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Luego de elecciones, Taiwán se aleja de China continental

.
Sebastián Gennari
15 de enero, 2024

El pasado sábado 13, Lai Ching‑te, del Partido Progresista Democrático (PPD, centro), se impuso ante Hou Yu-ih, del Kuomintang (KMT, centroderecha), y Ko Wen-je, del Partido Popular de Taiwán (PPTW), en las elecciones taiwanesas. El ganador tomará posesión el 20 de mayo. 

  • Las elecciones taiwanesas se deciden en una única vuelta. Lai ganó con un 40.05% frente al 33.49% de Hou y el 26.46% de Ko. La victoria de Lai –actual vicepresidente– puede interpretarse como una apuesta por el continuismo. 

  • El 40.05% obtenido por Lai dista mucho del 57.13% alcanzado por la actual presidenta, Tsai Ing-wen. El PPD perdió su mayoría parlamentaria, cediendo 10 escaños, a pesar de obtener un 2.18% más del voto en comparación a 2020; el KMT ganó 14 escaños adicionales. 

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  • El PPD se caracteriza por su línea nacionalista y se opone a la reunificación de Taiwán con China. Desde una perspectiva diplomática, la victoria de Lai complica las relaciones de Taiwán con Pekín, que ha tildado al presidente electo de “separatista” e insiste en su compromiso con la “reunificación”.  

Lo esencial. Es sabido que, en términos formales, tanto Taipéi como Pekín reclaman para sí el nombre de China. Esto tiene un fundamento histórico, pues fue en Taiwán donde se refugió el Gobierno del KMT después de perder la guerra civil contra los comunistas, que tomaron Pekín en 1949. 

  • Hasta 1971, Taiwán ocupó el asiento de China ante las Naciones Unidas, pero en las últimas décadas ha ido perdiendo reconocimiento. Más allá de Guatemala, Belice, Paraguay y la Santa Sede, todos sus apoyos diplomáticos provienen de islas pequeñas. 

  • Dicho esto, Taiwán cuenta con una amplia red de relaciones informales; bajo el eufemismo de “Taipéi Chino”, compite en las Olimpiadas y firma acuerdos internacionales, incluso contando un modesto tratado de libre comercio (TLC) con China.  

  • A pesar de no reconocerlo como Estado, EE. UU. mantiene una alianza de facto con Taipéi. La Ley de Relaciones de Taiwán rige la política de Washington, permitiéndole mantener la “ambigüedad estratégica” en cuanto a cómo respondería de producirse una invasión china de Taiwán. 

Entre líneas. Como se ha dicho, Taiwán y China aún sostienen el principio de una sola China: según ellos, existe la República de China (Taipéi) y la República Popular China (Pekín), pero juntas forman parte de la misma nación. Esto no es más que una ficción legal a la que Taiwán no puede renunciar, pues se expondría a represalias chinas en caso de consumarse la separación definitiva. 

  • Incluso dentro de Taiwán hay divisiones internas. El PPD, el partido de gobierno defiende la independencia de Taiwán; el KMT se opone al separatismo identitario. El PPTW, un partido relativamente nuevo, se decanta por la posición intermedia. 

  • Todas las fuerzas políticas del país tienen un fuerte localismo; son patriotas para con Taiwán. Sin embargo, partidos como el PPD buscan restar importancia al elemento chino, mientras que el KMT insiste en que, a pesar de las diferencias ideológicas, Taiwán sigue siendo esencialmente chino. 

  • Las divisiones internas obedecen no sólo a las diferencias ideológicas, sino también a factores culturales. Exceptuando a la reducida población aborigen, los taiwaneses son étnicamente chinos, pero los descendientes de los 800,000 refugiados de la guerra civil tienden a ser menos separatistas. 

El balance. Debe recalcarse que la cuestión del estatus no es lo único que define a la política taiwanesa. Los taiwaneses tienen otras inquietudes, como el alto coste de la vivienda y el estancamiento de los salarios; esto –y no la confrontación con China– está detrás del retroceso electoral del PPD, que lleva 12 años en el poder. 

  • Entonces, no deben obviarse las consecuencias de las elecciones. El PPD busca desvincularse económicamente de China, su principal socio comercial. Pekín, por su parte, podría desmantelar el marco de cooperación económica que existe entre las dos partes. 

  • En Centroamérica, Taiwán contará con el apoyo de EE. UU. para invertir en países aliados, convenciéndolos de las ventajas que representa frente a China. También podría enfocarse en entablar relaciones informales, que, si bien no le brindan legitimidad diplomática, traen beneficios comerciales. 

  • Ante el decoupling y nearshoring propuesto por los estadounidenses, Taiwán también busca invertir en América. Gigantes tecnológicos como TSMC han empezado a invertir en EE. UU., pero reconocen que la experiencia ha estado plagada de retrasos y sobrecostos.  

