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Vuelve y va de nuevo: la corrupción y los gobernantes locales

Redacción
25 de febrero, 2016

No importa como lo quieran pintar, la narrativa para la elección y nombramiento de los des-Gobernadores departamentales es quizás distinta, aduciendo el Ejecutivo que lo está realizando mediante un proceso nominativo de abajo para arriba, pero la verdad es que hay que ver los personajes de la fauna de la política local que nos van a presentar como los elegidos por el Presidente.

Quienes convivimos en ambientes locales sabemos que la descentralización en un 99% de los casos fracasó. Es hora de repensar la descentralización: para ello la evidencia que arrojan los casos siendo ventilados por el M.P y CICIG en contra de alcaldes y diputados corruptos.

Los procesos de descentralización fueron cooptados por las clases políticas de las economías emergentes auspiciados en primer lugar por los carteles del narcotráfico en los departamentos. El político alcalde-gobernador-diputado es una red que en una primera etapa operaban para proteger los intereses de estas operaciones ilícitas. Recibían financiamiento de campaña a cambio de estar protegidos y ser invisibles. En una siguiente etapa comprendieron que las ganancias podrían ser más, y fue entonces cuando los alcaldes-gobernadores y diputados se empiezan a repartir el presupuesto para ser ellos mismos los constructores de esas obras. La evidencia a la vista: ¿Cuántas obras inconclusas, sobrevaloradas, de mala calidad y hasta no construidas?

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¿Hoy que ha cambiado en este modelo? Me temo los nuevos gobernantes locales vienen con las mismas mañas. Como suele ocurrir cada cuatro años, en el comienzo del periodo de los mandatarios locales que elegimos el pasado 6 de octubre se les empieza a notar sus mañanas o sus virtudes de manera muy rápida.

La Contraloría General de Cuentas ha anunciado que adelanta muchas investigaciones sobre la gestión de ex alcaldes, a la vez que el Ministerio Publico y CICIG ha anunciado que van con todo a perseguir la corrupción a nivel municipal. Este tipo de noticias da pie para revivir los debates sobre descentralización y corrupción, después de varias oleadas descentralizadoras y más de 25 años de elección popular de alcaldes, lo que se tiene para rescatar si pasáramos la vara midiendo sería escasísimo. Mafias entrelazadas entre la política y los negocios, una ciudadanía paralizada por el miedo o conveniencia respecto a sus alcaldes, cero controles para garantizar la calidad y transparencia del gasto, en resumen, es el fracaso del modelo de desarrollo en lo local.

Parecen haber tenido razón quienes advirtieron que la descentralización no era la panacea ni conducía automáticamente a fortalecer la democracia local, a mejorar la gestión, a aumentar la participación ciudadana, la rendición de cuentas y la trasparencia. Mucho menos, que sería la cantera de liderazgos democráticos y renovadores. En  casos como el de Guatemala parece más razonable sostener que los efectos de la descentralización sobre la corrupción dependen de los contextos socio-políticos.

En muchos municipios y departamentos han sido elegidos gobernantes que adelantaron gestiones transparentes, pero en una alta proporción de las Municipalidades se repiten los casos de corrupción y abundan los ante juicios, destituciones y condenas penales de los políticos.

La corrupción entre diputados, gobernadores y alcaldes podría atribuirse a la conjunción de cinco factores principales:

  1. Las características de los partidos y de la clase política, con predominio de políticos de negociosy de facciones o partidos y movimientos altamente personalizados en sus liderazgos y organizaciones- por eso lo de la conveniencia porque compran a la gente con regalitos y plazas para sus parientes.
  2. La existencia de redes criminales que capturan parcialmente el Estado en el nivel local, incluso con el uso de coacción o violencia – por eso lo del miedo de la población.
  3. La captura de partidos, facciones o movimientos políticos por parte de organizaciones criminales o grupos de contratistas;
  4. La debilidad de los controles interinstitucionales y su aplicación casi siempre a posteriori, para sancionar y no para prevenir – la Contraloría siempre llega mal y tarde.
  5. La debilidad de los controles sociales, aunque los medios de comunicación jueguen un creciente papel de vigilancia y denuncia.

Con algunas variantes y con especificidades, estos cinco elementos se combinan en los diversos departamentos y ciudades del país para llevarnos a la corrupción generalizada. La descentralización ha sido aplicada en contextos socio-políticos adversos, donde las  estructuras locales de poder la han utilizado para satisfacer intereses propios. De esta manera los recursos públicos han sido apropiados por individuos, grupos, clanes familiares o facciones y alianzas partidistas.

El grado de corrupción suele medirse a través de encuestas internacionales de percepción (como las de Transparencia Internacional o del WEF), pero hace falta profundizar y establecer indicadores sobre la vulnerabilidad de distintas instituciones a prácticas corruptas. Hoy solo nos enteramos de cómo está la gestión de un Municipio hasta cuando han llevado a la cárcel al alcalde o la misma población lo lincha en plena calle. Esto último es una tarea que debe ponerse la nueva Alianza por la Transparencia, donde Acción Ciudadana tiene la oportunidad de oro para surgir y fortalecer la capacidad de control de la CGN, permear en la clase política local para fomentar la cuentadancia, y sobre todo lanzar una real capacidad en la ciudadanía para fiscalizar y exigir sin miedo a represalias.  Además, preparar la artillería pesada en la ciudadanía para que en cuatro años todos y cada uno de los alcaldes mal evaluados o acusados de algún mal manejo no puedan ser de nuevo candidatos o no votar por ellos/ellas.

