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El Potencial de las Mujeres Empresarias de América Latina

La investigación realizada por la Fundación Nacional para Mujeres Empresarias (NFWBO) a nivel internacional, en América Latina y en otras regiones, ha encontrado que las mujeres empresarias tienen muchas cosas en común independientemente de su origen.

Melanie Müllers |
01 de febrero, 2022

Aunque mucho se ha escrito sobre la actividad económica y el emprendimiento de las mujeres en América Latina y el Caribe, existen pocas estadísticas que cuantifiquen las contribuciones económicas de las mujeres. Donde hay números, parece que entre el 25 y el 35 por ciento de los empleadores y trabajadores por cuenta propia en la región son mujeres. Se calcula que entre las microempresa, las pequeñas y medianas empresas (MiPYME), una cuarta parte son propiedad de mujeres.

La investigación realizada por la Fundación Nacional para Mujeres Empresarias (NFWBO) a nivel internacional, en América Latina y en otras regiones, ha encontrado que las mujeres empresarias tienen muchas cosas en común independientemente de su origen.

Comparten características personales similares, se parecen en muchos aspectos en las diferentes líneas de negocios que persiguen y enfrentan problemas y desafíos similares al iniciar y hacer crecer sus negocios. De hecho, hay muchas más áreas de interés en común que diferencias. Cuando se les pregunta directamente a las mujeres empresarias qué necesitan para hacer crecer sus negocios, surgen algunos temas comunes: acceso a la información, la importancia de la capacitación, la asistencia técnica y la tecnología, acceso más facil a capital, acceso a los mercados, tanto nacionales como internacionales y también a las compras gubernamentales y corporativas, acceso a las diferentes redes, tanto en forma de asociaciones de mujeres empresarias como de cámara de industria o empresariales regionales más amplias y ante todo, tener de estos grupos la validación, que significa ser tomado en serio y ser reconocido como una población válida de líderes empresariales.

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En varios investigaciones, se encuentra que el acceso a financiamiento, tecnología y asistencia especializada, es más difícil para las mujeres en el interior del país. Los programas en los que participa el BID relacionados con el acceso a financiamiento, tecnología y asistencia especializada deben incluir esfuerzos para cerrar las brechas de acceso entre las ciudad,  los departamentos y las áreas rurales.

En Guatemala, existen diversas iniciativas para promover emprendimientos como son: las incubadoras de empresas, los programas de empresarios juveniles, y programas de emprendedores en las universidades, entre otros. Sin embargo, las instituciones públicas y privadas aún ignoran las características y potencial de la fuerza emprendedora femenina, así como el impacto económico que generan las mujeres en el desarrollo económico local y nacional, como su contribución en la generación de ingreso y bienestar de sus familias. La poca valoración del trabajo productivo de las mujeres así como el desconocimiento sobre el efecto que tienen las responsabilidades domésticas en sus posibilidades de desarrollo, se expresa en la invisibilización en las estadísticas y en las investigaciones. La falta de conocimiento y evidencia ahonda la discriminación por razones de género y causa inequidades en el acceso a los recursos financieros y no financieros para el desarrollo empresarial, entre otros.

La Cooperación Internacional en sus programas debe conocer y reconocer el emprendimiento femenino, identificar cuáles son las capacidades “reales” de las mujeres, cuál es el tipo de ayuda más “idóneo” para ellas, cuál debe ser el alcance y duración de la ayuda. Uno de los principales obstáculos, para alcanzar lo anterior, es la falta de información, lo cual evita caracterizar adecuadamente a la mujer emprendedora en Guatemala.

Las mujeres empresarias contribuyen a niveles más altos de autonomía, empoderamiento y reducción de la desigualdad de ingresos. Además, el emprendimiento de las mujeres favorece el desarrollo económico, la creación de empleo, el apoyo familiar y la reducción de la pobreza.  Por lo tanto, es necesario estudiar el entorno que rodea a las empresas propiedad de mujeres en la región para empoderar a sus empresas y beneficiarlas a ellas, a sus familias y a el país.

