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Lecciones aprendidas y por aprender de las elecciones

Lección por aprender en este sentido es que siempre habrá quienes se crean los portadores de la verdad absoluta, aun cuando saben que solamente están empujando una narrativa de acuerdo con sus intereses particulares o sectarios.

Ilustración: Gabriel López
Alejandro Palmieri
28 de junio, 2023

El resultado de las elecciones generales del domingo fue tan inesperado, que hasta los propios del Movimiento Semilla resultaron sorprendidos.  Por supuesto, fue el resultado que deseaban, por el que trabajaron, pero que veían lejano.  

El resultado, aparte de dejar a muchos -a todos- sorprendidos, deja también lecciones aprendidas y por aprender.  Los políticos perdedores por supuesto que deberán aprender de su fracaso, pero somos los ciudadanos en general quienes debemos sacar más aprendizaje

Una primera lección por aprender debe ser que los votantes, por sobre cualquier candidatura o partido, votaron nulo en rechazo a un sistema (partidocracia) que no les satisface.  Más allá de que candidatos que no participaron llamaron a votar nulo, ese 17.39% refleja un genuino sentimiento ciudadano, y no obediencia a las consignas de Pineda, Arzú y Rodas.  

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La ciudadanía busca que se le presenten opciones distintas y ya no las mismas una y otra vez hasta que “le toque”.  Sandra Torres sería la excepción, pero no es poca cosa que hasta a ella, que pasa en primer lugar a la segunda vuelta, le ganó el voto nulo.  Los partidos deberán buscar candidatos menos producidos, más genuinos y orgánicos.  Pero, sobre todo, que sean capaces de convencer al electorado de que no son más de lo mismo.

Otra lección es que, para ganar una elección, o cuando menos para hacer una campaña exitosa, ya no son necesarias grandes cantidades de dinero.  Las modificaciones en el 2016 a la Ley electoral pretendieron justamente eso, limitar el techo de campaña para darle oportunidad a partidos con menos financiamiento.  Un efecto nocivo de esa modificación fue que muchos partidos, sobre todo a nivel local (alcaldías) obtuvieron financiamiento de fuentes ilícitas, con lo cual la influencia del crimen organizado creció.  Toca que las autoridades fortalezcan sus capacidades para fiscalizar a ese nivel.  En esta elección simplemente no lo pudieron hacer.  

Pendiente de que se conozca el dato final del financiamiento de los partidos, es fácil afirmar que Semilla no gastó casi nada, sobre todo en comparación a otros que no obtuvieron el resultado de estos.  

Luego, se debe reconocer que más allá de las ideologías, lo que el electorado busca es representación de su forma de pensar; no es ninguna casualidad que en los departamentos de Guatemala, Sacatepéquez y Chimaltenango haya ganado Bernardo Arévalo.  Votantes jóvenes y con educación formal -variada, entre esos departamentos- secundaria y universitaria son, evidentemente, cada vez más progresistas, lo que sea que signifique eso para cada uno, pero que pasa por el rechazo a la vieja política, búsqueda de autoridades que mejore las condiciones de vida, más inclusión y, quien sabe si también otros valores que ya no son necesariamente los tradicionales.

Quien sea electo el 20 de agosto como presidente debe tener presente que pasó a segunda vuelta con menos de un millón de votos y que, en todo caso, tendrá una bancada que no representa mayoría (de 28 a 23 diputados de UNE y Semilla, respectivamente) por lo que no pueden pretender arrogarse la voz de todo un pueblo.  Sobre esto cabe resaltar que el diputado reelecto de Semilla, Samuel Pérez Álvarez dio declaraciones en el sentido de que, si no logran acuerdos en el Congreso, saldrán a las calles a buscar un apoyo que no obtuvieron en las urnas, pues de ser así, habrían tenido más diputados.  Lamentable demostración de hubris que esboza su actitud en tiempos venideros.

