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“Canela”: otro prospecto promisorio

Redacción República
18 de febrero, 2019

Armando de la Torre

(Nota bene: Después de concluido este artículo de opinión, los magistrados de la Corte Suprema de Justicia unánimemente reconocieron el derecho que asiste a la licenciada Zury Ríos Sosa a ser electa Presidente de la República. Felicito a esos magistrados por su apego al Derecho). 

Roberto González Díaz Durán, alias “Canela”, es también otra de las opciones posibles que nos urgen elegir para las próximas elecciones generales en un marco que después del de la presidencia más habría de interesarnos: el del entorno municipal de los capitalinos.

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Conozco a Roberto y a su encantadora esposa Mónica desde sus días de estudiantes universitarios y les he seguido la pista más o menos de lejos desde entonces. 

Una pareja ejemplar de amor y fidelidad mutuos en ese torbellino incesante de las decisiones municipales al que se reduce localmente nuestra vida pública a nivel capitalino. 

Porque la sociología urbana me ha resultado siempre un tema, por otra parte, de mi peculiar interés, tanto a nivel intelectual como personal. 

Roberto se ha mostrado un inquieto renovador de nuestra vida comunitaria. Por otra parte, he compartido en todos los muy diversos lugares en que me he asentado a lo largo de los años esa misma preocupación realista suya que he aprendido de los mejores cívicamente pensantes y profesionalmente preparados. En este punto he de hacer del conocimiento de todos que mi mejor guía la ha constituido el conjunto de magníficos análisis publicados por la Universidad de Chicago durante el siglo XX.   

Esta ciudad hoy por hoy ya ha superado con creces sus límites demográficos y políticos del siglo XIX para erigirse a nivel centroamericano en su más pujante y espléndida metrópoli. Por eso la entiendo como una concentración metropolitana que hoy abarca territorialmente casi el entero Departamento del mismo nombre. 

Más en concreto, la visualizo hoy abarcando de San Lucas a Palencia y desde Amatitlán a San Pedro Ayampuc. O sea ya como una conurbación de unos seis a siete millones de habitantes, algo caótica e injustificadamente relegada a prioridad poco urgente por las autoridades nacionales.

Ni cuenta con las aportaciones imprescindibles ni la planificación efectiva al largo plazo para este su nuevo papel de gran capital de facto de la entera Centroamérica.

Hace unos treinta años un honorable concejal de la misma municipalidad y bajo el liderazgo entonces de Abundio Maldonado, don Roberto Stein, presentó al Congreso un proyecto de “Distrito Central” que, a mi juicio, se acercaba bastante a lo que se hubiese requerido como respuesta urbanística a las realidades de ese momento. Pero tropezó con el habitual obstáculo de las diversas bancadas del Congreso de aquel entonces y también con los egoísmos raquíticos de las varias autoridades municipales del Departamento central guatemalteco. 

Aunque un gran amigo mío, ingeniero de impecable profesionalismo, me adjunta anticipadamente este comentario: 

“Considero que la infraestructura faltante y la que hay que rehacer, está así, precisamente por esperar que la hagan las Munis. Las Munis, incluida la de la Capital, no tienen la capacidad técnica de hacerla respetando las normas de construcción internacionales y de ahí, buena parte de sus deficiencias. Por poner un simple ejemplo, las señales de tránsito no son internacionales, esas marañas de cables y postes son hasta prohibidos en otros países y así sucesivamente. El país en general y las Munis en particular, son un buen objetivo de infraestructuras de saneamiento, viabilidad, agua potable, etc. También por poner un ejemplo, no hay una sola planta de tratamiento de drenajes municipal…ni embalses de regulación de aguas de lluvia y estamos rodeados de barrancos…

¿No será que es hora de que sea el sector privado el inversor en dichas obras de infraestructura? …Pues las inversiones del sector privado en otros servicios no solo se han hecho en el tiempo que su demanda requiere, sino que se han hecho sin constituir un solo centavo de deuda nacional, ni se han creado impuestos o aumentado algunos para cubrir sus costos.

A mí me parece que solo el desarrollar los mecanismos para evitar el robo y el desvío de fondos municipales es una tarea más compleja que construir la infraestructura por medio del sector privado. Por supuesto que habrá que pagar por los servicios y beneficios de tal infraestructura, pero ese pago también se hará y con creces con la construcción con fondos asignados a las Munis.

Recordemos que pedir cosas de gratis es pedir más impuestos…”  

Empero, aún reconozco que los logros urbanísticos de las últimas décadas han superado con creces mis expectativas de hace medio siglo. Muy en especial la belleza forestal encerrada en sus parques y avenidas que nos legara en su momento el recordado Alcalde Metropolitano Álvaro Arzú. 

Todo como confirmación exultante de que esta ciudad ha podido contar con arquitectos e ingenieros magníficos egresados de las diversas universidades del país o del extranjero. Y así, nuestro perfil urbano hoy es imponente como ningún otro de Bogotá a Ciudad de México. 

