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El entorno provocador del aprendizaje

Diana Brown
08 de febrero, 2019

“Una clase diaria en un aula funciona como cualquier equipo: el trabajo en grupo es imprescindible: para llegar al objetivo, para que nadie se quede por el camino, para que todos trabajen con ilusión, tiene que haber colaboración mutua; cada uno aporta lo que tiene, los que más pueden se preocupan de los que tienen menos recursos; los menos motivados se motivan con los que van delante; y los que van delante tiran por los que van detrás… Entonces, el equipo funciona, progresa, aprende. Con este trabajo interactivo, la formación en cascada llega a todos escalonadamente, y a todos salpica de alguna manera. Los riesgos del fracaso se reducen a mínimos” Teresa Muñoz

Un factor silencioso y esencial que participa activamente en el proceso de aprendizaje es el entorno escolar. Este hábitat es sencillo y a la vez complejo; abarca desde la decoración de las paredes dentro del aula;  al color de los muros;  cómo están ubicados los escritorios, si son escritorios, o mesas, o simplemente áreas de estar; si existen espacios para la exhibición de  los trabajos de los alumnos; si está incluida la tecnología dentro del aula; si hay suficiente iluminación, idealmente natural; si hay suficiente ventilación, también idealmente natural; cómo se distribuyen los materiales didácticos; si su disponibilidad está al alcance; el cálculo del flujo de tráfico de los alumno, en los pasillos, los espacios de consulta individual, o de grupo, de acuerdo a la metodología que se esté implementando; si las bibliotecas otorgan el espacio de retiro académico que permite la búsqueda de las respuestas a las preguntas que se hacen; el sentido de seguridad 

Como en el hogar, un ambiente acogedor provoca interacción armónica; en el ambiente educativo, el entorno dispone al aprendizaje deseado. Andrés Oppenheimer, en su libro Basta de historias, comenta que la educación tradicional obedece a una obediencia a lo Pavlov; los estudiantes se sientan en filas al estilo militar, responden al estimulo de una campana y aprenden contenidos de manera memorística. ¿Cuál es el resultado? Una mentalidad sin creatividad, pues todas las estructuras están dadas, el andamiaje no se construye y la innovación es asunto de suerte. 

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El desarrollo de las destrezas del siglo veintiuno requieren de estímulos permanentes; la velocidad en la vida actual es así, de característica de una transformación constante. Los alumnos actuales, que forman parte de las nuevas generaciones, Milenios, X,Y,Z, Touch, etc. forman las poblaciones retos que cambian estilos de aprendizaje  con la velocidad de la tecnología;  imposible aprender entre el ambiente de una educación tradicional.  Las metodologías de innovación se apoyan en los ambientes escolares en la creación climas de confianza para la aventura intelectual que está en proceso.  Palabras de Chad P. Wick, presidente y CEO de Knowledge Works Foundation, “No se puede esperar que los niños adquieran las destrezas del siglo veintiuno estudiando dentro de instituciones construidos en los años de mil novecientos cincuenta.”  (La traducción es propia.) 

Un aula moderna invita al trabajo colaborativo; no existen pupitres, se comparten experiencias vivenciales en mesas de trabajo, en las cuales se preguntan entre los pares cómo se debe resolver un problema, un proyecto, semejante a la dinámica del mundo laboral. Las paredes deben provocar la investigación; el poder buscar la información que apoya el proceso de discernimiento y análisis, las bases de los preceptos de Investigación y Desarrollo, presentes en las tareas de proyectos integrales; los ambientes invitan a un liderazgo. ¿Cómo? Permitiendo el convivir entre grupos en la búsqueda de resoluciones, combinando los talentos de todos los integrantes del aula. ¿Material didáctico? Debe estar al alcance de la creación de cada grupo, cada individuo; el aprendizaje actual depende de la aplicación de los conocimientos previos combinados con la posibilidad. Eduard de Bono explica; “se inicia con un problema aparentemente irresoluble, se proyecta una respuesta, aunque pareciera fantástica, y se reúne en el eje del problema con una novedad, una respuesta que exige integración de aplicaciones novedosas para respuestas nunca imaginadas.”

La nueva aula no debe tener muros entre ambientes; no debe ser un entorno de silencio total ni de egoísmo en el aprendizaje. El ambiente ideal, vivencial, debe provocar la prueba y el error, si no más el error que el éxito, para un profundo aprendizaje; el docente no es propietario del conocimiento, sino que el guía en su búsqueda, incorporando errores y el aprendizaje resultante al lado de sus estudiantes. El aula debe ser galería de exposición, y un esfuerzo de expresión de la misión, visión y valores del centro educativo, no de un aula, ni de un grupo, de la vida de esa comunidad educativa en sus variadas etapas, es así aprendizaje en comunidad. La biblioteca al alcance, sea virtual o física, profundiza la investigación, y abre nuevas ventanas de asombro. 

El conocimiento no es propiedad privada; la educación debe gozar de muros caídos, murmullos constantes de preguntas y respuestas, cuestionamiento persistente con total confianza y comodidad que otorga un ambiente escolar provocador. Un aula perfectamente montada a lo tradicional que no es necesariamente lo adecuado. El buscar y encontrar es el proceso de aprendizaje; el entorno escolar contribuye un sentido de seguridad que permite el error y buscar como salir de ello, es la red de seguridad.  El entorno escolar si es coparticipe silencioso del proceso de aprendizaje; como en muchos andares de la vida, lo que no se percibe conscientemente, influye meta conscientemente, y permite el crecimiento integral en la certeza personal.  

¿Y si se piensa en la educación del sector público, con infraestructuras carentes si no, non existentes, cómo provocar un aprendizaje que responda a las necesidades de la persona, de la comunidad, de la nación? Se puede aprender en ambientes no positivos, por no decir negativos, siempre y cuando el docente cuenta e implementa provocaciones de innovación. Un entorno positivo es deseado, pero no obligatorio. El clima de compañerismo, seguridad y confianza si son obligatorios.  No es tarea fácil ser moderador del aprendizaje en un ambiento imperfecto; es tarea del liderazgo del director apoyar a los docentes en ese logro, que si es posible. 

La escuela es idealmente la continuidad del hogar, cuna de la curiosidad, entorno de crecimiento. En el centro educativo, las soluciones se buscan con la guía del mentor, el maestro, quien comparte, con vocación, su conocimiento, para que entonces, en convivencia con los compañeros, se continúe la búsqueda de más aprendizajes para su integración individual y del grupo. 

El entorno provocador del aprendizaje

Diana Brown
08 de febrero, 2019

“Una clase diaria en un aula funciona como cualquier equipo: el trabajo en grupo es imprescindible: para llegar al objetivo, para que nadie se quede por el camino, para que todos trabajen con ilusión, tiene que haber colaboración mutua; cada uno aporta lo que tiene, los que más pueden se preocupan de los que tienen menos recursos; los menos motivados se motivan con los que van delante; y los que van delante tiran por los que van detrás… Entonces, el equipo funciona, progresa, aprende. Con este trabajo interactivo, la formación en cascada llega a todos escalonadamente, y a todos salpica de alguna manera. Los riesgos del fracaso se reducen a mínimos” Teresa Muñoz

Un factor silencioso y esencial que participa activamente en el proceso de aprendizaje es el entorno escolar. Este hábitat es sencillo y a la vez complejo; abarca desde la decoración de las paredes dentro del aula;  al color de los muros;  cómo están ubicados los escritorios, si son escritorios, o mesas, o simplemente áreas de estar; si existen espacios para la exhibición de  los trabajos de los alumnos; si está incluida la tecnología dentro del aula; si hay suficiente iluminación, idealmente natural; si hay suficiente ventilación, también idealmente natural; cómo se distribuyen los materiales didácticos; si su disponibilidad está al alcance; el cálculo del flujo de tráfico de los alumno, en los pasillos, los espacios de consulta individual, o de grupo, de acuerdo a la metodología que se esté implementando; si las bibliotecas otorgan el espacio de retiro académico que permite la búsqueda de las respuestas a las preguntas que se hacen; el sentido de seguridad 

Como en el hogar, un ambiente acogedor provoca interacción armónica; en el ambiente educativo, el entorno dispone al aprendizaje deseado. Andrés Oppenheimer, en su libro Basta de historias, comenta que la educación tradicional obedece a una obediencia a lo Pavlov; los estudiantes se sientan en filas al estilo militar, responden al estimulo de una campana y aprenden contenidos de manera memorística. ¿Cuál es el resultado? Una mentalidad sin creatividad, pues todas las estructuras están dadas, el andamiaje no se construye y la innovación es asunto de suerte. 

