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La hegemonía americana y las élites depredadoras.

Nicholas Virzi
02 de abril, 2021

Si quieren entender la rivalidad entre EEUU y China, y el rol que puede jugar Centroamérica en esa competencia, solo hay que mirar un mapa. EEUU tiene bases militares en casi todos los flancos de China, Corea, Japón, Taiwan, Afganistán, Pakistán, el mar, etc. China quiere lo mismo. 

China está acumulando el poder económico para financiar sus ambiciones geopolíticas, en las cuales figuran de manera los países de la región, en particular Guatemala. China ya está en Argentina, pero entre Argentina y Guatemala, Guatemala es mucho más importante geopolíticamente para China, por su cercanía a EEUU. 

Aquí se presenta una amenaza latente de la estrategia de EEUU en Centroamérica. EEUU dice que quiere acabar con la corrupción en la región. Ésa visión loable es ampliamente compartida. La preguntas de entrada serían: ¿Qué tan rápido puede ocurrir? ¿A qué costo? Seguramente sería contraproducente si la presión americana llevase a países de la región a tomar la decisión de establecer relaciones más cercanas con la China comunista. 

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Nadie habla de un escenario donde la presión a las élites regionales que aplica EEUU en sus países aliados pudiese provocar una reacción que facilite la entrada militar de China en la mayor esfera de influencia de EEUU, Centroamérica. Hasta ahora se ha tratado como un escenario impensable. 

Ese es el gran error de los expertos. Asignan una probabilidad nula al escenario, por eso no no miden bien el rango de consecuencias no intencionadas que podrían resultar de sus políticas. 

Estratégicamente, un país no necesariamente se prepara para el escenario más probable. A veces se debe tener en mente el escenario más catastrófico, por menos probable que sea, y tratar de evitarlo ante todo. Ésa fue la lógica de la Guerra Fría. 

La probabilidad de guerra nuclear entre EEUU y la URSS siempre fue infinitesimal, pero no era cero. Y esa baja probabilidad se ponderó correctamente con el costo negativo enorme del escenario catastrófico si llegase a ocurrir. Esa lógica determinó la política exterior de EEUU y la URSS. Las dos superpotencias hicieron todo lo posible para impedir el escenario menos probable, porque su realización era imposible de contemplar. 

EEUU no está haciendo igual de cauteloso hoy en la región. La analogía nuclear sería la penetración China en la región. 

Cómo es típico de su política exterior reciente, EEUU quiere una solución rápida a un problema complejo que no termina de comprender. EEUU quiere entrar con todo en Centroamérica, y rehacer a la región en su imagen, en tiempo real. En este esfuerzo, EEUU ejerce una enorme presión sobre las élites de sus países aliados, Con la intención de mejorar la institucionalidad y las perspectivas de desarrollo de los países.  Asumiendo que esto funcione, no se puede negar que genera anticuerpos.    

La falta de una cautela prudente es un error de política exterior que China está ansiosa de aprovechar, y lo haría con la ayuda de los dizque aliados de la sociedad civil que EEUU cree que tiene. La izquierda centroamericana que hoy aplaude la injerencia de EEUU no es confiable aliado de EEUU. Desde hace tiempo quiere abandonar a Taiwan y pasarse con China. Y siempre ha sido la fuente de las más duras críticas a la injerencia americana en la región. 

Si la derecha también adopta la postura de los que hoy dicen ser aliados de EEUU, que China es mejor que Taiwan, lo impensable [para EEUU] se vuelve más factible, y realizable en tiempo real. Más adelante se discuten algunas razones porque las élites derecha podrían contemplar una tal movida. 

China haría cualquier cosa para tener una base militar en Guatemala. Entre más espacio los país centroamericanos le dan a China, menos poder de presión tendría EEUU, y menos relevancia tendrían los agentes que dependen de su agenda. Es irónico porque si se hace relación con China, los mejores parados podrían ser el ejército y el gran capital, no los recipientes de la ayuda externa.  