A mi juicio, además, el reto prioritario para Roberto si llegase a ser nuestro Alcalde es el creciente problema de la escasez de agua. La napa freática ya no alcanza para mucho más, como ocurre también en otras urbes gloriosas como Roma o Madrid. Por eso, además, nos urge inevitablemente una colaboración amistosa y eficiente entre la cabeza del Poder Ejecutivo y la del poder municipal, como, por ejemplo, ocurrió en tiempos del Presidente Ubico para traer a esta capital las aguas del rio Teocinte. 

Y el otro, no menos muy urgente, el del caótico tránsito vehicular. Pare esto me permitiría sugerirle el ejemplo de un segundo anillo periférico parecido al puesto en funcionamiento en Santiago de Chile hace menos de seis años. Y que por suerte, para tan ambiciosa meta, hasta contaríamos ya con el ingeniero planificador apropiado: don Fritz García Galón. 

Una tercera y de no menos prioritaria urgencia es el de la recogida y reciclaje de los desechos urbanos, proyecto que inclusive podría ampliarse a todo el territorio nacional, como lo hace desde hace años el inmenso Brasil que ha concentrado ese esfuerzo a nivel nacional con el oportuno reciclaje de los mismos en un solo punto: la ciudad de São Paulo. 

Añadida a estas prioridades, sugeriría, pero siempre con el apoyo del gobierno central, una revisión integral del estado del sistema subterráneo de cloacas y tuberías de la ciudad capital, del cual recuerdo que se preocupó de manera muy en particular el Alcalde Miguel Ángel Lee a principio de la década de los ochentas. 

También esto urge, no menos que un nuevo plan ordenador de nuestro desarrollo urbano. 

Por último, yo me permitiría aconsejarle a “Canela” un esfuerzo adicional para revisar el apoyo financiero a la municipalidad así de crecida y discutirlo con los poderes Legislativo y Ejecutivo del país, pues aislada los recursos económicos de esta urbe son muy insuficientes para hacerle frente a tantos desafíos, incluido el de un posible soterramiento de todos los cables transmisores de energía eléctrica. 

Un sistema rápido de trenes eléctricos, subterráneo o aéreo, un traslado del Aeropuerto Internacional hacia la Costa Sur, más pasos a desnivel y la ecología urbana son otros tantos desafíos prioritarios que esperan por “Canela” o por cualquiera de sus contendientes.

Queda mucho que sugerir pero se me acabó el espacio.

“Canela”: otro prospecto promisorio

Redacción República
18 de febrero, 2019

Armando de la Torre

(Nota bene: Después de concluido este artículo de opinión, los magistrados de la Corte Suprema de Justicia unánimemente reconocieron el derecho que asiste a la licenciada Zury Ríos Sosa a ser electa Presidente de la República. Felicito a esos magistrados por su apego al Derecho). 

Roberto González Díaz Durán, alias “Canela”, es también otra de las opciones posibles que nos urgen elegir para las próximas elecciones generales en un marco que después del de la presidencia más habría de interesarnos: el del entorno municipal de los capitalinos.

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Conozco a Roberto y a su encantadora esposa Mónica desde sus días de estudiantes universitarios y les he seguido la pista más o menos de lejos desde entonces. 

Una pareja ejemplar de amor y fidelidad mutuos en ese torbellino incesante de las decisiones municipales al que se reduce localmente nuestra vida pública a nivel capitalino. 

Porque la sociología urbana me ha resultado siempre un tema, por otra parte, de mi peculiar interés, tanto a nivel intelectual como personal. 

Roberto se ha mostrado un inquieto renovador de nuestra vida comunitaria. Por otra parte, he compartido en todos los muy diversos lugares en que me he asentado a lo largo de los años esa misma preocupación realista suya que he aprendido de los mejores cívicamente pensantes y profesionalmente preparados. En este punto he de hacer del conocimiento de todos que mi mejor guía la ha constituido el conjunto de magníficos análisis publicados por la Universidad de Chicago durante el siglo XX.   

Esta ciudad hoy por hoy ya ha superado con creces sus límites demográficos y políticos del siglo XIX para erigirse a nivel centroamericano en su más pujante y espléndida metrópoli. Por eso la entiendo como una concentración metropolitana que hoy abarca territorialmente casi el entero Departamento del mismo nombre. 

Más en concreto, la visualizo hoy abarcando de San Lucas a Palencia y desde Amatitlán a San Pedro Ayampuc. O sea ya como una conurbación de unos seis a siete millones de habitantes, algo caótica e injustificadamente relegada a prioridad poco urgente por las autoridades nacionales.

Ni cuenta con las aportaciones imprescindibles ni la planificación efectiva al largo plazo para este su nuevo papel de gran capital de facto de la entera Centroamérica.