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El desarrollo de las destrezas del siglo veintiuno requieren de estímulos permanentes; la velocidad en la vida actual es así, de característica de una transformación constante. Los alumnos actuales, que forman parte de las nuevas generaciones, Milenios, X,Y,Z, Touch, etc. forman las poblaciones retos que cambian estilos de aprendizaje  con la velocidad de la tecnología;  imposible aprender entre el ambiente de una educación tradicional.  Las metodologías de innovación se apoyan en los ambientes escolares en la creación climas de confianza para la aventura intelectual que está en proceso.  Palabras de Chad P. Wick, presidente y CEO de Knowledge Works Foundation, “No se puede esperar que los niños adquieran las destrezas del siglo veintiuno estudiando dentro de instituciones construidos en los años de mil novecientos cincuenta.”  (La traducción es propia.) 

Un aula moderna invita al trabajo colaborativo; no existen pupitres, se comparten experiencias vivenciales en mesas de trabajo, en las cuales se preguntan entre los pares cómo se debe resolver un problema, un proyecto, semejante a la dinámica del mundo laboral. Las paredes deben provocar la investigación; el poder buscar la información que apoya el proceso de discernimiento y análisis, las bases de los preceptos de Investigación y Desarrollo, presentes en las tareas de proyectos integrales; los ambientes invitan a un liderazgo. ¿Cómo? Permitiendo el convivir entre grupos en la búsqueda de resoluciones, combinando los talentos de todos los integrantes del aula. ¿Material didáctico? Debe estar al alcance de la creación de cada grupo, cada individuo; el aprendizaje actual depende de la aplicación de los conocimientos previos combinados con la posibilidad. Eduard de Bono explica; “se inicia con un problema aparentemente irresoluble, se proyecta una respuesta, aunque pareciera fantástica, y se reúne en el eje del problema con una novedad, una respuesta que exige integración de aplicaciones novedosas para respuestas nunca imaginadas.”

La nueva aula no debe tener muros entre ambientes; no debe ser un entorno de silencio total ni de egoísmo en el aprendizaje. El ambiente ideal, vivencial, debe provocar la prueba y el error, si no más el error que el éxito, para un profundo aprendizaje; el docente no es propietario del conocimiento, sino que el guía en su búsqueda, incorporando errores y el aprendizaje resultante al lado de sus estudiantes. El aula debe ser galería de exposición, y un esfuerzo de expresión de la misión, visión y valores del centro educativo, no de un aula, ni de un grupo, de la vida de esa comunidad educativa en sus variadas etapas, es así aprendizaje en comunidad. La biblioteca al alcance, sea virtual o física, profundiza la investigación, y abre nuevas ventanas de asombro. 

El conocimiento no es propiedad privada; la educación debe gozar de muros caídos, murmullos constantes de preguntas y respuestas, cuestionamiento persistente con total confianza y comodidad que otorga un ambiente escolar provocador. Un aula perfectamente montada a lo tradicional que no es necesariamente lo adecuado. El buscar y encontrar es el proceso de aprendizaje; el entorno escolar contribuye un sentido de seguridad que permite el error y buscar como salir de ello, es la red de seguridad.  El entorno escolar si es coparticipe silencioso del proceso de aprendizaje; como en muchos andares de la vida, lo que no se percibe conscientemente, influye meta conscientemente, y permite el crecimiento integral en la certeza personal.  

¿Y si se piensa en la educación del sector público, con infraestructuras carentes si no, non existentes, cómo provocar un aprendizaje que responda a las necesidades de la persona, de la comunidad, de la nación? Se puede aprender en ambientes no positivos, por no decir negativos, siempre y cuando el docente cuenta e implementa provocaciones de innovación. Un entorno positivo es deseado, pero no obligatorio. El clima de compañerismo, seguridad y confianza si son obligatorios.  No es tarea fácil ser moderador del aprendizaje en un ambiento imperfecto; es tarea del liderazgo del director apoyar a los docentes en ese logro, que si es posible. 

La escuela es idealmente la continuidad del hogar, cuna de la curiosidad, entorno de crecimiento. En el centro educativo, las soluciones se buscan con la guía del mentor, el maestro, quien comparte, con vocación, su conocimiento, para que entonces, en convivencia con los compañeros, se continúe la búsqueda de más aprendizajes para su integración individual y del grupo.