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América Latina es afectada con las elecciones intermedias de Estados Unidos

Los resultados de  las elecciones de la mitad de período no tienen las mismas implicaciones directas e inmediatas para la política exterior de Estados Unidos y el compromiso de Washington con América Latina que una transición presidencial de Estados Unidos.

Estados Unidos
Melanie Müllers |
07 de diciembre, 2022

El pasado mes pudimos ser testigos  de las negociaciones entre el gobierno del presidente venezolano, Nicolás Maduro, y la oposición política del país se reanudarían en México, pero sucedió cuando terminaron las elecciones legislativas de mitad de mandato en Estados Unidos. Andrés Manuel López Obrador, lo llamó una celebración de un inicio de pláticas de la oposición y del Gobierno de Venezuela, sobre el Segundo Acuerdo Parcial para la Protección del Pueblo Venezolano, el cual se firmó entre la oposición y el Gobierno de Venezuela, cuyo objetivo principal es la recuperación de recursos de Venezuela, bloqueados en el sistema financiero internacional.  

En cambio, a las partes en Venezuela les preocupaba que los resultados en Estados Unido, cualesquiera que fueran, pudieran afectar las condiciones y el nivel del diálogo, y ninguna de las partes quería volver a la mesa después de un receso de poco más de un año, solo para ver que de los resultados en Washington dependiera el cambio en su agenda semanas después. Por lo tanto, los pasos para resolver la crisis política de Venezuela se suspendieron hasta que Estados Unidos celebró sus elecciones, y como pudimos observar, los resultados en la elección realmente no marcaron una diferencia en cuanto a si las conversaciones podrían continuar.

El caso extremo de Venezuela es un pequeño ejemplo de cómo los gobiernos de América Latina son afectados con las elecciones intermedias de Estados Unidos, a pesar de que las implicaciones de los diferentes escenarios potenciales siempre son difíciles de descifrar. Los resultados de  las elecciones de la mitad de período no tienen las mismas implicaciones directas e inmediatas para la política exterior de Estados Unidos y el compromiso de Washington con América Latina que una transición presidencial de Estados Unidos. Pero pueden cambiar el enfoque de una administración presidencial, así como su capacidad de acción y el nivel de atención que le da a la región. Quizás lo más importante es que las elecciones de la  mitad de período nos dan una idea sobre qué esperar de las próximas elecciones presidenciales dentro de dos años.

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Aunque los resultados de las elecciones intermedias en noviembre, los republicanos tomaron apenas la Cámara de Representantes, los demócratas mantuvieron el control del Senado. La victoria estrecha y parcial del Partido Republicano está muy por debajo de las expectativas infladas antes de las urnas de la llamada “ola roja” que generaría una gran mayoría republicana en la Cámara y el control del Senado. Pero con la disciplina del partido Republicano, incluso una mayoría muy estrecha en una sola cámara puede obstaculizar toda la agenda interna del presidente Joe Biden en el Congreso.

Sin embargo, desde una perspectiva de política exterior, un gobierno dividido no necesariamente frena a los presidentes, a menudo sucede que los presidentes encuentran su base en la política exterior cuando el Congreso les impide alcanzar sus prioridades legislativas internas. El Congreso puede aprobar fondos para iniciativas de política exterior, pero el presidente tiene un margen de maniobra significativo para administrarlas.

El Congreso puede imponer sanciones, pero por lo general permiten exenciones que dan al presidente amplia discreción sobre cómo se aplican. Por el contrario, incluso con una mayoría en el Congreso, un presidente se puede enfrentar a que el partido minoritario en el Senado bloquee los nombramientos de embajadores, como ya lo han hecho los republicanos durante los últimos dos años. Eso ha frenado la política exterior de la administración Biden, pero el presidente ha solucionado eso con nombramientos de encargados de negocios, que no requieren la aprobación del Senado.

América Latina es afectada con las elecciones intermedias de Estados Unidos

Los resultados de  las elecciones de la mitad de período no tienen las mismas implicaciones directas e inmediatas para la política exterior de Estados Unidos y el compromiso de Washington con América Latina que una transición presidencial de Estados Unidos.

Melanie Müllers |
07 de diciembre, 2022
Estados Unidos

El pasado mes pudimos ser testigos  de las negociaciones entre el gobierno del presidente venezolano, Nicolás Maduro, y la oposición política del país se reanudarían en México, pero sucedió cuando terminaron las elecciones legislativas de mitad de mandato en Estados Unidos. Andrés Manuel López Obrador, lo llamó una celebración de un inicio de pláticas de la oposición y del Gobierno de Venezuela, sobre el Segundo Acuerdo Parcial para la Protección del Pueblo Venezolano, el cual se firmó entre la oposición y el Gobierno de Venezuela, cuyo objetivo principal es la recuperación de recursos de Venezuela, bloqueados en el sistema financiero internacional.  

En cambio, a las partes en Venezuela les preocupaba que los resultados en Estados Unido, cualesquiera que fueran, pudieran afectar las condiciones y el nivel del diálogo, y ninguna de las partes quería volver a la mesa después de un receso de poco más de un año, solo para ver que de los resultados en Washington dependiera el cambio en su agenda semanas después. Por lo tanto, los pasos para resolver la crisis política de Venezuela se suspendieron hasta que Estados Unidos celebró sus elecciones, y como pudimos observar, los resultados en la elección realmente no marcaron una diferencia en cuanto a si las conversaciones podrían continuar.

El caso extremo de Venezuela es un pequeño ejemplo de cómo los gobiernos de América Latina son afectados con las elecciones intermedias de Estados Unidos, a pesar de que las implicaciones de los diferentes escenarios potenciales siempre son difíciles de descifrar. Los resultados de  las elecciones de la mitad de período no tienen las mismas implicaciones directas e inmediatas para la política exterior de Estados Unidos y el compromiso de Washington con América Latina que una transición presidencial de Estados Unidos. Pero pueden cambiar el enfoque de una administración presidencial, así como su capacidad de acción y el nivel de atención que le da a la región. Quizás lo más importante es que las elecciones de la  mitad de período nos dan una idea sobre qué esperar de las próximas elecciones presidenciales dentro de dos años.

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Aunque los resultados de las elecciones intermedias en noviembre, los republicanos tomaron apenas la Cámara de Representantes, los demócratas mantuvieron el control del Senado. La victoria estrecha y parcial del Partido Republicano está muy por debajo de las expectativas infladas antes de las urnas de la llamada “ola roja” que generaría una gran mayoría republicana en la Cámara y el control del Senado. Pero con la disciplina del partido Republicano, incluso una mayoría muy estrecha en una sola cámara puede obstaculizar toda la agenda interna del presidente Joe Biden en el Congreso.

Sin embargo, desde una perspectiva de política exterior, un gobierno dividido no necesariamente frena a los presidentes, a menudo sucede que los presidentes encuentran su base en la política exterior cuando el Congreso les impide alcanzar sus prioridades legislativas internas. El Congreso puede aprobar fondos para iniciativas de política exterior, pero el presidente tiene un margen de maniobra significativo para administrarlas.

El Congreso puede imponer sanciones, pero por lo general permiten exenciones que dan al presidente amplia discreción sobre cómo se aplican. Por el contrario, incluso con una mayoría en el Congreso, un presidente se puede enfrentar a que el partido minoritario en el Senado bloquee los nombramientos de embajadores, como ya lo han hecho los republicanos durante los últimos dos años. Eso ha frenado la política exterior de la administración Biden, pero el presidente ha solucionado eso con nombramientos de encargados de negocios, que no requieren la aprobación del Senado.