Las lecciones que se pueden extraer de la primera vuelta electoral en Guatemala pasan por reconocer el trabajo de las Juntas Electorales, la fortaleza del sistema electoral guatemalteco, el entendimiento de sectores de la sociedad en respetar el proceso electoral, pero también de evitar la judicialización.

Por qué importa. La tendencia creciente a la judicialización (de que las cortes y procesos judiciales decidan quién es y no candidato) es insostenible, opinó, Salvador Biguria, expresidente de la Junta Electoral del Distrito Central, quien reconoció que el problema no es propio del actual proceso electoral, sino que se originó en dos elecciones atrás. 

• Dejó momentos de confusión, falta de certeza y puso en duda los resultados, según Biguria, quien instó a la reflexión ciudadana acerca de “lo que queremos de un proceso democrático y que vaya encaminado hacia reformas electorales”. 
   
• Quedó demostrada la fortaleza del sistema electoral basado en la participación cívica ciudadana, el cual hay que proteger y preservar, añadió. “En medio de ataques contra las juntas y sus propias debilidades, sacaron adelante el proceso electoral y los resultados fueron el reflejo de la voluntad popular”, expresó. 
   
• Y debido a qué los jóvenes ya no se conforman con discursos, también manifestó la necesidad de cambiar la esencia de los partidos y la oferta electoral. “Es el debate que debemos tener para que haya una nueva generación que tome el control de los partidos existentes o bien una renovación de fondo, lo que grupos políticos como el denominado “Celeste”, va encaminado”, aseguró. 

Qué destacar. El abogado y excanciller, Gabriel Orellana, reconoció que la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) amerita reformas “pero muchas de ellas, tarde o temprano, deberán ser ancladas en la Constitución, pues tal y como está hoy la Carta Magna, nunca serán efectivas”. 

• Dio como ejemplo la revisión de los artículos 157 y 223 de la Constitución. “Revisar la composición del Congreso, con una elección a mitad del periodo para la renovación parcial de los diputados”, ayudaría a renovar los cuadros que no hacen nada y consolidan oligarquías, y a la juventud en ir formando conciencia política, independientemente de la ideología, afirmó.
   
• El actual proceso dejó criterios erráticos del Tribunal Supremo Electoral “por la serie de funciones promiscuas, administrativas y judiciales para el contencioso electoral que genera compadrazgos, dando una imagen poco seria de proceso electoral”, manifestó Orellana. 
   
• También se vio una precaria regulación para los medios de comunicación alternativos. “Las autoridades se preocuparon más por regular los medios tradicionales y omitieron adecuarse a la tecnología moderna, donde hay más auge para propósitos de campaña electoral”, aseveró. 

Voces. En cuanto al desacierto de los resultados de los estudios de opinión en la primera vuelta electoral, Rodolfo Mendoza, director ejecutivo de la empresa de análisis Diestra, aclaró que “no fue la metodología el problema, sino el contexto político en el que vivimos dio lugar a que la encuesta fuera irrelevante”. 

• Ese principio lo enseñó Kenneth Arrow, Premio Nobel de Economía en 1972. “Cuando en una elección se descarta a un candidato que es polarizante (antisistema o contra el establishment), lo que resulta es algo impredecible”, opinó Mendoza.
   
• En el proceso electoral del 2023 fueron descartados tres candidatos: Roberto Arzú, Carlos Pineda y Thelma Cabrera. “Ante eso no hay medición alguna que pueda predecir lo que va a suceder, y esa es la mayor lección”, enfatizó. En otras palabras, Mendoza insistió en que “las autoridades no deben judicializar el proceso electoral, con descartar o perseguir a candidatos”. 
   
• “Hay un grupo de votantes que quería votar contra el sistema, le fueron eliminando sus opciones y en la última semana encontraron a Bernardo Arévalo; votantes que probablemente también hubieran votado por Arzú, Cabrera o Pineda.