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¿Conoce a sus “dipus”?

Nos toca conocer a los “dipus”, electos por nosotros, pagados con nuestros impuestos. 

Carolina Castellanos |
14 de enero, 2022

Dipu” es un diminutivo de diputado, también llamados coloquialmente dipu-cacos, dipu-títeres y otros más.

Cada 14 de enero se renueva, parcial o totalmente, la dirigencia del Congreso de la República, así como de las comisiones de trabajo. Hoy se renovará parcialmente pero siempre resulta ser un reciclaje de más o menos lo mismo. Cambiarán algunas caras y nombres, pero el juego “congresista” seguirá siendo el mismo. A manera de consuelo, sucede lo mismo a nivel mundial. Esto no resuelve ni justifica, solo consuela a medias pues, al final del día, nos toca vivir con quienes fueron electos.

Ese es el principal problema: fueron electos en un listado de nombres desconocidos, en su mayoría. Es prácticamente imposible exigir cuentas a personas que llegaron por voto popular gracias a una fórmula que solo ellos entienden y que va sumando de todos los partidos. Si fueran votos por nombre y apellido, podríamos señalar y exigir.

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Seguramente usted ya sabe que son 160 diputados. ¡Demasiados! Con esas fórmulas que se inventan, logran ser un montón que, pasados los cuatro años, no los conocemos ni los podemos identificar, ni siquiera en foto. Claro está, se exceptúan de esto los mediáticos, los bulliciosos, los descarados y los abiertamente transeros.

¿A qué se dedican? Formalmente, participan en una o más de las 36 comisiones de trabajo. La motivación es que reciben dietas por participar en éstas. Algunos ejemplos: agricultura, ambiente, apoyo técnico, asuntos de seguridad, discapacidad, mujer, desarrollo social, gobernación, juventud, pequeña y mediana empresa, relaciones exteriores, seguridad alimentaria, pueblos indígenas, migrantes, turismo, etc. La que se lleva las palmas es la de transparencia y probidad, por razones obvias. 

En total, sin contar diputados, trabajan 2,418 personas en el Congreso. A esto habrá que sumarle los famosos “asesores” que abundan en todas las comisiones y en la Junta Directiva. Los “padres de la patria” tienen derecho a su sueldo, naturalmente, pero también a gastos de representación, dietas por asistir a plenarias, dietas por bloques legislativos y por comisiones de trabajo, ayuda funeraria cuando fallece algún familiar, tiempo extraordinario, subsidios, becas, etc.

Así las cosas, no puedo más que pensar si tanta gente es necesaria. Ha habido iniciativas de reducir el número de diputados pues 160 es excesivo para un país tan pequeño. Se debería eliminar la mayoría de comisiones. No hemos visto que el “trabajo” de la mayoría de ellas trascienda en beneficio para quienes les pagamos su salario.

A todo esto, ¿y las iniciativas de ley? Hay de todo pues abundan las “graciosas ocurrencias” de quienes desean salir en los medios de comunicación y “trascender” con alguna propuesta que no sumará al crecimiento y desarrollo de nuestra Guate. Dentro de Las iniciativas más recientes hay una que se llama “medidas temporales de responsabilidad y solidaridad”. Hay otra que se titula “tecnología para educar”. ¿Necesitamos que se legisle para implementar tecnología al sistema educativo? Mejor podrían quitar al “dirigente magisterial” y usar ese montón de millones para tecnificar escuelas. Tal parece que también la responsabilidad y la solidaridad necesitan un marco legal.

Los mandantes somos nosotros, quienes los elegimos y les pagamos sus diversos ingresos. Si queremos ver cambios, nos tenemos que involucrar y exigir a cada uno, con nombre y apellido. Nos toca conocer a los “dipus”, electos por nosotros, pagados con nuestros impuestos. 

¿Conoce a sus “dipus”?

Nos toca conocer a los “dipus”, electos por nosotros, pagados con nuestros impuestos. 

Carolina Castellanos |
14 de enero, 2022

Dipu” es un diminutivo de diputado, también llamados coloquialmente dipu-cacos, dipu-títeres y otros más.

Cada 14 de enero se renueva, parcial o totalmente, la dirigencia del Congreso de la República, así como de las comisiones de trabajo. Hoy se renovará parcialmente pero siempre resulta ser un reciclaje de más o menos lo mismo. Cambiarán algunas caras y nombres, pero el juego “congresista” seguirá siendo el mismo. A manera de consuelo, sucede lo mismo a nivel mundial. Esto no resuelve ni justifica, solo consuela a medias pues, al final del día, nos toca vivir con quienes fueron electos.

Ese es el principal problema: fueron electos en un listado de nombres desconocidos, en su mayoría. Es prácticamente imposible exigir cuentas a personas que llegaron por voto popular gracias a una fórmula que solo ellos entienden y que va sumando de todos los partidos. Si fueran votos por nombre y apellido, podríamos señalar y exigir.

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Seguramente usted ya sabe que son 160 diputados. ¡Demasiados! Con esas fórmulas que se inventan, logran ser un montón que, pasados los cuatro años, no los conocemos ni los podemos identificar, ni siquiera en foto. Claro está, se exceptúan de esto los mediáticos, los bulliciosos, los descarados y los abiertamente transeros.

¿A qué se dedican? Formalmente, participan en una o más de las 36 comisiones de trabajo. La motivación es que reciben dietas por participar en éstas. Algunos ejemplos: agricultura, ambiente, apoyo técnico, asuntos de seguridad, discapacidad, mujer, desarrollo social, gobernación, juventud, pequeña y mediana empresa, relaciones exteriores, seguridad alimentaria, pueblos indígenas, migrantes, turismo, etc. La que se lleva las palmas es la de transparencia y probidad, por razones obvias. 

En total, sin contar diputados, trabajan 2,418 personas en el Congreso. A esto habrá que sumarle los famosos “asesores” que abundan en todas las comisiones y en la Junta Directiva. Los “padres de la patria” tienen derecho a su sueldo, naturalmente, pero también a gastos de representación, dietas por asistir a plenarias, dietas por bloques legislativos y por comisiones de trabajo, ayuda funeraria cuando fallece algún familiar, tiempo extraordinario, subsidios, becas, etc.

Así las cosas, no puedo más que pensar si tanta gente es necesaria. Ha habido iniciativas de reducir el número de diputados pues 160 es excesivo para un país tan pequeño. Se debería eliminar la mayoría de comisiones. No hemos visto que el “trabajo” de la mayoría de ellas trascienda en beneficio para quienes les pagamos su salario.

A todo esto, ¿y las iniciativas de ley? Hay de todo pues abundan las “graciosas ocurrencias” de quienes desean salir en los medios de comunicación y “trascender” con alguna propuesta que no sumará al crecimiento y desarrollo de nuestra Guate. Dentro de Las iniciativas más recientes hay una que se llama “medidas temporales de responsabilidad y solidaridad”. Hay otra que se titula “tecnología para educar”. ¿Necesitamos que se legisle para implementar tecnología al sistema educativo? Mejor podrían quitar al “dirigente magisterial” y usar ese montón de millones para tecnificar escuelas. Tal parece que también la responsabilidad y la solidaridad necesitan un marco legal.

Los mandantes somos nosotros, quienes los elegimos y les pagamos sus diversos ingresos. Si queremos ver cambios, nos tenemos que involucrar y exigir a cada uno, con nombre y apellido. Nos toca conocer a los “dipus”, electos por nosotros, pagados con nuestros impuestos.