Otra lección, menos trascendental, pero igual de importante de aprender, es que las encuestas deben ser realizadas de otra forma si quieren reflejar el genuino sentir o pensar del electorado.  Ninguna encuesta ponía a Arévalo como contendiente (tampoco midieron acertadamente a Armando Castillo de VIVA) y por supuesto, fallaron estrepitosamente al colocar como favoritos a Zury Ríos y a Edmond Mulet.

Sea que existió desconfianza al responder encuestas, o que las muestras deben ser diseñadas de manera distinta, la realidad es que no fueron certeras.  Adicionalmente a ello, se debe reconocer que algunos partidos contribuyeron a la desconfianza de las encuestas al publicar supuestas mediciones que les daban a ellos la victoria.  Embustes que jugaron en su contra.

Finalmente, otra lección aprendida es que, a pesar de todo, tuvimos elecciones libres y democráticas.  Más allá de los bandazos que dio el TSE y algunas decisiones de cortes sobre candidaturas, los guatemaltecos eligieron libremente y lo hicieron por opciones que no representan precisamente al statu quo.

Desde meses atrás, pero especialmente en la última semana antes de las elecciones, activistas/periodistas publicaron en distintos medios internacionales opiniones que vendieron como noticia y que aseguraban que habría fraude y que en Guatemala no había elecciones libres.  Obviamente al darse el resultado que se dio, no volvieron a pronunciarse de esa manera, pero el daño estaba hecho.  

Lección por aprender en este sentido es que siempre habrá quienes se crean los portadores de la verdad absoluta, aun cuando saben que solamente están empujando una narrativa de acuerdo con sus intereses particulares o sectarios.

Mucho por aprender y mucho que aplicar para caminar en la senda democrática; las elecciones en Guatemala han sido y son, hasta ahora, libres.  Los resultados son garantizados por decenas de miles de ciudadanos.  Al final, la mayor riqueza de una nación es su gente.  Algo que confirmamos en esta elección.

Lecciones aprendidas y por aprender de las elecciones

Lección por aprender en este sentido es que siempre habrá quienes se crean los portadores de la verdad absoluta, aun cuando saben que solamente están empujando una narrativa de acuerdo con sus intereses particulares o sectarios.

Ilustración: Gabriel López
Alejandro Palmieri
28 de junio, 2023

El resultado de las elecciones generales del domingo fue tan inesperado, que hasta los propios del Movimiento Semilla resultaron sorprendidos.  Por supuesto, fue el resultado que deseaban, por el que trabajaron, pero que veían lejano.  

El resultado, aparte de dejar a muchos -a todos- sorprendidos, deja también lecciones aprendidas y por aprender.  Los políticos perdedores por supuesto que deberán aprender de su fracaso, pero somos los ciudadanos en general quienes debemos sacar más aprendizaje

Una primera lección por aprender debe ser que los votantes, por sobre cualquier candidatura o partido, votaron nulo en rechazo a un sistema (partidocracia) que no les satisface.  Más allá de que candidatos que no participaron llamaron a votar nulo, ese 17.39% refleja un genuino sentimiento ciudadano, y no obediencia a las consignas de Pineda, Arzú y Rodas.  

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La ciudadanía busca que se le presenten opciones distintas y ya no las mismas una y otra vez hasta que “le toque”.  Sandra Torres sería la excepción, pero no es poca cosa que hasta a ella, que pasa en primer lugar a la segunda vuelta, le ganó el voto nulo.  Los partidos deberán buscar candidatos menos producidos, más genuinos y orgánicos.  Pero, sobre todo, que sean capaces de convencer al electorado de que no son más de lo mismo.

