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La recta vía. Anatomía de una solución a la crisis de la derecha chapina

Recobrar la legitimidad de la base social comunitaria, superar barreras sociales y establecer un horizonte claro ideológico y programático son la única manera para las derechas de presentar una alternativa creíble en las siguientes elecciones.

.
Alessandro Mecca |
22 de abril, 2024

Hace algunas semanas intentamos caracterizar en este espacio la crisis política de las derechas en Guatemala. Esto a través del “Darwinismo Político”, aquella filosofía que subordina los principios a la búsqueda de poder y riqueza como un proceso de selección natural. La pertinencia de esta temática se hace claramente patente en la coyuntura. Perfiles como el de Carlos Pineda, con su nuevo partido “Servir” se ajustan a esta filosofía. Se debe mantener un arco parlamentario sano y preservar las instituciones de la libertad republicana. Persiguiendo este noble objetivo, nunca fue más urgente ofrecer una contraparte al diagnóstico ya realizado. Una solución al accidentado panorama diestro del espectro político.

La base social puede entenderse como el conjunto de grupos, clases, comunidades o segmentos de la sociedad que proporcionan apoyo y respaldo a un partido político, movimiento social o líder político. Tradicionalmente, la base social de los partidos políticos de derecha se ha sostenido sobre dos pilares: la comunidad y el individuo. El primero tiene un marcado componente moralista y el segundo expresa un deseo de autorrealización y ascenso social. Los partidos de derecha consolidados se caracterizan por tener su base sociológica en organizaciones religiosas, clases empresariales urbanas y comunidades rurales.

Es imperativo recuperar la base social comunitaria de las derechas y su legitimidad. Un modelo puede ser el éxito electoral del partido VIVA, alcanzando el cuarto lugar en las últimas elecciones.

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Siendo un ejemplo de lo anterior la Democracia Cristiana alemana, con su fuerte presencia en el oeste desarrollado del país y la campiña bávara. Sin embargo, una buena porción de los partidos de la derecha nacional ha constituido su base social en empresarios prebendarios, figuras demagógicas o estructuras clientelares. Por lo tanto, es imperativo recuperar la base social comunitaria de las derechas y su legitimidad. Un modelo puede ser el éxito electoral del partido VIVA, alcanzando el cuarto lugar en las últimas elecciones. La base protestante del partido y su discurso del Estado como árbitro y facilitador siendo la clave de sus buenos frutos en los segmentos “rurubanos”.

Una vez recuperada la legitimidad, queda reforzar la credibilidad. Es aquí donde entra la distinción que han hecho algunos académicos entre “derecha de ideas” y “derecha de intereses”. Principios claros sobre los cuales actuar en consecuencia y la elevación del discurso a cuestiones político-programáticas son el imperativo categórico de este apartado. Se echaron en falta los esfuerzos de algunos partidos autodenominados derechistas para defender la institucionalidad republicana en el accidentado proceso de transición del año pasado. El silencio o, aún peor, la complicidad, son responsables de la apatía del votante. Ese que gira hacia proyectos reformistas o “outsiders” políticos. Un horizonte claro en defensa de la democracia y una contraposición programática e ideológica a la centroizquierda incumbente son la forma de convencer electoralmente. Esto en un país cuya sociología le es claramente favorable, a priori, a las derechas.

Recobrar la legitimidad de la base social comunitaria, superar barreras sociales y establecer un horizonte claro ideológico y programático son la única manera para las derechas de presentar una alternativa creíble en las siguientes elecciones. Una alternativa frente a demagogos, autoritarios, populistas y frente a la centro izquierda incumbente.

Se debe tener en cuenta que la rearticulación política difícilmente se dará con tanta fragmentación interna debiendo buscar la unificación de proyectos políticos similares. Además, no se puede limitar la oferta y discurso político a las sensibilidades de segmentos urbanos acomodados y conservadores. Estos no son representativos ni de la pluralidad del electorado ni de la realidad social mayoritaria. La expansión de esta oferta pudiera encontrarse, contra intuitivamente, en el acercamiento con autoridades indígenas. Su tradicionalismo, siendo mucho más cercano al conservadurismo cristiano que a la sociología modernista, cosmopolita y laica de la izquierda chapina. Incluso, manteniendo esa sensibilidad campesina anti estatista que podría congeniar con las componentes más libertarias. Para muestra la oposición férrea de los 48 cantones a los esfuerzos de la SAT por fiscalizar la precaria informalidad de los sectores populares.

Recobrar la legitimidad de la base social comunitaria, superar barreras sociales y establecer un horizonte claro ideológico y programático son la única manera para las derechas de presentar una alternativa creíble en las siguientes elecciones. Una alternativa frente a demagogos, autoritarios, populistas y frente a la centro izquierda incumbente.