Es común oír que EEUU jamás lo permitiría, pero la realidad es que EEUU no tiene amenaza disuasiva creíble como para decir que, si se desconoce a Taiwán y se establece relaciones con China, que EEUU va a cortar toda relación comercial, financiera, diplomática con Guatemala. Geopolíticamente, estratégicamente, la posición de Guatemala en la esfera de influencia de EEUU es demasiada poderosa.

EEUU no va a cortar relaciones comerciales, económicas, financieras, políticas, diplomáticas con ningún país de la región que desconozca Taiwán y se pase con China. Pase lo que pase en Guatemala, para poner el caso concreto, EEUU va a seguir comprando exportaciones, mandando turistas, aceptando migrantes, y haciendo inversiones en Guatemala. 

El tema no es que Guatemala tendría que escoger entre EEUU y China. Es de aceptar la hegemonía de EEUU, o no. Lo que tendría que evaluar Guatemala es que si no estaría mejor con dos potencias luchando para captar y mantener su atención. 

Nunca es bueno para una potencia sobreestimar su poder, y menos para sus agentes afines. Por ejemplo, Cuba y Venezuela no han dejado que las amenazas de EEUU determinen sus sistemas políticos. Pagan el alto costo de oponerse a EEUU, porque sus tomadores de decisiones perciben que los beneficios de hacerlo son todavía más altos para ellos. 

En Centroamérica ha sido diferente, por el reconocimiento que el modelo Americano ha sido hasta ahora más digno de replicar en la región, de parte de sus élites; si, las mismas élites que hoy EEUU llama depredadoras. 

La realidad es que EEUU necesita de las élites locales no sólo para mover su agenda en la región, si no también para mantener la narrativa que la fidelidad para con EEUU debería der ser inquebrable. Son las élites empresariales de la región las que han mantenido a sus países firmemente en el campo americano, no las organizaciones de la sociedad civil que EEUU financia. 

Sí las élites locales perciben que EEUU les pagará su fidelidad como lo hizo con los militares que lucharon a su lado contra la guerrilla marxista, no debería de sorprender si se cuestiona el valor de seguir siendo fiel aliado del modelo americano.

La hegemonía americana y las élites depredadoras.

Nicholas Virzi
02 de abril, 2021

Si quieren entender la rivalidad entre EEUU y China, y el rol que puede jugar Centroamérica en esa competencia, solo hay que mirar un mapa. EEUU tiene bases militares en casi todos los flancos de China, Corea, Japón, Taiwan, Afganistán, Pakistán, el mar, etc. China quiere lo mismo. 

China está acumulando el poder económico para financiar sus ambiciones geopolíticas, en las cuales figuran de manera los países de la región, en particular Guatemala. China ya está en Argentina, pero entre Argentina y Guatemala, Guatemala es mucho más importante geopolíticamente para China, por su cercanía a EEUU. 

Aquí se presenta una amenaza latente de la estrategia de EEUU en Centroamérica. EEUU dice que quiere acabar con la corrupción en la región. Ésa visión loable es ampliamente compartida. La preguntas de entrada serían: ¿Qué tan rápido puede ocurrir? ¿A qué costo? Seguramente sería contraproducente si la presión americana llevase a países de la región a tomar la decisión de establecer relaciones más cercanas con la China comunista. 

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Nadie habla de un escenario donde la presión a las élites regionales que aplica EEUU en sus países aliados pudiese provocar una reacción que facilite la entrada militar de China en la mayor esfera de influencia de EEUU, Centroamérica. Hasta ahora se ha tratado como un escenario impensable. 

Ese es el gran error de los expertos. Asignan una probabilidad nula al escenario, por eso no no miden bien el rango de consecuencias no intencionadas que podrían resultar de sus políticas. 

Estratégicamente, un país no necesariamente se prepara para el escenario más probable. A veces se debe tener en mente el escenario más catastrófico, por menos probable que sea, y tratar de evitarlo ante todo. Ésa fue la lógica de la Guerra Fría. 

