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Comer hasta chupar la bolsita

Cadmon Marroquin
17 de enero, 2019

Hay antojos irresistibles en la ciudad, uno de los favoritos es la pizza en bolsita. ¿Ya la probaste?

Perdí mi billetera: mi tarjeta de débito, dos fotos viejas, una tarjeta de viajero frecuente, cupones para hamburguesas y mi membresía de Blockbuster.

Sin efectivo, mi compañero de batallas informativas me salvó el día y me prestó un billete de Q50.00.

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Al salir del trabajo, decidí almorzar antes de que acabara la tarde.

Elegí la pizza del pasaje 9-27, ahí donde hizo un anuncio alguien famoso antes de convertirse en presidente.

Quería una mesa del segundo nivel, ahí donde comíamos a escondidas con la chica de básicos del pipitre de adelante después de concretar “la capiusa” en el parque San Sebastián.

Estaba fuera de servicio. Me quedé en una butaca disponible. Todas las mesas estaban ocupadas. No les afectó la ola de ofertas de la ¡Pizza, pizza!

Pedí un combo italiano: una pasta, gaseosa, dos rectángulos de pizza y un helado napolitano por Q35.00.

Espero, suena Amada Amante de Roberto Carlos mientras una pareja limpia la última gota de salsa del plato de aluminio.

Salami, jamón, peperonni, tocino y champiñones, cinco, jamón y piña, del chef, mixta, 4 carnes y especial. El menú es un trifoliar impreso a full color. Son 10 opciones de pizza en cuatro tamaños. Dan ganas de un poco de todo.

También seis opciones de pasta desde Q33.00 hasta Q139.00.

¡Alerta! El de la mesa vecina abandonó los cubiertos, tomó el cuadrado italiano con la mano y estiró la mordida hasta que el queso se dio por vencido.

Cerró los ojos…

“Si se infla mucho la orilla de la pizza es porque la masa tiene más de un día en el congelador”, me martilla la cabeza el consejo de mi tío con media vida de experiencia como pizzero.

Llega mi pedido, en menos de 12 minutos. ¡Todo se ve bien! Punto para mi tío.

Primero la pasta, luego el plato principal. El tenedor se pierde entre la carne molida, los fideos, la salsa y el queso. ¡Sabe genial! Dejo un poco en el azafate sólo por etiqueta.

Luego el momento esperado, la bolsa se desliza por la pizza y disfruto el primer bocado.

Sabe a jamón y chile pimiento, sabe a amigos, a capiusas, a almuerzos express, a la caja de pizza que llevas a casa con tu primer sueldo.

La idea de Paul Perini en 1977 se convirtió en una tradición nacional.

Todo terminó antes de lo esperado. También perdí la etiqueta, chupé la bolsita.

Tengo una queja, sospecho que comer al ritmo de “ven, devórame otra vez…” de Azúcar Moreno y de “dime cuándo tú vas a volver, ah, ah …” del finado Juanga son parte de un complot para que regreses.

¡Creo que sí! Mañana paso por la ofertita de dos por Q10.00.

Ya están recogiendo las mesas, es hora de unirme a la marea laboral de la sexta que va hacia el sur.

Le dejé el vuelto del billete como tip a MVasquez. Barriga llena, corazón contento.

No te pierdas:

Con información de Al Macarone y República.

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Comer hasta chupar la bolsita

Cadmon Marroquin
17 de enero, 2019

Hay antojos irresistibles en la ciudad, uno de los favoritos es la pizza en bolsita. ¿Ya la probaste?

Perdí mi billetera: mi tarjeta de débito, dos fotos viejas, una tarjeta de viajero frecuente, cupones para hamburguesas y mi membresía de Blockbuster.

Sin efectivo, mi compañero de batallas informativas me salvó el día y me prestó un billete de Q50.00.

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Al salir del trabajo, decidí almorzar antes de que acabara la tarde.

Elegí la pizza del pasaje 9-27, ahí donde hizo un anuncio alguien famoso antes de convertirse en presidente.

Quería una mesa del segundo nivel, ahí donde comíamos a escondidas con la chica de básicos del pipitre de adelante después de concretar “la capiusa” en el parque San Sebastián.

Estaba fuera de servicio. Me quedé en una butaca disponible. Todas las mesas estaban ocupadas. No les afectó la ola de ofertas de la ¡Pizza, pizza!

Pedí un combo italiano: una pasta, gaseosa, dos rectángulos de pizza y un helado napolitano por Q35.00.

Espero, suena Amada Amante de Roberto Carlos mientras una pareja limpia la última gota de salsa del plato de aluminio.

Salami, jamón, peperonni, tocino y champiñones, cinco, jamón y piña, del chef, mixta, 4 carnes y especial. El menú es un trifoliar impreso a full color. Son 10 opciones de pizza en cuatro tamaños. Dan ganas de un poco de todo.

También seis opciones de pasta desde Q33.00 hasta Q139.00.

¡Alerta! El de la mesa vecina abandonó los cubiertos, tomó el cuadrado italiano con la mano y estiró la mordida hasta que el queso se dio por vencido.

Cerró los ojos…

“Si se infla mucho la orilla de la pizza es porque la masa tiene más de un día en el congelador”, me martilla la cabeza el consejo de mi tío con media vida de experiencia como pizzero.

Llega mi pedido, en menos de 12 minutos. ¡Todo se ve bien! Punto para mi tío.

Primero la pasta, luego el plato principal. El tenedor se pierde entre la carne molida, los fideos, la salsa y el queso. ¡Sabe genial! Dejo un poco en el azafate sólo por etiqueta.

Luego el momento esperado, la bolsa se desliza por la pizza y disfruto el primer bocado.

Sabe a jamón y chile pimiento, sabe a amigos, a capiusas, a almuerzos express, a la caja de pizza que llevas a casa con tu primer sueldo.

La idea de Paul Perini en 1977 se convirtió en una tradición nacional.

Todo terminó antes de lo esperado. También perdí la etiqueta, chupé la bolsita.

Tengo una queja, sospecho que comer al ritmo de “ven, devórame otra vez…” de Azúcar Moreno y de “dime cuándo tú vas a volver, ah, ah …” del finado Juanga son parte de un complot para que regreses.

¡Creo que sí! Mañana paso por la ofertita de dos por Q10.00.

Ya están recogiendo las mesas, es hora de unirme a la marea laboral de la sexta que va hacia el sur.

Le dejé el vuelto del billete como tip a MVasquez. Barriga llena, corazón contento.

No te pierdas:

Con información de Al Macarone y República.