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Estado de derecho

Para garantizar que las iniciativas de ley y que las acciones del ejecutivo respeten los principios antes aludidos, el gobierno republicano se basa en el principio político de la separación del poder ejecutivo del poder legislativo.

Ley
Warren Orbaugh |
31 de octubre, 2022

Cuando algunos hombres se dan cuenta de que es por medio de la cooperación que mejor se satisfacen las apetencias individuales, y que se mejoran las condiciones materiales y espirituales de cada uno, conciertan en asociarse. Ludwig von Mises lo describe así:

«Los dos hechos fundamentales que originan la cooperación, la sociedad y la civilización, transformando al animal hombre en ser humano, son, de un lado, el que la labor realizada bajo el signo de la división del trabajo resulta más fecunda que la practicada bajo un régimen de aislamiento y, de otro, el que la inteligencia humana es capaz de reconocer esta verdad.»

 [Ludwig von Mises. Human Action, “VIII. HUMAN SOCIETY”. Alabama, The Ludwig von Mises Institute, 2008. Pag. 143]

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Advierten estos hombres que la sociedad es el mecanismo para alcanzar los propósitos de cada individuo. La división del trabajo y el libre intercambio de bienes y servicios (comercio) son el medio de colaboración que más conviene a cada uno. La sociedad es el medio, la felicidad del individuo es el fin.

Otros sin embargo no se dan cuenta de esta posibilidad, y como animales irracionales siguen predando, robando, saqueando a quienes producen riquezas. Consideran más fácil conseguir por la fuerza lo que de otro modo costaría sudor y trabajo. Opinan que las relaciones entre grupos, clanes o pandillas son siempre de lucha entre estos y que el más fuerte debe prevalecer. Entonces, así como Putin y sus compinches, deciden hacerles la guerra a otros para quedarse con sus propiedades, su producción, y si es posible convertir a su gente en esclavos. La guerra obliga entonces a los pueblos a formarse interiormente como un Estado (sometido a leyes públicas) para estar preparado, como poder, contra otro pueblo vecino que lo presiona.

El Estado es una asociación política, una sociedad de seres humanos sobre la cual nadie, más que él mismo, tiene que mandar y disponer.

Las formas de un Estado pueden ser clasificadas según la diferencia entre quienes poseen el poder del Estado o según la forma de gobierno del pueblo que ejerce el jefe de Estado, sea quien sea.

Las formas de dominación según quienes tienen el poder (forma imperii) son:

  • AUTOCRACIA, donde una persona posee el poder dominante,
  • ARISTOCRACIA, donde algunas personas poseen el poder dominante,
  • DEMOCRACIA, donde todas las personas poseen el poder dominante,
  • NOMOCRACIA, donde leyes legítimas o normas poseen el poder dominante.

Las formas de gobierno o regencia (forma reginimis) son:

  • DESPOTISMO, donde el gobernante posee autoridad absoluta no limitada por las leyes ni control constitucional alguno.
  • REPUBLICANISMO, donde el gobernante posee autoridad limitada por leyes legítimas, a las que todos están sometidos, y por controles constitucionales.

Las formas de Estado son producto del pensamiento humano. Pero el hombre no siempre razona bien y a menudo se equivoca. Así ha probado a lo largo de la historia con distintos sistemas, atinando a veces con el más conveniente, aquel que protege su libertad para actuar de acuerdo con su mejor juicio, para abandonarlo seguidamente y sustituirlo por otro que lo pone a merced de tiranos despóticos. Despotismo es pues, la forma de gobierno en la que el Estado arbitrariamente ejecuta leyes, que más bien son decretos, que se ha dado a sí mismo. De tal manera ejecutará la voluntad pública en tanto sea la misma que la voluntad privada del gobernante.

La democracia, tan popular hoy es, en el sentido correcto del término, necesariamente despotismo, porque establece un poder ejecutivo en el que todos toman decisiones para y, si necesario, contra cualquier individuo que no esté de acuerdo con el resto.

