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¡Invasión!

Carolina Castellanos
26 de octubre, 2018

Usted está en su casa, tranquilo, camino a su trabajo o actividades del día, y de pronto entran 200 o 300 personas sin permiso, se instalan, le piden comida porque tienen hambre y le piden trabajo pues necesitan sostener a sus hijos, a quienes usaron para entrar primero y asegurarse que no los golpearían o rechazarían. Supongo que usted no los dejaría permanecer allí, no les daría nada de lo que piden pues usted lo necesita y no lo tiene en abundancia e inmediatamente llamaría a la policía para que los saque.

Esto es exactamente lo que está sucediendo con la famosa “caravana” de hondureños (se especula que de otras nacionalidades también).  Ellos pudieron entrar a Guatemala libremente pues no necesitan visa.  Este no es el caso de México ni de Estados Unidos, pues ambos exigen visa para ingresar.

Sin embargo, Guatemala sí tenía la autoridad como Estado independiente, de rechazar el ingreso de 8,000 personas.  Para ello, hubiera sido necesario utilizar la fuerza pública pues eran demasiados. Lamentablemente, no tenemos instituciones fuertes, empezando por la Presidencia de la República y continuando con todo el gobierno. Poco tiene que ver con los funcionarios actuales.  Esta falta de institucionalidad ha venido desarrollándose a lo largo de muchos años.  No hay reglas claras, todo está sujeto a interpretación, no hay políticas definidas, ni reglamentos, ni procedimientos ni nada.  Si cambia el funcionario de turno cambia todo, se empieza de nuevo y es muy poco lo que tiene continuidad.

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Ante esta gran debilidad, y con una procuraduría de derechos humanos (en minúsculas, a propósito) que está plegada a los intereses espurios de los populistas y vividores, usar la fuerza pública hubiera sido el fin para Guatemala.  Se hubiera “despeinado” un niño y nos hubiera atacado toda la comunidad internacional, incluyendo Naciones Unidas, los países “cooperantes” y un montón más.

Esta “caravana” está bien organizada, como ha sido obvio.  No es espontánea, ni gratis. Hay mucha especulación respecto a quiénes están financiando esto y con qué propósito.  Creo que la tesis más aceptada ha sido respecto al objetivo: hacer daño al Presidente Trump en la víspera de las elecciones de medio término.  Sin embargo, la reacción de este carismático Presidente ha sido agresiva, como es usual.  Ha atacado a los demócratas reclamándoles que no han aprobado las leyes migratorias y se han opuesto a la construcción del muro.

Otra reacción fue la de amenazar con quitarnos la ayuda a Honduras y Guatemala, por nuestra incapacidad de controlar esta situación.  Honduras debió detenerlo; Guatemala, impedir su paso.  Ante esto, los medios de comunicación en Guatemala, así como diversos columnistas de opinión, entre otros, han analizado sobre qué pasaría si el gobierno de Estados Unidos nos deja de ayudar.

Mi opinión al respecto: me parece que no quitarán nada.  En el año 2017, el total de dinero dado a Guatemala fue de US$248.8 millones.  La mayor parte, US$197, se canalizaron vía USAID.  Otros aportes importantes fueron: el Departamento de la Defensa US$30 millones; el Departamento de Agricultura (USDA), US$8.2 millones; el Departamento de Estado US$6.7 millones y el Cuerpo de Paz US$3.2 millones.

El narcotráfico es una de las grandes preocupaciones de Estados Unidos, por lo que no creería que cortarían los fondos del Departamento de la Defensa, pues éstos van directamente al Ejército de Guatemala. En todo caso, se recortarían fondos de USAID que, a mi criterio, no tendrían un gran impacto. En los últimos años, USAID desembolsó US$40 millones para reducción de violencia. Otros tantos se desembolsaron para crear desarrollo, especialmente en el altiplano, de donde salen la mayoría de migrantes.  El Plan Alianza para la Prosperidad estaba orientado al desarrollo para la reducción de migrantes.  Como es más que obvio, el gobierno de Estados Unidos no ha logrado sus objetivos.  Los beneficios para Guatemala han sido pocos, excepto para las oenegés que reciben esos fondos, para los consultores chapines y sus contrapartes estadounidenses.

Esta invasión y todo lo que ha generado alrededor, es un juego de estrategias.  Aprenderemos mucho de lo que el Presidente Trump haga al momento en que empiecen a llegar “los invasores”, si es que México los deja pasar.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

¡Invasión!

