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Panamá: Martinelli no es candidato, pero ganará política

.
Sebastián Gennari
16 de abril, 2024

Panamá celebrará elecciones el 5 de mayo. En un ambiente de profunda aversión hacia los “rabiblancos” —la casta política—, el expresidente Ricardo Martinelli lleva las de ganar. Pero Martinelli no es candidato; fue inhabilitado, sentenciado a casi 11 años de prisión y actualmente se encuentra refugiado en la Embajada nicaragüense en Panamá.

  • Su candidatura ha sido heredada por José Raúl Mulino, su compañero de boleta. Las encuestas le dan entre un 29% y un 37% de los votos, superando con creces a los demás candidatos e incluso a la porción de los votantes que se mantiene sin decidir.
  • Este nivel de apoyo no es inusualmente bajo. En Panamá no existe la segunda vuelta de elecciones, por lo que sus presidentes más recientes han llegado al poder con alrededor de un tercio de los votos. Martinelli, elegido en 2009, fue la excepción, obteniendo el 60.03% de los apoyos.
  • Mulino no puede dar las elecciones por ganadas. La Corte Suprema de Justicia (CSJ) aún baraja la posibilidad de excluir su candidatura, argumentando que no fue elegido en las primarias de su partido. Martinelli, huelga decir, fue el designado entonces.

Entre líneas. Los presidentes panameños gobiernan cinco años y no tienen derecho a la reelección inmediata. Esto sienta bien al actual presidente, Laurentino Cortizo (PRD, centro), quien evitará lo que con toda seguridad sería una humillación electoral. El candidato de su partido, José Gabriel Carrizo, apenas logra convencer a entre un 3% y un 6% del electorado.

  • El panameño promedio, sin embargo, percibe que la élite política seguirá ejerciendo el poder a pesar de su impopularidad. Los intentos por invalidar el binomio Martinelli-Mulino intensifican estos sentimientos.
  • Este descontento con los rabiblancos se hace notar en todas las encuestas. A pesar de los legítimos problemas económicos del país, la corrupción se mantiene como el tema prioritario para el 57% de los panameños, que consideran a Mulino el candidato más honesto.
  • Esto podría considerarse extraño: Martinelli, debe recordarse, fue sentenciado por corrupción. Esto no parece molestar al electorado, que suele decir: “Robó, pero hizo”. En este sentido, y a pesar de sus pecados, el expresidente tiene la dicha de que no se ubica dentro de esa élite.

Los datos. Sin importar el ganador de las elecciones, Panamá se enfrenta a un panorama adverso. Hace dos semanas, Fitch redujo la calificación de su deuda soberana, que perdió el grado de inversión. La deuda, debe decirse, ha aumentado un 87% bajo el actual Gobierno y ahora se ubica en US$47,000M.

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  • El Gobierno considera “imprudente” la medida de Fitch, pero no puede negar sus justificaciones. A finales del año pasado, el país declaró una moratoria minera, cerrando la mina Cobre Panamá, que representaba el 5% del PIB y el 75% de las exportaciones físicas del país.
  • La operadora de la mina, la canadiense First Quantum Minerals, evidentemente desea mantener un bajo perfil hasta las elecciones y negociar con el ganador. Esto no le ha impedido demandar a Panamá y exigir US$10,000M en compensación. KOMIR, la minera estatal del Gobierno surcoreano exige otros US$747M.
  • Cabe destacar que gran parte de los ingresos mineros estaban previstos para el gasto corriente de la Caja de Seguridad Social, cuyo fondo más grande, el programa de Invalidez, Vejez y Muerte, presenta un déficit actuarial de US$70,000M y, como problema más inmediato, un déficit actual de US$1,500M.

El balance. El “sueño panameño” siempre tuvo sus matices; el boom inmobiliario de la Ciudad de Panamá –que se ha convertido en un centro financiero– nunca pudo ocultar el escaso desarrollo del resto del país. Con toda seguridad, el país se enfrenta a sus elecciones más trascendentales desde el derrocamiento del dictador Manuel Noriega en 1989.

  • Resulta difícil ver una invalidación de la candidatura de Mulino. Semejante decisión fomentaría la ira generalizada en contra de la CSJ, que en ocasiones pasadas se ha mostrado sensible —quizá demasiado, como en el caso del contrato entre el Estado con First Quantum— a la opinión pública.
  • A un hipotético presidente Mulino, los pormenores de cuyo programa se desconocen, le resultará enrevesado revivir las glorias de Martinelli, que se benefició de un panorama macroeconómico envidiable. Martinelli también se benefició del canal de Panamá, hoy en recuperación después de una sequía.
  • Pero Panamá no pasará a ser irrelevante. El Tapón del Darién, cruzado por 520,000 migrantes en 2023, es de vital importancia para EE. UU., que busca reducir la migración hacia su territorio.