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Luego de elecciones, Taiwán se aleja de China continental

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Sebastián Gennari
15 de enero, 2024

El pasado sábado 13, Lai Ching‑te, del Partido Progresista Democrático (PPD, centro), se impuso ante Hou Yu-ih, del Kuomintang (KMT, centroderecha), y Ko Wen-je, del Partido Popular de Taiwán (PPTW), en las elecciones taiwanesas. El ganador tomará posesión el 20 de mayo. 

  • Las elecciones taiwanesas se deciden en una única vuelta. Lai ganó con un 40.05% frente al 33.49% de Hou y el 26.46% de Ko. La victoria de Lai –actual vicepresidente– puede interpretarse como una apuesta por el continuismo. 

  • El 40.05% obtenido por Lai dista mucho del 57.13% alcanzado por la actual presidenta, Tsai Ing-wen. El PPD perdió su mayoría parlamentaria, cediendo 10 escaños, a pesar de obtener un 2.18% más del voto en comparación a 2020; el KMT ganó 14 escaños adicionales. 

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  • El PPD se caracteriza por su línea nacionalista y se opone a la reunificación de Taiwán con China. Desde una perspectiva diplomática, la victoria de Lai complica las relaciones de Taiwán con Pekín, que ha tildado al presidente electo de “separatista” e insiste en su compromiso con la “reunificación”.  

Lo esencial. Es sabido que, en términos formales, tanto Taipéi como Pekín reclaman para sí el nombre de China. Esto tiene un fundamento histórico, pues fue en Taiwán donde se refugió el Gobierno del KMT después de perder la guerra civil contra los comunistas, que tomaron Pekín en 1949. 

  • Hasta 1971, Taiwán ocupó el asiento de China ante las Naciones Unidas, pero en las últimas décadas ha ido perdiendo reconocimiento. Más allá de Guatemala, Belice, Paraguay y la Santa Sede, todos sus apoyos diplomáticos provienen de islas pequeñas. 

  • Dicho esto, Taiwán cuenta con una amplia red de relaciones informales; bajo el eufemismo de “Taipéi Chino”, compite en las Olimpiadas y firma acuerdos internacionales, incluso contando un modesto tratado de libre comercio (TLC) con China.  

  • A pesar de no reconocerlo como Estado, EE. UU. mantiene una alianza de facto con Taipéi. La Ley de Relaciones de Taiwán rige la política de Washington, permitiéndole mantener la “ambigüedad estratégica” en cuanto a cómo respondería de producirse una invasión china de Taiwán. 

Entre líneas. Como se ha dicho, Taiwán y China aún sostienen el principio de una sola China: según ellos, existe la República de China (Taipéi) y la República Popular China (Pekín), pero juntas forman parte de la misma nación. Esto no es más que una ficción legal a la que Taiwán no puede renunciar, pues se expondría a represalias chinas en caso de consumarse la separación definitiva. 

  • Incluso dentro de Taiwán hay divisiones internas. El PPD, el partido de gobierno defiende la independencia de Taiwán; el KMT se opone al separatismo identitario. El PPTW, un partido relativamente nuevo, se decanta por la posición intermedia. 

  • Todas las fuerzas políticas del país tienen un fuerte localismo; son patriotas para con Taiwán. Sin embargo, partidos como el PPD buscan restar importancia al elemento chino, mientras que el KMT insiste en que, a pesar de las diferencias ideológicas, Taiwán sigue siendo esencialmente chino. 

  • Las divisiones internas obedecen no sólo a las diferencias ideológicas, sino también a factores culturales. Exceptuando a la reducida población aborigen, los taiwaneses son étnicamente chinos, pero los descendientes de los 800,000 refugiados de la guerra civil tienden a ser menos separatistas. 

El balance. Debe recalcarse que la cuestión del estatus no es lo único que define a la política taiwanesa. Los taiwaneses tienen otras inquietudes, como el alto coste de la vivienda y el estancamiento de los salarios; esto –y no la confrontación con China– está detrás del retroceso electoral del PPD, que lleva 12 años en el poder. 

  • Entonces, no deben obviarse las consecuencias de las elecciones. El PPD busca desvincularse económicamente de China, su principal socio comercial. Pekín, por su parte, podría desmantelar el marco de cooperación económica que existe entre las dos partes. 

  • En Centroamérica, Taiwán contará con el apoyo de EE. UU. para invertir en países aliados, convenciéndolos de las ventajas que representa frente a China. También podría enfocarse en entablar relaciones informales, que, si bien no le brindan legitimidad diplomática, traen beneficios comerciales. 

  • Ante el decoupling y nearshoring propuesto por los estadounidenses, Taiwán también busca invertir en América. Gigantes tecnológicos como TSMC han empezado a invertir en EE. UU., pero reconocen que la experiencia ha estado plagada de retrasos y sobrecostos.