La probabilidad de guerra nuclear entre EEUU y la URSS siempre fue infinitesimal, pero no era cero. Y esa baja probabilidad se ponderó correctamente con el costo negativo enorme del escenario catastrófico si llegase a ocurrir. Esa lógica determinó la política exterior de EEUU y la URSS. Las dos superpotencias hicieron todo lo posible para impedir el escenario menos probable, porque su realización era imposible de contemplar. 

EEUU no está haciendo igual de cauteloso hoy en la región. La analogía nuclear sería la penetración China en la región. 

Cómo es típico de su política exterior reciente, EEUU quiere una solución rápida a un problema complejo que no termina de comprender. EEUU quiere entrar con todo en Centroamérica, y rehacer a la región en su imagen, en tiempo real. En este esfuerzo, EEUU ejerce una enorme presión sobre las élites de sus países aliados, Con la intención de mejorar la institucionalidad y las perspectivas de desarrollo de los países.  Asumiendo que esto funcione, no se puede negar que genera anticuerpos.    

La falta de una cautela prudente es un error de política exterior que China está ansiosa de aprovechar, y lo haría con la ayuda de los dizque aliados de la sociedad civil que EEUU cree que tiene. La izquierda centroamericana que hoy aplaude la injerencia de EEUU no es confiable aliado de EEUU. Desde hace tiempo quiere abandonar a Taiwan y pasarse con China. Y siempre ha sido la fuente de las más duras críticas a la injerencia americana en la región. 

Si la derecha también adopta la postura de los que hoy dicen ser aliados de EEUU, que China es mejor que Taiwan, lo impensable [para EEUU] se vuelve más factible, y realizable en tiempo real. Más adelante se discuten algunas razones porque las élites derecha podrían contemplar una tal movida. 

China haría cualquier cosa para tener una base militar en Guatemala. Entre más espacio los país centroamericanos le dan a China, menos poder de presión tendría EEUU, y menos relevancia tendrían los agentes que dependen de su agenda. Es irónico porque si se hace relación con China, los mejores parados podrían ser el ejército y el gran capital, no los recipientes de la ayuda externa.  

Es común oír que EEUU jamás lo permitiría, pero la realidad es que EEUU no tiene amenaza disuasiva creíble como para decir que, si se desconoce a Taiwán y se establece relaciones con China, que EEUU va a cortar toda relación comercial, financiera, diplomática con Guatemala. Geopolíticamente, estratégicamente, la posición de Guatemala en la esfera de influencia de EEUU es demasiada poderosa.

EEUU no va a cortar relaciones comerciales, económicas, financieras, políticas, diplomáticas con ningún país de la región que desconozca Taiwán y se pase con China. Pase lo que pase en Guatemala, para poner el caso concreto, EEUU va a seguir comprando exportaciones, mandando turistas, aceptando migrantes, y haciendo inversiones en Guatemala. 

El tema no es que Guatemala tendría que escoger entre EEUU y China. Es de aceptar la hegemonía de EEUU, o no. Lo que tendría que evaluar Guatemala es que si no estaría mejor con dos potencias luchando para captar y mantener su atención. 

Nunca es bueno para una potencia sobreestimar su poder, y menos para sus agentes afines. Por ejemplo, Cuba y Venezuela no han dejado que las amenazas de EEUU determinen sus sistemas políticos. Pagan el alto costo de oponerse a EEUU, porque sus tomadores de decisiones perciben que los beneficios de hacerlo son todavía más altos para ellos. 

En Centroamérica ha sido diferente, por el reconocimiento que el modelo Americano ha sido hasta ahora más digno de replicar en la región, de parte de sus élites; si, las mismas élites que hoy EEUU llama depredadoras. 

La realidad es que EEUU necesita de las élites locales no sólo para mover su agenda en la región, si no también para mantener la narrativa que la fidelidad para con EEUU debería der ser inquebrable. Son las élites empresariales de la región las que han mantenido a sus países firmemente en el campo americano, no las organizaciones de la sociedad civil que EEUU financia. 

Sí las élites locales perciben que EEUU les pagará su fidelidad como lo hizo con los militares que lucharon a su lado contra la guerrilla marxista, no debería de sorprender si se cuestiona el valor de seguir siendo fiel aliado del modelo americano.