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Mal manejo de la comunicación del presidente Morales durante la crisis

Jorge Alvarado
17 de marzo, 2017

La tragedia ocurrida el 8 de marzo en el Hogar “Seguro” Virgen de la Asunción, dejó la irreparable pérdida de 40 niñas, muertes que duelen en el alma y que icónicamente dan marco al Día Internacional de la Mujer guatemalteco.  Sin embargo, para el presidente Jimmy Morales el tema se complica porque este hecho expone al menos, dos rasgos particulares de su personalidad, que bien pueden ser objeto de estudio para analizar su comunicación: La primera corresponde a un perfil sensible, de una persona que no puede ocultar su emocionalidad, lo cual en política se traduce como falta de control y se manifiesta en sus expresiones faciales, lo cual no es conveniente porque comunica demasiado cuando está desencajado. Lo anterior se sitúa en el estudio del cerebro límbico, donde se alojan los sentimientos y las emociones. La segunda tiene que ver con un carácter volátil, dejando ver que es una persona impulsiva que no controla su temperamento, obviamente reactivo a los estímulos de la prensa, lo cual puede estudiarse desde el cerebro reptiliano donde se alojan los instintos más primitivos del ser humano, evidenciado en su  comportamiento, rechazo y actitud autoritaria, que también puede ser percibida como prepotencia, al defenderse cuando se siente amenazado, algo que es natural, pero no correcto para una buena exposición mediática.

Al repasar la comunicación durante una crisis y después de los acontecimientos en el hogar “Seguro”, es posible analizar algunas de las fallas que evidencia el presidente Morales. En la conferencia de prensa generó más dudas que aciertos, por ejemplo, solicitar la ayuda al FBI. Al argumentar que no pide apoyo a la Cicig porque no es parte de su mandato deja palpable el conflicto que existe, tanto con el MP como con la Cicig, y aun cuando argumenta su apoyo en temas de presupuesto para el MP, no debemos olvidar que desde el problema de su hijo o incluso antes, había tomado distancia de ambas entidades.

Otro punto resaltable es que esta tragedia nacional volvió a colocar a Guatemala ante los ojos del mundo, y él se concentró en la comunicación externa, antes que en la interna, pues antes de hablar al mundo tuvo que haberse dirigido a  la población a través de una entrevista en un medio local, sin embargo, al aceptar conversar con la cadena CNN en español, en el programa Conclusiones del periodista Fernando del Rincón, generó un desgaste innecesario. El periodista arrinconó a Morales afirmando que haría las las preguntas que los mismos guatemaltecos requerían, es decir que Del Rincón aprovechó y capitalizó la exclusividad de una entrevista que el mismo mandatario priorizo para ese medio. Fue evidente que lo puso contra la pared y Morales salió mal librado de un careo que solo expuso sus debilidades comunicacionales. El presidente entró en polémica con Del Rincón al decirle “que no conocía la institucionalidad del país” en un momento en el que sus emociones le jugaron una mala pasada. Es verdad que Del Rincón es una persona un tanto agresiva y pesada, es por eso que no había necesidad de entrar en ese juego en el que llevaba todas las de perder, tal y como sucedió. Claramente la responsabilidad es de su equipo de comunicación por no librarlo.

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Es pusilánime pensar que las crisis se manejan, porque estas más bien exigen alta gerencia. Cualquier personalidad que está mediáticamente expuesta, es decir una “Imagen Pública” está sujeta a las crisis, por lo que trabajar en la prevención y en análisis de riesgo constantes no es una opción, sino una obligación. Sin lugar a dudas, el estudio consistente del entorno permite a cualquier estratega coordinar equipos de trabajo técnico y no improvisado. Toda Imagen Pública debe saber y estar consciente que necesita un guardián, alguien que administre las percepciones positivas obtenidas y que las mantenga como su capital más valioso.

El señor presidente Jimmy Morales tiene mala prensa, irónicamente a pesar de ser comunicador y buen orador la sigue teniendo, porque no logra generar un entorno positivo ni mucho menos las condiciones propicias para exponer sus argumentos ni transmitir sus mensajes. Otro error fue no somatar la mesa para destituir a sus funcionarios públicamente, sino tratar de apoyarlos, lo cual genera rechazo, pues el pueblo está esperando que el presidente asuma su compromiso y saque el pecho ante un asunto de tal magnitud. Justamente, la opinión pública le recrimina también que el día de la tragedia recibió a algunos manifestantes, pero habría generado impacto positivo dejar toda la agenda de ese día para priorizar la crisis.