Hace unos treinta años un honorable concejal de la misma municipalidad y bajo el liderazgo entonces de Abundio Maldonado, don Roberto Stein, presentó al Congreso un proyecto de “Distrito Central” que, a mi juicio, se acercaba bastante a lo que se hubiese requerido como respuesta urbanística a las realidades de ese momento. Pero tropezó con el habitual obstáculo de las diversas bancadas del Congreso de aquel entonces y también con los egoísmos raquíticos de las varias autoridades municipales del Departamento central guatemalteco. 

Aunque un gran amigo mío, ingeniero de impecable profesionalismo, me adjunta anticipadamente este comentario: 

“Considero que la infraestructura faltante y la que hay que rehacer, está así, precisamente por esperar que la hagan las Munis. Las Munis, incluida la de la Capital, no tienen la capacidad técnica de hacerla respetando las normas de construcción internacionales y de ahí, buena parte de sus deficiencias. Por poner un simple ejemplo, las señales de tránsito no son internacionales, esas marañas de cables y postes son hasta prohibidos en otros países y así sucesivamente. El país en general y las Munis en particular, son un buen objetivo de infraestructuras de saneamiento, viabilidad, agua potable, etc. También por poner un ejemplo, no hay una sola planta de tratamiento de drenajes municipal…ni embalses de regulación de aguas de lluvia y estamos rodeados de barrancos…

¿No será que es hora de que sea el sector privado el inversor en dichas obras de infraestructura? …Pues las inversiones del sector privado en otros servicios no solo se han hecho en el tiempo que su demanda requiere, sino que se han hecho sin constituir un solo centavo de deuda nacional, ni se han creado impuestos o aumentado algunos para cubrir sus costos.

A mí me parece que solo el desarrollar los mecanismos para evitar el robo y el desvío de fondos municipales es una tarea más compleja que construir la infraestructura por medio del sector privado. Por supuesto que habrá que pagar por los servicios y beneficios de tal infraestructura, pero ese pago también se hará y con creces con la construcción con fondos asignados a las Munis.

Recordemos que pedir cosas de gratis es pedir más impuestos…”  

Empero, aún reconozco que los logros urbanísticos de las últimas décadas han superado con creces mis expectativas de hace medio siglo. Muy en especial la belleza forestal encerrada en sus parques y avenidas que nos legara en su momento el recordado Alcalde Metropolitano Álvaro Arzú. 

Todo como confirmación exultante de que esta ciudad ha podido contar con arquitectos e ingenieros magníficos egresados de las diversas universidades del país o del extranjero. Y así, nuestro perfil urbano hoy es imponente como ningún otro de Bogotá a Ciudad de México. 

A mi juicio, además, el reto prioritario para Roberto si llegase a ser nuestro Alcalde es el creciente problema de la escasez de agua. La napa freática ya no alcanza para mucho más, como ocurre también en otras urbes gloriosas como Roma o Madrid. Por eso, además, nos urge inevitablemente una colaboración amistosa y eficiente entre la cabeza del Poder Ejecutivo y la del poder municipal, como, por ejemplo, ocurrió en tiempos del Presidente Ubico para traer a esta capital las aguas del rio Teocinte. 

Y el otro, no menos muy urgente, el del caótico tránsito vehicular. Pare esto me permitiría sugerirle el ejemplo de un segundo anillo periférico parecido al puesto en funcionamiento en Santiago de Chile hace menos de seis años. Y que por suerte, para tan ambiciosa meta, hasta contaríamos ya con el ingeniero planificador apropiado: don Fritz García Galón. 

Una tercera y de no menos prioritaria urgencia es el de la recogida y reciclaje de los desechos urbanos, proyecto que inclusive podría ampliarse a todo el territorio nacional, como lo hace desde hace años el inmenso Brasil que ha concentrado ese esfuerzo a nivel nacional con el oportuno reciclaje de los mismos en un solo punto: la ciudad de São Paulo. 

Añadida a estas prioridades, sugeriría, pero siempre con el apoyo del gobierno central, una revisión integral del estado del sistema subterráneo de cloacas y tuberías de la ciudad capital, del cual recuerdo que se preocupó de manera muy en particular el Alcalde Miguel Ángel Lee a principio de la década de los ochentas. 

También esto urge, no menos que un nuevo plan ordenador de nuestro desarrollo urbano. 

Por último, yo me permitiría aconsejarle a “Canela” un esfuerzo adicional para revisar el apoyo financiero a la municipalidad así de crecida y discutirlo con los poderes Legislativo y Ejecutivo del país, pues aislada los recursos económicos de esta urbe son muy insuficientes para hacerle frente a tantos desafíos, incluido el de un posible soterramiento de todos los cables transmisores de energía eléctrica. 

Un sistema rápido de trenes eléctricos, subterráneo o aéreo, un traslado del Aeropuerto Internacional hacia la Costa Sur, más pasos a desnivel y la ecología urbana son otros tantos desafíos prioritarios que esperan por “Canela” o por cualquiera de sus contendientes.

Queda mucho que sugerir pero se me acabó el espacio.