La democracia es una forma de gobernar despótica que considera que el deseo de la mayoría es el único patrón para medir el bien y el mal; que justo es aquello que la mayoría decide. La concepción de ‘justicia’ de los demócratas conduce a la injusta confiscación de la propiedad de los acaudalados. Es un sistema en el cual, el trabajo, la propiedad, la mente, la libertad y la vida del individuo están a merced de cualquier facción o pandilla que reúna el voto de la mayoría para el propósito que quieran.

La democracia es un estado de confrontación de facciones –un número de ciudadanos, sean una mayoría o una minoría, que unidos actúan impulsados por su interés privado común, adverso a los derechos de otros ciudadanos o a los intereses públicos de la comunidad entera. Porque esas acciones aseguran el divisionismo y confrontación de la sociedad en lugar de la cooperación.

La mayoría puede, no sólo estar equivocada, sino que fatalmente errada, como en la antigua Atenas, donde la mayoría votó por sentenciar a Sócrates a morir, a pesar de que él no inició la fuerza contra nadie, ni violó el derecho de persona alguna, sólo porque lo que decía en sus enseñanzas, no les gustaba.

Suponer que la democracia es solamente un sistema para elegir gobernantes es una equivocación.  En la democracia se vota toda decisión política. Sin embargo, la votación no es la respuesta a los problemas del hombre. Por el contrario, el hacer de todo susceptible a voto es el problema.

La votación popular no justifica un crimen por ser democrático. ¿Acaso el gobierno de Maduro en Venezuela, que reclama legitimidad al violar los derechos de los venezolanos porque su facción fue elegida democráticamente, es justo? Es como si el esposo que maltrata y le pega a su esposa reclamara legitimidad porque ésta se casó con él voluntariamente. El principio no es diferente si el criminal es el gobierno, y los votantes tus vecinos.

El Estado democrático, necesariamente despótico, ejerce su poder por medio de decretos contra cualquier individuo que disienta de la mayoría. De esta manera la soberanía de “todo el pueblo” no es tal, sino que sólo lo es de la mayoría o de una facción que se dice representar a la mayoría. Ello constituye una contradicción de la voluntad general consigo misma y con la libertad de todos que a su vez no son todos. Bajo la democracia la libertad de los individuos está siempre en peligro.

La libertad es un concepto que no tiene sentido sin el de sociedad. Es un concepto correlativo al de sociedad. Ser libre es no ser esclavo. El esclavo lo es porque se encuentra sujeto incondicionalmente bajo el mando de otro hombre, su amo. Un hombre es libre en tanto pueda vivir y actuar sin estar a merced de las decisiones arbitrarias de otras personas. En el Estado democrático está siempre a merced de las decisiones arbitrarias de otros, porque al ser su gobierno despótico no está protegido por leyes que salvaguardan su autonomía, ni por un aparato de gobierno que, aunque capaz de imponerlas si las hubiera, no esté dispuesto a hacerlo.

En una democracia, por ser ésta necesariamente despótica, el vínculo de interrelaciones entre individuos es hegemónico. Vínculo hegemónico, es cuando la cooperación se da en virtud de mando y subordinación, es decir, por dominio de unos sobre otros. La relación entre los individuos es asimétrica. La organización hegemónica no es de leyes ni de derecho, sino que, de órdenes, decretos, reglamentos, regulaciones.

Por el contrario, en una nomocracia, que necesariamente es constitucional y republicana, las interrelaciones entre individuos son contractuales. Vínculo contractual, es cuando la cooperación social se da en virtud de contrato y la coordinación voluntaria. La relación entre los individuos cooperantes es simétrica. Y la organización contractual de la sociedad política es un orden legal y de derecho. Y el derecho es un principio moral que vincula a los ciudadanos a la ley legítima. El derecho o ius naturae (ius significa justo, correcto, recto, derecho), según dice Francisco de Vitoria, se concibe como un cuerpo de principios normativos o morales (prima praecepta) evidentes en sí mismos, que ningún ser racional puede dejar de ver, y son universalmente válidos y no dependen de la aceptación. Son la concepción ética del principio natural de supervivencia de todo ser vivo, que exige que actúe buscando lo que lo beneficia para mantenerse en existencia. El principio ético reconoce en este principio natural que todo ser racional es un fin en sí mismo, que su acción debe encaminarse a su propio bienestar, que debe descubrir que es lo que le es de provecho según su mejor juicio, y que debe poder actuar para alcanzarlo.

Por tanto, la constitución civil en cada Estado que se fundamenta en el respeto y protección de los derechos individuales debe ser republicana. Así lo reconoce Jefferson en la declaración de independencia de los Estados Unidos de Norteamérica:

«Sostenemos que estas verdades son evidentes: Que todos los hombres han sido creados iguales, que han sido dotados por su creador con ciertos derechos inalienables, entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Que para resguardar estos derechos se Instituyen gobiernos entre los hombres…

Immanuel Kant lo explica muy bien en su libro Hacia la paz perpetua:

«La constitución republicana se fundamenta, primero, de acuerdo con los principios de la libertad de los miembros de una sociedad (como seres humanos), segundo, de acuerdo con el principio de dependencia de todos sus miembros a un sistema común de leyes (como súbditos), y, tercero, de acuerdo con la ley de igualdad de sus miembros (como ciudadanos).»

[Immanuel Kant. Hacia la paz perpetua. “Primer artículo definitivo hacia la paz perpetua.” México, Fondo de Cultura Económica, 2018. Pag. 11]

Por tanto, esta forma de constitución es la única que emerge de la idea del contrato original, sobre la que toda legislación legítima de un pueblo debe basarse. La libertad externa (política jurídica) afirma Kant, es la autoridad de no obedecer ninguna ley externa a la que no haya podido dar uno su consentimiento. Se deriva de su concepto moral de autonomía, que comprende que la persona se muestra libre al poder formular leyes o imperativos morales para voluntariamente regir su conducta según lo correcto, según su propia razón y no obedeciendo a sus inclinaciones, emociones o caprichos. El principio de autonomía garantiza su libertad al obedecerse a sí mismo y no estar sujeto a la voluntad arbitraria de otros según el principio de heteronomía.

La igualdad externa (jurídica) dentro de un Estado, constituye aquella relación entre los ciudadanos según la cual nadie puede vincular jurídicamente a otro sin someterse él mismo a la ley y poder ser, así mismo, obligado a su vez. Se deriva este concepto del principio moral o imperativo categórico de universalidad que exige «obrar según una máxima que contenga a la vez dentro de sí su propia validez universal para todo ser racional».

Por tanto, la ley legítima es aquella que es universal – aplica a todos por igual –, y general – no tiene un propósito particular, lo que sería un privilegio. Y por lo mismo debe ser de conocimiento público, nos dice Kant, debe ser publicitada, anunciada, divulgada y pregonada, para que si alguien se ve afectado y no está de acuerdo con dicha ley la vete. Se deriva del principio moral de humanidad «obra con respecto a todo ser racional – ya se trate de ti mismo o de cualquier otro – de tal modo que valga como fin en sí y no meramente como un medio», y por tanto, que como persona, como ser racional, conozca la ley propuesta y decida si la aprueba o no.

Para garantizar que las iniciativas de ley y que las acciones del ejecutivo respeten los principios antes aludidos, el gobierno republicano se basa en el principio político de la separación del poder ejecutivo del poder legislativo. De esa manera se pueden controlar, limitar y vetar aquellas acciones que no se conformen a la ley.

El Estado de derecho es una nomocracia de gobierno republicano fundamentada en el derecho como principio moral que somete a todos por medio de la ley a la ley moral, es decir, una organización contractual de la sociedad política como un orden legal para garantizar la vida en concordia de los ciudadanos que buscan actuar de acuerdo con su mejor juicio con el propósito de alcanzar su felicidad. Busca el bien común, el de todos, de ahí que su forma de gobierno republicano significa “la cosa del pueblo, de interés de todos” – res publicam.

Y no olvidemos nunca que el único bien común es la salvaguardia de los derechos individuales de los individuos.