Una tragedia de estas dimensiones debe ser valorada y estudiada a profundidad, pues el punto medular es que el señor presidente logre articular mensajes que le permitan hacer la contención de los daños desde su ámbito de acción en el organismo Ejecutivo. Muchos creen equivocadamente estos problemas se manejan con los nefastos “call center” lo cual es una equivocación tan grande como su implementación, pues la opinión pública no se controla desde las redes sociales o generando opiniones falsas como mecanismo de defensa, más bien, la comunicación se gestiona desde un proceso de interacción, en este caso con la prensa, para socializar la información y posicionar mensajes claves que la gente espera y a los cuales se encontraría muy receptiva. En este caso le recordemos al presidente Morales una de las máximas en Imagen Pública: “Responder a un periodista es responder a un gran público”, pues el mayor problema del presidente no está en el ¿Qué? Sino en el ¿Cómo? Pues deben trazar una estrategia que le permita tener buena prensa y activar un comité de crisis para atender este tipo de situaciones como la del Hogar “Seguro” Virgen de la Asunción.

En suma, un presidente que no acostumbra a dar conferencias de prensa en momentos clave, que es renuente a la prensa, que no sabe gestionar una comunicación propositiva, agresiva y planificada, es un presidente ausente, al que la mala comunicación le puede pasar una factura inmensa. Si no logra construir oportunidades para comunicarse con los gobernados, si no logra suavizar su imagen para lograr obtener percepciones positivas, y poner el juego a su favor, nunca construirá una plataforma de empatía en este escenario hostil, y jamás se evidenciará su capacidad de acercamiento, apoyo o posición de liderazgo.

En conclusión, las lecciones aprendidas deberían ser que bajo presión es cuando mejor debo comunicar, tengo que responder a mis públicos de una forma simplificada, pero coherente, responder a los públicos con humildad, pero enérgicamente; el problema es que ser buena persona, tener buenas intenciones no basta para la posición que un presidente, sino que necesita implementar métodos que le brinden resultados concretos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Mal manejo de la comunicación del presidente Morales durante la crisis

Jorge Alvarado
17 de marzo, 2017

La tragedia ocurrida el 8 de marzo en el Hogar “Seguro” Virgen de la Asunción, dejó la irreparable pérdida de 40 niñas, muertes que duelen en el alma y que icónicamente dan marco al Día Internacional de la Mujer guatemalteco.  Sin embargo, para el presidente Jimmy Morales el tema se complica porque este hecho expone al menos, dos rasgos particulares de su personalidad, que bien pueden ser objeto de estudio para analizar su comunicación: La primera corresponde a un perfil sensible, de una persona que no puede ocultar su emocionalidad, lo cual en política se traduce como falta de control y se manifiesta en sus expresiones faciales, lo cual no es conveniente porque comunica demasiado cuando está desencajado. Lo anterior se sitúa en el estudio del cerebro límbico, donde se alojan los sentimientos y las emociones. La segunda tiene que ver con un carácter volátil, dejando ver que es una persona impulsiva que no controla su temperamento, obviamente reactivo a los estímulos de la prensa, lo cual puede estudiarse desde el cerebro reptiliano donde se alojan los instintos más primitivos del ser humano, evidenciado en su  comportamiento, rechazo y actitud autoritaria, que también puede ser percibida como prepotencia, al defenderse cuando se siente amenazado, algo que es natural, pero no correcto para una buena exposición mediática.

Al repasar la comunicación durante una crisis y después de los acontecimientos en el hogar “Seguro”, es posible analizar algunas de las fallas que evidencia el presidente Morales. En la conferencia de prensa generó más dudas que aciertos, por ejemplo, solicitar la ayuda al FBI. Al argumentar que no pide apoyo a la Cicig porque no es parte de su mandato deja palpable el conflicto que existe, tanto con el MP como con la Cicig, y aun cuando argumenta su apoyo en temas de presupuesto para el MP, no debemos olvidar que desde el problema de su hijo o incluso antes, había tomado distancia de ambas entidades.

