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El juego del calamar: por qué la serie surcoreana de Netflix es un éxito en todo el mundo

Edgar Quiñónez
29 de septiembre, 2021

El juego del calamar es el nuevo éxito de Netflix. La premisa es tan ingenua como atrayente: ¿qué harías si pudieras hacerte millonario participando de juegos infantiles? Pero el trasfondo de El juego del calamar está lejos de ser lúdico o inocente.

A poco más de diez días de su estreno, la serie surcoreana original lidera los rankings globales de las más vistas en la plataforma. La trama mezcla acción, terror y suspenso: 456 jugadores endeudados hasta la médula aceptan una misteriosa oferta que los puede salvar.

El premio es más que apetecible: 45,6 mil millones de wones (alrededor de 40 millones de dólares) que se repartirán entre los ganadores. Pero nadie les avisa de la letra chica y siniestra de sus organizadores: los que pierden, mueren.


Esta nota también te puede interesar: ¿Qué es el apagón de Internet del 30 de septiembre y qué dispositivos serán afectados?


El origen de “El juego del calamar”

Es la primera serie del reconocido cineasta Hwang Dong-hyuk, director y guionista de este sangriento thriller ficción de nueve capítulos, cuya primera referencia es Battle Royale, el filme japonés del 2000 que inspiró a tantos desarrolladores de videojuegos y elegida por Quentin Tarantino como una de sus favoritas.

En el primer episodio todos juegan al Luz roja, Luz verde, un juego similar al escondite inglés (aquí se llamó “1, 2, 3, Cigarrillo 43”), pero más macabro: el participante que se siga moviendo cuando hay que quedarse quieto, es asesinado a tiros.

Y así es como la mitad queda “fuera de competencia” después del juego inicial. Entre los sobrevivientes está el protagonista de la historia, Seong Gi-hun (Jung-jae Lee), un adicto a las apuestas, divorciado y con una hija, con el que es difícil empatizar, pero que en el fondo ostenta un corazón noble.


Seong busca el apoyo de su amigo de la infancia Cho Sang-woo (Hae-soo Park), un banquero inescrupuloso que es perseguido por fraudes varios; y también se vincula con Kang Sae-byeok (Hoyeon Jung), una carterista norcoreana que escapó de su país e intenta reunir a su familia.

Pero si hay algo que caracteriza a la mayoría de estos jugadores desesperados es la falta de camaradería. Y está claro que, inmersos en una dinámica del “sálvese quien pueda”, todos terminan mostrando sus miserias.

Una historia inspirada en cómics

Al ver “El juego del calamar”, es inevitable no pensar en una producción surcoreana reciente como Parasite, la película ganadora del Oscar que también planteaba una trama asfixiante atravesada por cuestiones de clase llevadas al extremo.

Se diferencia de aquella en su impronta más gore, y en que tiene condimentos futuristas o distópicos que pueden recordar a la saga literaria llevada al cine, Los juegos del hambre, o a la serie de antología Black Mirror.

Otra referencia ineludible es George Orwell y su emblemática novela 1984. Como aquel libro que hablaba de un estado omnipresente que se construye desde la vigilancia masiva y la represión social, en esta historia también hay una suerte de Gran Hermano que monitorea constantemente todo. Por eso es que la serie puede verse como una crítica social y política al mundo actual.

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El juego del calamar: por qué la serie surcoreana de Netflix es un éxito en todo el mundo

Edgar Quiñónez
29 de septiembre, 2021

El juego del calamar es el nuevo éxito de Netflix. La premisa es tan ingenua como atrayente: ¿qué harías si pudieras hacerte millonario participando de juegos infantiles? Pero el trasfondo de El juego del calamar está lejos de ser lúdico o inocente.

A poco más de diez días de su estreno, la serie surcoreana original lidera los rankings globales de las más vistas en la plataforma. La trama mezcla acción, terror y suspenso: 456 jugadores endeudados hasta la médula aceptan una misteriosa oferta que los puede salvar.

El premio es más que apetecible: 45,6 mil millones de wones (alrededor de 40 millones de dólares) que se repartirán entre los ganadores. Pero nadie les avisa de la letra chica y siniestra de sus organizadores: los que pierden, mueren.


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El origen de “El juego del calamar”

Es la primera serie del reconocido cineasta Hwang Dong-hyuk, director y guionista de este sangriento thriller ficción de nueve capítulos, cuya primera referencia es Battle Royale, el filme japonés del 2000 que inspiró a tantos desarrolladores de videojuegos y elegida por Quentin Tarantino como una de sus favoritas.

En el primer episodio todos juegan al Luz roja, Luz verde, un juego similar al escondite inglés (aquí se llamó “1, 2, 3, Cigarrillo 43”), pero más macabro: el participante que se siga moviendo cuando hay que quedarse quieto, es asesinado a tiros.

Y así es como la mitad queda “fuera de competencia” después del juego inicial. Entre los sobrevivientes está el protagonista de la historia, Seong Gi-hun (Jung-jae Lee), un adicto a las apuestas, divorciado y con una hija, con el que es difícil empatizar, pero que en el fondo ostenta un corazón noble.


Seong busca el apoyo de su amigo de la infancia Cho Sang-woo (Hae-soo Park), un banquero inescrupuloso que es perseguido por fraudes varios; y también se vincula con Kang Sae-byeok (Hoyeon Jung), una carterista norcoreana que escapó de su país e intenta reunir a su familia.

Pero si hay algo que caracteriza a la mayoría de estos jugadores desesperados es la falta de camaradería. Y está claro que, inmersos en una dinámica del “sálvese quien pueda”, todos terminan mostrando sus miserias.

Una historia inspirada en cómics

Al ver “El juego del calamar”, es inevitable no pensar en una producción surcoreana reciente como Parasite, la película ganadora del Oscar que también planteaba una trama asfixiante atravesada por cuestiones de clase llevadas al extremo.

Se diferencia de aquella en su impronta más gore, y en que tiene condimentos futuristas o distópicos que pueden recordar a la saga literaria llevada al cine, Los juegos del hambre, o a la serie de antología Black Mirror.

Otra referencia ineludible es George Orwell y su emblemática novela 1984. Como aquel libro que hablaba de un estado omnipresente que se construye desde la vigilancia masiva y la represión social, en esta historia también hay una suerte de Gran Hermano que monitorea constantemente todo. Por eso es que la serie puede verse como una crítica social y política al mundo actual.

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