Vuelve y va de nuevo: la corrupción y los gobernantes locales

Redacción
25 de febrero, 2016

No importa como lo quieran pintar, la narrativa para la elección y nombramiento de los des-Gobernadores departamentales es quizás distinta, aduciendo el Ejecutivo que lo está realizando mediante un proceso nominativo de abajo para arriba, pero la verdad es que hay que ver los personajes de la fauna de la política local que nos van a presentar como los elegidos por el Presidente.

Quienes convivimos en ambientes locales sabemos que la descentralización en un 99% de los casos fracasó. Es hora de repensar la descentralización: para ello la evidencia que arrojan los casos siendo ventilados por el M.P y CICIG en contra de alcaldes y diputados corruptos.

Los procesos de descentralización fueron cooptados por las clases políticas de las economías emergentes auspiciados en primer lugar por los carteles del narcotráfico en los departamentos. El político alcalde-gobernador-diputado es una red que en una primera etapa operaban para proteger los intereses de estas operaciones ilícitas. Recibían financiamiento de campaña a cambio de estar protegidos y ser invisibles. En una siguiente etapa comprendieron que las ganancias podrían ser más, y fue entonces cuando los alcaldes-gobernadores y diputados se empiezan a repartir el presupuesto para ser ellos mismos los constructores de esas obras. La evidencia a la vista: ¿Cuántas obras inconclusas, sobrevaloradas, de mala calidad y hasta no construidas?

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¿Hoy que ha cambiado en este modelo? Me temo los nuevos gobernantes locales vienen con las mismas mañas. Como suele ocurrir cada cuatro años, en el comienzo del periodo de los mandatarios locales que elegimos el pasado 6 de octubre se les empieza a notar sus mañanas o sus virtudes de manera muy rápida.

La Contraloría General de Cuentas ha anunciado que adelanta muchas investigaciones sobre la gestión de ex alcaldes, a la vez que el Ministerio Publico y CICIG ha anunciado que van con todo a perseguir la corrupción a nivel municipal. Este tipo de noticias da pie para revivir los debates sobre descentralización y corrupción, después de varias oleadas descentralizadoras y más de 25 años de elección popular de alcaldes, lo que se tiene para rescatar si pasáramos la vara midiendo sería escasísimo. Mafias entrelazadas entre la política y los negocios, una ciudadanía paralizada por el miedo o conveniencia respecto a sus alcaldes, cero controles para garantizar la calidad y transparencia del gasto, en resumen, es el fracaso del modelo de desarrollo en lo local.

Parecen haber tenido razón quienes advirtieron que la descentralización no era la panacea ni conducía automáticamente a fortalecer la democracia local, a mejorar la gestión, a aumentar la participación ciudadana, la rendición de cuentas y la trasparencia. Mucho menos, que sería la cantera de liderazgos democráticos y renovadores. En  casos como el de Guatemala parece más razonable sostener que los efectos de la descentralización sobre la corrupción dependen de los contextos socio-políticos.

En muchos municipios y departamentos han sido elegidos gobernantes que adelantaron gestiones transparentes, pero en una alta proporción de las Municipalidades se repiten los casos de corrupción y abundan los ante juicios, destituciones y condenas penales de los políticos.

La corrupción entre diputados, gobernadores y alcaldes podría atribuirse a la conjunción de cinco factores principales:

  1. Las características de los partidos y de la clase política, con predominio de políticos de negociosy de facciones o partidos y movimientos altamente personalizados en sus liderazgos y organizaciones- por eso lo de la conveniencia porque compran a la gente con regalitos y plazas para sus parientes.
  2. La existencia de redes criminales que capturan parcialmente el Estado en el nivel local, incluso con el uso de coacción o violencia – por eso lo del miedo de la población.
  3. La captura de partidos, facciones o movimientos políticos por parte de organizaciones criminales o grupos de contratistas;
  4. La debilidad de los controles interinstitucionales y su aplicación casi siempre a posteriori, para sancionar y no para prevenir – la Contraloría siempre llega mal y tarde.
  5. La debilidad de los controles sociales, aunque los medios de comunicación jueguen un creciente papel de vigilancia y denuncia.

Con algunas variantes y con especificidades, estos cinco elementos se combinan en los diversos departamentos y ciudades del país para llevarnos a la corrupción generalizada. La descentralización ha sido aplicada en contextos socio-políticos adversos, donde las  estructuras locales de poder la han utilizado para satisfacer intereses propios. De esta manera los recursos públicos han sido apropiados por individuos, grupos, clanes familiares o facciones y alianzas partidistas.

El grado de corrupción suele medirse a través de encuestas internacionales de percepción (como las de Transparencia Internacional o del WEF), pero hace falta profundizar y establecer indicadores sobre la vulnerabilidad de distintas instituciones a prácticas corruptas. Hoy solo nos enteramos de cómo está la gestión de un Municipio hasta cuando han llevado a la cárcel al alcalde o la misma población lo lincha en plena calle. Esto último es una tarea que debe ponerse la nueva Alianza por la Transparencia, donde Acción Ciudadana tiene la oportunidad de oro para surgir y fortalecer la capacidad de control de la CGN, permear en la clase política local para fomentar la cuentadancia, y sobre todo lanzar una real capacidad en la ciudadanía para fiscalizar y exigir sin miedo a represalias.  Además, preparar la artillería pesada en la ciudadanía para que en cuatro años todos y cada uno de los alcaldes mal evaluados o acusados de algún mal manejo no puedan ser de nuevo candidatos o no votar por ellos/ellas.