El Potencial de las Mujeres Empresarias de América Latina

La investigación realizada por la Fundación Nacional para Mujeres Empresarias (NFWBO) a nivel internacional, en América Latina y en otras regiones, ha encontrado que las mujeres empresarias tienen muchas cosas en común independientemente de su origen.

Melanie Müllers |
01 de febrero, 2022

Aunque mucho se ha escrito sobre la actividad económica y el emprendimiento de las mujeres en América Latina y el Caribe, existen pocas estadísticas que cuantifiquen las contribuciones económicas de las mujeres. Donde hay números, parece que entre el 25 y el 35 por ciento de los empleadores y trabajadores por cuenta propia en la región son mujeres. Se calcula que entre las microempresa, las pequeñas y medianas empresas (MiPYME), una cuarta parte son propiedad de mujeres.

La investigación realizada por la Fundación Nacional para Mujeres Empresarias (NFWBO) a nivel internacional, en América Latina y en otras regiones, ha encontrado que las mujeres empresarias tienen muchas cosas en común independientemente de su origen.

Comparten características personales similares, se parecen en muchos aspectos en las diferentes líneas de negocios que persiguen y enfrentan problemas y desafíos similares al iniciar y hacer crecer sus negocios. De hecho, hay muchas más áreas de interés en común que diferencias. Cuando se les pregunta directamente a las mujeres empresarias qué necesitan para hacer crecer sus negocios, surgen algunos temas comunes: acceso a la información, la importancia de la capacitación, la asistencia técnica y la tecnología, acceso más facil a capital, acceso a los mercados, tanto nacionales como internacionales y también a las compras gubernamentales y corporativas, acceso a las diferentes redes, tanto en forma de asociaciones de mujeres empresarias como de cámara de industria o empresariales regionales más amplias y ante todo, tener de estos grupos la validación, que significa ser tomado en serio y ser reconocido como una población válida de líderes empresariales.

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En varios investigaciones, se encuentra que el acceso a financiamiento, tecnología y asistencia especializada, es más difícil para las mujeres en el interior del país. Los programas en los que participa el BID relacionados con el acceso a financiamiento, tecnología y asistencia especializada deben incluir esfuerzos para cerrar las brechas de acceso entre las ciudad,  los departamentos y las áreas rurales.

En Guatemala, existen diversas iniciativas para promover emprendimientos como son: las incubadoras de empresas, los programas de empresarios juveniles, y programas de emprendedores en las universidades, entre otros. Sin embargo, las instituciones públicas y privadas aún ignoran las características y potencial de la fuerza emprendedora femenina, así como el impacto económico que generan las mujeres en el desarrollo económico local y nacional, como su contribución en la generación de ingreso y bienestar de sus familias. La poca valoración del trabajo productivo de las mujeres así como el desconocimiento sobre el efecto que tienen las responsabilidades domésticas en sus posibilidades de desarrollo, se expresa en la invisibilización en las estadísticas y en las investigaciones. La falta de conocimiento y evidencia ahonda la discriminación por razones de género y causa inequidades en el acceso a los recursos financieros y no financieros para el desarrollo empresarial, entre otros.

La Cooperación Internacional en sus programas debe conocer y reconocer el emprendimiento femenino, identificar cuáles son las capacidades “reales” de las mujeres, cuál es el tipo de ayuda más “idóneo” para ellas, cuál debe ser el alcance y duración de la ayuda. Uno de los principales obstáculos, para alcanzar lo anterior, es la falta de información, lo cual evita caracterizar adecuadamente a la mujer emprendedora en Guatemala.

Las mujeres empresarias contribuyen a niveles más altos de autonomía, empoderamiento y reducción de la desigualdad de ingresos. Además, el emprendimiento de las mujeres favorece el desarrollo económico, la creación de empleo, el apoyo familiar y la reducción de la pobreza.  Por lo tanto, es necesario estudiar el entorno que rodea a las empresas propiedad de mujeres en la región para empoderar a sus empresas y beneficiarlas a ellas, a sus familias y a el país.