Kanye West, una diputada y una comisión evangélica entran en un bar, HOY EN EL BLOG DE MÚSICA DE LUIS FERNANDO ALEJOS.
El bartender les pregunta: ¿El demonio les ha bajado sus defensas últimamente? ¿Desean beber un tipo de sangre particular o prefieren bañarse en un rocío de dólares y retuits, en medio de un show performático para salvar almas imaginarias?
Kanye West realmente no desea ser presidente, a pesar de que haya hecho públicas sus supuestas aspiraciones presidenciales en Estados Unidos. Le gusta la atención y, aunque comparte con Trump una pobre educación, falta de pensamiento crítico y credibilidad alguna, está llegando demasiado tarde a una contienda política que no lo necesita.
Si tan solo creyera en ella, West podría haber sido un vocero a favor de la medicación y terapia psiquiátricas, ya que su diagnóstico bipolar es algo que podría justificar este disparate mediático. Además, el rapero está demasiado inmerso en un cristianismo capitalista light como para poder ser tomado en serio en medio de la pandemia del Covid-19 que lleva un saldo superior a las 130 mil muertes en Estados Unidos.
Lucrecia de Palomo quiere ir a la iglesia, por cierto. La “científica y líder espiritual new age” y el partido Valor pretenden que los centros de culto reciban a sus feligreses de nuevo. Claro, ya no caben en los hospitales o en las morgues, que es donde terminarían si son expuestos al virus (como sucedería, inevitablemente, en una iglesia o templo).
Como antídoto musical recomiendo hoy el álbum Punisher de Phoebe Bridgers, una de mis cantautoras favoritas; una estrella reciente en mi firmamento musical. De su segundo álbum solista nos devolverán la paz ICU, Garden Song, Punisher, Chinese Satellites y I Know The End.