La recta vía. Anatomía de una solución a la crisis de la derecha chapina

Recobrar la legitimidad de la base social comunitaria, superar barreras sociales y establecer un horizonte claro ideológico y programático son la única manera para las derechas de presentar una alternativa creíble en las siguientes elecciones.

Alessandro Mecca |
22 de abril, 2024
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Hace algunas semanas intentamos caracterizar en este espacio la crisis política de las derechas en Guatemala. Esto a través del “Darwinismo Político”, aquella filosofía que subordina los principios a la búsqueda de poder y riqueza como un proceso de selección natural. La pertinencia de esta temática se hace claramente patente en la coyuntura. Perfiles como el de Carlos Pineda, con su nuevo partido “Servir” se ajustan a esta filosofía. Se debe mantener un arco parlamentario sano y preservar las instituciones de la libertad republicana. Persiguiendo este noble objetivo, nunca fue más urgente ofrecer una contraparte al diagnóstico ya realizado. Una solución al accidentado panorama diestro del espectro político.

La base social puede entenderse como el conjunto de grupos, clases, comunidades o segmentos de la sociedad que proporcionan apoyo y respaldo a un partido político, movimiento social o líder político. Tradicionalmente, la base social de los partidos políticos de derecha se ha sostenido sobre dos pilares: la comunidad y el individuo. El primero tiene un marcado componente moralista y el segundo expresa un deseo de autorrealización y ascenso social. Los partidos de derecha consolidados se caracterizan por tener su base sociológica en organizaciones religiosas, clases empresariales urbanas y comunidades rurales.

Es imperativo recuperar la base social comunitaria de las derechas y su legitimidad. Un modelo puede ser el éxito electoral del partido VIVA, alcanzando el cuarto lugar en las últimas elecciones.

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Siendo un ejemplo de lo anterior la Democracia Cristiana alemana, con su fuerte presencia en el oeste desarrollado del país y la campiña bávara. Sin embargo, una buena porción de los partidos de la derecha nacional ha constituido su base social en empresarios prebendarios, figuras demagógicas o estructuras clientelares. Por lo tanto, es imperativo recuperar la base social comunitaria de las derechas y su legitimidad. Un modelo puede ser el éxito electoral del partido VIVA, alcanzando el cuarto lugar en las últimas elecciones. La base protestante del partido y su discurso del Estado como árbitro y facilitador siendo la clave de sus buenos frutos en los segmentos “rurubanos”.

Una vez recuperada la legitimidad, queda reforzar la credibilidad. Es aquí donde entra la distinción que han hecho algunos académicos entre “derecha de ideas” y “derecha de intereses”. Principios claros sobre los cuales actuar en consecuencia y la elevación del discurso a cuestiones político-programáticas son el imperativo categórico de este apartado. Se echaron en falta los esfuerzos de algunos partidos autodenominados derechistas para defender la institucionalidad republicana en el accidentado proceso de transición del año pasado. El silencio o, aún peor, la complicidad, son responsables de la apatía del votante. Ese que gira hacia proyectos reformistas o “outsiders” políticos. Un horizonte claro en defensa de la democracia y una contraposición programática e ideológica a la centroizquierda incumbente son la forma de convencer electoralmente. Esto en un país cuya sociología le es claramente favorable, a priori, a las derechas.

Recobrar la legitimidad de la base social comunitaria, superar barreras sociales y establecer un horizonte claro ideológico y programático son la única manera para las derechas de presentar una alternativa creíble en las siguientes elecciones. Una alternativa frente a demagogos, autoritarios, populistas y frente a la centro izquierda incumbente.

Se debe tener en cuenta que la rearticulación política difícilmente se dará con tanta fragmentación interna debiendo buscar la unificación de proyectos políticos similares. Además, no se puede limitar la oferta y discurso político a las sensibilidades de segmentos urbanos acomodados y conservadores. Estos no son representativos ni de la pluralidad del electorado ni de la realidad social mayoritaria. La expansión de esta oferta pudiera encontrarse, contra intuitivamente, en el acercamiento con autoridades indígenas. Su tradicionalismo, siendo mucho más cercano al conservadurismo cristiano que a la sociología modernista, cosmopolita y laica de la izquierda chapina. Incluso, manteniendo esa sensibilidad campesina anti estatista que podría congeniar con las componentes más libertarias. Para muestra la oposición férrea de los 48 cantones a los esfuerzos de la SAT por fiscalizar la precaria informalidad de los sectores populares.

Recobrar la legitimidad de la base social comunitaria, superar barreras sociales y establecer un horizonte claro ideológico y programático son la única manera para las derechas de presentar una alternativa creíble en las siguientes elecciones. Una alternativa frente a demagogos, autoritarios, populistas y frente a la centro izquierda incumbente.