Carolina Castellanos
26 de octubre, 2018

Usted está en su casa, tranquilo, camino a su trabajo o actividades del día, y de pronto entran 200 o 300 personas sin permiso, se instalan, le piden comida porque tienen hambre y le piden trabajo pues necesitan sostener a sus hijos, a quienes usaron para entrar primero y asegurarse que no los golpearían o rechazarían. Supongo que usted no los dejaría permanecer allí, no les daría nada de lo que piden pues usted lo necesita y no lo tiene en abundancia e inmediatamente llamaría a la policía para que los saque.

Esto es exactamente lo que está sucediendo con la famosa “caravana” de hondureños (se especula que de otras nacionalidades también).  Ellos pudieron entrar a Guatemala libremente pues no necesitan visa.  Este no es el caso de México ni de Estados Unidos, pues ambos exigen visa para ingresar.

Sin embargo, Guatemala sí tenía la autoridad como Estado independiente, de rechazar el ingreso de 8,000 personas.  Para ello, hubiera sido necesario utilizar la fuerza pública pues eran demasiados. Lamentablemente, no tenemos instituciones fuertes, empezando por la Presidencia de la República y continuando con todo el gobierno. Poco tiene que ver con los funcionarios actuales.  Esta falta de institucionalidad ha venido desarrollándose a lo largo de muchos años.  No hay reglas claras, todo está sujeto a interpretación, no hay políticas definidas, ni reglamentos, ni procedimientos ni nada.  Si cambia el funcionario de turno cambia todo, se empieza de nuevo y es muy poco lo que tiene continuidad.

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Ante esta gran debilidad, y con una procuraduría de derechos humanos (en minúsculas, a propósito) que está plegada a los intereses espurios de los populistas y vividores, usar la fuerza pública hubiera sido el fin para Guatemala.  Se hubiera “despeinado” un niño y nos hubiera atacado toda la comunidad internacional, incluyendo Naciones Unidas, los países “cooperantes” y un montón más.

Esta “caravana” está bien organizada, como ha sido obvio.  No es espontánea, ni gratis. Hay mucha especulación respecto a quiénes están financiando esto y con qué propósito.  Creo que la tesis más aceptada ha sido respecto al objetivo: hacer daño al Presidente Trump en la víspera de las elecciones de medio término.  Sin embargo, la reacción de este carismático Presidente ha sido agresiva, como es usual.  Ha atacado a los demócratas reclamándoles que no han aprobado las leyes migratorias y se han opuesto a la construcción del muro.

Otra reacción fue la de amenazar con quitarnos la ayuda a Honduras y Guatemala, por nuestra incapacidad de controlar esta situación.  Honduras debió detenerlo; Guatemala, impedir su paso.  Ante esto, los medios de comunicación en Guatemala, así como diversos columnistas de opinión, entre otros, han analizado sobre qué pasaría si el gobierno de Estados Unidos nos deja de ayudar.

Mi opinión al respecto: me parece que no quitarán nada.  En el año 2017, el total de dinero dado a Guatemala fue de US$248.8 millones.  La mayor parte, US$197, se canalizaron vía USAID.  Otros aportes importantes fueron: el Departamento de la Defensa US$30 millones; el Departamento de Agricultura (USDA), US$8.2 millones; el Departamento de Estado US$6.7 millones y el Cuerpo de Paz US$3.2 millones.

El narcotráfico es una de las grandes preocupaciones de Estados Unidos, por lo que no creería que cortarían los fondos del Departamento de la Defensa, pues éstos van directamente al Ejército de Guatemala. En todo caso, se recortarían fondos de USAID que, a mi criterio, no tendrían un gran impacto. En los últimos años, USAID desembolsó US$40 millones para reducción de violencia. Otros tantos se desembolsaron para crear desarrollo, especialmente en el altiplano, de donde salen la mayoría de migrantes.  El Plan Alianza para la Prosperidad estaba orientado al desarrollo para la reducción de migrantes.  Como es más que obvio, el gobierno de Estados Unidos no ha logrado sus objetivos.  Los beneficios para Guatemala han sido pocos, excepto para las oenegés que reciben esos fondos, para los consultores chapines y sus contrapartes estadounidenses.

Esta invasión y todo lo que ha generado alrededor, es un juego de estrategias.  Aprenderemos mucho de lo que el Presidente Trump haga al momento en que empiecen a llegar “los invasores”, si es que México los deja pasar.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo