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La asistencia presencial a las aulas debe ser inmediata

Es imperante perder el miedo, los jóvenes deben regresar a la normalidad lo antes posible, las consecuencias del asilamiento y la falta del intercambio social pueden ser devastadores tanto a nivel individual como social para nuestros jóvenes.

Jose Goubaud |
25 de enero, 2022

Finalizando el mes de febrero de 2020, la asistencia a los centros educativos fue suspendida en casi todo el mundo; en América Latina y el Caribe se calcula que alrededor de 160 millones de estudiantes fueron afectados por esta medida. La cifra incluye un aproximado de 20 millones de alumnos de nivel preescolar que según estudios realizador por UNICEF, las consecuencias en el desarrollo social y cognitivo de este grupo etario puede ser devastadora si se continúa con la medida de clases no presenciales.

Al inicio del 2020, Universidades “expertas” en hacer escenarios matemáticos sobre el COVID-19, instituciones de la Salud pública y medios de comunicación se unieron en la divulgación de información poco examinada y sin ningún fundamento científico en el que trasladaban a lectores, oyentes y televidentes. Toda clase de escenarios casi apocalípticos de lo que podría ocurrir si los centros educativos mantenían las clases presenciales, las cadenas mundiales de noticias divulgaban una y otra vez, casos excepcionales de contagios en centros educativos, incluso se publicitaron de forma viral, casos de niños con un síndrome de inflamación severa conocido como Kawasaki que se atribuía al virus del Sars-Cov-2, de lo cual, el  principal hospital pediátrico de Londres después de varios exámenes y estudios publicó que no existía una sola prueba de que este síndrome estuviera vinculado al Sars-Cov-2.

Lo que NO se publicitó de manera viral, NO fueron titulares en los noticieros y NO se está diciendo en las redes sociales, es que toda esa información estaba totalmente equivocada. Es más, está saliendo a la luz el daño que se les causó a los menores de edad al vedarles la oportunidad de asistir presencialmente a los centros de estudio; pero que hacer ahora para convencer a los padres de familia que por más de 2 años estuvieron escuchando una dinámica de terror y fueron bombardeados con noticias exageradas y sensacionalistas de lo que estaba causando el COVID en niños y de las catástrofes que podrían ocurrir si se enviaban a los centros educativos de forma presencial, cómo cambiarles la perspectiva de un día a otro, la realidad es que es una tarea sumamente difícil.

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Sintetizando las últimas notas científicas publicadas sobre el virus, se sabe que es una enfermedad de peligro para personas de la tercera edad y para individuos diagnosticados con alguna condición de salud previa, pero los riesgos para los niños o menores es mínima; según datos publicados por las fuentes oficiales de Suecia que tiene 1.8 millones de alumnos de entre 1 a 15 años, los cuales, asistieron a las aulas de forma presencial durante toda la pandemia, arroja como primer dato que ningún de ellos murió por el virus, la mayoría de los menores que se contagiaron fueron asintomáticos o levemente sintomáticos, el número de contagios registrados fue de 468 jóvenes, en otras palabras sólo 1 de cada 4000 niños contrajo la enfermedad y de este número sólo 8 fueron hospitalizados, compare usted esto con los datos de la influenza, que sólo en Estados Unidos ha matado desde el 2016 un promedio de 150 niños al año.

Sobre los maestros, los datos publicados demuestran que estos profesionales tenían el mismo riesgo de contraer el virus que la media de otra profesiones, incluso se demostró que tenían mucho más riesgo los trabajadores de restaurantes, conductores de autobuses, taxistas o trabajadores de fábricas.

En las familias de igual forma, se comprobó que si había niños que asistían a centros de estudio y en ellas vivía un adulto mayor, este tenía más probabilidad de contraer la enfermedad si convivía con un adulto con edad de trabajar que con menores que asistían a estudiar.

Regresando a la parte medular de esta columna, es necesario dar a conocer las consecuencias en los menores de edad causadas por el aislamiento y cierre de los centros educativos. Una de las grandes alarmas es el aumento de suicidios, sólo en España están ocurriendo más de 10 suicidios al día, es decir, uno cada 2 horas y media, cifra que dobla las muertes causadas por accidentes de tránsito.La OPS publicó un documento en el que afirma que en una encuesta realizada por el Foro Económico Mundial en varios países de América entre personas menores de 18 años, alrededor del 50% de los participantes declararon que su salud mental había empeorado.

En Estados Unidos, durante el año 2021 las emergencias de los hospitales tuvieron un aumento del 50% en casos de intentos de suicidio entre niños de 12 a 17 años en comparación del 2019.  Otro elemento importante son las repercusiones en la falta de aprendizaje, según una publicación de UNICEF, asegura que la capacidad de leer, escribir y realizar operaciones matemáticas básicas en los niños se ha deteriorado a raíz de la suspensión de clases presenciales, así mismo,  se calcula que los embarazos en jovencitas y los casamientos entre menores aumentarán un 300% y estarán relacionados a la falta de asistencia a las escuelas, los niños que dependían de la alimentación escolar para sobrellevar una nutrición de por sí ya deficiente, afectará su capacidad cognitiva en el futuro cercano, en fin, cómo podrá observar resultó ser que el remedio fue peor que la enfermedad.

Un estudio reciente en Estados Unidos resalta que no hay evidencia que determine que los niños actúen como vector de transmisión hacia los adultos. Es imperante perder el miedo, los jóvenes deben regresar a la normalidad lo antes posible, las consecuencias del asilamiento y la falta del intercambio social pueden ser devastadores tanto a nivel individual como social para nuestros jóvenes.

La asistencia presencial a las aulas debe ser inmediata

Es imperante perder el miedo, los jóvenes deben regresar a la normalidad lo antes posible, las consecuencias del asilamiento y la falta del intercambio social pueden ser devastadores tanto a nivel individual como social para nuestros jóvenes.

Jose Goubaud |
25 de enero, 2022

Finalizando el mes de febrero de 2020, la asistencia a los centros educativos fue suspendida en casi todo el mundo; en América Latina y el Caribe se calcula que alrededor de 160 millones de estudiantes fueron afectados por esta medida. La cifra incluye un aproximado de 20 millones de alumnos de nivel preescolar que según estudios realizador por UNICEF, las consecuencias en el desarrollo social y cognitivo de este grupo etario puede ser devastadora si se continúa con la medida de clases no presenciales.

Al inicio del 2020, Universidades “expertas” en hacer escenarios matemáticos sobre el COVID-19, instituciones de la Salud pública y medios de comunicación se unieron en la divulgación de información poco examinada y sin ningún fundamento científico en el que trasladaban a lectores, oyentes y televidentes. Toda clase de escenarios casi apocalípticos de lo que podría ocurrir si los centros educativos mantenían las clases presenciales, las cadenas mundiales de noticias divulgaban una y otra vez, casos excepcionales de contagios en centros educativos, incluso se publicitaron de forma viral, casos de niños con un síndrome de inflamación severa conocido como Kawasaki que se atribuía al virus del Sars-Cov-2, de lo cual, el  principal hospital pediátrico de Londres después de varios exámenes y estudios publicó que no existía una sola prueba de que este síndrome estuviera vinculado al Sars-Cov-2.

Lo que NO se publicitó de manera viral, NO fueron titulares en los noticieros y NO se está diciendo en las redes sociales, es que toda esa información estaba totalmente equivocada. Es más, está saliendo a la luz el daño que se les causó a los menores de edad al vedarles la oportunidad de asistir presencialmente a los centros de estudio; pero que hacer ahora para convencer a los padres de familia que por más de 2 años estuvieron escuchando una dinámica de terror y fueron bombardeados con noticias exageradas y sensacionalistas de lo que estaba causando el COVID en niños y de las catástrofes que podrían ocurrir si se enviaban a los centros educativos de forma presencial, cómo cambiarles la perspectiva de un día a otro, la realidad es que es una tarea sumamente difícil.

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Sintetizando las últimas notas científicas publicadas sobre el virus, se sabe que es una enfermedad de peligro para personas de la tercera edad y para individuos diagnosticados con alguna condición de salud previa, pero los riesgos para los niños o menores es mínima; según datos publicados por las fuentes oficiales de Suecia que tiene 1.8 millones de alumnos de entre 1 a 15 años, los cuales, asistieron a las aulas de forma presencial durante toda la pandemia, arroja como primer dato que ningún de ellos murió por el virus, la mayoría de los menores que se contagiaron fueron asintomáticos o levemente sintomáticos, el número de contagios registrados fue de 468 jóvenes, en otras palabras sólo 1 de cada 4000 niños contrajo la enfermedad y de este número sólo 8 fueron hospitalizados, compare usted esto con los datos de la influenza, que sólo en Estados Unidos ha matado desde el 2016 un promedio de 150 niños al año.

Sobre los maestros, los datos publicados demuestran que estos profesionales tenían el mismo riesgo de contraer el virus que la media de otra profesiones, incluso se demostró que tenían mucho más riesgo los trabajadores de restaurantes, conductores de autobuses, taxistas o trabajadores de fábricas.

En las familias de igual forma, se comprobó que si había niños que asistían a centros de estudio y en ellas vivía un adulto mayor, este tenía más probabilidad de contraer la enfermedad si convivía con un adulto con edad de trabajar que con menores que asistían a estudiar.

Regresando a la parte medular de esta columna, es necesario dar a conocer las consecuencias en los menores de edad causadas por el aislamiento y cierre de los centros educativos. Una de las grandes alarmas es el aumento de suicidios, sólo en España están ocurriendo más de 10 suicidios al día, es decir, uno cada 2 horas y media, cifra que dobla las muertes causadas por accidentes de tránsito.La OPS publicó un documento en el que afirma que en una encuesta realizada por el Foro Económico Mundial en varios países de América entre personas menores de 18 años, alrededor del 50% de los participantes declararon que su salud mental había empeorado.

En Estados Unidos, durante el año 2021 las emergencias de los hospitales tuvieron un aumento del 50% en casos de intentos de suicidio entre niños de 12 a 17 años en comparación del 2019.  Otro elemento importante son las repercusiones en la falta de aprendizaje, según una publicación de UNICEF, asegura que la capacidad de leer, escribir y realizar operaciones matemáticas básicas en los niños se ha deteriorado a raíz de la suspensión de clases presenciales, así mismo,  se calcula que los embarazos en jovencitas y los casamientos entre menores aumentarán un 300% y estarán relacionados a la falta de asistencia a las escuelas, los niños que dependían de la alimentación escolar para sobrellevar una nutrición de por sí ya deficiente, afectará su capacidad cognitiva en el futuro cercano, en fin, cómo podrá observar resultó ser que el remedio fue peor que la enfermedad.

Un estudio reciente en Estados Unidos resalta que no hay evidencia que determine que los niños actúen como vector de transmisión hacia los adultos. Es imperante perder el miedo, los jóvenes deben regresar a la normalidad lo antes posible, las consecuencias del asilamiento y la falta del intercambio social pueden ser devastadores tanto a nivel individual como social para nuestros jóvenes.