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Del egoísmo o amor propio, 6ª Parte

Ser verdaderamente egoísta no es algo natural que se da en todos los hombres. No es actuar motivado por caprichos para conseguir aquello que se nos antoje. Quien actúa irreflexivamente dejándose llevar por sus querencias y arranques no es egoísta, sino que necio. El egoísmo ético se basa en el principio natural de supervivencia y autopreservación.

.
Warren Orbaugh |
22 de abril, 2024

Prosiguiendo con nuestro análisis sobre lo que algunos filósofos han dicho sobre el egoísmo, estudiemos ahora lo que escribió Nathaniel Branden, el filósofo y psicólogo objetivista canadiense del siglo XX, en la publicación The Objectivist Newsletter, Vol. 1 Número 9, de septiembre de 1962.

No todos son egoístas

Branden sostiene que no todo el mundo es egoísta. El argumento que afirma que todos somos egoístas, que todo mundo hace lo que realmente quiere, porque de no ser así no lo haría, se debe a un error de entendimiento. Ser verdaderamente egoísta no es algo natural que se da en todos los hombres. No es actuar motivado por caprichos para conseguir aquello que se nos antoje. Quien actúa irreflexivamente dejándose llevar por sus querencias y arranques no es egoísta, sino que necio. El egoísmo ético se basa en el principio natural de supervivencia y autopreservación.

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Como el hombre es un ser racional y porque no tiene conocimiento innato ni automático, debe usar su entendimiento para descubrir qué es aquello que, en efecto, le sirve para mantenerse con vida como ser humano a corto y largo plazo. Lo que realmente puede servirle para ese propósito es de interés para él como medio para alcanzar su interés último, que es su autopreservación. Aquello que se valora porque en realidad tiene las cualidades para alcanzar ese fin último, lo que auténticamente beneficia al hombre, es lo que Branden llama valor objetivo. Eso no excluye que la gente pueda valorar aquello que la perjudique, sólo que ese valor no es objetivo sino arbitrario.

Qué es ser egoísta

«Ser egoísta es estar motivado por la preocupación por el propio interés. Esto requiere que uno considere lo que constituye el interés propio y cómo alcanzarlo – que valores y objetivos perseguir, que principios y políticas adoptar. Si un hombre no se preocupara por esta cuestión, no se puede decir objetivamente que se preocupe por su propio interés o que lo desee; uno no puede preocuparse o desear aquello de lo que no tiene conocimiento.

El egoísmo supone: (a) una jerarquía de valores establecida por el estándar del interés de uno mismo, y (b) la negativa a sacrificar un valor superior por otro inferior o por un desvalor.

El egoísmo genuino: el egoísmo racional

«Un hombre genuinamente egoísta sabe que sólo la razón puede determinar lo que de hecho es para su propio interés, que perseguir contradicciones o intentar actuar desafiando los hechos de la realidad es autodestructivo – y que la autodestrucción no es para su propio interés. Pensar, es en el interés propio del hombre; suspender su consciencia, no. Elegir sus objetivos en el contexto pleno de su conocimiento, sus valores y su vida, es de interés propio para el hombre; actuar por el impulso del momento, sin consideración por su contexto a largo plazo, no es. Existir como un ser productivo es de interés propio para el hombre; intentar existir como parásito, no lo es. Buscar la vida apropiada a su naturaleza es de interés propio para el hombre; buscar vivir como un animal, no lo es.

Ser verdaderamente egoísta no es algo natural que se da en todos los hombres. No es actuar motivado por caprichos para conseguir aquello que se nos antoje. Quien actúa irreflexivamente dejándose llevar por sus querencias y arranques no es egoísta, sino que necio. El egoísmo ético se basa en el principio natural de supervivencia y autopreservación.

Porque un hombre genuinamente egoísta elige sus metas guiado por la razón – y debido a que los intereses de los hombres racionales no chocan, otros hombres a menudo pueden beneficiarse de sus acciones. […] Un egoísmo genuino – es decir: una preocupación genuina por descubrir lo que es de interés propio y una aceptación de la responsabilidad de lograrlo, una negativa a traicionarla actuando por capricho ciego, estado de ánimo, impulso o sentimiento del momento, una lealtad intransigente al propio juicio, convicciones y valores – representa un profundo resultado moral.»

Entonces, el egoísta valora y busca aquello que lo beneficia, que le favorece. El necio valora y busca aquello que lo perjudica, que lo desfavorece.

Continuará.

Del egoísmo o amor propio, 6ª Parte

Ser verdaderamente egoísta no es algo natural que se da en todos los hombres. No es actuar motivado por caprichos para conseguir aquello que se nos antoje. Quien actúa irreflexivamente dejándose llevar por sus querencias y arranques no es egoísta, sino que necio. El egoísmo ético se basa en el principio natural de supervivencia y autopreservación.

Warren Orbaugh |
22 de abril, 2024
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Prosiguiendo con nuestro análisis sobre lo que algunos filósofos han dicho sobre el egoísmo, estudiemos ahora lo que escribió Nathaniel Branden, el filósofo y psicólogo objetivista canadiense del siglo XX, en la publicación The Objectivist Newsletter, Vol. 1 Número 9, de septiembre de 1962.

No todos son egoístas

Branden sostiene que no todo el mundo es egoísta. El argumento que afirma que todos somos egoístas, que todo mundo hace lo que realmente quiere, porque de no ser así no lo haría, se debe a un error de entendimiento. Ser verdaderamente egoísta no es algo natural que se da en todos los hombres. No es actuar motivado por caprichos para conseguir aquello que se nos antoje. Quien actúa irreflexivamente dejándose llevar por sus querencias y arranques no es egoísta, sino que necio. El egoísmo ético se basa en el principio natural de supervivencia y autopreservación.

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Qué es ser egoísta

«Ser egoísta es estar motivado por la preocupación por el propio interés. Esto requiere que uno considere lo que constituye el interés propio y cómo alcanzarlo – que valores y objetivos perseguir, que principios y políticas adoptar. Si un hombre no se preocupara por esta cuestión, no se puede decir objetivamente que se preocupe por su propio interés o que lo desee; uno no puede preocuparse o desear aquello de lo que no tiene conocimiento.

El egoísmo supone: (a) una jerarquía de valores establecida por el estándar del interés de uno mismo, y (b) la negativa a sacrificar un valor superior por otro inferior o por un desvalor.

El egoísmo genuino: el egoísmo racional

«Un hombre genuinamente egoísta sabe que sólo la razón puede determinar lo que de hecho es para su propio interés, que perseguir contradicciones o intentar actuar desafiando los hechos de la realidad es autodestructivo – y que la autodestrucción no es para su propio interés. Pensar, es en el interés propio del hombre; suspender su consciencia, no. Elegir sus objetivos en el contexto pleno de su conocimiento, sus valores y su vida, es de interés propio para el hombre; actuar por el impulso del momento, sin consideración por su contexto a largo plazo, no es. Existir como un ser productivo es de interés propio para el hombre; intentar existir como parásito, no lo es. Buscar la vida apropiada a su naturaleza es de interés propio para el hombre; buscar vivir como un animal, no lo es.

Ser verdaderamente egoísta no es algo natural que se da en todos los hombres. No es actuar motivado por caprichos para conseguir aquello que se nos antoje. Quien actúa irreflexivamente dejándose llevar por sus querencias y arranques no es egoísta, sino que necio. El egoísmo ético se basa en el principio natural de supervivencia y autopreservación.

Porque un hombre genuinamente egoísta elige sus metas guiado por la razón – y debido a que los intereses de los hombres racionales no chocan, otros hombres a menudo pueden beneficiarse de sus acciones. […] Un egoísmo genuino – es decir: una preocupación genuina por descubrir lo que es de interés propio y una aceptación de la responsabilidad de lograrlo, una negativa a traicionarla actuando por capricho ciego, estado de ánimo, impulso o sentimiento del momento, una lealtad intransigente al propio juicio, convicciones y valores – representa un profundo resultado moral.»

Entonces, el egoísta valora y busca aquello que lo beneficia, que le favorece. El necio valora y busca aquello que lo perjudica, que lo desfavorece.

Continuará.