Estado de derecho

Para garantizar que las iniciativas de ley y que las acciones del ejecutivo respeten los principios antes aludidos, el gobierno republicano se basa en el principio político de la separación del poder ejecutivo del poder legislativo.

Warren Orbaugh |
31 de octubre, 2022
Ley

Cuando algunos hombres se dan cuenta de que es por medio de la cooperación que mejor se satisfacen las apetencias individuales, y que se mejoran las condiciones materiales y espirituales de cada uno, conciertan en asociarse. Ludwig von Mises lo describe así:

«Los dos hechos fundamentales que originan la cooperación, la sociedad y la civilización, transformando al animal hombre en ser humano, son, de un lado, el que la labor realizada bajo el signo de la división del trabajo resulta más fecunda que la practicada bajo un régimen de aislamiento y, de otro, el que la inteligencia humana es capaz de reconocer esta verdad.»

 [Ludwig von Mises. Human Action, “VIII. HUMAN SOCIETY”. Alabama, The Ludwig von Mises Institute, 2008. Pag. 143]

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Advierten estos hombres que la sociedad es el mecanismo para alcanzar los propósitos de cada individuo. La división del trabajo y el libre intercambio de bienes y servicios (comercio) son el medio de colaboración que más conviene a cada uno. La sociedad es el medio, la felicidad del individuo es el fin.

Otros sin embargo no se dan cuenta de esta posibilidad, y como animales irracionales siguen predando, robando, saqueando a quienes producen riquezas. Consideran más fácil conseguir por la fuerza lo que de otro modo costaría sudor y trabajo. Opinan que las relaciones entre grupos, clanes o pandillas son siempre de lucha entre estos y que el más fuerte debe prevalecer. Entonces, así como Putin y sus compinches, deciden hacerles la guerra a otros para quedarse con sus propiedades, su producción, y si es posible convertir a su gente en esclavos. La guerra obliga entonces a los pueblos a formarse interiormente como un Estado (sometido a leyes públicas) para estar preparado, como poder, contra otro pueblo vecino que lo presiona.

El Estado es una asociación política, una sociedad de seres humanos sobre la cual nadie, más que él mismo, tiene que mandar y disponer.

Las formas de un Estado pueden ser clasificadas según la diferencia entre quienes poseen el poder del Estado o según la forma de gobierno del pueblo que ejerce el jefe de Estado, sea quien sea.

Las formas de dominación según quienes tienen el poder (forma imperii) son:

  • AUTOCRACIA, donde una persona posee el poder dominante,
  • ARISTOCRACIA, donde algunas personas poseen el poder dominante,
  • DEMOCRACIA, donde todas las personas poseen el poder dominante,
  • NOMOCRACIA, donde leyes legítimas o normas poseen el poder dominante.

Las formas de gobierno o regencia (forma reginimis) son:

  • DESPOTISMO, donde el gobernante posee autoridad absoluta no limitada por las leyes ni control constitucional alguno.
  • REPUBLICANISMO, donde el gobernante posee autoridad limitada por leyes legítimas, a las que todos están sometidos, y por controles constitucionales.

Las formas de Estado son producto del pensamiento humano. Pero el hombre no siempre razona bien y a menudo se equivoca. Así ha probado a lo largo de la historia con distintos sistemas, atinando a veces con el más conveniente, aquel que protege su libertad para actuar de acuerdo con su mejor juicio, para abandonarlo seguidamente y sustituirlo por otro que lo pone a merced de tiranos despóticos. Despotismo es pues, la forma de gobierno en la que el Estado arbitrariamente ejecuta leyes, que más bien son decretos, que se ha dado a sí mismo. De tal manera ejecutará la voluntad pública en tanto sea la misma que la voluntad privada del gobernante.

La democracia, tan popular hoy es, en el sentido correcto del término, necesariamente despotismo, porque establece un poder ejecutivo en el que todos toman decisiones para y, si necesario, contra cualquier individuo que no esté de acuerdo con el resto.

