En este fin de año, vemos una serie de acontecimientos que nos dejan en una situación complicada como que si 2020 de por sí no fuera lo suficientemente difícil. Nosotros los guatemaltecos estamos inmersos desde hace muchos años en las debilidades institucionales que nos llevan a tener Estados débiles.
En las últimas semanas hemos visto un repunte en la desesperación de los guatemaltecos, que cansados salieron a manifestar contra disposiciones presidenciales o bien noticias como el presupuesto que ha llevado incluso a actos de violencia.
Muchas cosas pasan en poco tiempo que no terminamos de dirigir en este fin de año. Seguimos con los estragos que ha causado la pandemia de la COVID-19, tormentas, manifestaciones que durante dos semanas han provocado un cisma en el sistema de gobierno y vemos condiciones este fin de año con cambios claros en posiciones contrarias.
A pesar de todo lo mostrado en condiciones sumamente difíciles para la institucionalidad del país, lo que viene en las próximas semanas son temas que seguramente serán titulares noticiosos y que modificarán los panoramas de Guatemala.
Las elecciones de Cortes tanto de Corte Suprema de Justicia y Corte de Apelaciones siguen entrampadas por más de un año, sin definir a los magistrados y más aún, sin tener definido cuándo se realizarán, pero seguro serán cuestionadas.
También hay que tener en consideración lo que ocurre en la Corte de Constitucionalidad, elección que también será compleja y que traerá consecuencias en el desarrollo jurídico y social, en donde también hay que estar atentos a las decisiones surgirán y qué rumbo se tomará con las nuevas autoridades constitucionales.
Dentro de todo este ámbito social, la crisis política institucional del Ejecutivo, Legislativo y una crisis de no conocer nuevos magistrados para Cortes Suprema de Justicia en el Organismo Judicial nos envolvemos de nuevo con la chamarra de la incertidumbre de estar al frente de un estado fallido que no logra encausar sus acciones para solucionar las graves situaciones que vivimos.
Lo lamentable de todo este caos social en el que nos encontramos al finalizar este 2020, es que no vemos una luz al final de tanta oscuridad que nos lleve a un mejor futuro.
Tenemos muchos retos por delante como ciudadanía, siempre digo que los cambios dependen de la misma población y de que tanto dejemos a los operadores de la corrupción operar a sus anchas.
Guatemala tiene una oportunidad única para 2021 sea el año de la recuperación o por lo menos el camino hacia un país con oportunidades para todos.
En este fin de año, vemos una serie de acontecimientos que nos dejan en una situación complicada como que si 2020 de por sí no fuera lo suficientemente difícil. Nosotros los guatemaltecos estamos inmersos desde hace muchos años en las debilidades institucionales que nos llevan a tener Estados débiles.
En las últimas semanas hemos visto un repunte en la desesperación de los guatemaltecos, que cansados salieron a manifestar contra disposiciones presidenciales o bien noticias como el presupuesto que ha llevado incluso a actos de violencia.
Muchas cosas pasan en poco tiempo que no terminamos de dirigir en este fin de año. Seguimos con los estragos que ha causado la pandemia de la COVID-19, tormentas, manifestaciones que durante dos semanas han provocado un cisma en el sistema de gobierno y vemos condiciones este fin de año con cambios claros en posiciones contrarias.
A pesar de todo lo mostrado en condiciones sumamente difíciles para la institucionalidad del país, lo que viene en las próximas semanas son temas que seguramente serán titulares noticiosos y que modificarán los panoramas de Guatemala.
Las elecciones de Cortes tanto de Corte Suprema de Justicia y Corte de Apelaciones siguen entrampadas por más de un año, sin definir a los magistrados y más aún, sin tener definido cuándo se realizarán, pero seguro serán cuestionadas.
También hay que tener en consideración lo que ocurre en la Corte de Constitucionalidad, elección que también será compleja y que traerá consecuencias en el desarrollo jurídico y social, en donde también hay que estar atentos a las decisiones surgirán y qué rumbo se tomará con las nuevas autoridades constitucionales.
Dentro de todo este ámbito social, la crisis política institucional del Ejecutivo, Legislativo y una crisis de no conocer nuevos magistrados para Cortes Suprema de Justicia en el Organismo Judicial nos envolvemos de nuevo con la chamarra de la incertidumbre de estar al frente de un estado fallido que no logra encausar sus acciones para solucionar las graves situaciones que vivimos.
Lo lamentable de todo este caos social en el que nos encontramos al finalizar este 2020, es que no vemos una luz al final de tanta oscuridad que nos lleve a un mejor futuro.
Tenemos muchos retos por delante como ciudadanía, siempre digo que los cambios dependen de la misma población y de que tanto dejemos a los operadores de la corrupción operar a sus anchas.
Guatemala tiene una oportunidad única para 2021 sea el año de la recuperación o por lo menos el camino hacia un país con oportunidades para todos.