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Historias Urbanas | Hombre del mundo y la guitarra

Redacción República
02 de agosto, 2020

Hombre del mundo y la guitarra, ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

a Walter Morataya

Primer acto

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Lugar: Londres, año 1965.

Escenario: cierto club del centro de la ciudad a donde se baja por una escalera en espiral, donde la persona que viene en sentido contrario debe retroceder hasta la salida o la entrada para que pasen los que vienen entrando o saliendo en tropa. No, no se puede hacer a un lado, el espacio es muy estrecho.

Ambiente: cargado de humo de cigarrillos y hálitos de distintos grados de alcohol según la marca de whisky, cerveza o ginebra que beben los parroquianos; el vapor gotea del techo al condensarse y causa picazón al hacer contacto con los ojos.

Banda contratada por el dueño del local: los John Mayall’s Bluesbreakers, con Eric Clapton a la guitarra, John McVie al bajo y Hughie Flint sentado a la batería.

Director, cantante, tecladista y armonicista: John Mayall.

Público: están los coleccionistas de los discos de blues que traen importados de Estados Unidos, admiradores de todo músico de raza negra que toque guitarra o sople la armónica, desde Muddy Waters y Elmore James, pasando por John Lee Hooker y B. B. King, hasta Robert Johnson y Maxwell Street Jimmy Davis.

También está la fanaticada que sigue con fervor a Eric Clapton y no vaciló en pintar paredes con la afirmación Clapton is God, tanto lo admiran por su forma de tocar.

Y frente al escenario donde se amontonan los músicos, o desde un rincón, tratando de no disgustarse con las impertinencias de los borrachos y esos espectadores que le palmean con fuerza el hombro para pedirle que se haga a un lado porque no los deja ver, tan chaparritos son, está un joven músico diecinueve meses menor que Clapton. Nació el 29 de octubre de 1946, en el seno de un familia judía del East End londinense. Recibió el nombre de Peter Allen Greenbaum y lo simplificó a Peter Green.

Sigue a Clapton desde que estaba con los Yardbirds, el grupo que abandonó cuando abrazó un sonido más pop. Y también le fascina el blues: lo aprendió al lado de su hermano mayor, lo siguió tocando por su cuenta.

No pierde detalle de cada movimiento de los dedos y las manos de Clapton, a pesar de la escasa iluminación del escenario. Intentará emularlos cuando se siente a practicar con su guitarra Les Paul fabricada en 1959.

No le interesa digitar como si le tocara mecanografiar cien páginas en diez minutos: procura sentir el color de cada nota, la capta en sus menores variantes y sigue su resonancia hasta que se apaga la reverberación. Así forja el estilo que lo hará célebre entre sus contemporáneos.

Segundo acto

Lugar: The Flamingo, agosto de 1965.

Dirección: Wardour Street, Londres.

Acontecimientos: Peter Green tiene la suficiente audacia para presentarse ante John Mayall apenas se entera que buscan reemplazo para Clapton, quien se fue de vacaciones a Grecia. Mayall estaba probando a un guitarrista por noche, pues quedaban fechas por cumplir y compromisos por honrar.

Se le acerca y le dice que es mejor músico que el guitarrista que se esfuerza por cumplir con su parte. Mayall lo nota insistente, decide probarlo y comprueba que el muchacho tiene lo suyo. Cubre el puesto durante dos semanas hasta el regreso de Clapton, quien estrena bronceado producto de su exposición al sol helénico.

Su estancia con los Bluesbreakers está por terminar: su búsqueda musical lo encamina a la fundación del trío Cream junto al baterista Ginger Baker y el bajista Jack Bruce, ambos egresados de la Blues Incorporated, el otro molde maestro del blues británico dirigido por el guitarrista Alexis Korner.

Para mientras se le concede la vuelta a Bluesbreakers, Green se une al grupo Peter B’s Looners, dirigido por el tecladista Peter Bardens.

Al comienzo no causa mayor impresión, sus compañeros lo consideran limitado como guitarrista. Pero llega a trabar amistad con el baterista, un tipo ocurrente y larguirucho llamado Mick Fleetwood.

Su asociación como músicos será breve, apenas cinco años, pero dejará efectos duraderos. Con el tiempo a cuestas, Fleetwood recordará a su colega como el hombre que lo hizo mejor músico. También escuchará las grabaciones que hicieron juntos y se preguntará qué pudo haberle pasado.

