Se cuentan por miles en todo el territorio
nacional. No suelen aparecer o acaparar las primeras planas y titulares de los
medios de comunicación. Tampoco suelen aparecer en las secciones de negocios de
los periódicos. No son “prioridad” ni están en la “agenda” de aquella
cooperación internacional, que basa su ayuda en su “nostalgia colonial”. No
suelen ser invitados a los pomposos y costosos eventos en hoteles y salones
donde corre el buen vino, las viandas, el ron y el whisky y donde se trata de
generar un ambiente “inclusivo”, políticamente correcto y dizque “intercultural”.

Esos miles de guatemaltecos no están esperando la
ayuda de un papá Estado. Se levantan muy temprano y se acuestan muy tarde.
Saben que si no trabajan duro, no tendrán la bendita tortilla y los sagrados
alimentos en la mesa de la casa. Conocen el territorio y la vida social del
país como pocos. Comprenden que para ser exitosos deben conocer bien su
entorno, adaptarse y competir.

A esos miles de guatemaltecos no ha llegado el
discurso y el contenido del “decenio”, ni del “convenio 169”, ni la “convención
CERD”. Me refiero a esos miles de hermanos indígenas que con su esfuerzo,
tenacidad, perseverancia y disciplina, son forjadores de vidas llenas de éxito.
Hay miles de hermanos indígenas exitosos. Los hay en la economía, en las artes,
en educación, en salud, el comercio y muchos otros sectores. Y esos ejemplos de
indígenas exitosos los vemos todos días, especialmente en el mercado.

Haga el ejercicio en la colonia de su casa o en las
cercanías de su oficina y observe quién o quiénes son los dueños de las tiendas
de barrio. Le apuesto que tendría muy cerca una tienda “La Momosteca”, donde
los dueños serían K’iche’s de Momostenango. Eso lo puede observar en la
capital, en Cobán, o en cualquier otro lugar del país, e incluso en algunas
capitales centroamericanas. El comercio de barrio y las tiendas al menudeo son
un buen ejemplo para observar la amplia participación de los hermanos indígenas
como parte importante y motor de la economía nacional. De hecho, para su éxito,
las grandes marcas, tanto nacionales como internacionales, también dependen del
éxito de estos emprendimientos para colocar sus productos y ganar más terreno
en el mercado.

El indígena exitoso es emprendedor por excelencia.
Ejemplo paradigmático de ello también es el caso de la “Hortaliza de América”,
en referencia al municipio de Almolonga, del departamento de Quetzaltenango.
Pero también hay ejemplos de hermanos indígenas exitosos como los Kaqchikeles
de Patzicía y San José Poaquil del departamento de Chimaltenango que producen
cultivos de exportación. No puedo dejar de mencionar el vibrante ejemplo de los
productores de artesanía de San Juan Comalapa, la cual se comercializa con
turistas en mercados como el de Antigua Guatemala y exportación internacional.

El indígena exitoso también está en la Academia -con mayúscula-. Y bien podemos ver ejemplo de hermanos indígenas que han
formado parte del círculo de catedráticos de prestigiosas universidades como la
UCLA. También hay indígenas exitosos en los medios de comunicación.

Pero una cosa es clara, para ser exitosos, todos
estos hermanos indígenas no han tomado “ventaja” de su pertenencia étnica. Al
contrario, compiten día a día en el mundo real. Y desde este espacio que me brinda
República.gt espero poder compartir historias de indígenas exitosos, así
compartir ideas y reflexiones sobre temas diversos.

El discurso imperante en el país es que estamos
mal, pero hay que ser optimistas y voltear nuestra mirada a los ejemplos de éxito.
Sí se puede ser exitoso en Guatemala. Es verdad, no es fácil, pero es posible.