza a la república y, por supuesto, a los gobernados.
Una consecuencia de ello es la erosión de la confianza en las instituciones. Cuando los ciudadanos son testigos de un desfile de incompetencia, corrupción y fallas éticas de quienes ostentan el poder, la fe en el proceso democrático se desvanece. En Guatemala esto se hizo patente en la primera vuelta electoral, cuando el voto nulo le ganó a todos los candidatos a la presidencia.
Además, un régimen kakistocrático fomenta un entorno en el que las políticas no se elaboran para el bien común, sino para servir a los intereses personales de los que están en el poder; en otras palabras: de los corruptos. Las decisiones se vuelven arbitrarias, impulsadas por el beneficio personal en lugar de un compromiso con el bienestar de la población. Esto sofoca el progreso, y exacerba los rezagos económicos.
Incumbe a todos los ciudadanos exigir algo mejor. Debemos exigir a nuestros líderes los más altos estándares, integridad y un compromiso genuino con el bien común sean requisitos previos no negociables para ocupar cargos públicos.