La democracia es una forma de gobernar despótica que considera que el deseo de la mayoría es el único patrón para medir el bien y el mal; que justo es aquello que la mayoría decide. La concepción de ‘justicia’ de los demócratas conduce a la injusta confiscación de la propiedad de los acaudalados. Es un sistema en el cual, el trabajo, la propiedad, la mente, la libertad y la vida del individuo están a merced de cualquier facción o pandilla que reúna el voto de la mayoría para el propósito que quieran.

La democracia es un estado de confrontación de facciones –un número de ciudadanos, sean una mayoría o una minoría, que unidos actúan impulsados por su interés privado común, adverso a los derechos de otros ciudadanos o a los intereses públicos de la comunidad entera. Porque esas acciones aseguran el divisionismo y confrontación de la sociedad en lugar de la cooperación.

La mayoría puede, no sólo estar equivocada, sino que fatalmente errada, como en la antigua Atenas, donde la mayoría votó por sentenciar a Sócrates a morir, a pesar de que él no inició la fuerza contra nadie, ni violó el derecho de persona alguna, sólo porque lo que decía en sus enseñanzas, no les gustaba.

Suponer que la democracia es solamente un sistema para elegir gobernantes es una equivocación.  En la democracia se vota toda decisión política. Sin embargo, la votación no es la respuesta a los problemas del hombre. Por el contrario, el hacer de todo susceptible a voto es el problema.

La votación popular no justifica un crimen por ser democrático. ¿Acaso el gobierno de Maduro en Venezuela, que reclama legitimidad al violar los derechos de los venezolanos porque su facción fue elegida democráticamente, es justo? Es como si el esposo que maltrata y le pega a su esposa reclamara legitimidad porque ésta se casó con él voluntariamente. El principio no es diferente si el criminal es el gobierno, y los votantes tus vecinos.

El Estado democrático, necesariamente despótico, ejerce su poder por medio de decretos contra cualquier individuo que disienta de la mayoría. De esta manera la soberanía de “todo el pueblo” no es tal, sino que sólo lo es de la mayoría o de una facción que se dice representar a la mayoría. Ello constituye una contradicción de la voluntad general consigo misma y con la libertad de todos que a su vez no son todos. Bajo la democracia la libertad de los individuos está siempre en peligro.

La libertad es un concepto que no tiene sentido sin el de sociedad. Es un concepto correlativo al de sociedad. Ser libre es no ser esclavo. El esclavo lo es porque se encuentra sujeto incondicionalmente bajo el mando de otro hombre, su amo. Un hombre es libre en tanto pueda vivir y actuar sin estar a merced de las decisiones arbitrarias de otras personas. En el Estado democrático está siempre a merced de las decisiones arbitrarias de otros, porque al ser su gobierno despótico no está protegido por leyes que salvaguardan su autonomía, ni por un aparato de gobierno que, aunque capaz de imponerlas si las hubiera, no esté dispuesto a hacerlo.

En una democracia, por ser ésta necesariamente despótica, el vínculo de interrelaciones entre individuos es hegemónico. Vínculo hegemónico, es cuando la cooperación se da en virtud de mando y subordinación, es decir, por dominio de unos sobre otros. La relación entre los individuos es asimétrica. La organización hegemónica no es de leyes ni de derecho, sino que, de órdenes, decretos, reglamentos, regulaciones.

Por el contrario, en una nomocracia, que necesariamente es constitucional y republicana, las interrelaciones entre individuos son contractuales. Vínculo contractual, es cuando la cooperación social se da en virtud de contrato y la coordinación voluntaria. La relación entre los individuos cooperantes es simétrica. Y la organización contractual de la sociedad política es un orden legal y de derecho. Y el derecho es un principio moral que vincula a los ciudadanos a la ley legítima. El derecho o ius naturae (ius significa justo, correcto, recto, derecho), según dice Francisco de Vitoria, se concibe como un cuerpo de principios normativos o morales (prima praecepta) evidentes en sí mismos, que ningún ser racional puede dejar de ver, y son universalmente válidos y no dependen de la aceptación. Son la concepción ética del principio natural de supervivencia de todo ser vivo, que exige que actúe buscando lo que lo beneficia para mantenerse en existencia. El principio ético reconoce en este principio natural que todo ser racional es un fin en sí mismo, que su acción debe encaminarse a su propio bienestar, que debe descubrir que es lo que le es de provecho según su mejor juicio, y que debe poder actuar para alcanzarlo.

