Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

¿Economía atrapada o industria impulsada?

En su intento de asociar la falta de desarrollo suficiente principalmente a las grandes empresas de Guatemala, dejando fuera la agencia y autonomía de las élites políticas nacionales, y los distintos poderes en el ámbito internacional, JAFK parte con importantes aspectos del consenso de historiadores de la región.

economía
Nicholas Virzi |
19 de agosto, 2022

Recientemente se publicó un libro sobre el desarrollo de Guatemala, llamado La economía atrapada, el autor es Juan Alberto Fuentes Knight (JAFK), ex Ministro de Finanzas de Guatemala.

JAFK argumenta que en Guatemala se implementaron tratos exclusivos a empresas particulares que beneficiaron a ciertos sectores. Lo cual convirtió a estos actores en gestores de poder que lograron, eventualmente, encadenar el Estado guatemalteco y atrapar la economía guatemalteca en una senda de lento y desigual crecimiento.

Ahora bien, respecto a los tratos exclusivos, JAFK se refiere a los sectores de Azúcar, Cementos, Cerveza, entre otros. Según JAFK, estas iniciativas, con la ayuda del Estado, se convertirían en grandes consorcios y lo que él clasifica como los gestores de poder.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

El libro de JAFK da mucho más para reflexionar, sobre todo si existen otras interpretaciones. Una cosa es argumentar que los tratos exclusivos atraparon a sectores industriales que no existían antes y otra cosa es argumentar que se atrapó la economía, la política y la sociedad entera. Teniendo esto en mente, en este último aspecto, el libro de JAFK falla.

En este mismo sentido, JAFK no aplica del todo bien la metodología de economía política de Lant Pritchett, la cual analiza los factores que condicionan el crecimiento económico en el tiempo.

La metodología de Pritchett llama a analizar la distribución relativa del poder político para poder comprender por qué se realizan tratos de distintos tipos que condicionan el crecimiento económico. Para hacer este análisis se requiere una definición del universo de aquellos que tienen poder político en los distintos momentos en los que se realizan los tratos. JAFK no define el universo de actores ni la distribución relativa del poder, dejando la impresión que los grandes consorcios eran los únicos gestores de poder. Esto es un error.

El argumento que establece que los grandes consorcios resultaron de estos tratos, convirtiéndose en los únocs gestores de poder de la economía política, contradice el grueso del acervo de la literatura sobre la historia económica y política de Guatemala. Esta omisión deja fuera los caudillos, dictadores, regímenes militares, Estados Unidos y la famosa Frutera (UFCO) que siempre se han señalado como los actores decisivos en la evolución política-económica de Guatemala y otros países de la región.

Sin duda, los tratos que JAFK señala marcaron un hito en la historia económica de Guatemala. El saldo de su impacto habría que analizarlo en el contexto histórico. Los tratos no desplazaron a la industria de Guatemala. Crearon la industria del país, superando grandes obstáculos, cómo JAFK mismo señala. JAFK mismo habla de cómo los industriales tuvieron que surgir en contra de la institucionalidad del café. Este, en particular, es un argumento interesante, uno que por cierto habla bien de la capacidad de las élites guatemaltecas de abrirse y circular, por lo menos en ese momento histórico.

Hubiera sido muy interesante analizar cómo fue que el sector cafetalero, el gestor de poder que controlaba el sistema bancario en su momento, permitió que surgieran otros sectores que lo pararon desplazando como gestor de poder.

JAFK escribe sobre los tratos industriales como si fueran enteramente negativos. Eso no es precisamente el argumento de Pritchett. Según Pritchett, son los tratos exclusivos los que pueden llevar a un país a un estado de reglas. En primer lugar, tal como establece Pritchett, dan certeza para la inversión.

En relación a ello, Pritchett descarta la noción que, para crecer, un país debe empezar con estado de derecho e imperio de la ley. La clave para llegar a un estado de reglas, según Pritchett, es empezar con tratos exclusivos ordenados, que se abren gradualmente, y luego, consolidar los mismos. Si esto ha ocurrido en Guatemala es buen tema de discusión, pero JAFK no trata esta parte del argumento de Pritchett.

Analizar la evolución económica de Guatemala requiere un abarcamiento que pone en contexto histórico los hechos importantes que se dieron a lo largo del tiempo. Antes que se dieran los tratos que JAFK critica, casi no existía industria en Guatemala, no cómo hoy se entiende el concepto. El historiador económico Victor Bulmer-Thomas (VBT) cuestiona los datos reportados sobre la presencia de la “industria” en muchos países en el Siglo XIX. Por el contrario, VBT la clasifica como producción artesanal, cosa que él señaló que abundaba en Guatemala.

A mediados del Siglo XIX, Guatemala era mucho menos urbana que Cuba, Costa Rica, El Salvador, Panamá y la región en general. El poder adquisitivo de las exportaciones guatemaltecas era la tercera parte de lo que era para la región. El poco poder adquisitivo del centro urbano no podía sostener la producción artesanal sin protección arancelaria. Incluso, ya para 1913, casi la totalidad de exportaciones venían de bienes agrícolas, como el café y el banano, sujetos a volatilidad de precios internacionales y riesgos de enfermedades. El ingreso de divisas de las exportaciones determinaba los ingresos del Estado, en gran parte. No es difícil comprender el pensamiento de las élites políticas que urgía la industrialización.

Incluso muchos años después, por esta debilidad de ingresos estatales, la infraestructura se tuvo que encargar a empresas extranjeras como la IRCA, propiedad de la UFCO, un verdadero gestor de poder (extranjero), con capacidad de veto sobre quien ocupaba la presidencia en Guatemala, y las políticas se permitirían en el país. Por esto mismo, llama la atención de dejar fuera a potencias extranjeras como EEUU. Este último actor no solo representaba una parte significante del comercio y la inversión de la región, tenía en su momento una política exterior, la Diplomacia del Dólar, que respaldaba sus inversiones con el uso de la fuerza.

No solo Guatemala no tenía industria importante cuando se dieron los tratos importantes que JAFK señala; sino también, no tenía el talento humano para innovar estos tratos entre la totalidad de las élites en Guatemala en esos momentos. JAFK mismo destaca que casi todos los padres de los grandes consorcios, que lograron acordar con los dictadores guatemaltecos tratos exclusivos, eran inmigrantes.

Guatemala carecía de una masa crítica de personas con el conocimiento requerido para emprender la industrialización. Por eso, tuvieron que ser extranjeros que si tenían ese conocimiento. Extranjeros sin poder, que lograron convencer a las élites políticas de darles los tratos preferenciales con los que inició la industria en Guatemala.

Es curioso que JAFK no explica como personas extranjeras, sin poder, lograron convencer a caudillos de darles tratos que con el tiempo los convertiría en los gestores de poder que eventualmente encadenarían al Estado. Ya que su enfoque es la gestión del poder, no es irrazonable esperar que le diera un buen tratamiento a este tema, cuya importancia, JAFK mismo, señala. Algo de autonomía y agencia debieron haber tenido las élites políticas en su momento.

Siguiendo esta misma línea, hubiera sido útil analizar el pensamiento económico dominante en los momentos en que se realizaron estos tratos. En vista de la pobreza de Guatemala, su desventaja con respecto a los términos de intercambio en el comercio internacional (el precio de las exportaciones versus el precio de las importaciones), las élites políticas liberales eran propensas a ser convencidas de que hacía falta una intervención estatal. Siendo JAFK un gran abogado por la intervención estatal, llama la atención su falta de tratamiento sobre este tema.

JAFK no obvia, por completo, el tema de la ideología. Lo aplica particularmente con referencia a los acuerdos llevados a cabo bajo la autoridad intelectual de la CEPAL en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. La CEPAL sí tuvo esa autoridad intelectual pero, de nuevo, eso solo llama la atención a la falta de un tratamiento sistémico al poder y origen de las ideas de JAFK en su libro.

Se puede tomar a la CEPAL como un ejemplo para ilustrar la importancia de la omisión de un tratamiento sistémico del poder de las ideas en su momento y la omisión de EEUU como gestor de poder.

La CEPAL pertenece a la ONU. En el momento de su mayor relevancia (los años 50) apenas acaba de nacer. ¿Qué le dio el poder de convencimiento a la CEPAL con respecto a casi todos los países de la región de implantar un esquema de industrialización por sustitución de importaciones (ISI)? Tuvo que haber influido el poder de las ideas. Si las ideas importaron en 1950, ¿por qué no iban a ser importadas en el Siglo XIX?

Otro tema, JAFK relata como EEUU condicionó la propuesta final de la CEPAL, dejando ver que era un verdadero gestor de poder en toda la región. JAFK no le da tratamiento adecuado al poder del pensamiento para los periodos más importantes que él mismo señala, que son cuando se realizaron los tratos que dieron lugar al surgimiento de los grandes consorcios que iniciaron la industrialización guatemalteca a gran escala.

JAFK si trata de nuevo el poder de las ideas en su análisis de la era de liberalización asociada con el Consenso de Washington (CW), pero de manera mucho más escueta e incompleta. JAFK cataloga las reformas estructurales asociadas con el CW y las señala como determinantes en el proceso de encadenamiento del Estado guatemalteco. JAFK clasifica a los dictámenes de Washington como un logro de las grandes empresas de Guatemala, no de … Washington. Esto es otro franco error.

El CW se aplicó por toda la región y con buenas razones de fondo. Excesiva discreción fiscal y monetaria había llevado a la región a la quiebra, con hiperinflación insostenible. Además, se entiende cómo un ex ministro de finanzas se quejaría de las restricciones que le impidieron usar el gasto público, financiado por el banco central, a su discreción. Sin embargo, esto se consideró mejor práctica en su momento, en vista del desastre económico que ocasionó esta discreción en toda la región en el pasado reciente. Pues, se sigue sufriendo las consecuencias de eso, por cierto.

JAFK si tiene razón en decir que el intento del CW fue encadenar el Estado, pero no fueron los empresarios guatemaltecos que fijaron y lograron esa meta. Fueron varias agencias de EEUU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que se dieron la misión de reordenar las finanzas públicas y la política monetaria en la región. El Consenso de Washington fue principalmente entre esas entidades. Estos fueron los gestores de poder que lograron convencer al gobierno de Guatemala, entre muchos otros países mucho más grandes, de practicar mayor disciplina fiscal y monetaria, para evitar una repetición de la década perdida de los años 80. Nuevamente, surge la duda de dejar fuera la comunidad internacional, sobre todo EEUU, como gestor de poder.

En su intento de asociar la falta de desarrollo suficiente principalmente a las grandes empresas de Guatemala, dejando fuera la agencia y autonomía de las élites políticas nacionales, y los distintos poderes en el ámbito internacional, JAFK parte con importantes aspectos del consenso de historiadores de la región.

Las grandes empresas lograron ser importantes gracias a sus tratos. Sin embargo, no fueron importantes en su inicio, ni en los años 50 para la implementación de las políticas comerciales-industrialistas de la CEPAL. Tampoco fueron determinantes para la implementación de las recomendaciones del CW que liberalizaron las economías de la región. Que estuviesen de acuerdo con las recomendaciones del CW no establece que fue su gestión de poder que logró su implementación en Guatemala. La correlación espuria no es útil para la historia económica.

El argumento de JAFK es innovador, no se puede dudar de eso. La literatura histórica sobre Centroamérica, y Guatemala en particular, desde el Siglo XIX hasta el final de la Guerra Fría en el Siglo 20, siempre ha señalado como los gestores de poder determinantes a EEUU, las corporaciones multinacionales, los caudillos y dictadores. A nivel nacional, estos ostentaban el poder en todos los momentos históricos en los que se realizaron estos tratos exclusivos entre el Estado guatemalteco y emprendedores inmigrantes, que no tenían poder en su momento.

En resumen, el libro de JAFK cumple con el cometido de toda obra académica. Ocasiona más debate y dudas, que respuestas. Como palabra definitiva sobre la verdad histórica, no llega. Sin embargo, habría que felicitar a JAFK por despertar el debate.

¿Economía atrapada o industria impulsada?

En su intento de asociar la falta de desarrollo suficiente principalmente a las grandes empresas de Guatemala, dejando fuera la agencia y autonomía de las élites políticas nacionales, y los distintos poderes en el ámbito internacional, JAFK parte con importantes aspectos del consenso de historiadores de la región.

Nicholas Virzi |
19 de agosto, 2022
economía

Recientemente se publicó un libro sobre el desarrollo de Guatemala, llamado La economía atrapada, el autor es Juan Alberto Fuentes Knight (JAFK), ex Ministro de Finanzas de Guatemala.

JAFK argumenta que en Guatemala se implementaron tratos exclusivos a empresas particulares que beneficiaron a ciertos sectores. Lo cual convirtió a estos actores en gestores de poder que lograron, eventualmente, encadenar el Estado guatemalteco y atrapar la economía guatemalteca en una senda de lento y desigual crecimiento.

Ahora bien, respecto a los tratos exclusivos, JAFK se refiere a los sectores de Azúcar, Cementos, Cerveza, entre otros. Según JAFK, estas iniciativas, con la ayuda del Estado, se convertirían en grandes consorcios y lo que él clasifica como los gestores de poder.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

El libro de JAFK da mucho más para reflexionar, sobre todo si existen otras interpretaciones. Una cosa es argumentar que los tratos exclusivos atraparon a sectores industriales que no existían antes y otra cosa es argumentar que se atrapó la economía, la política y la sociedad entera. Teniendo esto en mente, en este último aspecto, el libro de JAFK falla.

En este mismo sentido, JAFK no aplica del todo bien la metodología de economía política de Lant Pritchett, la cual analiza los factores que condicionan el crecimiento económico en el tiempo.

La metodología de Pritchett llama a analizar la distribución relativa del poder político para poder comprender por qué se realizan tratos de distintos tipos que condicionan el crecimiento económico. Para hacer este análisis se requiere una definición del universo de aquellos que tienen poder político en los distintos momentos en los que se realizan los tratos. JAFK no define el universo de actores ni la distribución relativa del poder, dejando la impresión que los grandes consorcios eran los únicos gestores de poder. Esto es un error.

El argumento que establece que los grandes consorcios resultaron de estos tratos, convirtiéndose en los únocs gestores de poder de la economía política, contradice el grueso del acervo de la literatura sobre la historia económica y política de Guatemala. Esta omisión deja fuera los caudillos, dictadores, regímenes militares, Estados Unidos y la famosa Frutera (UFCO) que siempre se han señalado como los actores decisivos en la evolución política-económica de Guatemala y otros países de la región.

Sin duda, los tratos que JAFK señala marcaron un hito en la historia económica de Guatemala. El saldo de su impacto habría que analizarlo en el contexto histórico. Los tratos no desplazaron a la industria de Guatemala. Crearon la industria del país, superando grandes obstáculos, cómo JAFK mismo señala. JAFK mismo habla de cómo los industriales tuvieron que surgir en contra de la institucionalidad del café. Este, en particular, es un argumento interesante, uno que por cierto habla bien de la capacidad de las élites guatemaltecas de abrirse y circular, por lo menos en ese momento histórico.

Hubiera sido muy interesante analizar cómo fue que el sector cafetalero, el gestor de poder que controlaba el sistema bancario en su momento, permitió que surgieran otros sectores que lo pararon desplazando como gestor de poder.

JAFK escribe sobre los tratos industriales como si fueran enteramente negativos. Eso no es precisamente el argumento de Pritchett. Según Pritchett, son los tratos exclusivos los que pueden llevar a un país a un estado de reglas. En primer lugar, tal como establece Pritchett, dan certeza para la inversión.

En relación a ello, Pritchett descarta la noción que, para crecer, un país debe empezar con estado de derecho e imperio de la ley. La clave para llegar a un estado de reglas, según Pritchett, es empezar con tratos exclusivos ordenados, que se abren gradualmente, y luego, consolidar los mismos. Si esto ha ocurrido en Guatemala es buen tema de discusión, pero JAFK no trata esta parte del argumento de Pritchett.

Analizar la evolución económica de Guatemala requiere un abarcamiento que pone en contexto histórico los hechos importantes que se dieron a lo largo del tiempo. Antes que se dieran los tratos que JAFK critica, casi no existía industria en Guatemala, no cómo hoy se entiende el concepto. El historiador económico Victor Bulmer-Thomas (VBT) cuestiona los datos reportados sobre la presencia de la “industria” en muchos países en el Siglo XIX. Por el contrario, VBT la clasifica como producción artesanal, cosa que él señaló que abundaba en Guatemala.

A mediados del Siglo XIX, Guatemala era mucho menos urbana que Cuba, Costa Rica, El Salvador, Panamá y la región en general. El poder adquisitivo de las exportaciones guatemaltecas era la tercera parte de lo que era para la región. El poco poder adquisitivo del centro urbano no podía sostener la producción artesanal sin protección arancelaria. Incluso, ya para 1913, casi la totalidad de exportaciones venían de bienes agrícolas, como el café y el banano, sujetos a volatilidad de precios internacionales y riesgos de enfermedades. El ingreso de divisas de las exportaciones determinaba los ingresos del Estado, en gran parte. No es difícil comprender el pensamiento de las élites políticas que urgía la industrialización.

Incluso muchos años después, por esta debilidad de ingresos estatales, la infraestructura se tuvo que encargar a empresas extranjeras como la IRCA, propiedad de la UFCO, un verdadero gestor de poder (extranjero), con capacidad de veto sobre quien ocupaba la presidencia en Guatemala, y las políticas se permitirían en el país. Por esto mismo, llama la atención de dejar fuera a potencias extranjeras como EEUU. Este último actor no solo representaba una parte significante del comercio y la inversión de la región, tenía en su momento una política exterior, la Diplomacia del Dólar, que respaldaba sus inversiones con el uso de la fuerza.

No solo Guatemala no tenía industria importante cuando se dieron los tratos importantes que JAFK señala; sino también, no tenía el talento humano para innovar estos tratos entre la totalidad de las élites en Guatemala en esos momentos. JAFK mismo destaca que casi todos los padres de los grandes consorcios, que lograron acordar con los dictadores guatemaltecos tratos exclusivos, eran inmigrantes.

Guatemala carecía de una masa crítica de personas con el conocimiento requerido para emprender la industrialización. Por eso, tuvieron que ser extranjeros que si tenían ese conocimiento. Extranjeros sin poder, que lograron convencer a las élites políticas de darles los tratos preferenciales con los que inició la industria en Guatemala.

Es curioso que JAFK no explica como personas extranjeras, sin poder, lograron convencer a caudillos de darles tratos que con el tiempo los convertiría en los gestores de poder que eventualmente encadenarían al Estado. Ya que su enfoque es la gestión del poder, no es irrazonable esperar que le diera un buen tratamiento a este tema, cuya importancia, JAFK mismo, señala. Algo de autonomía y agencia debieron haber tenido las élites políticas en su momento.

Siguiendo esta misma línea, hubiera sido útil analizar el pensamiento económico dominante en los momentos en que se realizaron estos tratos. En vista de la pobreza de Guatemala, su desventaja con respecto a los términos de intercambio en el comercio internacional (el precio de las exportaciones versus el precio de las importaciones), las élites políticas liberales eran propensas a ser convencidas de que hacía falta una intervención estatal. Siendo JAFK un gran abogado por la intervención estatal, llama la atención su falta de tratamiento sobre este tema.

JAFK no obvia, por completo, el tema de la ideología. Lo aplica particularmente con referencia a los acuerdos llevados a cabo bajo la autoridad intelectual de la CEPAL en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. La CEPAL sí tuvo esa autoridad intelectual pero, de nuevo, eso solo llama la atención a la falta de un tratamiento sistémico al poder y origen de las ideas de JAFK en su libro.

Se puede tomar a la CEPAL como un ejemplo para ilustrar la importancia de la omisión de un tratamiento sistémico del poder de las ideas en su momento y la omisión de EEUU como gestor de poder.

La CEPAL pertenece a la ONU. En el momento de su mayor relevancia (los años 50) apenas acaba de nacer. ¿Qué le dio el poder de convencimiento a la CEPAL con respecto a casi todos los países de la región de implantar un esquema de industrialización por sustitución de importaciones (ISI)? Tuvo que haber influido el poder de las ideas. Si las ideas importaron en 1950, ¿por qué no iban a ser importadas en el Siglo XIX?

Otro tema, JAFK relata como EEUU condicionó la propuesta final de la CEPAL, dejando ver que era un verdadero gestor de poder en toda la región. JAFK no le da tratamiento adecuado al poder del pensamiento para los periodos más importantes que él mismo señala, que son cuando se realizaron los tratos que dieron lugar al surgimiento de los grandes consorcios que iniciaron la industrialización guatemalteca a gran escala.

JAFK si trata de nuevo el poder de las ideas en su análisis de la era de liberalización asociada con el Consenso de Washington (CW), pero de manera mucho más escueta e incompleta. JAFK cataloga las reformas estructurales asociadas con el CW y las señala como determinantes en el proceso de encadenamiento del Estado guatemalteco. JAFK clasifica a los dictámenes de Washington como un logro de las grandes empresas de Guatemala, no de … Washington. Esto es otro franco error.

El CW se aplicó por toda la región y con buenas razones de fondo. Excesiva discreción fiscal y monetaria había llevado a la región a la quiebra, con hiperinflación insostenible. Además, se entiende cómo un ex ministro de finanzas se quejaría de las restricciones que le impidieron usar el gasto público, financiado por el banco central, a su discreción. Sin embargo, esto se consideró mejor práctica en su momento, en vista del desastre económico que ocasionó esta discreción en toda la región en el pasado reciente. Pues, se sigue sufriendo las consecuencias de eso, por cierto.

JAFK si tiene razón en decir que el intento del CW fue encadenar el Estado, pero no fueron los empresarios guatemaltecos que fijaron y lograron esa meta. Fueron varias agencias de EEUU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que se dieron la misión de reordenar las finanzas públicas y la política monetaria en la región. El Consenso de Washington fue principalmente entre esas entidades. Estos fueron los gestores de poder que lograron convencer al gobierno de Guatemala, entre muchos otros países mucho más grandes, de practicar mayor disciplina fiscal y monetaria, para evitar una repetición de la década perdida de los años 80. Nuevamente, surge la duda de dejar fuera la comunidad internacional, sobre todo EEUU, como gestor de poder.

En su intento de asociar la falta de desarrollo suficiente principalmente a las grandes empresas de Guatemala, dejando fuera la agencia y autonomía de las élites políticas nacionales, y los distintos poderes en el ámbito internacional, JAFK parte con importantes aspectos del consenso de historiadores de la región.

Las grandes empresas lograron ser importantes gracias a sus tratos. Sin embargo, no fueron importantes en su inicio, ni en los años 50 para la implementación de las políticas comerciales-industrialistas de la CEPAL. Tampoco fueron determinantes para la implementación de las recomendaciones del CW que liberalizaron las economías de la región. Que estuviesen de acuerdo con las recomendaciones del CW no establece que fue su gestión de poder que logró su implementación en Guatemala. La correlación espuria no es útil para la historia económica.

El argumento de JAFK es innovador, no se puede dudar de eso. La literatura histórica sobre Centroamérica, y Guatemala en particular, desde el Siglo XIX hasta el final de la Guerra Fría en el Siglo 20, siempre ha señalado como los gestores de poder determinantes a EEUU, las corporaciones multinacionales, los caudillos y dictadores. A nivel nacional, estos ostentaban el poder en todos los momentos históricos en los que se realizaron estos tratos exclusivos entre el Estado guatemalteco y emprendedores inmigrantes, que no tenían poder en su momento.

En resumen, el libro de JAFK cumple con el cometido de toda obra académica. Ocasiona más debate y dudas, que respuestas. Como palabra definitiva sobre la verdad histórica, no llega. Sin embargo, habría que felicitar a JAFK por despertar el debate.