 

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Panamá: Martinelli no es candidato, pero ganará política

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Sebastián Gennari
16 de abril, 2024

Panamá celebrará elecciones el 5 de mayo. En un ambiente de profunda aversión hacia los “rabiblancos” —la casta política—, el expresidente Ricardo Martinelli lleva las de ganar. Pero Martinelli no es candidato; fue inhabilitado, sentenciado a casi 11 años de prisión y actualmente se encuentra refugiado en la Embajada nicaragüense en Panamá.

  • Su candidatura ha sido heredada por José Raúl Mulino, su compañero de boleta. Las encuestas le dan entre un 29% y un 37% de los votos, superando con creces a los demás candidatos e incluso a la porción de los votantes que se mantiene sin decidir.
  • Este nivel de apoyo no es inusualmente bajo. En Panamá no existe la segunda vuelta de elecciones, por lo que sus presidentes más recientes han llegado al poder con alrededor de un tercio de los votos. Martinelli, elegido en 2009, fue la excepción, obteniendo el 60.03% de los apoyos.
  • Mulino no puede dar las elecciones por ganadas. La Corte Suprema de Justicia (CSJ) aún baraja la posibilidad de excluir su candidatura, argumentando que no fue elegido en las primarias de su partido. Martinelli, huelga decir, fue el designado entonces.

Entre líneas. Los presidentes panameños gobiernan cinco años y no tienen derecho a la reelección inmediata. Esto sienta bien al actual presidente, Laurentino Cortizo (PRD, centro), quien evitará lo que con toda seguridad sería una humillación electoral. El candidato de su partido, José Gabriel Carrizo, apenas logra convencer a entre un 3% y un 6% del electorado.

  • El panameño promedio, sin embargo, percibe que la élite política seguirá ejerciendo el poder a pesar de su impopularidad. Los intentos por invalidar el binomio Martinelli-Mulino intensifican estos sentimientos.
  • Este descontento con los rabiblancos se hace notar en todas las encuestas. A pesar de los legítimos problemas económicos del país, la corrupción se mantiene como el tema prioritario para el 57% de los panameños, que consideran a Mulino el candidato más honesto.
  • Esto podría considerarse extraño: Martinelli, debe recordarse, fue sentenciado por corrupción. Esto no parece molestar al electorado, que suele decir: “Robó, pero hizo”. En este sentido, y a pesar de sus pecados, el expresidente tiene la dicha de que no se ubica dentro de esa élite.

Los datos. Sin importar el ganador de las elecciones, Panamá se enfrenta a un panorama adverso. Hace dos semanas, Fitch redujo la calificación de su deuda soberana, que perdió el grado de inversión. La deuda, debe decirse, ha aumentado un 87% bajo el actual Gobierno y ahora se ubica en US$47,000M.

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  • El Gobierno considera “imprudente” la medida de Fitch, pero no puede negar sus justificaciones. A finales del año pasado, el país declaró una moratoria minera, cerrando la mina Cobre Panamá, que representaba el 5% del PIB y el 75% de las exportaciones físicas del país.
  • La operadora de la mina, la canadiense First Quantum Minerals, evidentemente desea mantener un bajo perfil hasta las elecciones y negociar con el ganador. Esto no le ha impedido demandar a Panamá y exigir US$10,000M en compensación. KOMIR, la minera estatal del Gobierno surcoreano exige otros US$747M.
  • Cabe destacar que gran parte de los ingresos mineros estaban previstos para el gasto corriente de la Caja de Seguridad Social, cuyo fondo más grande, el programa de Invalidez, Vejez y Muerte, presenta un déficit actuarial de US$70,000M y, como problema más inmediato, un déficit actual de US$1,500M.

El balance. El “sueño panameño” siempre tuvo sus matices; el boom inmobiliario de la Ciudad de Panamá –que se ha convertido en un centro financiero– nunca pudo ocultar el escaso desarrollo del resto del país. Con toda seguridad, el país se enfrenta a sus elecciones más trascendentales desde el derrocamiento del dictador Manuel Noriega en 1989.

  • Resulta difícil ver una invalidación de la candidatura de Mulino. Semejante decisión fomentaría la ira generalizada en contra de la CSJ, que en ocasiones pasadas se ha mostrado sensible —quizá demasiado, como en el caso del contrato entre el Estado con First Quantum— a la opinión pública.
  • A un hipotético presidente Mulino, los pormenores de cuyo programa se desconocen, le resultará enrevesado revivir las glorias de Martinelli, que se benefició de un panorama macroeconómico envidiable. Martinelli también se benefició del canal de Panamá, hoy en recuperación después de una sequía.
  • Pero Panamá no pasará a ser irrelevante. El Tapón del Darién, cruzado por 520,000 migrantes en 2023, es de vital importancia para EE. UU., que busca reducir la migración hacia su territorio.