Pero no nos adelantemos. Eso vendrá después. Mucho después.

Tercer acto

Lugares: entre Inglaterra y Estados Unidos, de 1966 a 2020.

Acontecimientos: Peter Green se alza como el guitarrista a escuchar cuando se habla del blues inglés. Deja a los Bluesbreakers poco después de que saliera a la venta el disco A Hard Road (Decca, 1967) y funda el grupo Fleetwood Mac al lado de Mick Fleetwood.

Incorpora al guitarrista Jeremy Spencer y espera a que John McVie acepte su oferta de unirse a la banda. Más tarde amplían la nómina con el ingreso del guitarrista Danny Kirwan: a Peter Green no le gusta sobresalir, cada músico tiene su espacio y aporta sus canciones; se enoja cuando el álbum debut de la banda se presenta como Peter Green’s Fleetwood Mac (Blue Horizon, 1968).

Eric Clapton le llega a profesar admiración, B. B. King lo premia cuando asegura, y no me atrevo a estropearlo con una traducción literal, que Green «has the sweetest tone I ever heard. He was the only one who gave me the cold sweats», y los Beatles copian la suave melodía de «Albatross», tema instrumental de Green, para la canción «Sun King» (Abbey Road, Apple, 1969).

Lejos de Londres, en San Francisco, su canción «Black Magic Woman» se transforma en el ritual que siempre estará presente en los conciertos de Carlos Santana: garantiza su difusión entre el público hispanoamericano aunque se desconozca la versión original.

La droga siempre ronda a los músicos: se inyecta como heroína dentro del jazz, se fuma como marihuana en los corridos norteños y brota como ácido lisérgico, mejor conocido por sus siglas LSD, entre los músicos de rock. El LSD tarda en hacer efecto, pero de golpe las estrellas se apagan, los objetos cambian de velocidad y los edificios se estiran como si fueran de hule.

Se dice que expande los sentidos, pero también fractura la personalidad, deja fisuras en la psiquis demasiado frágiles. Peter Green, al salir de cada viaje inducido por el ácido, se siente disgustado por recibir regalías gracias a sus canciones; rechaza la codicia y la acumulación de riquezas.

Termina por apartarse del mundo: abandona su puesto en Fleetwood Mac el 20 de mayo de 1970. También se aleja de su guitarra: no la volverá a tocar hasta 1979, después de que lo diagnosticaran con esquizofrenia, recibiera electrochoques y pasara inmóvil por largos períodos.

Volverá a grabar discos de 1980 a 1983, y de 1997 a 2003 al encabezar el Peter Green’s Splinter Group. Saldrá una vez más de gira entre 2009 y 2010, para presentarse en el Reino Unido y Europa, como Peter Green and Friends. De ahí el silencio, aunque su obra sigue presente en la formación actual de Fleetwood Mac: siempre incluirán en sus conciertos la canción «Oh Well», editada como sencillo a finales de 1969 y cuya primera estrofa sí me atrevo a presentar en versión literal:

No puedo evitar mis fachas

ni puedo cantar, tampoco soy guapo

y mis canillas son delgadas.

Pero mejor ni me preguntés qué pienso de vos,

quizá no te dé la respuesta que esperás de mí.

Y bueno…

Coda

Lugar: parroquia de Canvey Island, condado de Essex, Inglaterra.

Fecha: 25 de julio de 2020.

Acontecimiento: Peter Green murió mientras dormía. Se deslizó en calma y en quietud, ajeno al ruido del mundo.

Apenas cinco meses antes, recibió la visita del guitarrista Bernie Marsden, quien formó parte de Whitesnake de 1978 a 1982. Ese día, 25 de febrero, el ensamble encabezado por Mick Fleetwood homenajeó al legado del primer Fleetwood Mac en el London Palladium.

Por la escena inglesa se reclutó a John Mayall, Pete Townshend, David Gilmour, John McVie, Zak Starkey y Noel Gallagher; por el continente americano llegaron Steven Tyler, Billy Gibbons, Jonny Lang, Rick Vito y Kirk Hammett, el actual poseedor de la Les Paul fabricada en 1959.

«Peter estaba en modo chingón y cuando le pregunté si le hubiera gustado estar en Londres, medio se encogió de hombros, me sonrió y dijo, “no, me estoy tomando una taza de té con vos”», recordó Marsden.

Y ahí se quedó, en casa.

Preparando el té.