Otro punto resaltable es que esta tragedia nacional volvió a colocar a Guatemala ante los ojos del mundo, y él se concentró en la comunicación externa, antes que en la interna, pues antes de hablar al mundo tuvo que haberse dirigido a  la población a través de una entrevista en un medio local, sin embargo, al aceptar conversar con la cadena CNN en español, en el programa Conclusiones del periodista Fernando del Rincón, generó un desgaste innecesario. El periodista arrinconó a Morales afirmando que haría las las preguntas que los mismos guatemaltecos requerían, es decir que Del Rincón aprovechó y capitalizó la exclusividad de una entrevista que el mismo mandatario priorizo para ese medio. Fue evidente que lo puso contra la pared y Morales salió mal librado de un careo que solo expuso sus debilidades comunicacionales. El presidente entró en polémica con Del Rincón al decirle “que no conocía la institucionalidad del país” en un momento en el que sus emociones le jugaron una mala pasada. Es verdad que Del Rincón es una persona un tanto agresiva y pesada, es por eso que no había necesidad de entrar en ese juego en el que llevaba todas las de perder, tal y como sucedió. Claramente la responsabilidad es de su equipo de comunicación por no librarlo.

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Es pusilánime pensar que las crisis se manejan, porque estas más bien exigen alta gerencia. Cualquier personalidad que está mediáticamente expuesta, es decir una “Imagen Pública” está sujeta a las crisis, por lo que trabajar en la prevención y en análisis de riesgo constantes no es una opción, sino una obligación. Sin lugar a dudas, el estudio consistente del entorno permite a cualquier estratega coordinar equipos de trabajo técnico y no improvisado. Toda Imagen Pública debe saber y estar consciente que necesita un guardián, alguien que administre las percepciones positivas obtenidas y que las mantenga como su capital más valioso.

El señor presidente Jimmy Morales tiene mala prensa, irónicamente a pesar de ser comunicador y buen orador la sigue teniendo, porque no logra generar un entorno positivo ni mucho menos las condiciones propicias para exponer sus argumentos ni transmitir sus mensajes. Otro error fue no somatar la mesa para destituir a sus funcionarios públicamente, sino tratar de apoyarlos, lo cual genera rechazo, pues el pueblo está esperando que el presidente asuma su compromiso y saque el pecho ante un asunto de tal magnitud. Justamente, la opinión pública le recrimina también que el día de la tragedia recibió a algunos manifestantes, pero habría generado impacto positivo dejar toda la agenda de ese día para priorizar la crisis.

Una tragedia de estas dimensiones debe ser valorada y estudiada a profundidad, pues el punto medular es que el señor presidente logre articular mensajes que le permitan hacer la contención de los daños desde su ámbito de acción en el organismo Ejecutivo. Muchos creen equivocadamente estos problemas se manejan con los nefastos “call center” lo cual es una equivocación tan grande como su implementación, pues la opinión pública no se controla desde las redes sociales o generando opiniones falsas como mecanismo de defensa, más bien, la comunicación se gestiona desde un proceso de interacción, en este caso con la prensa, para socializar la información y posicionar mensajes claves que la gente espera y a los cuales se encontraría muy receptiva. En este caso le recordemos al presidente Morales una de las máximas en Imagen Pública: “Responder a un periodista es responder a un gran público”, pues el mayor problema del presidente no está en el ¿Qué? Sino en el ¿Cómo? Pues deben trazar una estrategia que le permita tener buena prensa y activar un comité de crisis para atender este tipo de situaciones como la del Hogar “Seguro” Virgen de la Asunción.

En suma, un presidente que no acostumbra a dar conferencias de prensa en momentos clave, que es renuente a la prensa, que no sabe gestionar una comunicación propositiva, agresiva y planificada, es un presidente ausente, al que la mala comunicación le puede pasar una factura inmensa. Si no logra construir oportunidades para comunicarse con los gobernados, si no logra suavizar su imagen para lograr obtener percepciones positivas, y poner el juego a su favor, nunca construirá una plataforma de empatía en este escenario hostil, y jamás se evidenciará su capacidad de acercamiento, apoyo o posición de liderazgo.

En conclusión, las lecciones aprendidas deberían ser que bajo presión es cuando mejor debo comunicar, tengo que responder a mis públicos de una forma simplificada, pero coherente, responder a los públicos con humildad, pero enérgicamente; el problema es que ser buena persona, tener buenas intenciones no basta para la posición que un presidente, sino que necesita implementar métodos que le brinden resultados concretos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo