Tal parece que, con la nueva administración en el gobierno, la interpretación de la ley será a conveniencia. Durante la campaña política se dieron baños de pureza hasta el cansancio. Criticaron al gobierno anterior hasta dejarlo “desplumado”, cual chompipe listo para el caldo. Se llenaron la boca de ofrecimientos (nada nuevo bajo el sol) pero ahora, ya en “la guayaba” se dieron cuenta que el tacuche les quedó excesivamente grande.
Así las cosas, han cometido más errores que días en el gobierno. Esto quedó demostrado en el congreso (con minúsculas, a propósito). Derivado de sus propias acciones, el “movimiento semilla”, también en minúsculas, no puede ser bancada. La ley es muy clara en esto. Pero, intentaron por todas las vías posibles, desde la noche electoral, de conformar su bancada, de tener la presidencia del congreso y de varias comisiones estratégicas. Fueron hasta la Corte de Constitucionalidad para lograrlo. Esta digna Corte les ha dicho que no, de todas las formas posibles. Aún falta un paso: la bancada semilla debe decidir a quién le dará la comisión de finanzas. No entiendo por qué pues ¡nunca la tuvieron!
El imperio de la ley es lo único que nos puede mantener como país civilizado, con un ordenamiento jurídico que se cumple y se respeta. Si no nos gusta una ley, hay mecanismos para modificarla. De hecho, hay muchísimas que deben derogarse y otras modificarse. Me atrevería a decir que no necesitamos más leyes. Lo que sí es impostergable es el respeto a la legislación vigente. Nos guste o no, debemos cumplirlas.
Para eso está el sistema de justicia. Lamentablemente, no sirve casi para nada. La legislación, redactada por los diputados de turno, es excesivamente interpretativa por lo que la penalidad a cumplir, si la hay, dependerá del criterio del juez asignado a cada caso.
Así las cosas, no hay tal imperio. Hay mucho desorden y abundancia de mentiras que ahora salen a la luz. Como siempre, los ofrecimientos de campaña fueron solo eso, ofertas que no lograron convencer a suficientes personas para ganar la contienda electoral, por lo que recurrieron al fraude para sentarse “en la guayaba”.
Seguiremos sin creerles pues no han demostrado honestidad ni una sola vez. ¿Florecerás Guatemala?
Tal parece que, con la nueva administración en el gobierno, la interpretación de la ley será a conveniencia. Durante la campaña política se dieron baños de pureza hasta el cansancio. Criticaron al gobierno anterior hasta dejarlo “desplumado”, cual chompipe listo para el caldo. Se llenaron la boca de ofrecimientos (nada nuevo bajo el sol) pero ahora, ya en “la guayaba” se dieron cuenta que el tacuche les quedó excesivamente grande.
Así las cosas, han cometido más errores que días en el gobierno. Esto quedó demostrado en el congreso (con minúsculas, a propósito). Derivado de sus propias acciones, el “movimiento semilla”, también en minúsculas, no puede ser bancada. La ley es muy clara en esto. Pero, intentaron por todas las vías posibles, desde la noche electoral, de conformar su bancada, de tener la presidencia del congreso y de varias comisiones estratégicas. Fueron hasta la Corte de Constitucionalidad para lograrlo. Esta digna Corte les ha dicho que no, de todas las formas posibles. Aún falta un paso: la bancada semilla debe decidir a quién le dará la comisión de finanzas. No entiendo por qué pues ¡nunca la tuvieron!
El imperio de la ley es lo único que nos puede mantener como país civilizado, con un ordenamiento jurídico que se cumple y se respeta. Si no nos gusta una ley, hay mecanismos para modificarla. De hecho, hay muchísimas que deben derogarse y otras modificarse. Me atrevería a decir que no necesitamos más leyes. Lo que sí es impostergable es el respeto a la legislación vigente. Nos guste o no, debemos cumplirlas.
Para eso está el sistema de justicia. Lamentablemente, no sirve casi para nada. La legislación, redactada por los diputados de turno, es excesivamente interpretativa por lo que la penalidad a cumplir, si la hay, dependerá del criterio del juez asignado a cada caso.
Así las cosas, no hay tal imperio. Hay mucho desorden y abundancia de mentiras que ahora salen a la luz. Como siempre, los ofrecimientos de campaña fueron solo eso, ofertas que no lograron convencer a suficientes personas para ganar la contienda electoral, por lo que recurrieron al fraude para sentarse “en la guayaba”.
Seguiremos sin creerles pues no han demostrado honestidad ni una sola vez. ¿Florecerás Guatemala?