Historias Urbanas | Hombre del mundo y la guitarra

Redacción República
02 de agosto, 2020

Hombre del mundo y la guitarra, ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

a Walter Morataya

Primer acto

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Lugar: Londres, año 1965.

Escenario: cierto club del centro de la ciudad a donde se baja por una escalera en espiral, donde la persona que viene en sentido contrario debe retroceder hasta la salida o la entrada para que pasen los que vienen entrando o saliendo en tropa. No, no se puede hacer a un lado, el espacio es muy estrecho.

Ambiente: cargado de humo de cigarrillos y hálitos de distintos grados de alcohol según la marca de whisky, cerveza o ginebra que beben los parroquianos; el vapor gotea del techo al condensarse y causa picazón al hacer contacto con los ojos.

Banda contratada por el dueño del local: los John Mayall’s Bluesbreakers, con Eric Clapton a la guitarra, John McVie al bajo y Hughie Flint sentado a la batería.

Director, cantante, tecladista y armonicista: John Mayall.

Público: están los coleccionistas de los discos de blues que traen importados de Estados Unidos, admiradores de todo músico de raza negra que toque guitarra o sople la armónica, desde Muddy Waters y Elmore James, pasando por John Lee Hooker y B. B. King, hasta Robert Johnson y Maxwell Street Jimmy Davis.

También está la fanaticada que sigue con fervor a Eric Clapton y no vaciló en pintar paredes con la afirmación Clapton is God, tanto lo admiran por su forma de tocar.

Y frente al escenario donde se amontonan los músicos, o desde un rincón, tratando de no disgustarse con las impertinencias de los borrachos y esos espectadores que le palmean con fuerza el hombro para pedirle que se haga a un lado porque no los deja ver, tan chaparritos son, está un joven músico diecinueve meses menor que Clapton. Nació el 29 de octubre de 1946, en el seno de un familia judía del East End londinense. Recibió el nombre de Peter Allen Greenbaum y lo simplificó a Peter Green.

Sigue a Clapton desde que estaba con los Yardbirds, el grupo que abandonó cuando abrazó un sonido más pop. Y también le fascina el blues: lo aprendió al lado de su hermano mayor, lo siguió tocando por su cuenta.

No pierde detalle de cada movimiento de los dedos y las manos de Clapton, a pesar de la escasa iluminación del escenario. Intentará emularlos cuando se siente a practicar con su guitarra Les Paul fabricada en 1959.

No le interesa digitar como si le tocara mecanografiar cien páginas en diez minutos: procura sentir el color de cada nota, la capta en sus menores variantes y sigue su resonancia hasta que se apaga la reverberación. Así forja el estilo que lo hará célebre entre sus contemporáneos.

Segundo acto

Lugar: The Flamingo, agosto de 1965.

Dirección: Wardour Street, Londres.

Acontecimientos: Peter Green tiene la suficiente audacia para presentarse ante John Mayall apenas se entera que buscan reemplazo para Clapton, quien se fue de vacaciones a Grecia. Mayall estaba probando a un guitarrista por noche, pues quedaban fechas por cumplir y compromisos por honrar.

Se le acerca y le dice que es mejor músico que el guitarrista que se esfuerza por cumplir con su parte. Mayall lo nota insistente, decide probarlo y comprueba que el muchacho tiene lo suyo. Cubre el puesto durante dos semanas hasta el regreso de Clapton, quien estrena bronceado producto de su exposición al sol helénico.

Su estancia con los Bluesbreakers está por terminar: su búsqueda musical lo encamina a la fundación del trío Cream junto al baterista Ginger Baker y el bajista Jack Bruce, ambos egresados de la Blues Incorporated, el otro molde maestro del blues británico dirigido por el guitarrista Alexis Korner.

Para mientras se le concede la vuelta a Bluesbreakers, Green se une al grupo Peter B’s Looners, dirigido por el tecladista Peter Bardens.

Al comienzo no causa mayor impresión, sus compañeros lo consideran limitado como guitarrista. Pero llega a trabar amistad con el baterista, un tipo ocurrente y larguirucho llamado Mick Fleetwood.

Su asociación como músicos será breve, apenas cinco años, pero dejará efectos duraderos. Con el tiempo a cuestas, Fleetwood recordará a su colega como el hombre que lo hizo mejor músico. También escuchará las grabaciones que hicieron juntos y se preguntará qué pudo haberle pasado.