Otra lección es que, para ganar una elección, o cuando menos para hacer una campaña exitosa, ya no son necesarias grandes cantidades de dinero.  Las modificaciones en el 2016 a la Ley electoral pretendieron justamente eso, limitar el techo de campaña para darle oportunidad a partidos con menos financiamiento.  Un efecto nocivo de esa modificación fue que muchos partidos, sobre todo a nivel local (alcaldías) obtuvieron financiamiento de fuentes ilícitas, con lo cual la influencia del crimen organizado creció.  Toca que las autoridades fortalezcan sus capacidades para fiscalizar a ese nivel.  En esta elección simplemente no lo pudieron hacer.  

Pendiente de que se conozca el dato final del financiamiento de los partidos, es fácil afirmar que Semilla no gastó casi nada, sobre todo en comparación a otros que no obtuvieron el resultado de estos.  

Luego, se debe reconocer que más allá de las ideologías, lo que el electorado busca es representación de su forma de pensar; no es ninguna casualidad que en los departamentos de Guatemala, Sacatepéquez y Chimaltenango haya ganado Bernardo Arévalo.  Votantes jóvenes y con educación formal -variada, entre esos departamentos- secundaria y universitaria son, evidentemente, cada vez más progresistas, lo que sea que signifique eso para cada uno, pero que pasa por el rechazo a la vieja política, búsqueda de autoridades que mejore las condiciones de vida, más inclusión y, quien sabe si también otros valores que ya no son necesariamente los tradicionales.

Quien sea electo el 20 de agosto como presidente debe tener presente que pasó a segunda vuelta con menos de un millón de votos y que, en todo caso, tendrá una bancada que no representa mayoría (de 28 a 23 diputados de UNE y Semilla, respectivamente) por lo que no pueden pretender arrogarse la voz de todo un pueblo.  Sobre esto cabe resaltar que el diputado reelecto de Semilla, Samuel Pérez Álvarez dio declaraciones en el sentido de que, si no logran acuerdos en el Congreso, saldrán a las calles a buscar un apoyo que no obtuvieron en las urnas, pues de ser así, habrían tenido más diputados.  Lamentable demostración de hubris que esboza su actitud en tiempos venideros.

Otra lección, menos trascendental, pero igual de importante de aprender, es que las encuestas deben ser realizadas de otra forma si quieren reflejar el genuino sentir o pensar del electorado.  Ninguna encuesta ponía a Arévalo como contendiente (tampoco midieron acertadamente a Armando Castillo de VIVA) y por supuesto, fallaron estrepitosamente al colocar como favoritos a Zury Ríos y a Edmond Mulet.

Sea que existió desconfianza al responder encuestas, o que las muestras deben ser diseñadas de manera distinta, la realidad es que no fueron certeras.  Adicionalmente a ello, se debe reconocer que algunos partidos contribuyeron a la desconfianza de las encuestas al publicar supuestas mediciones que les daban a ellos la victoria.  Embustes que jugaron en su contra.

Finalmente, otra lección aprendida es que, a pesar de todo, tuvimos elecciones libres y democráticas.  Más allá de los bandazos que dio el TSE y algunas decisiones de cortes sobre candidaturas, los guatemaltecos eligieron libremente y lo hicieron por opciones que no representan precisamente al statu quo.

Desde meses atrás, pero especialmente en la última semana antes de las elecciones, activistas/periodistas publicaron en distintos medios internacionales opiniones que vendieron como noticia y que aseguraban que habría fraude y que en Guatemala no había elecciones libres.  Obviamente al darse el resultado que se dio, no volvieron a pronunciarse de esa manera, pero el daño estaba hecho.  

Lección por aprender en este sentido es que siempre habrá quienes se crean los portadores de la verdad absoluta, aun cuando saben que solamente están empujando una narrativa de acuerdo con sus intereses particulares o sectarios.

Mucho por aprender y mucho que aplicar para caminar en la senda democrática; las elecciones en Guatemala han sido y son, hasta ahora, libres.  Los resultados son garantizados por decenas de miles de ciudadanos.  Al final, la mayor riqueza de una nación es su gente.  Algo que confirmamos en esta elección.