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Jugando futbol sin pelota

Redacción
29 de abril, 2014

Pareciera que en Guatemala el mayor activo de un político es no ser ni haber sido político. Es tanto el resentimiento que hemos generado hacia los actores políticos, que parece que es racional desear ser gobernados por no políticos. Y parece muy bien hasta que lo comparamos con todas las otras profesiones. No queremos ser operados por un no doctor, ni estamos pensando en llevar nuestro carro con un no mecánico, etc. Pero es un error común, que muchos analistas políticos, académicos, empresarios y algunos principiantes en las organizaciones políticas crean que unas firmes convicciones políticas bastan para ser un político profesional, que resuelva con eficiencia los problemas que su cargo demanda. 

Y como todo en la vida el “título” de profesional viene dado por dos actividades, una más importante que la otra. La primera son tus conocimientos teóricos, lo que has estudiado, y la otra tu experiencia. La experiencia es necesaria para ser un profesional, mientras que tu educación te ayudará a llegar más lejos y a aprovechar mejor tus experiencias. Ser un profesional es garantía que sabes hacer tu trabajo, un médico de profesión, lleva muchos años operando y el éxito obtenido le permite seguir laborando. Incluso un futbolista se convierte en profesional jugando. La experiencia es la base de su rendimiento, y es una realidad que a mayor experiencia mejores resultados, tanto en al ambiente deportivo, académico, empresarial y religioso. 
Muchas veces la poca información sobre otros actores políticos, la misma actividad política que llevan a cabo los medios de comunicación y la pereza de algunos analistas y periodistas nos llevan a creer que todos los políticos son iguales, que ninguno de los actuales se salva, lo que fomenta ese resentimiento a la hora de juzgar a los políticos. Creo que la academia también ha sido sesgada por estos sentimientos. 
Otro tema interesante es que el activo de “no ser político” se termina el día en que el “nuevo” resulta electo, y pierde su mayor activo. La falta de experiencia lleva a los actores a cometer errores de protocolo, de comunicación, de negociaciones, incluso en Guatemala VIVA, un partido político que su principal activo era ser nuevo, no supo manejar los tiempos de sus asambleas y no logró ser inscrito en el tribunal supremo electoral, justamente por errores de inexpertos. 
La experiencia nos hace mejores hijos, mejores padres, los deportistas necesitan roces internacionales para ir subiendo su nivel de juego. Un activo muy grande de los empresarios son sus experiencias, tanto de éxito como de fracasos, la vida nos da lecciones que nos hacen mejores personas. Pero todo esto cae en saco roto al hablar de políticos. Será que en la política no es válida la experiencia o estaremos juzgando la política en general con un velo de resentimiento, que nubla nuestro buen juicio. 
Al despreciar la experiencia en la vida pública, que hace políticos profesionales, parece que es como jugar fútbol sin pelota, es decir, algo que carece de sentido.

Jugando futbol sin pelota

Redacción
29 de abril, 2014

Pareciera que en Guatemala el mayor activo de un político es no ser ni haber sido político. Es tanto el resentimiento que hemos generado hacia los actores políticos, que parece que es racional desear ser gobernados por no políticos. Y parece muy bien hasta que lo comparamos con todas las otras profesiones. No queremos ser operados por un no doctor, ni estamos pensando en llevar nuestro carro con un no mecánico, etc. Pero es un error común, que muchos analistas políticos, académicos, empresarios y algunos principiantes en las organizaciones políticas crean que unas firmes convicciones políticas bastan para ser un político profesional, que resuelva con eficiencia los problemas que su cargo demanda. 

Y como todo en la vida el “título” de profesional viene dado por dos actividades, una más importante que la otra. La primera son tus conocimientos teóricos, lo que has estudiado, y la otra tu experiencia. La experiencia es necesaria para ser un profesional, mientras que tu educación te ayudará a llegar más lejos y a aprovechar mejor tus experiencias. Ser un profesional es garantía que sabes hacer tu trabajo, un médico de profesión, lleva muchos años operando y el éxito obtenido le permite seguir laborando. Incluso un futbolista se convierte en profesional jugando. La experiencia es la base de su rendimiento, y es una realidad que a mayor experiencia mejores resultados, tanto en al ambiente deportivo, académico, empresarial y religioso. 
Muchas veces la poca información sobre otros actores políticos, la misma actividad política que llevan a cabo los medios de comunicación y la pereza de algunos analistas y periodistas nos llevan a creer que todos los políticos son iguales, que ninguno de los actuales se salva, lo que fomenta ese resentimiento a la hora de juzgar a los políticos. Creo que la academia también ha sido sesgada por estos sentimientos. 
Otro tema interesante es que el activo de “no ser político” se termina el día en que el “nuevo” resulta electo, y pierde su mayor activo. La falta de experiencia lleva a los actores a cometer errores de protocolo, de comunicación, de negociaciones, incluso en Guatemala VIVA, un partido político que su principal activo era ser nuevo, no supo manejar los tiempos de sus asambleas y no logró ser inscrito en el tribunal supremo electoral, justamente por errores de inexpertos. 
La experiencia nos hace mejores hijos, mejores padres, los deportistas necesitan roces internacionales para ir subiendo su nivel de juego. Un activo muy grande de los empresarios son sus experiencias, tanto de éxito como de fracasos, la vida nos da lecciones que nos hacen mejores personas. Pero todo esto cae en saco roto al hablar de políticos. Será que en la política no es válida la experiencia o estaremos juzgando la política en general con un velo de resentimiento, que nubla nuestro buen juicio. 
Al despreciar la experiencia en la vida pública, que hace políticos profesionales, parece que es como jugar fútbol sin pelota, es decir, algo que carece de sentido.