Pero no nos adelantemos. Eso vendrá después. Mucho después.

Tercer acto

Lugares: entre Inglaterra y Estados Unidos, de 1966 a 2020.

Acontecimientos: Peter Green se alza como el guitarrista a escuchar cuando se habla del blues inglés. Deja a los Bluesbreakers poco después de que saliera a la venta el disco A Hard Road (Decca, 1967) y funda el grupo Fleetwood Mac al lado de Mick Fleetwood.

Incorpora al guitarrista Jeremy Spencer y espera a que John McVie acepte su oferta de unirse a la banda. Más tarde amplían la nómina con el ingreso del guitarrista Danny Kirwan: a Peter Green no le gusta sobresalir, cada músico tiene su espacio y aporta sus canciones; se enoja cuando el álbum debut de la banda se presenta como Peter Green’s Fleetwood Mac (Blue Horizon, 1968).

Eric Clapton le llega a profesar admiración, B. B. King lo premia cuando asegura, y no me atrevo a estropearlo con una traducción literal, que Green «has the sweetest tone I ever heard. He was the only one who gave me the cold sweats», y los Beatles copian la suave melodía de «Albatross», tema instrumental de Green, para la canción «Sun King» (Abbey Road, Apple, 1969).

Lejos de Londres, en San Francisco, su canción «Black Magic Woman» se transforma en el ritual que siempre estará presente en los conciertos de Carlos Santana: garantiza su difusión entre el público hispanoamericano aunque se desconozca la versión original.

La droga siempre ronda a los músicos: se inyecta como heroína dentro del jazz, se fuma como marihuana en los corridos norteños y brota como ácido lisérgico, mejor conocido por sus siglas LSD, entre los músicos de rock. El LSD tarda en hacer efecto, pero de golpe las estrellas se apagan, los objetos cambian de velocidad y los edificios se estiran como si fueran de hule.

Se dice que expande los sentidos, pero también fractura la personalidad, deja fisuras en la psiquis demasiado frágiles. Peter Green, al salir de cada viaje inducido por el ácido, se siente disgustado por recibir regalías gracias a sus canciones; rechaza la codicia y la acumulación de riquezas.

Termina por apartarse del mundo: abandona su puesto en Fleetwood Mac el 20 de mayo de 1970. También se aleja de su guitarra: no la volverá a tocar hasta 1979, después de que lo diagnosticaran con esquizofrenia, recibiera electrochoques y pasara inmóvil por largos períodos.

Volverá a grabar discos de 1980 a 1983, y de 1997 a 2003 al encabezar el Peter Green’s Splinter Group. Saldrá una vez más de gira entre 2009 y 2010, para presentarse en el Reino Unido y Europa, como Peter Green and Friends. De ahí el silencio, aunque su obra sigue presente en la formación actual de Fleetwood Mac: siempre incluirán en sus conciertos la canción «Oh Well», editada como sencillo a finales de 1969 y cuya primera estrofa sí me atrevo a presentar en versión literal:

No puedo evitar mis fachas

ni puedo cantar, tampoco soy guapo

y mis canillas son delgadas.

Pero mejor ni me preguntés qué pienso de vos,

quizá no te dé la respuesta que esperás de mí.

Y bueno…

Coda

Lugar: parroquia de Canvey Island, condado de Essex, Inglaterra.

Fecha: 25 de julio de 2020.

Acontecimiento: Peter Green murió mientras dormía. Se deslizó en calma y en quietud, ajeno al ruido del mundo.

Apenas cinco meses antes, recibió la visita del guitarrista Bernie Marsden, quien formó parte de Whitesnake de 1978 a 1982. Ese día, 25 de febrero, el ensamble encabezado por Mick Fleetwood homenajeó al legado del primer Fleetwood Mac en el London Palladium.

Por la escena inglesa se reclutó a John Mayall, Pete Townshend, David Gilmour, John McVie, Zak Starkey y Noel Gallagher; por el continente americano llegaron Steven Tyler, Billy Gibbons, Jonny Lang, Rick Vito y Kirk Hammett, el actual poseedor de la Les Paul fabricada en 1959.

«Peter estaba en modo chingón y cuando le pregunté si le hubiera gustado estar en Londres, medio se encogió de hombros, me sonrió y dijo, “no, me estoy tomando una taza de té con vos”», recordó Marsden.

Y ahí se quedó, en casa.

Preparando el té.