Por tanto, la constitución civil en cada Estado que se fundamenta en el respeto y protección de los derechos individuales debe ser republicana. Así lo reconoce Jefferson en la declaración de independencia de los Estados Unidos de Norteamérica:

«Sostenemos que estas verdades son evidentes: Que todos los hombres han sido creados iguales, que han sido dotados por su creador con ciertos derechos inalienables, entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Que para resguardar estos derechos se Instituyen gobiernos entre los hombres…

Immanuel Kant lo explica muy bien en su libro Hacia la paz perpetua:

«La constitución republicana se fundamenta, primero, de acuerdo con los principios de la libertad de los miembros de una sociedad (como seres humanos), segundo, de acuerdo con el principio de dependencia de todos sus miembros a un sistema común de leyes (como súbditos), y, tercero, de acuerdo con la ley de igualdad de sus miembros (como ciudadanos).»

[Immanuel Kant. Hacia la paz perpetua. “Primer artículo definitivo hacia la paz perpetua.” México, Fondo de Cultura Económica, 2018. Pag. 11]

Por tanto, esta forma de constitución es la única que emerge de la idea del contrato original, sobre la que toda legislación legítima de un pueblo debe basarse. La libertad externa (política jurídica) afirma Kant, es la autoridad de no obedecer ninguna ley externa a la que no haya podido dar uno su consentimiento. Se deriva de su concepto moral de autonomía, que comprende que la persona se muestra libre al poder formular leyes o imperativos morales para voluntariamente regir su conducta según lo correcto, según su propia razón y no obedeciendo a sus inclinaciones, emociones o caprichos. El principio de autonomía garantiza su libertad al obedecerse a sí mismo y no estar sujeto a la voluntad arbitraria de otros según el principio de heteronomía.

La igualdad externa (jurídica) dentro de un Estado, constituye aquella relación entre los ciudadanos según la cual nadie puede vincular jurídicamente a otro sin someterse él mismo a la ley y poder ser, así mismo, obligado a su vez. Se deriva este concepto del principio moral o imperativo categórico de universalidad que exige «obrar según una máxima que contenga a la vez dentro de sí su propia validez universal para todo ser racional».

Por tanto, la ley legítima es aquella que es universal – aplica a todos por igual –, y general – no tiene un propósito particular, lo que sería un privilegio. Y por lo mismo debe ser de conocimiento público, nos dice Kant, debe ser publicitada, anunciada, divulgada y pregonada, para que si alguien se ve afectado y no está de acuerdo con dicha ley la vete. Se deriva del principio moral de humanidad «obra con respecto a todo ser racional – ya se trate de ti mismo o de cualquier otro – de tal modo que valga como fin en sí y no meramente como un medio», y por tanto, que como persona, como ser racional, conozca la ley propuesta y decida si la aprueba o no.

Para garantizar que las iniciativas de ley y que las acciones del ejecutivo respeten los principios antes aludidos, el gobierno republicano se basa en el principio político de la separación del poder ejecutivo del poder legislativo. De esa manera se pueden controlar, limitar y vetar aquellas acciones que no se conformen a la ley.

El Estado de derecho es una nomocracia de gobierno republicano fundamentada en el derecho como principio moral que somete a todos por medio de la ley a la ley moral, es decir, una organización contractual de la sociedad política como un orden legal para garantizar la vida en concordia de los ciudadanos que buscan actuar de acuerdo con su mejor juicio con el propósito de alcanzar su felicidad. Busca el bien común, el de todos, de ahí que su forma de gobierno republicano significa “la cosa del pueblo, de interés de todos” – res publicam.

Y no olvidemos nunca que el único bien común es la salvaguardia de los derechos individuales de los individuos.