No es nada nuevo el que, después de la segunda vuelta electoral, el ambiente político se alborota, aunque de forma diferente al período previo a la primera vuelta.
Estos días intermedios, entre la supuesta victoria de Arévalo y la toma de posesión, fueron gravemente marcados por las dos semanas de bloqueos que iniciaron el 2 de octubre, organizados por quien dirigirá el destino de Guatemala por los próximos cuatro largos años. Tres meses después, el ambiente político, el social y el económico han estado cargados de ataques, campañas negras, rumores y, sobre todo, de incertidumbre.
El nombramiento de quienes formarán el gabinete del “electo” se mantuvo en secreto, o de pronto ni lo tenían conformado pues las posibilidades que Movimiento Semilla ganara las elecciones eran ínfimas. Ese partido político se mantuvo en el sótano de las encuestas a lo largo de todo el período pre electoral pero, ¡oh sorpresa, ganó! Esta es la prueba irrefutable del fraude cometido por esa izquierda destructora que nunca se tienta el alma para hacer lo que sea necesario y así alcanzar el poder y el dinero que llega en cantidades muy abundantes.
Las expectativas a partir del 14 de enero próximo son bastante negativas. El “electo” (me niego a llamarlo presidente) no ha sido claro en cuanto a cuál será su agenda. Me parece que estaba tan abajo en las encuestas que no tenía un plan de gobierno definido. Lo que sí sabemos es que habla con la derecha, pero actúa con la izquierda. Como político que es, quiere “quedar bien con Dios y con el diablo”, como reza el viejo refrán.
El gran ausente
El gran ausente en estos días intermedios ha sido el presidente Giammattei. Hasta ahora apareció, dando su discurso en la OEA. Reconozco que fue excelente lo que dijo, pero ¿por qué no se pronunció cuando toda esa “comunidad internacional” se vino a meter hasta la cocina? ¿Por qué se fue a quejar allá en vez de levantar la voz y exigir a esos entrometidos que dejaran de intervenir o se les invitaría a retirarse del país?
Guatemala ha sido la piñata de la fiesta chaira. Estarán celebrando a lo grande pues el sistema de justicia, el proceso electoral y la intromisión extranjera, lograron llevar al “electo” a la “guayaba”. El resto de nosotros, los que trabajamos y construimos país, nos tocará pagar sus salarios, sus robos, sus abusos y todo el despilfarro que harán con nuestro dinero.
¡Qué Dios salve a Guatemala!
No es nada nuevo el que, después de la segunda vuelta electoral, el ambiente político se alborota, aunque de forma diferente al período previo a la primera vuelta.
Estos días intermedios, entre la supuesta victoria de Arévalo y la toma de posesión, fueron gravemente marcados por las dos semanas de bloqueos que iniciaron el 2 de octubre, organizados por quien dirigirá el destino de Guatemala por los próximos cuatro largos años. Tres meses después, el ambiente político, el social y el económico han estado cargados de ataques, campañas negras, rumores y, sobre todo, de incertidumbre.
El nombramiento de quienes formarán el gabinete del “electo” se mantuvo en secreto, o de pronto ni lo tenían conformado pues las posibilidades que Movimiento Semilla ganara las elecciones eran ínfimas. Ese partido político se mantuvo en el sótano de las encuestas a lo largo de todo el período pre electoral pero, ¡oh sorpresa, ganó! Esta es la prueba irrefutable del fraude cometido por esa izquierda destructora que nunca se tienta el alma para hacer lo que sea necesario y así alcanzar el poder y el dinero que llega en cantidades muy abundantes.
Las expectativas a partir del 14 de enero próximo son bastante negativas. El “electo” (me niego a llamarlo presidente) no ha sido claro en cuanto a cuál será su agenda. Me parece que estaba tan abajo en las encuestas que no tenía un plan de gobierno definido. Lo que sí sabemos es que habla con la derecha, pero actúa con la izquierda. Como político que es, quiere “quedar bien con Dios y con el diablo”, como reza el viejo refrán.
El gran ausente
El gran ausente en estos días intermedios ha sido el presidente Giammattei. Hasta ahora apareció, dando su discurso en la OEA. Reconozco que fue excelente lo que dijo, pero ¿por qué no se pronunció cuando toda esa “comunidad internacional” se vino a meter hasta la cocina? ¿Por qué se fue a quejar allá en vez de levantar la voz y exigir a esos entrometidos que dejaran de intervenir o se les invitaría a retirarse del país?
Guatemala ha sido la piñata de la fiesta chaira. Estarán celebrando a lo grande pues el sistema de justicia, el proceso electoral y la intromisión extranjera, lograron llevar al “electo” a la “guayaba”. El resto de nosotros, los que trabajamos y construimos país, nos tocará pagar sus salarios, sus robos, sus abusos y todo el despilfarro que harán con nuestro dinero.
¡Qué Dios salve a Guatemala!